Un más que aceptable Festival de la Bici


 
Un Más que Aceptable Festival de la Bici
Por Andrés Kilstein
Quienes me siguen en Twitter, ya sabrán por la intensidad de las referencias, que soy un asiduo usuario de la bicicleta. Y además de usarla, la defiendo con vehemencia como estilo de vida. Lo puedo resumir en una frase (que no dudo, ya debe figurar en otros textos de mi autoría, dotando de su aspecto característico a la insistencia): La bici es el transporte sustentable, autopropulsado, saludable, que reduce los accidentes hasta su mínimo imaginable. Y que iguala a todos los integrantes de una comunidad en tránsito, no habiendo en el espacio público jerarquías ni estamentos, más que la cualidad de ser todos ciclistas.
Esta pasión que se cuela por mis venas y a veces me llena de manchas de grasa la botamanga, me llevó el fin de semana al Festival de la Bici. Desconocía con qué me encontraría y confieso que el evento me resultó más que aceptable. El sitio central (ubicado en el Planetario) mostraba varias tiendas de bicis de autor o de diseño (de esas que uno no se cruza seguido, y por lo general esto sucede a lo largo de la esteticista bicisenda de Gorriti), tiendas de accesorios (parece que la tendencia en accesorios es visibilizar al ciclista llenándolo de LEDs cual si fuera agente de tránsito), franqueado todo esto por tiendas de comida vegetariana cool. Unos vendedores de panes calientes sentados en el áspero césped a unos metros, ajenos a las concesiones y leasings que le hubieran facilitado una participación legitimada en el evento, creían que podrían significarle competencia a las tiendas palermitanas, con la misma esperanza con que los países del Tercer Mundo confían en industrializarse y en competir con el mundo desarrollado. No había mucha intención de continuidad en colocar las tiendas de bicis al lado de las tiendas de limonada y granola, ni tampoco guiños ostensibles de los gatronómicos a los ciclistas (como promos con nombres alusivos o algo que mi creatividad no puede desentrañar en el momento). Pero al menos todo se daba en un marco de promoción de la sustentabilidad y gozaba de ese peculiar aroma bici-friendly.
Lo que desentonaba entre tanta comida veggie, containers para separar los residuos y promoción del ciclismo, era el equipo de audio estridente en medio de un área verde en que hubiera sido aconsejable la opción del silencio. Y que sólo se escuchen los timbres de los ciclistas.
No puedo pasar por alto el muy buen video de Bikestorming proyectado en el techo copular del Planetario (donde siempre se proyectan las estrellas) sobre el futuro de la bici en la ciudad. Única crítica: un acento puesto demasiado sobre la emisión de gases y los ecosistemas deteriorado que nos parecen cosas abstractas (e incluso extravagantes) al lado de la más cotidiana y molesta congestión vehicular y los accidentes que los autos generan. Con todo, promover la bici es LA política pública para combatir la congestión en las ciudades, la violencia vehicular y promover una mejor calidad de vida urbana. Obviamente, no sólo la bici, sino su combinación con una amplia red de transporte público y medidas para desincentivar el uso de los autos particulares. He dicho.
Foto: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. click y más fotos.
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