“Me daba cuenta que era distinta, pero no me importaba: yo quería crear…”: entrevista a la diseñadora Anushka Elliot desde su boutique en Pilar

Desde “Sentido”, el local de decoración de su mamá donde se encuentra una de sus tres tiendas/ Sobre sostener la autenticidad en un mundo repleto de normas: ¿te amoldás o te la jugás?/ ¿De dónde se nutre su creatividad? ¿Cómo es su proceso de diseño? ¿Qué siente al crear vestidos de novia a medida?/ Procesos internos que se reflejan en una marca que lleva su nombre.

«Más es más». Desde chica le gusta combinar colores y estampas.

“Me daba cuenta que era distinta, pero no me importaba: yo quería crear…”: entrevista a la diseñadora Anushka Elliot desde su boutique en Pilar. Por Lenchu Rodríguez Traverso. Fotos: Sophie Starszenski.

Etérea, dulce, mística. Hay algo en la energía de Anushka que es, a la vez, magnética y apacible. Su vibra va en sintonía con “Sentido”, la marca de decoración de su mamá donde también se encuentra su boutique; un local blanco, repleto de fibras naturales y verde, en La Aldea, Pilar. Quienes conocen Sentido José Ignacio pueden percibir que viajan por unos minutos a ese aire veraniego, a esa sal de mar, a ese “estar a dos pasos de la arena”. Porque Anushka Elliot creció en fuerte conexión con la naturaleza. Necesita de esta musa inspiradora para jugar y crear. Y ella misma emana algo de esa calidez. 

Es esta conexión constante con su niña libre y alegre que la lleva a diseñar prendas que parecen obras de arte. Sus vestidos acompañaron a varias mujeres reconocidas en las galas del Prix Barón B, vistieron a decenas de novias con el sueño de llevar al altar un vestido que las representara e incluso algunas prendas fueron elegidas por argentinas emblema como Máxima Zorreguieta o Ana Taylor-Joy. Pero estos hitos, lejos de hacerla sentir “realizada”, la mueven a seguir ese camino incierto y dinámico de búsqueda y exploración.

Vestida con un pantalón estilo bombacha de campo, ilustrado con sierras y herraduras, y una camisa camel con bordados gauchescos, se sentó a contarnos sobre ella. Sobre su infancia en Venezuela, su pasión inexplicable por romper y combinar, su proceso de creación tan espontáneo y su conexión emocional con el ritual de vestir y vestirse. 

Sobre una Anushka niña, lúdica y disruptiva.

El diseño corre por su sangre desde que ella tiene memoria. Desde Caracas, donde vivió su alegre infancia en una unión casi espiritual con la naturaleza y con su tribu familiar que hoy es un gran sostén. “La naturaleza es la energía máxima que nos transmite muchísima información”, confiesa, “y cuando la empezás a escuchar, estás en una vibra que te llena de paz y creatividad”. No hay Aushka sin un contexto natural. Campos, flores, cielos, playas; su universo de diseño sucede en ese contacto, y se materializa visualmente en sus prendas. En sus bordados, telas, colores y texturas.

Eso y el “collage”. Siempre le aburrió usar una prenda tal cual es. Las tijeras, el bordado y esto de “reconstruir” algo personalizado, es parte de esa niña Anushka que desde siempre amó expresarse a partir del juego y la transformación. Esa misma adolescente que, años más tarde, volvió a Argentina con pollera de leopardo y top de red, a encontrarse con que la norma acá era el jean y la remera blanca. “Me daba cuenta de que era distinta”, nos cuenta. “Cuando uno va creciendo y es adolescente, va teniendo ciertos miedos e inseguridades. Yo no, yo quería crear. Fui evolucionando para estar en conexión conmigo. Me la seguí jugando y lo sigo haciendo”.

“Me daba cuenta de que era distinta. Cuando uno va creciendo y es adolescente, va teniendo ciertos miedos e inseguridades. Yo no, yo quería crear. Fui evolucionando para estar en conexión conmigo. Me la seguí jugando y lo sigo haciendo…»

¿Nunca un jean y una remera blanca?

“Si, me lo puedo poner pero siempre un toquecito va a tener. El otro día tenía un jean pero le puse unos bordaditos a mano, un detalle. Lo puedo usar pero lo personalizo. Lo que quiero transmitir siempre es que yo te muestro un mundo, diseños que creo, y después quiero que vos los sientas propio.”

Sobre su particular – y espontáneo – proceso creativo.

No hay “temporadas”. Su lógica no condice con las marcas tradicionales. El proceso de Anushka Elliot se asemeja más al de una artista plástica. “Cada prenda lleva tiempo, no está pensado al azar. Para nosotros es una obra de arte porque está pensada en todos sus detalles, hasta la medida y cómo te calza”. Primero viene el boceto en papel, de ahí pasa a un geometral en la computadora. Y arranca este viaje para construir un universo alrededor de una sola prenda. ¿Nos gustan los batiks? Le ponemos un poco. Pero también el terciopelo, entonces probamos la combinación. “Es un re lindo proceso y muchas veces lo que uno se imagina hasta que termina saliendo la prenda, es otro mundo.” La pregunta que define si un producto sale adelante es: ¿tiene sentido? Cualquier similitud con el nombre de la tienda de su madre, no es coincidencia. La pregunta es el estandarte de su familia.

“Cada prenda lleva tiempo, no está pensado al azar. Para nosotros es una obra de arte porque está pensada en todos sus detalles, hasta la medida y cómo te calza…»

En tu estilo hay algo muy tradicional, muy cultural, pero con un tinte femenino y elegante. ¿Por qué es eso?

“Eso es muy loco porque cuando lo decís yo lo veo. Pero, ¡me sale! Hago esto porque me hace acordar a la bombacha de campo que me es cómoda… busco prendas que son prácticas pero con una tela que va bien con la piel. Voy mezclando esos mundos y de repente digo: quiero ser femenina pero también quiero tener esa cosa que puede ser de un look más masculino.”

Sobre su fascinación por “vestir a medida”.

Se le iluminan los ojos cuando hablamos del atelier. Es que nos confiesa que vestir a una novia es un proceso energéticamente increíble. La conexión, la interpretación, la escucha, la confianza y el acompañamiento; se genera una unión emocional muy fuerte. “La idea es escuchar al otro y no hacer lo que uno quiere, a menos que te pidan eso. Lo que también es divertido porque mirás a la persona e interpretas al personaje y hacés un juego, de alguna manera”, nos explica.

“Cuando alguien no encuentra algo que le guste, por la razón que sea, no quiero que sienta que no es parte”. Este concepto, que todos se sientan parte, lo menciona reiteradas veces. Y es un pilar en el diseño de cada colección: siempre tiene que haber variedad de prendas. “No quiero que algo se acote a ‘eso te queda bien a vos’. No, esto también te queda bien a vos, animate, yo te voy a ayudar a que lo uses”.

“Cuando alguien no encuentra algo que le guste, por la razón que sea, no quiero que sienta que no es parte (…) No quiero que algo se acote a ‘eso te queda bien a vos’. No, esto también te queda bien a vos, animate, yo te voy a ayudar a que lo uses…»

Si pudieras vestir a quien quieras para una ocasión, ¿a quién sería?

“El problema es que no está más presente hoy, pero a la Madre Teresa. Porque ella no podía usar otra ropa más que sus Saris y me hubiera encantado hacerle un look de Sari pensado especialmente para ella. Con su energía y lo que ella transmitió, enseñó y dio.”

Sobre sus íconos: los kimonos. 

Hay algo de la prenda única, valiosa, versátil y atemporal que le encanta. Prenda, no producto. Y no sorprende entonces que el kimono sea uno de los íconos de su marca. “Es una prenda con la que la gente se siente súper identificada”, nos cuenta. “Porque se lo pueden poner con un pantalón abajo, con un jean o con algo más arreglado; vas jugando con las combinaciones”. Es de esas que te completan un look por sí solas.

De terciopelo, denim, de algodón, el kimono es parte de su ADN. Y hay algo más que grita “¡Anushka!” en los diseños: el trabajo artesanal. Los bordados, trenzados, el tie dye, los apliques, el cutwork, los flecos, las lentejuelas, las mostacillas, los pompones; más es más. Uno puede sentarse un buen rato frente a un kimono – o cualquiera de sus prendas, en realidad – y seguir descubriendo sorpresas. 

«(Si pudiera vestir a quien quiera), aunque no está más presente hoy, sería a la Madre Teresa. Porque ella no podía usar otra ropa más que sus Saris y me hubiera encantado hacerle un look de Sari pensado especialmente para ella. Con su energía y lo que ella transmitió, enseñó y dio…»

¿Qué te gusta que sienta alguien que se lleva una prenda tuya?

“Lo que más quiero es que valore que hay una gente maravillosa trabajando detrás de eso. Si no lo valores para mí no tiene sentido.”

Sobre un futuro sin la palabra “nunca”.

Anushka Elliot boutique nació como un juego de búsqueda. Viajes, dibujos, telas, la fueron llevando de a poquito, y de manera espontánea, a donde está hoy: dos locales en Buenos Aires – en Palermo y Pilar – y uno en José Ignacio. Pero la búsqueda todavía no terminó, y no sabemos si alguna vez terminará. Una marca que lleva tu nombre (a pesar de que fue una resistencia inicial) está, de alguna manera, entregada a navegar tus propios mares con vos. “El proceso creativo y esta locura de estar creando te lleva a tantas cosas constantemente que, la película gigante a veces no la tengo clara”, respondió con honestidad a la consigna de soñar en grande. “Y si te la digo ahora te miento”.

Cuando le pregunté algo que nunca haría en Anushka Elliot, dijo, “creo que esa palabra no existe porque podría hacer un montón de cosas. También sería mentir si te digo que nunca haría tal cosa porque uno nunca sabe.” Las colecciones evolucionan con ella. Ahora, la figura del caballo – un animal especial por su poder sanador – está apareciendo con más frecuencia en su universo. Desde su participación en el Campo Argentino de Polo, hasta una nueva colección gauchesca pero más colorida en la que está trabajando. Evolución. Y apertura; que el tiempo traiga lo que tiene que traer. 

“El proceso creativo y esta locura de estar creando te lleva a tantas cosas constantemente que, la película gigante a veces no la tengo clara. Y si te la digo ahora te miento (…) También sería mentir si te digo que nunca haría tal cosa porque uno nunca sabe…»

¿Qué significa para vos vestirte?

“Yo creo que significa lo que me pasa, la emoción interna. Hay prendas que transmiten una cosa más alegre, otras son más duras. Cuando me visto con cada prenda voy transmitiendo lo que internamente voy viviendo. Entonces, cuando más jugada estoy es cuando más alegre estoy. Creo que todos de alguna manera si conectamos lo transmitimos a través de las prendas.”

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