MALEVA en Nueva York sin Fomo: siete nuevos planes espontáneos en la ciudad más delirante y preciosa de Estados Unidos

Desde un restaurante del Caucaso que es furor hasta un café con toda la onda dentro de…una iglesia protestante/Además: las galerías de arte de la High Line y el rooftop no tan obvio que tiene una vista sensacional y preparan excelentes negronis/
MALEVA de viaje, esta vez en la Capital del Universo.

La barra del restaurante georgiano Chama Mama, la nueva perdición gastro para los neoyorkinos. 

MALEVA en Nueva York sin Fomo: siete nuevos planes espontáneos en la ciudad más delirante y preciosa de Estados Unidos. Por Santiago Eneas Casanello desde Manhattan para MALEVA.

Lista de pendientes o deberes a repasar: un club de Jazz de Greenwich Village donde es muy dificil conseguir una reserva, entonces lo mejor es acercarse a la puerta una hora antes y hacer fila; pero está buenísimo, vas a ver, músicos que la rompen, gente local. Sí o sí, hacerse lugar en la agenda para almorzar en un restaurante jamaiquino – «del que todos hablan» -, en el barrio caribeño de Queens; y estás al tanto que no te podés perder, haceme caso, un nuevo bar japonés, secreto, en Midtown, que tiene una selección zarpada de whiskies.

¡Qué difícil es llegar a Nueva York y no sentir Fomo (Fear of Missing Out): miedo a perderse algo! Porque esta ciudad, esta (aún) capital del Universo – en términos del legendario cronista de Manhattan Tom Wolfe -, tiene un impulso innato por renovarse. Como escuché de un carismático guía: It Has To. Nueva York tiene la obligación de reinventarse, de no congelarse en una pausa patrimonial, como las ciudades europeas.

De hecho, quien no pisa las calles de la ciudad más poblada de Estados Unidos, desde hace más de diez años, ya tendría en su recuerdo una postal anticuada, sin los rascacielos minimalistas, elegantes, esbeltos, como flechas de vidrio de diseño, que se erigieron en esta última etapa.

«Georgia, pero no el Estado norteamericano, sino el país del Cáucaso, es – según muchos expertos y ni hablar sus habitantes que están convencidísimos -, la cuna del vino. En Chama Mama, restaurante de Chelsea, atendido por sus dueños georgianos, prueben, por lógica, los míticos vinos georgianos. Consejo: en la barra, y con la opción de «sommelier flight», que es lo más parecido a una cata ágil y exclusiva, con distintas copas, etiquetas y cepas…»

¿Cómo liberarse del FOMO? Animándose a ser más flexibles, a dejarse sorprender, a confiar en consejos que se salgan del mote de “imperdibles” o “nuevos imperdibles”. Por eso, y espero que esto no contribuya a abarrotarlos de nuevos planes obligados, les comparto en esta nota siete propuestas de coordenadas que experimenté en un viaje reciente, y que fueron fruto del descubrimiento espontáneo, de restaurantes y bares que me recomendó en el Chelsea Market un chef local, de amigos que tienen la fortuna de ser neoyorkinos y alguna que otra recomendación sí, de medios referentes como Eater o Vogue (pero que con MALEVA fuimos a comprobar si estaban en lo cierto).

1) Chama Mama: el Cáucaso tiene onda (y vinos míticos) / 149 W 14th St / Chelsea y otros locales.

Georgia, pero no el Estado norteamericano, sino el país del Cáucaso, es – según muchos expertos y ni hablar sus habitantes que están convencidísimos -, la cuna del vino. En este restaurante de Chelsea, atendido por sus dueños georgianos, prueben, por lógica, los míticos vinos georgianos. Consejo: en la barra, y con la opción de «sommelier flight», que es lo más parecido a una cata ágil y exclusiva, con distintas copas, etiquetas y cepas.

Los platos georgianos son especiados y calóricos, con proteínas y quesos. El cordero con salsa Tkemali (a base de ciruelas) o la clásica y reconfortante Khachapuri (estirando el concepto, sería la pizza caucásica) son jugadas seguras.

Chama Mama tiene tres locales, y lo que lo hace muy recomendable no es solo la originalidad étnica (en Nueva York se conformó en los últimos años una importante comunidad de este Estado que simboliza el límite cultural entre Europa y Oriente) sino que tiene mucho estilo: con música y ambiente muy cool.

2) Poetica Coffee: ¿el café bajo perfil con mejor vista de la Ciudad? / 416 Kent Ave –  Brooklyn.

Poetica es una de las nuevas incorporaciones a la escena cafetera de Nueva York, que es enorme y competitiva. Nació en el corazón de Brooklyn en plena pandemia y sus casi diez locales buscan distinguirse por una impronta íntima, acogedora y un poco bohemia.

Pero no están en esta lista por la marca en sí, sino porque uno de sus locales está en una ubicación espléndida – tal vez como ningún otro café en esta ciudad -, por su panorámica inoncebible al East River y el puente de Williamsburg y de Manhattan. A pasos del agua, acomodarse en la barra junto al ventanal con un Flat White acompañado con pastelería casera y tildarse, maravillados, por la postal urbana solo puede provocar una reflexión: este es uno de los grandes nuevos secretos neoyorkinos.

3) Bluestone Lane: capuccino en la iglesia (y a una cuadra del Guggenheim) / 1085 Fifth Ave – Upper East Side.

Bluestone Lane es otro de los nuevos jugadores en el mundillo cafetero de Estados Unidos. Y que se expandió fuerte por Nueva York con su «ADN aussie», o sea, de inspiración australiana. Pero al igual que con Poetica, lo que quiero recomendar aquí es uno de sus locales en particular: el que está a una cuadra del Guggenheim ¡En una capilla de una iglesia!

¿En qué otro café van a poder pedirse un «desayuno de Melbourne» o un burrito vegetariano acompañado de un capuccino en el entorno místico y de recogimiento (aunque con música pop a pleno) de una bóveda neogótica? Si van al baño, deben pasar por el vestidor donde cuelgan las túnicas de los reverendos de la «Church of the Heavenly Rest«.

4) Las magníficas galerías de arte bajo la High Line.

El paseo de la Highline, que ya es un nuevo clásico de Nueva York, «sobrevuela» el barrio de Chelsea pero no todos le prestan atención a lo siguiente: debajo de las edificios industriales de ladrillo se encuentran algunas de las galerías de arte más gravitantes de Manhattan, que en general significa, también del mundo.

No pasen de largo, bajen las escaleras, y descubran las muestras que tienen para ofrecerles galerías como Gagosian, David Zwirner, Agora o Ricco Maresca, entre la veintena que se ubican en esta zona. El trámite es sencillo y accesible. Sólo hace falta ubicar el ingreso, dar un paso, y sin pagar entrada, van a estar contemplando obras de Roy Liechsteintein, Charles Ray, Andy Warholl o el increíble Bill Traylor, un artista afro americano, quien sufrió en su niñez la esclavitud y empezó a pintar en su vejez, con una profundidad (y sencillez) atávica que hoy asombra y que pudimos apreciar y fascinarnos en la galería Zwirner.

5) Negroni y el Empire State en primer plano / El rooftop del Hyatt Centric 5 th Ave / 39th & 5th – Midtown.

Sobre rooftops en Nueva York se puede escribir un libro, y es, por cierto, la Ciudad en donde nació el concepto de bar glamoroso en una terraza con vistas deslumbrantes a las luces de los edificios. Entre tantas alternativas hay uno, oculto y discreto para la marea de turistas, pero que es fantástico para brindar con un Negroni bien preparado y con una vista que es una fiesta, nivel que no se puede creer: el del hotel Hyatt de la Quinta Avenida.

¿Suena a mega lujo no? Pero tranquilos: no es un hotel tan mega archi exclusivo y los precios de su bar con terraza en el piso veinte son iguales a los de cualquier bistró accesible. Si bien, en términos neoyorkinos, no es un piso tan elevado, resulta que justo la perspectiva, el foco visual, está despejado de otras medianeras y aparece frente a nosotros en todo su esplendor, el Empire State. Por la tarde, el cielo naranja es el telón de fondo del monumento al Art Deco.

6) Sylvia´s: el templo de la Soul Food, no hay mejor lugar para iniciar una visita al barrio afro de Nueva York / 328 Malcolm X Blvd – Harlem.

Harlem es una frontera. Del otro lado de la calle cien, al norte del Central Park, empieza la ciudad afro americana. Con mucha más vida callejera, vecinos hablando en otro tono en las veredas, parlantes con música, y menos opulenta. Harlem tiene muchas atracciones, pero antes de recorrer este barrio de colinas, y el consejo es antes, o sea, llegar directamente ahí, deténganse en un restaurante mítico del Boulevard Malcolm X: Sylvia´s.

Cincuenta años preparando la mejor cocina confortable del sur de Estados Unidos: genios del pollo frito en todas sus variantes. El salón está un poco escondido, pero una vez ubicados en las mesas, es como ser parte de una playlist de Rythm and Blues. 

Atienden bárbaro, todo simpatía. Al irse hay un negocio y pueden llevarse de recuerdo alguna salsa secreta Sylvia ´s para preparar en casa. ¿Por qué tiene que ser la primera parada en Harlem? Porque después de Sylvia´s cada paso que hacemos va a ser todo buen humor.

7) Los clásicos (renovados) con City Pass.

Que década a década Nueva York sume nuevas propuestas (que no tardan mucho en volverse icónicas) no significa que los clásicos pasen de moda. Al revés: son rituales, son una partecita del alma inamovible de la ciudad de Robert de Niro, Sarah Jessica Parker y Lana del Rey.  ¿Alguien le diría que no a la Torre Eiffel solo porque esté allí en París hace siglo y medio?

En el menú de coordenadas más neoyorkinas que un Bagel con Pastrami, un ascenso al techo de Manhattan, en el Empire State, es un espectáculo, ayer y hoy. Sí, hay nuevos rascacielos como el One Vanderbilt, pero el Empire State es una joya mundial de la arquitectura y una proeza. Se construyó durante la Gran Depresión, en poco más de un año, y está por llegar a los cien. En su planta baja inauguraron un museo interactivo sobre esta hazaña.

Entre los clásicos, nadie se arrepiente de los paseos en barco de la empresa Circle Line, y que dan la vuelta entera a la Isla. Son una incursión placentera a otro aspecto fundamental de Nueva York, que de hecho nos lo recordaron, en uno de los paseos a bordo: esta ciudad es una ciudad de islas. Lo es Manhattan, lo es Brooklyn y Queens (Long Island) y lo es Staten Island. Además, es una forma inteligente de tener una cita con la Estatua de la Libertad.

City Pass – un servicio de paquetes de entradas a las atracciones de Nueva York, didáctico, online, e imbatible en relación precio – calidad -, es un imprescindible, no tanto como el Metro Pass, pero casi. 

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Fotos: son todas gentileza de las propuestas mencionadas. Foto destacada de Chama Mama: gentileza Chama Mama (PH Dimitri Mais).