Parque Patagonia de Rewilding: cinco días en la nueva meca del senderismo de Argentina, entre cañadones y el lujo de una naturaleza intacta

Una semana en una naturaleza salvaje y magnífica/Una Patagonia de cañadones, fauna en su esplendor, y placeres poéticos/¿Cómo es la misión de Rewilding? Además: por qué se está convirtiendo en una meca del senderismo.

Perito Moreno y los Antiguos, son las localidades más cercanas al Parque Patagonia. 

Parque Patagonia: cinco días en la nueva meca del senderismo de Argentina, entre cañadones y el lujo de una naturaleza intacta. Por Santiago Eneas Casanello, desde la Provincia de Santa Cruz. Fotos: del autor y gentileza de la fundación Rewilding (PH Horacio Barbieri).

Del otro río Colorado es La Patagonia, una región mítica y gigantesca en la que caben Francia, Italia y el Reino Unido, y que, no es novedad, provoca asombro en los espíritus de quienes la visitan por su belleza. Pero hay dos bellezas. La que a veces aburre a los europeos porque les hace acordar demasiado a su continente. Una cabaña de madera con techo a dos aguas, chimenea con humo, un lago azul, bosques «suizos» de cipreces y lengas, los picos nevados de los cerros (e incluso, algún teleférico); una plantación de tulipanes. Una panorámica que se procesa fácil. Una satisfacción de dibujo infantil. Una foto en las redes con corazones asegurados.

Pero hay otra belleza más áspera, salvaje e incómoda. Pero tal vez más conmovedora. Y original. La Patagonia seca, que es un desierto frío y enigmático, de sierras y estepas estériles con praderas de arbustos bajos que en conjunto, en algunos valles, transmiten un tímido verdor.

Una patagonia de vientos libres como si las nubes que se llovieron todo en la cordillera, les hubieran entregado la clave secreta del candado; de cañadones de hasta diez colores; de atardeceres gloriosos y noches en las que se aprecian las galaxias.

El Parque Patagonia, al noroeste de la provincia de Santa Cruz, creado y administrado por la fundación Rewilding, propone esa Patagonia y en MALEVA anochecimos y amanecimos una semana allí.

«Lo que los distingue a los senderos, además de atravesar rincones increíbles – viejos volcanes, ríos transparentes escondidos y abrazados por sauces, formaciones rocosas imponentes que parecen esculturas, miradores desde los que pueden distinguirse cóndores o glaciares y colosos como el cerro San Lorenzo al oeste -, es el mantenimiento óptimo, la señalización impecable, los servicios (desde baños secos hasta modernos refugios)…Son un espectáculo, los diagramamos con gente experta en Senderos de Estados Unidos, le explican a MALEVA desde Rewilding…»

1) La magia está en los senderos.

En Parque Patagonia tienen un objetivo muy preciso: convertir a esta reserva natural de ochenta mil hectáreas en una meca del senderismo en Argentina. En el área del portal principal, el del Cañadón del río Pinturas, ya existen sesenta kilómetros y están trabajando para llegar a cien.  Otros portales cercanos como La Ascensión, suman cincuenta kilómetros más.

Lo que los distingue, además de atravesar rincones increíbles – viejos volcanes, ríos transparentes escondidos y abrazados por sauces, formaciones rocosas imponentes que parecen esculturas, miradores desde los que pueden distinguirse cóndores o glaciares y colosos como el cerro San Lorenzo al oeste -, es el mantenimiento óptimo, la señalización impecable, los servicios (desde baños secos hasta modernos refugios).

«Son un espectáculo, los diagramamos con gente experta en Senderos de Estados Unidos, que los hacen en los parques nacionales de allá, además no tienen pendientes muy pronunciadas porque la idea es que disfrutes todo el tiempo», le cuenta a MALEVA la encargada de prensa de la fundación Rewilding, Mariana Labourt.

El Sendero Tierra de Colores es el más cinematográfico. «Parecen gustos de helado», comentan todos. Y es que, por una hora, los caminantes descubren un recodo, donde los distintos minerales pintaron la tierra y las rocas de rosa intenso, verde, ocre, naranja. Y no es la Quebrada de Humahuaca, es La Patagonia.

MALEVA participó, en febrero, de la segunda jornada de senderismo del Parque Patagonia. Casi un centenar de aficionados, divididos en distintos grupos con guías especializados, recorrieron diecisiete kilómetros durante siete horas, con almuerzo y chapuzón incluidos para recomponer energías. El último tramo, en las entrañas (y al filo) del grandioso Cañadón Pinturas, fue sentirse un verdadero peregrino. En un entorno digno de Game of Thrones.

2) Placeres poéticos: delicias en una mesa comunal, una hostería sencilla y elegante, y un «bar» con vistas descomunales.

Entre las ocho y media y las nueve, se sirve la cena en la hostería La Posta de los Toldos, que es la única dentro del parque Patagonia. Platos sabrosos y confortables para un clima fresco y una jornada de mucho movimiento. Ragú de cordero, bondiola con salsa de frutas finas, lasagna, asado patagónico. Vinos cuyanos y del sur. Todo exquisito porque la hostería cuenta con un chef y una pastelera. Ella y su equipo se lucen por las mañanas con pan, medialunas y scones caseros. La mesa es una sola y es comunal. Es la oportunidad de conocer a otros viajeros. De escuchar las anécotas de un motociclista austriaco que viene bajando por la Ruta 40 desde Bolivia. O de una familia chilena que comparte datos magníficos sobre las coordenadas del otro lado de la frontera.

«¿Pudieron ver pumas»? es la pregunta espontánea, de cualquiera en esa mesa. En La Posta de los Toldos – un alojamiento sencillo pero elegante -, los placeres son poéticos. Aquí se reemplazan las comodidades de un hotel, pongamos una piscina, por un sector específico para contemplar el cielo estrellado: una estructura circular de piedra, resguardada del viento, y con bancos calefaccionados a leña y acolchados con almohadillas de lana de oveja.

A pocos kilómetros, en la inmensidad de las colinas y las mesetas, se encuentra el pequeño almacén y bar La Señalada. Diminuto. Básico. Pero en donde una picada de campo, unos choripanes o unas empanadas, con una cerveza artesanal helada de la zona del Lago Posadas, – por la ubicación, el aislamiento y el paisaje abrumador -, se disfrutan como un lujo ¿o acaso este no es el nuevo verdadero lujo? En el Parque Patagonia también son excelentes los sectores para acampar. Con baños limpios, cocina y hasta un lounge compartido con salamandra. Y pequeñas empalizadas de madera, como un anillo, en donde acampar protegido de las ráfagas.

«Los placeres son poéticos. Aquí se reemplazan las comodidades de un hotel, pongamos una piscina, por un sector específico para contemplar el cielo estrellado: una estructura circular de piedra, resguardada del viento, y con bancos calefaccionados a leña y acolchados con almohadillas de lana de oveja…»

3) Donde el puma volvió a ser el rey.

La visión de Rewilding consiste en recuperar el ecosistema natural de regiones amenazadas. Y a diferencia de una lógica de preservación clásica (cuidemos lo que está), ellos plantean restablecer lo que se perdió, lo que se extinguió (o está cerca de extinguirse). Reconstruir la pirámide alimenticia de la fauna autóctona. Que sin su pieza superior, se desmorona. Y el sistema entra en crisis. Por eso en Parque Patagonia, el puma volvió a ser el rey. Y el avistaje de este felino y cazador solitario es una de las actividades más populares y fascinantes.

MALEVA no lo logró. Pero estuvo cerca. Luego de atravesar, fuera de los senderos (pero con un guía experto de la zona) mesetas, serranías y acantilados, encontramos su refugio, un guanaco capturado la noche anterior, sus huellas recientes. Adrenalina, y expectativa bien alta durante todo el trayecto.

«Lo que es seguro es que ellos si nos vieron o nos están viendo», dicen los que saben. Curiosamente, los pumas de este lugar de La Patagonia no son agresivos con el hombre, más bien le temen, y además hay tantas manadas de guanacos, que alimento no les falta. También hay multitud de choiques (el ñandú austral) y volvieron poblar la zona dos especies en riesgo: el gato del pajonal y el chinchillón anaranjado, que es un ser adorable, un gran roedor que parece un conejo pero es conocido en el Sur como la ardilla local.

¿Cóndores? Muchos y cada vez más por eso de la pirámide. El Cóndor es carroñero, come los restos de las presas de los pumas. Por lo que sin pumas, tampoco hay cóndores. Primicia: Rewilding está construyendo un sector de glamping, sobre el cañadón del río Pinturas, en una coordenada que impacta y en la que el vuelo de los cóndores, es cotidiano.

4) La cueva de las Manos: cuando el arte «viaja» nueve mil años.

Hace nueve mil años – ¿les entra en la cabeza? -, otros seres humanos dejaron en los aleros y las cuevas de este rincón del planeta su expresión simbólica, su arte, y básicamemte, un mensaje que llegó hasta nosotros. La Cueva de las Manos, patrimonio de la humanidad, es una maravilla inapelable del Parque Patagonia. Tras décadas de abandono, descuido y vandalismo, Rewilding puso en valor el sitio arqueológico, construyó una infraestructura apropiada y se la cedió nuevamente al Estado Provincial quien hoy lo administra. No solo pintaron sus manos los antiguos cazadores recolectores, también guanacos, pumas, escenas de caza completas, de baile y hasta – todo siempre es hipótesis -, las lunas con las que contaban el embarazo de una mujer. En el Parque también existe el Alero Charcamata, que es otra maravilla arqueológica.

5) Un planetario de vanguardia, con un diseño exquisito y en una ubicación surrealista.

Es surrealista que esté allí, pero provoca admiración. En la ladera de una meseta, confundiéndose – por el diseño arquitectónico de vanguardia -, con la inmensidad, se inauguró hace pocos meses un planetario que también es un museo y centro de interpretación interactivo. Y en línea con el resto del Parque Patagonia, todo reluce, es de última generación y primera calidad. Desde el sistema de hologramas en el que se viaja en el tiempo, al mundo de las personas que vivieron en la Cueva de las Manos, hasta el planetario propiamente dicho con proyecciones para conocer y enamorarse de los cielos patagónicos.

Son casi ochocientos metros cuadrados en los que, asimismo, se indaga sobre la crisis climática y de extinción de especies. Esta iniciativa – que es un aporte inédito en esta región de la Argentina -, fue una donación de la científica argentina Elsa Rosenvasser Feher. Doctora en física, desarrolló su carrera sobre todo en Estados Unidos (principalmente en California) y uno de sus campos de estudio y fascinación por el espacio y las estrellas, y en particular, según confesó su hija, por las del Hemisferio Sur.

La fachada del edificio está cubierta por un «cortinado» de antiguos listones de madera, que no solo son un elemento estético en un proyecto que es una verdadera obra escénica, sino un símbolo: eran los postes de los alambrados que dividían la reserva cuando era una estancia.

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