«Todo el país puede ser un gran viñedo»: entrevista a «la Checa», la dama del vino

Charla en cuarentena infinita con Elisabeth Checa, la mujer que más sabe de vinos en el país/Acaba de publicar la 13 edición de su aclamada guía «Los buenos vinos argentinos»/¿Cuáles fueron las últimas etiquetas que más la sorprendieron? ¿A qué hacedores de vino o enólogos admira? Además: consejos para empezar a disfrutar (más) del vino y anécdotas del confinamiento/Su top 5 de vinos argentinos/Un vino de Traslasierra que le encantó «¡No sabía que en Córdoba hacían tan buenos vinos!»

Elisabeth Checa, filósofa, periodista, amante del vino. Su guía incluso fue galardonada tres veces en los Gourmand Wine Books Awards. 

 

«Todo el país puede ser un gran viñedo»: entrevista a «la Checa», la dama del vino. Por Santiago Eneas Casanello.

A «la Checa» la entrevisté por teléfono, la molesté un feriado a las cuatro de la tarde, y para colmo, las respuestas no se grabaron bien. Después hubo que reconstruir la nota gracias a su paciencia, y nuevas respuestas por audio de whatsapp. Es una pena el aislamiento, o el virus, porque a la mujer que más sabe de vinos del país, que acaba de publicar la décima tercera edición de su guía «Los Buenos Vinos Argentinos», dan ganas de entrevistarla compartiendo con ella uno de sus rituales: bebiendo un buen vino blanco de invierno, a la tarde, como aperitivo, en el balcón de su departamento de Palermo donde pasa la cuarentena «como si fuera un domingo que nunca termina, pero escribiendo notas». Elisabeth Checa es una experta en el mundo del vino. Son décadas. Son anécdotas. Son miles de descorches, bodegas y descubrimientos. Y enólogos – los mejores, los que hicieron historia -, que son o fueron sus amigos y maestros.

«Es una pena el aislamiento, o el virus, porque a la mujer que más sabe de vinos del país, que acaba de publicar la décima tercera edición de su guía «Los Buenos Vinos Argentinos», dan ganas de entrevistarla compartiendo con ella uno de sus rituales: bebiendo un buen vino blanco de invierno, a la tarde, como aperitivo, en el balcón de su departamento de Palermo donde pasa la cuarentena «como si fuera un domingo que nunca termina…»

¿Cuál fue tu última anécdota de descubrimiento (con mucha satisfacción) de un vino?

¡Tuve muchas sorpresas con el vino! Pero una que recuerdo es cuando Manuel Mas (nota de MALEVA: era el propietario de Finca La Anita), me regaló una botella de Chateau D ´ Yquem, cosecha 1939. Vino a casa, la abrimos, y estaba impresionante, tomamos muy poco y con un queso azul. Al día siguiente fui a la revista Cuisine et Vins, volví a probarlo y estaba bien, al tercer día estaba un poco menos bien. Pero no tiré la botella, la guardo siempre.

En los casi ya quince años que lleva tu guía de vinos ¿qué no te hubieras imaginado Checa que terminó sucediendo en la escena de los vinos argentinos?

Nunca me hubiera imaginado, cuando empecé la guía, que iban a cambiar tanto su estilo. De vinos pesados, «maderosos», tánicos a un cambio en la acidez, en la liviandad, en la seducción y la frescura. Realmente cambiaron mucho.

¿Coincidís en que la comunicación del vino se volvió tan compleja o elitista que terminó alejando a los jóvenes y es una de las razones por las que se volcaron fuerte a otras bebidas como la cerveza?

Coincido en que si la comunicación es hermética, los jóvenes y los no tan jóvenes no van a tratar de probar nuevos vinos. Ni se van a acercar al vino porque se les hace difícil. El discurso tiene que ser menos técnico. Yo asocio siempre al vino con la comida, con qué puede ir bien, eso es un modo de ligar el vino a otros placeres. O en qué momento y para qué. Yo hablo siempre que es el vino y su circunstancia.

«No hay ninguna herejía, pero yo no puedo comer sin vino. Al mediodía me tomo una copa y dos, si estoy acompañada. A la noche también como con vino. A la tardecita me gusta siempre como aperitivo. Algún blanco especial, de invierno, que son cada vez mejores, o un rosado en verano. En algunos viajes, he tomado champagne en el desayuno, pero una copa. No hay herejías.»

El mapa muestra que ahora se hacen buenos vinos desde Córdoba hasta Chapadmalal. ¿Cuáles son las sorpresas más lindas que te llevaste últimamente con vinos o bodegas de regiones que no sean las clásicas?

En Mendoza, en un premium tasting, probé un vino de Traslasierra (provincia de Córdoba), que me encantó: el Clos de la Roca Brava, Sauvignon Blanc, de 2018. Es de una bodega que se llama Achala Wine, su propietario, a quien también conocí, es Walter Sinay. Es un vino que incorporé a la guía. No sabía que se podían hacer tan (pone énfasis) buenos vinos en Córdoba. Sucede que el experto chileno Pedro Parra los asesoró en cuanto a los suelos. Parece que en Traslasierra hay parcelas de suelos excepcionales.

¿Dónde creés que va a terminar esta diversificación hacia nuevas regiones para producir buenos vinos?

Todo el país puede ser como un gran viñedo. He probado vinos increíbles en Jujuy y he probado vinos en Chubut. A cien kilómetros más o menos de Buenos Aires, en Uribelarrea, se están haciendo vinos. En Entre Ríos también. Es impresionante: todo el país puede ser un gran viñedo.

¿Pensás que la tendencia de marcar el terruño de dónde viene el vino, cómo se está intentando en algunos lugares de Mendoza, llegó para quedarse y el consumidor la va asimilar? Digo, un futuro en dónde alguien pida un «valle de Uco», o un «Las compuertas» porque sabe que significa algo.

Los consumidores un poco más avispados saben del tema de los suelos y de las regiones, de las parcelas. Le dieron muchísima manija en el valle de Uco pero ahora no hay que olvidarse de otros lugares históricos y extraordinarios como Luján de Cuyo, con los malbec de Las Compuertas. La gente está empezando a identificar.  Pero los extranjeros cuando vengan, todavía van a pedir por cepas y no por «Uco» o «Las Compuertas». Pero es muy interesante el estudio del suelo, del clima y de la cultura. Porque los hombres de cada lugar también hacen el vino.

 ¿Cuáles son tres enólogos o wine makers que te emociona lo que hacen?

Hay muchos estilos. De los modernos e intermedios: Sebastián Zuccardi, el «Colo» Alejandro Zejanovich, y Matías Michelini. De los semi clásicos, Alejandro Vigil, Pepe Galante y Mariano di Paola.

¿Quién fue para vos el gran hacedor de vinos de Argentina? ¿Alguna anécdota con esa persona?

El iniciador de los grandes cambios fue Raúl de la Mota, un genio. Un amigo que me hizo entender, el alma, la esencia del vino. Me acuerdo que cuando empecé a probar vinos como trabajo, él le hablaba a un merlot como si fuera una persona. Trataba a los vinos como gente. Era genial. Un perfil bajo además; y todavía sus vinos siguen siendo maravillosos. Su hijo (Roberto) lo sigue en todo sentido: en calidad humana y como hacedor de vinos.

¿Cómo toma vinos «la Checa»? ¿En qué momento? ¿Cómete alguna «herejía?

No hay ninguna herejía, pero yo no puedo comer sin vino. Al mediodía me tomo una copa y dos, si estoy acompañada. A la noche también como con vino. A la tardecita me gusta siempre como aperitivo. Algún blanco especial, de invierno, que son cada vez mejores, o un rosado en verano. En algunos viajes, he tomado champagne en el desayuno, pero una copa. No hay herejías. Ahora, no se me ocurre como podés tomar un ceviche con un vino tinto muy pesado. El vino no puede tapar el sabor de lo que estás comiendo, ni al revés.

«Todo el país puede ser como un gran viñedo. He probado vinos increíbles en Jujuy y he probado vinos en Chubut. A cien kilómetros más o menos de Buenos Aires, en Uribelarrea, se están haciendo vinos. En Entre Ríos también. Es impresionante: todo el país puede ser un gran viñedo…»

Te pongo un poco en compromiso con esta pregunta pero: cinco vinos que se te vengan ahora a la mente y que te hagan feliz.

Yo hablo del vino y sus circunstancias. pero hay vinos que me encantan. Vinos de gran calidad que me emocionan. El pinot noir de Chacras, el torrontés de El Esteco, el Poligonos de Zuccardi, el malbec de San Pablo. el Proyecto las Compuertas, de uva criolla, de Durriguti. Y uno muy liviano y muy placentero es el Saint Felicien rosé. Me gustan muchísimos más pero ahora se me ocurren estos.

Si tuvieras que aconsejar a alguien que quiere empezar a especializarse un poco más como consumidor, cuál sería el «abc» de consejos que le darías.

Le daría un consejo muy breve: que se concentre en las particularidades de cada vino. La cata es una concentración de los sentidos. Que mire el color, si le gusta, si es brillante, que le de una vueltita mínima y perciba los aromas aunque no los identifique, y después que le de un paseito por la boca. Es todo. Y que lo disfrute con buenos amigos, con buena gente, con buena comida.

¿Cómo creés que impacta – si es que impacta – el protagonismo de la mujer y las consignas del feminismo en el mundo del vino en Argentina? Aún parecería que, salvo la excepción de las sommeliers, sigue siendo un ámbito más de hombres.

Por razones culturales e históricas – el hombre cazaba, la mujer cocinaba -, las mujeres tenemos más capacidad para percibir aromas y sabores. Desde Colette, una escritora fantástica que tenía una bodega y hacía unas descripciones increíbles sobre el vino, y la cantidad de enólogos y sommeliers maravillosos como Paz Levinson y Susana Balbo, quien fue la primera enóloga argentina. Las mujeres tenemos una presencia cada vez más importante en el mundo del vino.

¿Me describís tus días en cuarentena infinita?

Yo vivo sola, estoy acostumbrada y me gusta. Esto es como un domingo infinito, pero con trabajo. Participo de catas super interesantes por Zoom, anoche tuve una cata con alguien a quien adoro, Pepe Galante, de una línea que presentó Salentein, de unos vinos fantásticos con Indicación Geográfica (San Pablo), que es un lugar maravilloso con una altura especial. Malbec, Chardonnay, Pinot Noir. También escribo algunas notas, escucho música, leo y a veces veo alguna película. Trato de no ver noticieros ni obsesionarme con el tema del encierro. Y casi no salgo. Salvo para ir al kiosco de enfrente a compararme mis «Parisiennes».

Sobre la decimo tercera edición de la guía «Los Buenos Vinos Argentinos», por Elisabeth Checa (¡630 etiquetas de 119 bodegas!) 

En sus 13 años de vida, la publicación refleja las tendencias, evolución y recorrido de la vitivinicultura argentina a través de la Checa. Esta edición cuenta nuevamente con la colaboración de dos grandes sommeliers y comunicadores del vino: Fabricio
Portelli y Marcela Rienzo. “El vino es su circunstancia: algo del placer del momento se filtra en el sabor”, sostiene la Checa, “es una gloria y un misterio. y me encanta comunicarlo sin hermetismo”.

Por eso Los Buenos Vinos Argentinos no tiene puntajes, sino apreciaciones y sugerencias. Es una guía práctica, ágil y amena, una herramienta de compra para orientar la búsqueda del lector teniendo en cuenta las preferencias. Además, es un trabajo editorial que ofrece a los lectores información instructiva sobre el mundo del vino y las últimas tendencias a través de notas escritas por la autora, colaboradores y referentes de la industria invitados. Para Los Buenos Vinos Argentinos 2020, Elisabeth Checa tuvo la enorme tarea de seleccionar 356 vinos y 38 espumosos entre más de 630 etiquetas de aproximadamente 119 bodegas.

Fotos: gentileza Ana Paixao comunicación.