«Nada disfruto más que salir a comer sin teléfono, sin grabar ni hacer fotos»: entrevista a Rocío Strat «La Chica del Brunch», la influencer gastro más poderosa de Argentina

Abrió su cuenta como hobby justo antes de la pandemia y hoy, con casi 2 millones de seguidores, es la influencer foodie más reconocida del país/Mano a mano con MALEVA, Rocío Strat nos cuenta cómo maneja el poder de su masividad, cómo se lleva con el hate, su visión sobre la escena foodie actual y el día a día de su trabajo/ Un plus: nos confiesa lo mejor que visitó en este último tiempo/Chica de barrio, las donas de Nueva York y el puestito callejero de Mendoza «que no debe entender nada».

Mano a mano con MALEVA en el divino Moshu Treehouse en Palermo. 

«Nada disfruto más que salir a comer sin teléfono, sin grabar nada»: entrevista a Rocío Strat «La Chica del Brunch«, la influencer gastro más poderosa de Argentina. Por Lenchu Rodríguez Traverso. Fotos: Alexis García Sánchez.

Cuando buscó el dominio “La chica del brunch” en Instagram y le salió luz verde para apropiárselo, Rocío Strat no tenía idea de que solo tres años más tarde se habría convertido en la influencer foodie más destacada de Argentina. Hoy, con cerca de dos millones de seguidores, patea la ciudad entera (y parte del país también) recomendando lugares de comida con sus icónicos reels; la voz en off relatando la experiencia y unas tomas en zoom que hicieron derretir a medio país en más de una ocasión.

Estudió producción audiovisual, community management y fotografía, y en ese camino juntó todas las herramientas que hoy aplica en sus contenidos. Este know how combinado con el amor por la comida real que le inculcaron desde chica, fueron la inspiración para que decida abrir esta cuenta. El tema fue el timing: La chica del brunch nació un poquito antes de ese marzo del 2020 donde Buenos Aires se convirtió en una ciudad fantasma. “¡Qué puntería!”, pensó, y se mandó a cocinar recetas dulces y saladas de todo tipo, para seguir alimentando su hobbie digital. Lo que no previó era que los efectos del encierro le harían de trampolín para lanzar su proyecto a la cima.

Rocío fue como un bálsamo de una sociedad desesperada por salir del encierro. Logró organizar la información gastro de la ciudad, seleccionar joyitas escondidas y compartir novedades que valieran la pena. Después de meses de cuarentena, sus videos hicieron de nexo entre restaurantes y sus futuros comensales. Hoy, tiene el poder de generar fila en un lugar que suele estar vacío.

Mano a mano con MALEVA, entre huevos revueltos y la célebre torta Red Velvet de Moshu Treehouse en Palermo, nos contó su camino hasta acá, por qué elige seguir haciéndolo, cómo maneja su poder, cómo lleva adelante el hate, y nos comparte anécdotas que ilustran su día a día como influencer foodie.

¿Cómo creés que lograste convertirte en la influencer foodie más poderosa del momento?

Es difícil contestar esa pregunta, yo siento que lo debería responder la gente. Te puedo decir las cosas que yo percibo y tienen que ver con cómo cuento el contenido; la manera de organizarlo, de editarlo, con la voz en off y demás. Después lo empecé a ver replicado en un montón de cuentas. Por otro lado tiene que ver con cómo te llega la persona. Yo soy una piba recontra de barrio, no tengo nada excepcional, puedo ser tu tía, tu prima o lo que sea. Para mí va por ese lado.

¿Cuándo te diste cuenta que podías hacer algo grande con esto?

Hubo dos instancias muy cruciales con un crecimiento abrupto. Primero fue justamente la pandemia porque cuando el gobierno permitió salir a comer, de 12 a 5 de la tarde, todos los lugares ofrecían brunch. Yo iba a hacer las coberturas y ahí empezó a crecer muchísimo. En ese entonces, la gente estaba desesperada por salir. Y después, cuando empecé a incorporar otro tipo de comida. Yo venía compartiendo estos lugares más nocturnos en historias pero la gente me pedía que los ponga en el feed. Probé, subí un reel de noche y explotó la cuenta. Ahora sería “la chica de la comida” ponele, pero este ya es mi nombre, es mi marca.

¿Te gusta mucho el brunch o el nombre fue más aleatorio?

Sí, yo era muy fan del brunch y era lo que más consumía, pasaba más tiempo en cafeterías que en otros lugares. Busqué el dominio de “la chica del brunch”, estaba disponible y dije: matanga dijo la changa, soy yo. 

«Yo no sé exactamente por qué logré tanta repercusión. Eso lo tendrá que responder la gente. Pero yo soy una piba recontra de barrio, no tengo nada excepcional, puedo ser tu tía, tu prima o lo que sea. Para mí va por ese lado…»

El efecto que generás en los restaurantes es muy fuerte, les sumás clientes inmediatamente. ¿Cómo manejás ese poder?

Le digo a la gente que vaya dentro de dos semanas al lugar, porque el efecto contrario es negativo. Hay mucho hater que después viene y te dice: “el lugar estaba explotado, tardaron una hora en atenderme”. La realidad es que hay una cierta capacidad de mozos y de mesas, entonces está bueno tener un poco de paciencia y saber que si lo subí yo, que tengo un alcance masivo, puede pasar que explote. Los lugares a veces me piden que les avise dos semanas antes de subir el reel para asegurar el stock. De esa manera le van a dar batalla, está bueno. 

¿Tenés algún ejemplo rápido de un lugar que haya estallado?

Me pasaron Tik Toks virales de una panchería donde decían: «en esta esquina no había nadie, subió algo esta chica y ahora está explotado”. O sea, el señor capaz vendía un par de panchos por día y de golpe tenía una fila que le daba toda la vuelta, eso duró tres o cuatro semanas. 

¿Qué sentís cuando alguien no tiene una buena experiencia en el lugar que recomendaste?

La experiencia cuando uno va a comer es desde que entra hasta que se va, hay muchísimas cosas para contemplar. Cuando uno recomienda un restaurante, está recomendando algo de un tercero, no sabés cómo ese día van a atender los mozos por ejemplo, quizás uno fue cruzado y le contestó mal a una mesa. Son muchas variables que no dependen directamente de vos.  Pero también hay gente que salir a comer le significa la salida del mes con su familia. Y por eso si tardan en atenderlos o la experiencia no está tan buena, entiendo la frustración.

¿Cómo te llevás con la crítica o el hate?

Una cosa es el hate porque no te gustó – lo puedo entender porque no soy palabra santa de nada -, y otra cosa es el hate por hatear, insultar. Al principio me lo tomaba mal, lloraba, iba a terapia, la pasé horrible. Y hoy te digo: las críticas no me interesan en lo más mínimo. Porque no me pasa solo a mí, sino también a un montón de creadores de contenido, y leo cosas que son terribles. También hay que mirar de dónde viene el mensaje, si tiene cero seguidores y sigue a una sola cuenta, ¡alto trol! Por momentos me afecta, igual. El que dice que no le afecta… están hablando de uno mismo, ¿no? Pero trato de medirlo. Cuando me dicen: “che, fui y comí mal”. Bueno puede ser, quizás cuando fuiste vos el restaurante se desbordó o no te gustó la comida y ahí es más entendible. El otro que te pone, “tu voz es horrible”. Y, ¡es mi voz!, ¿qué querés que haga? Hoy por hoy te digo la verdad, no me puedo seguir enganchando. Hay muchos que te bardean y te insultan siempre pero no te dejan de seguir, están ahí para batallar… ¿Por qué? ¿Qué necesidad? A mí si no me gusta el contenido de alguien lo paso, sigo de largo, no me tomo la molestia de entrar y comentar “malísimo tu video”.

«Le digo a la gente que vaya dentro de dos semanas al lugar del que hablo, porque el efecto contrario es negativo…está bueno tener un poco de paciencia y saber que si lo subí yo, que tengo un alcance masivo, puede pasar que explote. Los lugares a veces me piden que les avise dos semanas antes de subir el reel para asegurar el stock. De esa manera le van a dar batalla…»

¿Vos leés y respondés los mensajes? 

Si, respondo todo yo, me separo una hora y media por día. Trato de responderles a todos pero a veces llegan muchas preguntas del estilo, “¿te puedo encargar una torta para mi baby shower? O “¿me decís en qué horario abrís?” No señora, no soy un local. Respondo yo porque soy yo la que tiene las recomendaciones, no me termina de convencer que lo haga otra persona. Tengo a alguien ahora que me ayuda con la edición y eso me ayuda a respirar porque no tengo que estar como antes que me quedaba hasta las tres de la mañana editando.

¿Cuántos reels compartís por semana?

Ahora estoy subiendo cuatro. Me di cuenta de que no impactaba tanto en los números subir uno menos, sino que de hecho le das tiempo a que el contenido se procese. Me parece que cuatro es un buen número. Antes hacía siete, una grabación por día, hasta que dije: “no pará, ¡yo también tengo que tener un fin de semana!”.

Claro. ¿No te pasa que por momentos necesitás comer en tu casa?

Si. Aunque parezca mentira, la paso bomba un sábado a la noche mirando películas y comiendo en casa. O salir a comer sin el teléfono, sin grabar, eso es lo que más disfruto. Ahora hay una vez por semana que voy con mi pareja o con amigos a comer sin fotos ni videos, solo para pasarla bien. Es volver a conectar con lo que arrancaste como hobby: realmente disfrutar de todo, y no pensar en la mejor luz ni en cómo se ve todo. Lo extraño a veces.

¿Cómo hacés el proceso de selección de lugares? ¿Qué criterio manejás?

Miro las fotos etiquetadas siempre. Porque ahí veo el plato real, no el tomado por el fotógrafo, sino cómo se lo sirven a la persona en la mesa y para mí eso es la vara más alta que hay. Cuando me convocan entro al perfil y veo: el menú (para ver qué plato tiene distinto a todo lo que vengo filmando) y las etiquetadas. Si veo que es muy de lo mismo prefiero por ahora decir que no. Imaginate que después de comer 25 milanesas ya no cambia tanto la cosa. Puede ser un bar temático o un bar oculto, eso también es un diferencial. Quizás no vas por la gastronomía pero sí vas por una experiencia distinta. 

¿Qué lugares te gustaron o sorprendieron en el último tiempo?

El bodegón de las abuelas fue uno de los que más me llegó al corazón. No había tenido la oportunidad de ir nunca, me imaginaba una cocina un pelito más abajo y estaba todo casero en serio. Las señoras amasan los fideos a las siete de la mañana para que estén frescos y listos para el turno del mediodía. Esa fue una gran sorpresa.

Otro destacado que me voló la cabeza fue Lebrel, la primera focacceria de Argentina que queda en La Plata. Es un boom allá. Me sorprendió que vaya mucha gente desde Capital gracias a la recomendación porque, no es lejos si tenés auto, pero es un tramo. Me gusta potenciar otros circuitos gastronómicos que no sean Palermo. La nueva apertura de Burger Couple en Caballito también. El lugar tiene toques que no van tanto con mi onda, mucho Ricardo Fort, pero el producto, la hamburguesa es espectacular. Lo que está interesante es que volvió un poco a surgir el boom hamburguesero que se había cortado hace unos años. 

«Al principio me tomaba mal a los haters, lloraba, iba a terapia, la pasé horrible. Y hoy te digo: las críticas no me interesan en lo más mínimo. Porque no me pasa solo a mí, sino también a un montón de creadores de contenido, y leo cosas que son terribles. Hay muchos que te bardean y te insultan siempre pero no te dejan de seguir, están ahí para batallar… ¿Por qué? ¿Qué necesidad? A mí si no me gusta el contenido de alguien lo paso de largo…»

Si te llega la comida a la mesa y no te gusta ¿Qué haces?

Le digo que no lo voy a subir a redes. Nunca me sentí cómoda haciendo contenido negativo del estilo: “este lugar es malísimo”. Si un lugar me invita a comer siempre le digo mis condiciones; si no me gusta no lo voy a compartir porque no quiero quemarlo. Hay gente que hace reseñas negativas, yo no veo el sentido de perjudicar a alguien que recién está arrancando. Nunca me pasó que todos los platos sean malos, capaz que pasa con dos o tres y ahí pongo en el texto, “no recomiendo este porque a mi no me mató”, pero quizás a vos te gusta. Y destaco los otros platos. Se había hecho muy viral un video de una merienda libre que estaba muy bonita comunicada por las redes sociales y justo el lugar me invitó. La comida estaba colocada literalmente arriba de un mantel, no tenían una base de algún tipo, no había pinzas, entonces la gente agarraba los pedazos de torta con la mano. Le volaban un millón de moscas encima, todo tenía un nivel de mugre. Le dije: disculpame pero no lo subo. Y me preguntaron qué mejoraría, a lo que le dije “empiecen por la limpieza por favor”.

¿Alguien se lo tomó mal?

No, nunca me pasó. Pero porque lo aviso de antemano. La gente en las redes me dice: “vos vas y comés de arriba”. Yo no voy a comer de arriba, voy a filmar toda la experiencia y eso lleva muchísimo tiempo y esfuerzo. A veces te vas a lugares muy lejos y yo no tengo auto, me muevo con las aplicaciones o bondi o subte, depende de la cercanía. Son muchas horas.

Hoy hay mucha gente en redes que todo lo que recomienda es “impecable”. No hay mucha crítica constructiva, en general ¿Qué opinás?

A mi me escriben en los videos y me dicen: “che, ¿todo te gusta?” Es porque no te tomaste el trabajo de leer el texto en el cual yo pongo qué cosas sí me gustaron y qué cosas no me parecieron atractivas. Porque es medio difícil que todos los productos que están sobre la mesa sean un 10. No quiero hablar sobre otros creadores de contenido porque tampoco me tomé el tiempo de analizar esto, pero yo aliento a que digan: esto sí y esto no. Y si todo es una porquería y nada te gustó, ahí queda a tu criterio lo que quieras hacer. Yo no lo hago porque no me gusta, no me siento cómoda. Pero sí, está bueno ser un poco crítico.

¿Cómo te llevás con otros influencers gastronómicos?

Tengo relación con un montón, yo los veo como colegas. He sacado reels compartidos con otros foodies y está buenísimo porque es muy fácil grabar con alguien que es muy parecido a vos. Entiende que la comida no se come al toque, sino que hay que sacar fotos y filmarla. Tenemos un grupo de Whatsapp y nos pasamos la data de lugares que valen la pena, para mí es un win win. También hice contenido con Dadatina que no tiene nada que ver con el mundo gastronómico, pero yo le puedo convidar de mis seguidores y ella también de los suyos que capaz no me conocían. Son cruces que son piolas, no solo en el mundo de la gastronomía. Yo estoy a favor.

¿Te copa vivir en Buenos Aires? 

Amo Buenos Aires, yo viviría acá siempre. Y quizás en la Patagonia porque me fascina, pero o sea, no me iría de Argentina. Buenos Aires es única, hoy la gastronomía está más rica y más grande que nunca. Podés comer lo que quieras de cualquier parte del mundo, ¡lo tenés acá! Es tremendo.

«En Nueva York fui encontrando joyitas. Por ejemplo, a mi la pizza neoyorquina no me gustó y de hecho lo dije: Güerrín está 25 veces mejor. Pero sí probé hamburguesas espectaculares y cosas así. ¡Las donas! Las donas de NY no tienen sentido, muy distintas a como las hacen acá, tienen otra textura, son aireadas…»

¿Hay algún lugar del país que digas: ¡qué escena gastronómica tiene!

Me pasó con Ushuaia. Viajé por primera vez este año y me explotó la cabeza en todo sentido, su oferta gastronómica está realmente a otro nivel. Nunca había probado centolla fresca. Sé que es un viaje caro, no sé si lo puede costear todo el mundo, pero para irte aunque sea cinco días alguna vez en tu vida, uso y recomiendo fuerte. 

¿Y más cerca de Buenos Aires? 

Areco me encantó. Todavía sigue manteniendo la tradición gaucha, entrás a los lugares que tienen 500 mil años tipo el Boliche Bessonart, que parece la Torre de Pisa y decís, ¿cómo no se cae? Tenés también La Olla de Cobre, alta chocolatería y alfajores. Es una re linda escapada para ir en familia, a una hora y media, no gastás tanta plata y podés comer muy bien.

¿Y algún destino Internacional que te haya sorprendido con su comida?

Nueva York, pero porque fui encontrando joyitas. Por ejemplo, a mi la pizza neoyorquina no me gustó y de hecho lo dije: Guerrín está 25 veces mejor. Pero sí probé hamburguesas espectaculares y cosas así. ¡Las donas! Las donas de NY no tienen sentido, muy distintas a como las hacen acá, tienen otra textura, son aireadas. Yo pensaba que a mi no me gustaban las donas. Cuando las comí allá dije: “ah no, a mí sí me gustan las donas, pero las de verdad”. Nueva York me encantó, tiene también ese crisol de gente de México, de Cuba y de distintos lugares que van y cocinan. Los puestitos de la calle también. Hay que saber elegir los buenos, pero valen muchísimo la pena. 

«El Bodegón de las Abuelas fue uno de los restaurantes que más me llegó al corazón…las señoras amasan los fideos a las siete de la mañana para que estén frescos…otro destacado que me voló la cabeza fue Lebrel, la primera focacceria de Argentina que queda en La Plata. Es un boom allá…la nueva apertura de Burger Couple en Caballito también. El lugar tiene toques que no van tanto con mi onda, mucho Ricardo Fort, pero el producto, la hamburguesa es espectacular…»

Leí que tenés el sueño de hacer un recorrido por la comida callejera de Argentina.

Re, me encantaría. Más que nada con puestitos, esos que están perdidos en el medio de la nada. El año pasado fui a Mendoza y encontré un carrito de jamón crudo, es un tipo que está perdido, solo en la ruta. Subí una historia, después vi mucha gente etiquetándome y pensé: “¡este tipo no debe entender nada!” Porque no tenía ni Instagram de hecho. Esas para mí son las joyas donde encontrás cosas muy buenas. Y el street food de cualquier país es la esencia de cada uno de ellos. Me parece que si vos tenés redes sociales, tenés poder y le das difusión, él accede a más laburo. Es una forma de darle la visibilidad que no consigue por otros medios.

Y ya que estás súper metida en la escena. ¿Hay alguna tendencia foodie que te cueste?

Me pasa más que nada con la moda de los platitos. Está buena, no digo que no, pero a mi me gusta más la idea de compartir alguna comida misma, sin tener que pedir 25 como para quedar satisfecho, porque además quizás es un precio más elevado. Los uso más que nada si voy con mi pareja a comer, pero siento que hay muchos ya y la tendencia es que sean medio parecidos. También estoy medio cansada de las cafeterías que abren de uno por uno con asientos en el piso. Yo creo que el argentino promedio disfruta eso de sentarse a tomar un café. Esto de que mi cartera quede tirada en el piso, yo incómoda… después de los 25 años el mobiliario uno lo empieza a valorar. 

¿Por qué crees que en este momento delicado los lugares se siguen llenando y siguen abriendo lugares nuevos?

Yo creo que como la gente no puede viajar ni ahorrar, gasta la plata en pasarla bien, en algo que le de placer. En lo que más están gastando hoy es en la compra de entradas a recitales y en salir a comer. Ahora lo que está pasando, que para mi es sorprendente, es que vas un lunes, un martes o un miércoles a cualquier lugar y tenés que esperar para entrar. ¡Eso no pasaba antes! Los días que se llenaba eran viernes, sábado y domingo. Yo miro y no lo puedo creer. Es la odisea de conseguir una reserva en Buenos Aires.

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Agradecimiento especial de MALEVA: a Moshu Tree House (Guatemala 4570 – Palermo) en donde realizamos la entrevista probando exquisiteces.

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En MALEVA hacemos fotos y videos para nuestras coberturas y notas con los equipos de MOTOROLA Edge 30, Moto g200 5G, Moto g52 y moto g41.