Un día hubo un click y entendí todo


Trabajando en catas hice el click
Un día hubo un click y entendí todo. Por Agustina de Alba
Los días pasaron, los vinos, los aromas, las texturas. Yo iba creciendo clase a clase, iba cambiando, comprendiendo. A veces, mucha gente me pregunta: ¿Cómo haces para oler más? ¿Cómo haces para entender a un vino? ¿Se nace? ¿Se entrena? ¿Es un don?
La respuesta no la tengo, pero en mi caso no fue un don, no nací oliendo y comprendiendo, me fui haciendo. El primer año entendía poco y nada y el segundo año, surgió una oportunidad laboral de trabajar en el armado de la guía de vinos Austral Spectator. Era mi primer trabajo a full como sommelier dado que en los anteriores había sido camarera, lava copas, lava pisos, multi-uso. No me arrepiento de nada y en su momento lo disfruté porque sabía que algún día iba a dar sus frutos.
Bueno, llego a la EAS (Escuela Argentina de Sommeliers) y una profe amada, me cuenta que acababa de salir una búsqueda. «Aplicá, es la mejor forma de entrenarte, vas a probar miles de vinos en pocos meses, va a ser un trabajo muy intenso y el panel de cata es un lujo«: me dijo.
Así que mandé mi cv, me entrevistaron y quedé. El trabajo consistía básicamente en: recibir las muestras que enviaban las bodegas para ser catadas, puntuadas y entrar al ranking según el jurado de lujo, yo recibía miles y miles de vinos, los ponía en bolsas negras (ya que todos los vinos eran catados a ciegas) les sacaba las cápsulas (el capuchón del vino, ya que varios podían darse cuenta de que vino era a través del color de la capsula y de hecho algunas cápsulas vienen con logo de la bodega), les pegaba un sticker con un número.
 

«A veces, mucha gente me pregunta: ¿Cómo haces para oler más? ¿Cómo haces para entender a un vino? ¿Se nace? ¿Se entrena? ¿Es un don? La respuesta no la tengo, pero en mi caso no fue un don, no nací oliendo y comprendiendo, me fui haciendo.»

 
Por día cataban 5/7 flights de 5 vinos cada uno, osea un promedio de 30 vinos por mañana durante 4 meses. Les entregaba las fichas de cata y puntaje al jurado, los escuchaba debatir si tenían mucha diferencia entre un puntaje y otro y llegar a un acuerdo y lo más gracioso era que ellos no sabían que vino estaban catando y yo sí.
¡Me sentía BOB ESPONJA! Jajaja.
Yo cataba todos los vinos con ellos pero, ni mu…no podía decir nada, ni me atrevía ya que no me sentía segura. Y de repente, un catador decía: «esto es salteño, de cafayate, 100% y sí era así! Y pensaba… ¿Qué onda? Cómo hacen? Hasta que un día, fue un click, llegué a trabajar, preparé las muestras de vinos, chequeé las temperaturas de servicio, olí y entendí. Comprendí sus características, su origen  sus aromas, al menos pude ponerlo en palabras. Y me emocioné mucho y ahí lo dije: ¡Yo siento tal cosa! Fue mágico.
Y recuerdo que uno de los catadores, dijo «iba a decir lo mismo”. Pensé: ¡Si hay dios, me muero acá! Y de ahí en más, cada tanto me decían: «¿y vos Agustina qué opinás?» Más allá de que mi opinión no valiese, me dieron lugar a aprender, a sacarme dudas, a preguntar. Eso no tiene precio.
 

«Hasta que un día, fue un click, llegué a trabajar, preparé las muestras de vinos, chequeé las temperaturas de servicio, olí y entendí. Comprendí sus características, su orígen, sus aromas, al menos pude ponerlo en palabras. Y me emocioné mucho y ahí lo dije: ¡Yo siento tal cosa! Fue mágico.»

 
Ahí fue cuando esto se vio volcado en mi estudio, del 6,50 pasé al 8,50 y empecé a entender de qué se trataba este mundo que me generaba tanto amor ¡Era magia!