«¿Por qué es un «crimen» ambiental lo que sucede en los médanos de Pinamar (y por qué habría que crear una reserva natural)?»

¿Por qué, en tiempos de Greta Thunberg, en Pinamar decidieron destruir su paisaje más bello y su último santuario natural?/Un ecosistema mágico (y vulnerable) convertido en un anárquico autódromo de arena/¿Y si se convierte en una reserva natural protegida? Nota de opinión, por el director de MALEVA

Los últimos médanos de Pinamar, que deberían ser resguardados, fueron convertidos en un «autódromo»

¿Por qué es un «crimen» ambiental lo que sucede en los médanos de Pinamar (y por qué habría que crear una reserva natural protegida)? Por Santiago Eneas Casanello (Texto y fotos, desde Pinamar)

¿Se imaginan si en el año dos mil veinte, con Greta Thunberg convertida en el ser humano más influyente por defender al planeta y despertar a millones de conciencias, uno de los destinos turísticos más bellos (y costosos) de la Argentina, le cediera su paisaje más espectacular, y su último santuario natural, a un grupo de personas para que lo destrocen? Eso es, exactamente, lo que sucede al norte de Pinamar.

Donde ya no hay calles, ni balnearios con carpas, y las playas se vuelven anchas, a solo media hora a pie de la zona urbanizada, hay un paraíso que fue secuestrado para uso exclusivo (salvo que algún caminante tenga instinto suicida) de los prepotentes conductores de cuatriciclos y carísimos vehículos areneros, que convirtieron un ecosistema frágil en un anárquico autódromo.

Esta situación grotesca para el sentido común de la época, se produce en una franja estrecha – pero enorme para un caminante – de majestuosos médanos, de una belleza mística, que se extiende desde la ruta once hasta el océano. Son verdaderas colinas de arena, cuyas siluetas tienen algo magnético. Son dunas de Marruecos o de Dubai, pero a cuatro horas de Buenos Aires.

«¿Se imaginan si en el año dos mil veinte, con Greta Thunberg convertida en el ser humano más influyente por defender al planeta y despertar a millones de conciencias, uno de los destinos turísticos más bellos (y costosos) de la Argentina, le cediera su paisaje más espectacular, y su último santuario natural, a un grupo de personas para que lo destrocen? Eso es, exactamente, lo que sucede al norte de Pinamar…»

Es, y créanme que no exagero – aunque le tengo cariño porque lo conozco desde que soy chico, y vi su degradación – un lugar en el que cualquiera que desprecie a la costa argentina «por fea», se queda confundido al conocerlo. Allí, por ejemplo, se pueden contemplar atardeceres desérticos, que harían explotar a cualquier posteo de Instagram.

Por eso, el desquicio ecológico que producen los motores y gente que en vez de admirar y cuidar la naturaleza, pierde cualquier freno inhibitorio y se lanza a correr picadas en un territorio tan vulnerable y mágico, roza el absurdo. En, perdón lo insistente, el año dos mil veinte. Con «Greta superstar». 

Y en un distrito que incluso llegó a prohibir los sorbetes de plástico en la playa. Por si fuera poco, en el mismo municipio en el que también se derrumbaron todos los viejos balnearios de cemento, para dar lugar a cancheros paradores eco-sustentables de madera, se acaba de organizar en las playas del norte, junto a estos amenazados cordones de médanos, un espectáculo de off road en el que el protagonista fue un norteamericano llamado JB Baldwin, quien hizo piruetas en un camión de novecientos caballos de fuerza.

El secretario de turismo de Pinamar Juan Ibarguren, celebró la movida en una nota del diario La Nación (https://www.lanacion.com.ar/sociedad/las-acrobacias-mas-osadas-frontera-norte-pinamar-nid2323308) : “este tipo de eventos colaboran con el posicionamiento de Pinamar como destino extremo. Además, elegimos haberlo hecho en la frontera que es un lugar característico de este tipo de deportes, como las travesías en 4×4 o en cuatriciclos”. Sin irse mucho más lejos: en Cabo Polonio, Uruguay, solo pueden circular sobre las dunas vehículos autorizados, que son muy pocos, y la región forma parte del «sistema nacional de áreas protegidas» del vecino país. Los uruguayos saben que para ser una potencia turística, su slogan «Uruguay Natural», no tiene que ser una mentira.  ¿Cómo se promociona Pinamar? Árboles, calles de arena, jardines sin muros, una pareja de la mano en un entorno bucólico. No como un vómito de decibeles y brisa con olor a petróleo quemado.

«Todos los veranos, se preguntan por qué es tan difícil controlar a la locura de los cuatriciclos. Porque se les ofrece una maravillosa pista de carreras. ¿Eso es lo que quiere ser Pinamar? ¿Una vulgar pista para areneros? Pinamar, sin su paisaje privilegiado y preservado, en el mediano plazo se queda sin nada…»

Por otra parte, lo que sucede en los médanos del norte de Pinamar, no es ético en su sentido más básico: adueñarse de lo ajeno. De lo que debería ser para disfrute de todos, termina siendo para diversión de unos muy pocos.

¿Por qué una familia no tiene derecho a pasear por los últimos médanos vivos de la zona sin que la atropellen? ¿Por qué nadie puede encarar un trekking o un trote por la tarde sin que sea un verdadero deporte extremo? Ya que hablamos de deportes extremos. ¿No?

¿Por qué los pájaros y demás animales (como zorros grises o lagartijas) que habitan los médanos y los bosques circundantes no pueden ser respetados en su hábitat sin tener que sufrir día tras día un estruendo de motores enojados?

De nuevo: ¿Por qué nadie, sea quien sea, puede caminar por este lugar sin miedo a que lo atropellen?

Todos los veranos, se preguntan por qué es tan difícil controlar a la locura de los cuatriciclos. Porque se les ofrece una maravillosa pista de carreras. ¿Eso es lo que quiere ser Pinamar? ¿Una vulgar pista para areneros? Pinamar, sin su paisaje privilegiado y preservado, en el mediano plazo se queda sin nada.

 

Un cartel muy curioso: la «zona segura» es para los vehículos, no para los veraneantes de a pie

«Se me ocurre algo un poco más ambicioso, y que estaría buenísimo para la mayoría de a pie (en sentido literal): crear en la franja de médanos de la Frontera una reserva natural protegida. Que se convierta en una pequeña joya de la costa argentina. La imagino, incluso, con pasarelas de madera, con distintos circuitos para caminar y aprender sobre la biodiversidad de la zona, hasta puede abarcar un sector de bosque…»

También dicen que los controles no son suficientes, porque hace falta un cambio cultural. Y es verdad. Pero hay un cambio cultural que se podría emprender ya y es dejar de ofrecer un autódromo en un ecosistema amenazado. Y se me ocurre algo un poco más ambicioso, y que estaría buenísimo para la mayoría de a pie (en sentido literal): crear en la franja de médanos de la Frontera una reserva natural protegida.

Que se convierta en una pequeña joya de la costa argentina. La imagino, incluso, con pasarelas de madera, con distintos circuitos para caminar y aprender sobre la biodiversidad de la zona, hasta puede abarcar un sector de bosque. Con la cartelería propia de un parque nacional. Imagínense que en Pinamar haya señalética que indique: «hacia la reserva natural» y que los más chicos queden fascinados conociendo un desierto de película a pocas horas de los departamentos en sus ciudades. Pinamar, además, se revalorizaría como destino. Solo algún desforestado cultural puede pensar que al turismo de categoría se lo atrae destrozando con motos el paisaje. Hubo un tiempo, que está llegando a su fin, en el que el sentido común podía tolerar esta afrenta a la naturaleza. Como podía tolerar que alguien tirara un paquete de cigarrillos por la ventanilla, lo que hoy sería un atentado, sobre todo a ojos de los más chicos.

Dicen que esa zona es propiedad privada (aunque nunca se entiende de quien). No es un impedimento para que sea reserva natural. Al contrario, muchas veces la generosidad de empresarios como Douglas Tomkins, lograron lo impensable.

Nunca es tarde para decir ahora, cuando se trata de cuidar el medio ambiente. Y menos en un rincón tan único de nuestro país.