Y sin presumir, hasta hace unos días, yo creía que esta comida era mi especialidad, que me salía muy bien y que, a través de ella, podía conquistar los paladares más indomables y rebuscados. Y digo pensaba, porque en un sueño revelador, de esos que te acompañan durante todo el día, la mujer más respetada por la mafia ítaloamericana, la mismísima Carmela Soprano, se apareció en mi cocina para criticar mi pasta. – ¡Jesus Christ, Bárbara! A las albóndigas les falta perejil y a la salsa albahaca fresca…La mujer del mafioso más recordado de New Jersey me quitaba la cuchara de las manos y comenzaba a revolver la salsa.