Florece San Antonio de Areco: un recorrido de la mano del reconocido fotógrafo José Pereyra Lucena por sus preferidos / Primera entrega

Hace dos años y medio que el reconocido fotógrafo vive en Areco
y ya se siente como en casa/Nos llevó a conocer el mejor lugar para almorzar (sobre la ruta), el vivero central, el primer café de especialidad, una tienda histórica que adora y un nuevo restaurante gourmet de estación/ Bonus: conocimos su casa de revista y la casa de la artista Catalina Guerrero.

Empezamos comiendo un banquete casero en el mejor lugar para almorzar en Areco según José: La Calandria, sobre la ruta 41.

Florece San Antonio de Areco: un recorrido de la mano del reconocido fotógrafo José Pereyra Lucena por los preferidos de la ciudad que lo enamoró / Primera entrega. Por Lenchu Rodríguez Traverso. Fotos: Carla Nastri. 

“Areco está más pujante que nunca”, le cuenta a MALEVA, el reconocido fotógrafo José Pereyra Lucena, mientras nos lleva en auto a conocer su lugar favorito para almorzar, un puestito de comida casera y bien local sobre la ruta 41. Él – cuyas obras se lucieron en galerías e importantes ferias como BAphoto y es la lente detrás de libros y trabajos fotográficos exquisitos -, al igual que muchas personas que eligieron conscientemente San Antonio de Areco como su nuevo hogar, se instaló acá en plena pandemia. Y, es cierto que, esos años que vivimos con el COVID entre nosotros, se dieron dos factores que fueron cruciales: la gente se empezó a alejar de la ciudad y el turismo local cobró un peso único. Ahí, el pueblo empezó a florecer con más fuerza.

Hoy, a dos años y medio de su mudanza, José se mueve como pez en el agua y no se imagina volviendo a Capital. Agradece infinitamente ese audio efusivo de su colega que lo impulsó y le alimentó la corazonada, contándole sobre la amabilidad de su gente, la tranquilidad del lugar, y que no está tan lejos de la ciudad como creemos; cuando te agarra “la loca” y necesitás ruido, te subís al auto y en hora y media estás en el centro. 

En este tiempo que vivió Areco como un local, José se hizo decenas de amigos – artistas consagradas, dueños de tiendas históricas, cocineras apasionadas – y construyó su “ruta de lugares predilectos” en San Antonio de Areco que le revela a este medio. 

«A los trece años, José ya sabía que quería ser fotógrafo. Lo reconfirmó en un viaje a Edimburgo, donde compró en la tienda de un museo un kit con “los básicos de la fotografía” y, desde ahí, no soltó más la cámara. Hasta llegar a ser hoy uno de los más valorados del país en su oficio y arte. Los cielos son sus musas favoritas, su insignia como fotógrafo…»

Con MALEVA tuvimos la suerte de subirnos a su auto y sumergirnos en un día entero (y muy apasionante) bajo su guía, probando delicias caseras, conociendo la calidez y tranquilidad de sus locales, visitando la casa-taller-museo de artistas amigas, descubriendo oasis de belleza detrás sus puertas e incluso aprendiendo sobre plantas y flores nativas. Como fue un recorrido largo, completo y sentido, lo dividimos en dos notas. Acá, la primera entrega:

1) La casa de José Pereyra Lucena: un diálogo continuo entre la rusticidad de pueblo, el buen ojo y la herencia de ciudad.

Detrás de una fachada bordó, atractiva y a la vez sencilla y pintoresca, se esconde una casa de revista (literalmente hace poco fue tapa de la revista Living): el hogar de nuestro anfitrión José Pereyra Lucena. Su casa es un constante – y equilibrado – diálogo entre la rusticidad del campo y el cuidado estético de uno de los mejores ojos del país. Y es que además funciona de algún modo como una «galería» para sus invitados, porque sus fotografías se imponen sobre las paredes más importantes del espacio.

A los 13 años, José ya sabía que quería ser fotógrafo. Lo reconfirmó en un viaje a Edimburgo, donde compró en la tienda de un museo un kit con “los básicos de la fotografía” y, desde ahí, no soltó más la cámara. Hasta llegar a ser hoy uno de los más valorados del país en su oficio y arte. Los cielos son sus musas favoritas, su insignia como fotógrafo. Hace un par de años, atraído por los cardones que veía en el norte, lanzó una serie llamada “SER*ES”, con estos seres monumentales como protagonistas, delante de unos cielos hiper estrellados. Varias de estas obras hoy decoran sus espacios, y fueron la razón de su vuelta a la exposición en Pinta BAphoto.

Pero no solo son las fotografías colgantes las exhibiciones de su trabajo. Sobre su mesa ratona, reposa un libro; “Al Este”, un recorrido fotográfico desde Piriápolis hasta Cabo Polonio retratando en más de 200 páginas el espíritu de ese sector de la costa uruguaya a través de su lente, junto a Astrid Perkins.

Y es que el viaje es parte de su vida como fotógrafo, la fuente de inspiración y de material visual para su arte. En el 2016 se embarcó junto a Germán Martitegui en el “Proyecto Tierras”, con quien recorrió el país entero para revalorizar la identidad gastronómica argentina, él lo hacía a través de la fotografía. Cuenta con gran emoción lo que fue entrar a las casas de la gente y documentar las distintas formas de vivir, conociendo pueblos y personas de una forma que jamás habría hecho por su cuenta. La comida como ritual, como la representación de una cultura; esa es otra de las temáticas que ama retratar.

Viaja mucho. Viaja a la naturaleza para capturar la inmensidad de sus cielos. Viaja a Uruguay para desarrollar su faceta de fotógrafo documentalista, en casamientos y eventos. Pero siempre vuelve acá, a la calidez de su hogar en Areco. A escuchar un disco – uno de los tantos que expone con estilo sobre su mueble/bar – con la compañía de sus dos gatos, Boniato y Burrata. A recorrer y trabajar en su gran huerta al final del jardín. A reunirse con sus amigos y disfrutar de una comida casera al disco, con su nueva linda comunidad.

2) La Calandria: «para almorzar en Areco, esto es lo mejor» / Comida casera (y deliciosa) en un puesto familiar sobre la ruta con 18 años de historia / Ruta 41, km 276.

“Para almorzar en Areco, esto es lo mejor”, fueron las palabras de José apenas bajamos del auto en La Calandria, y es que durante mucho tiempo fue varias veces por semana a comer con sus amigos. Eran las 12 y Fina ya estaba sirviendo comida sin parar, muchas de las mesas ya ocupadas. Hace 18 años empezaron, junto con su marido Daniel, este negocio de comida casera, pero recién en la pandemia lo instalaron en este local, delante de su casa y sobre la ruta 41. Lo bueno es que no está sobre la calle, sino que escondido unos metros hacia adentro, en medio del verde, por lo que el ruido de los autos no es un problema. 

En el mostrador exhibe todo lo que prepara ese día: ese es el stock que hay, y que suele terminarse a las 4 de la tarde, por eso no conviene venir muy cerca de la hora (si bien su dueña, con una dulzura que desborda, puede prepararte algo rico con lo que hay). Sus estrellas están siempre ahí; la tortilla de papas, las torrejas de espinaca y la milanesa. El resto va variando, para ofrecer cosas distintas a los clientes de siempre. Suele haber bombas de papa, costeletas de cerdo, tartas, empanadas, hamburguesas, ensaladas, verduras asadas y en invierno, platos calentitos como su guiso de lentejas.

El sistema es self-service, porque ellos dos están detrás del mostrador ocupándose de todo. Primero te acercás y elegís lo que vas a comer. Mientras ella lo emplata y calienta, podés agarrar cubiertos, vasos y servilletas del costado para prepararte la mesa. Fina te avisa cuando está tu comida y te la entrega en el mostrador. Cuando terminás, le llevás todo de vuelta ahí, para que lo laven atrás. Un sistema aceitado y generoso que denota sus años de historia, fidelidad y calidad.

3) La Toldería: más de veinte cafés de especialidad (y se viene su segundo local) / Palmer 207.

Areco se está modernizando y La Toldería es la representación gráfica de ese crecimiento. Y es que, tanto ellos como José, están de acuerdo en que es el mejor café del lugar, justamente porque vino a traer el concepto de especialidad al pueblo. Tienen más de 20 cafés en su menú, la mitad son fríos, entre los que encontramos el flat white, el expresso tonic, el iced mocha latte e incluso un afogatto. 

La Toldería también vino a romper con otra tradición: el cierre total del pueblo en el horario de la siesta. Ellos están abiertos de corrido, de 8 a 21 horas, y tienen un menú amplio con pastelería, clásicos de desayuno – avocado toast, croque madame y monsieur – ensaladas, sándwiches, wraps, pizzas, empanadas y picadas para acompañar un vermut o un vino a la hora de la tarde. 

Actualmente se encuentra en la periferia de Areco pero muy prontito abrirán una segunda sucursal en el casco histórico. Ah, otro lindo dato: tienen un espacio de cowork escaleras arriba.

Instagram: @latolderiadeareco.

4) Artemisa: «me encanta su propuesta que hace énfasis en vender plantas nativas»/ Rosa de Giles y Santiago Luján Saigos.

Entrar a Artemisia es adentrarse en un bosque frondoso y misterioso, donde los árboles no dejan ver lo que vas a encontrar unos pasos más adelante. Quien sigue el caminito, va cruzándose con canteros en plena plantación – como el de la clitoria ternatea, una flor que se usa para teñir los alimentos -, y otros ya terminando su ciclo, listos para la recolección de sus semillas. 

En este último tiempo, nos cuenta el Chavo – apasionado y muy culto, cualidades por las cuales José lo admira mucho – , empezaron a buscar plantas exóticas, que no sean tan conocidas o de uso común en los jardines, para ofrecer algo distinto a los clientes. La Celosía Spicata, por ejemplo, una flor alargada de color fucsia magentoso súper atractiva, la trajeron hace poco de California, Estados Unidos. Junto a ella, otras flores melíferas que hacen de punto de encuentro a un desfile hipnótico de mariposas de todos los colores. Pero además, hacen mucho énfasis en conseguir plantas nativas. Incluso, trajo desde Estados Unidos una flor que es nativa nuestra pero difícil de encontrar acá. 

Dentro del vivero hay de todo; plantas decorativas de interior y exterior, comestibles – están incursionando en ese mundo que está pisando fuerte en la gastronomía – suculentas, árboles florales y frutales y al fondo una huerta que esta temporada de verano se vio afectada por los fuertes calores y sequías.

En el espacio verde alrededor encontramos árboles eucaliptos y otros que exhiben sus bellotas, bajo los cuales armaron un par de spots con sillas y mesitas para descansa en la tranquilidad de su verde. Para festejar su aniversario hicieron un concierto en vivo en ese alucinante jardín.

5) Corazonada: «una propuesta fusión muy interesante y novedosa en Areco»/ Cocina de estación, flores y huerta en un oasis donde todo es lindo. / Belgrano 569.

Hace 13 años, Paula Mendez Carreras tuvo una corazonada que la trajo a Areco. De estudiar en París y trabajar en Londres, Nueva York, Líbano, Singapur, Australia y Buenos Aires, decidió migrar a la tranquilidad de una vida “simple pero exquisita”. Su idea inicial en aquel entonces era un proyecto de flores comestibles, pero hace un año le dio forma a algo aún mayor: su propio restaurante, «Corazonada», que se alberga en una casona antigua restaurada, donde se respira calma y buen gusto.

«Paula es muy enamorada de lo que hace», cuenta José. «Le gusta enseñar y tiene un estilo muy definido. Corazonada es una propuesta muy novedosa en Areco, con comida francesa y ella con sus raíces libanesas se hace una fusión muy interesante».

No quería abrir nada sin conocer antes la esencia del lugar, su idiosincrasia, su gente, sus tiempos y costumbres. Su cocina, de estilo más gourmet con tintes internacionales, está muy alejada de las milanesas con puré o el estofado que suelen ofrecer en los bodegones de la zona. Sin embargo, la gente vuelve. Y eso denota que el equilibrio se logró.

Atravesás la puerta verde agua, el zaguán y te recibe una imagen de puro verde con la cúpula de la iglesia de San Patricio detrás, que parece un cuadro. A la derecha, la parte del restaurante que está puertas adentro. A la izquierda, el atelier donde da sus talleres, de flores comestibles y cocina de estación. Y hacia atrás, distintos spots al aire libre, con silloncitos, mesas, sombrillas, un quincho, y muchas muchísimas plantas y flores alrededor, que dan la sensación de estar almorzando en un oasis de belleza.

El restaurante abre de miércoles a sábados al mediodía, acompañando los tiempos del pueblo que en invierno se vuelve muy frío y elige descansar de noche. Por el momento, el único turno nocturno que tienen es el viernes. El menú es por pasos – con la opción de elegir 2 o 3 pasos -, es de estación (recién inauguraron el de otoño y es muy “comfy food”) y para acompañarlo hay una selección de vinos, cocktails, cervezas y “flortails” (cocteles a base de flores y frutas sin alcohol).

Las reservas se hacen a través de Meitre

Instagram: @corazonada.deareco.

6) Forrajes Maggio: «este es mi lugar favorito de Areco». / Hace 45 años reuniendo todo lo que necesitás en un mismo lugar / Moreno 300.

“Este es mi lugar favorito de Areco”. Así nos presentó José a “Forrajes Maggio”, la tienda que vende absolutamente todo lo que necesitás (y más) y que está a cargo de uno de esos personajes que todos en el pueblo conocen: La Pochi.

La tienda abrió hace 45 años en lo que fue un acopio de cereales de su suegro. Desde que enviudó, Pochi se encarga de todo con la única ayuda de Nahuel. En la entrada encontramos zapatos, botas y alpargatas, sombreros, materas, platería e indumentaria. Al atravesar una pared entera repleta de insecticidas, pasamos a la parte favorita del fotógrafo: el hierro en todas sus formas. Hay sartenes, ollas inmensas, cacerolas, parrillas, provoleteras, y más. Al fondo de ese salón, una puerta te lleva a “salamandralandia” (como lo llama él), un espacio inmenso repleto de salamandras de todas las medidas y estilos. Más de 30 debe haber, seguro. Afuera, aún más atrás, encontramos las cosas para el exterior como mesas y sillas de jardín, bancos y carretillas.

Es como una tienda de departamentos pero en versión íntima, local. Y con la grandísima diferencia de que, lo que necesites hacer, cambiar o arreglar, la Pochi está siempre ahí para resolverlo y darte una mano.

7) La casa de la artista Catu Guerrico: «ella es una máquina de crear y eso me produce mucha admiración»/ Una oda a la naturaleza y arquitectura de Areco.

Areco es mucho mejor para trabajar del arte que Buenos Aires. Los artistas que conocimos gracias a José, estuvieron de acuerdo con esta premisa. Será por los tiempos y ritmos o por su entorno más inspirador, pero ya se armó una comunidad de amigos que se dedican al arte, y que nos abrieron las puertas de su casa-taller-museo para que veamos cómo trabajan. Entre ellos, Catu Guerrico.

«Lo que más me gusta de Catu es lo apasionada que es. Está todo el día creando, produciendo, desde que se levanta hasta que se va a dormir. Es una máquina de crear y eso me produce un montón de admiración», nos confiesa José. 

La casona es un museo, tanto de su obra como de la clásica arquitectura de pueblo del 1900. Es un guiño constante a Areco, desde su fachada y puerta de entrada hasta el final de su jardín, donde encontramos un segundo aljibe, el primero está al lado de su “estudio outdoors”. En el interior; una cocina bien campestre con una isla en el centro y una mesada de comedor de madera maciza, un living atestado de libros, muebles antiguos de esos que son súper distintos, pero combinan muy bien juntos. Y cuadros, sus cuadros decoran absolutamente todas las paredes del lugar.

Con colores estridentes, su arte es una oda a la naturaleza. Vemos cuadros de flores, de paisajes, de pájaros, de conejos, de flamencos y su nuevo sello: los caballos. Desde que se mudó a Areco, se dedica a pintarlos de todas las formas posibles. Lo hace en su atelier al aire libre, en el patio trasero, mientras terminan de construir el taller que compartirá con su pareja.

Instagram: @catalinaguerrico.

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El recorrido de los elegidos de Areco por el fotógrafo José Pereyra Lucena continuará en una segunda entrega.

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En MALEVA hacemos fotos y videos para nuestras coberturas y notas con los equipos de MOTOROLA Edge 30, Moto g200 5G, Moto g52 y moto g41.