Es tendencia: 5 bares porteños en donde la música es la protagonista

La música se convierte en un pilar fundamental/ Un bar inspirado en los jazz kissa, clubes surgidos en la década del 60’ en Japón/ Se escucha tango y rock, pero también trap y regaetón/ ¿Cómo son los martes de jazzito? / Además: Equipos de audio de primera calidad, materiales absorbentes y un piano que respira música negra.

El piano de LPV, fue lo primero que llevaron después de reestructurar el lugar.

Es plan: 5 bares porteños en donde la música es la protagonista. Por Benjamín García.

En todas estas propuestas candentes, la gastronomía, la coctelería, y la música forman una combinación explosiva. Y estos pilares, a su vez, no compiten entre sí ni se pisan. La música es parte de su identidad, y el jazz, el rock, el trap y el soul, los protagonistas. En Buenos Aires, últimamente, fueron surgiendo distintos lugares con este espíritu; MALEVA recorrió los cinco spots más populares y te cuenta de qué se tratan.

«Puedo perdonar la comida, puedo perdonar que el trago no sea el mejor, pero si la música no me gusta, me voy”. El alma máter de Trane, es, a su vez, dueño de Lunfa Vermú y Gin Heráclito.

1) Trane Bar: Charlone 100

Si bien Coltrane, uno de los músicos más influyentes en la historia del jazz, le dio nombre al lugar, no es el único género que suena en Trane. El soul y el hip hop también ocupan un espacio protagónico en la esquina de la calle Charlone.

En el corazón de Chacarita, más precisamente en una pintoresca esquina, se ubica Trane, un bar pequeño, con pocas mesas adentro y vereda al aire libre, especializado en Martini y Negroni. El nombre es en homenaje al músico John Coltrane: “La música es un 33% del lugar, los otros dos pilares son el Martini y el Negroni”, afirma Gastón Martínez, uno de los dueños del espacio, en sociedad con el bartender Lucas Daglio.

Martínez, además, amplía: “Para mí la música es fundamental, yo no me puedo sentar a tomar un trago y pasarla bien si no me gusta lo que suena, es algo que hace que me pare o me siente en un lugar. Puedo perdonar la comida, puedo perdonar que el trago no sea el mejor, pero si la música no me gusta, me voy”. El alma máter de Trane, es, a su vez, dueño de Lunfa Vermú y Gin Heráclito.

Si bien Coltrane, uno de los músicos más influyentes en la historia del jazz, le dio nombre al lugar, no es el único género que suena en Trane. El soul y el hip hop también ocupan un espacio protagónico en la esquina de la calle Charlone. “El jazz es el género predilecto, pero acá también pueden sonar artistas de otro palo; nuestra pasión va por el lado de los graves, y el sonido fue pensado en estéreo”, detalla el empresario gastronómico.

2) Gris Gris: José A. Cabrera 5918

“Intentamos que sobrepase el concepto de restorán o bar, y que sea algo más ligado a un espacio artístico donde la música sea el espíritu que está presente todas las noches”. Uno de los puntos fuertes de Gris Gris está en sus dos bandejas de vinilos y una batea que almacena una colección de discos de distintas épocas con artistas que van desde Michael Kiwanuka, pasando por Babasónicos y yendo hasta Nick Drake.

Entre la grieta que separa a Palermo de Colegiales aparece Gris Gris, un bar con sonido de alta fidelidad dedicado al “deep listening” o escucha activa de vinilos, mientras se disfruta de un plato, un vino, o un trago. Su dueño, Bruno Albano, resume el espíritu del lugar: “Intentamos que sobrepase el concepto de restorán o bar, y que sea algo más ligado a un espacio artístico donde la música sea el espíritu que está presente todas las noches”.

Uno de los puntos fuertes de Gris Gris está en sus dos bandejas de vinilos y una batea que almacena una colección de discos de distintas épocas con artistas que van desde Michael Kiwanuka, pasando por Babasónicos y yendo hasta Nick Drake. Generalmente, los días de semana suelen pasar discos completos, mientras que durante el fin de semana, convocan a DJs y amigos de la casa a pasar sus colecciones.

El espacio, con capacidad para treinta personas, ofrece una carta reducida pero de calidad, y parecería estar inspirado en los jazz kissa, clubes surgidos en la década del 60’ en Japón que homenajeaban la escucha de jazz. “Es un lugar pensado para tener una experiencia dimensional con la música, un espacio pequeño, con techo acústico y poca iluminación para lograr un ambiente intimista”, detalla Albano.

3) El Limón: Castillo 590

Con el objetivo de alcanzar un sonido impactante, al bar lo recorren alfombras que logran una acústica casi perfecta, un equipo de alta fidelidad y monitores de estudio colgados en una torre que permiten que el sonido se distribuya por todo el espacio.

Lucas López Dávalos, el artífice de El Limón, cuenta: “La música es uno de nuestros pilares, es parte de la identidad del lugar”. El bar, ubicado en el barrio de Villa Crespo, tiene algunas mesas afuera, una gran variedad de tragos y una carta pequeña pero infalible. “Creo que las vibraciones que produce generan distintos estados de ánimo, experiencia que se completa cuando bebemos un rico cocktail”, agrega uno de los creadores de las mejores barras de Buenos Aires.

Con el objetivo de alcanzar un sonido impactante, al bar lo recorren alfombras que logran una acústica casi perfecta, un equipo de alta fidelidad y monitores de estudio colgados en una torre que permiten que el sonido se distribuya por todo el espacio. “Los bajos son una parte esencial de nuestro sonido”, reconoce el bartender, que solía ofrecer tragos con temáticas del rock nacional.

Quienes pasen por El Limón a tomar un cocktail a la tardecita, podrán escuchar la colección de vinilos del lugar; en las bandejas giran discos de hip hop y trap internacional. Luego, a la medianoche, se activa una playlist con toda la escena contemporánea nacional mezclada con algunos clásicos del rock nacional, que van desde Paco Amoroso hasta Sumo.

4) Las Patriotas de Vilardo: Paunero 2880

Además, todos los martes, el músico Gianluca Bonfanti Mele produce y programa “Jazzito”, un ciclo de jazz que está pensado para combinar lo mejor del vino natural, con este género.

En un primer piso de un antiguo y bellísimo salón de la calle Paunero, se encuentra LPV, un bar que además de vino, cócteles y “platitos”, como a ellos les gusta llamarlos, ofrece una destacada curaduría musical. “La música es tan importante para nosotros que lo primero que hicimos cuando reestructuramos el lugar fue traer un piano”, cuenta Pipe Colloca, uno de los dueños. Desde que abrió sus puertas, por el antiguo piano han pasado varios músicos: “La idea del piano es esa, que pasen artistas y se vaya armando algo”, agrega.

Además, todos los martes, el músico Gianluca Bonfanti Mele produce y programa “Jazzito”, un ciclo de jazz que está pensado para combinar lo mejor del vino natural, con este género. Si uno pasa por afuera, es difícil imaginar lo que está sucediendo adentro de esa fachada palermitana; una barra con una gran variedad de bebidas, empanadas, croquetas de ricota, agridulces de queso azul, vinos jóvenes de baja intervención y música de otras épocas.

¡Ojo! No siempre hay música en vivo; el lugar también ofrece playlists curadas especialmente para cada día. “Entendimos que el espacio, al ser antiguo y de madera, necesitaba respirar música negra, tango y boleros”, resume Felipe.

5) Sede: Guevara 421

“Creemos en la música como algo que no compite con las otras cosas que suceden, sino como compañera de esas situaciones; en Sede no dividimos a la música por buena o mala, simplemente pasamos lo que nos gusta”, explica Juan Manuel Bidegain, uno de sus dueños.

Otro de las grandes barras de Chacarita y de Buenos Aires, sin dudas, es Sede, un lugar que busca popularizar y acercar el whisky a las nuevas generaciones. ¿Cómo lo hacen? A través de la música. En Sede no hay un género predominante (en todos los sentidos); quienes asistan a este espacio de la calle Guevara, podrán escuchar desde reggaetón hasta soul.

“Creemos en la música como algo que no compite con las otras cosas que suceden, sino como compañera de esas situaciones; en Sede no dividimos a la música por buena o mala, simplemente pasamos lo que nos gusta”, explica Juan Manuel Bidegain, uno de sus dueños.

Sede, como su nombre lo indica, busca ser un espacio de encuentros y la música es una pieza fundamental para mejorarlos, por eso el lugar está pensado para que se escuche en alta definición con equipos de audio de primera calidad y materiales absorbentes.

En este bar, ubicado enfrente de la estación de colectivos de la línea del 39, no hay sillones, y si el clima acompaña hay mesas en la vereda para disfrutar de platos rápidos pero elaborados, y de distintos tragos. Según el día, tocan distintos DJs, y en el último tiempo se estuvieron programando ciclos curados por amigos de la casa y nuevas figuras de la escena cultural actual.

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Fotos: son todas gentileza de los locales mencionados.