«Conocí Casa Lucía, el nuevo hotel de lujo de Buenos Aires y salí con ganas de querer contárselo a todo el mundo…»

Sobre la calle Arroyo, en el barrio de Retiro, el flamante hotel (el primero de la cadena fuera de España) revivió a lo grande el legendario edificio Mihanovich/Crónica en primera persona/¿Cómo es su restaurante «Cantina» y su muy chic bar Bacán que homenajea a la cultura argentina?/Además: diseño y confort en todo momento.

«Al entrar, me maravilló el estilo del lobby…»

«Conocí Casa Lucía, el nuevo hotel de lujo de Buenos Aires y salí con ganas de querer contárselo a todo el mundo…» Por Tamara Tornello para MALEVA.

Llegué a Casa Lucía un jueves a la noche. Ya cuando el auto entraba a la calle Arroyo, en Recoleta, el aire empezó a cambiar. Pasé por Florería Atlántico y vi muchas personas. Grupos de amigos, parejas, familias. Todos disfrutaban una noche de verano.

Esa noche iba a conocer el nuevo proyecto de Único Hotels, el grupo español que cuenta con colecciones de lujo en Madrid, Costa Brava y Mallorca, destinos fascinantes que están en la lista de pendientes de cualquier viajero que desea conocer las mejores joyas de España. En Buenos Aires, el legendario edificio Mihanovich, inaugurado en 1929, fue la locación elegida por el grupo hotelero para abrir las puertas de este exclusivo hotel cinco estrellas, en febrero de este año, que habían estado cerradas durante siete años. 

En Casa Lucía no tardé ni un minuto en decir “wow”. ¿Wow? Sí, wow. Porque así soy. Me sorprendo con todo y creo que ese es uno de mis mayores atributos. Veo la vida con los ojos de una niña, buscando lo entretenido y la novedad en cada lugar o persona que conozco y esta no fue la excepción.

Al entrar, me maravilló el tamaño del lobby y su estilo. Sillones de pana verde oliva y grises, plantas que llenaban de vida el espacio, inmensas lámparas onduladas color hueso que caían de un techo vidriado y un inmaculado piso blanco y negro, simil tablero de ajedrez, que pasaría a ser la pasarela de cualquier persona que cruzara la puerta de entrada.

«Al entrar, me maravilló el tamaño del lobby y su estilo. Sillones de pana verde oliva y grises, plantas que llenaban de vida el espacio, inmensas lámparas onduladas color hueso que caían de un techo vidriado y un inmaculado piso blanco y negro, simil tablero de ajedrez, que pasaría a ser la pasarela de cualquier persona que cruzara la puerta de entrada…»

Inmediatamente me sentí de viaje, en una ciudad nueva y con muchas cosas por descubrir. Estaba en presencia de algo distinto y el cuerpo reconoce eso, el chip de la sorpresa se activó en mí y empecé a mirar las cosas con otros ojos. Los libros que reposaban sobre una mesa de madera baja, “Colores del Norte”, “Pasión y gloria” y “La Patagonia sobre el mar”, llevaban imágenes tan autóctonas en sus tapas que la esencia argentina se hizo notar rápidamente y fue ahí cuando reconecté con Buenos Aires, mi lugar.

El largo e inmaculado pasillo que mencionaba antes te conduce directamente hacia una barra. Es raro, ¿no? ¿Y la recepción? La recepción está justamente atrás, para no mezclar la experiencia del check-in con la del resto del hotel. Porque Casa Lucía no solo es para huéspedes. Hay un restaurante que abre para desayunos, almuerzos y cenas y un bar que funciona todos los días de 12pm a 01am.

Cantina, aquel restaurante, propone sabores locales, recetas autóctonas fusionadas con una selección de tapas españolas y una variada carta de vinos para que tanto turistas como locales nos sintamos más cerca de Mendoza. 

Nicolás, el mozo que nos atendió, nos dio la bienvenida con un gazpacho servido en taza. Fresco, aromático y ligero. Todo lo que necesitaba para comenzar. La carta, creada por el chef Julián del Pino, se divide en entradas, pastas, carnes, pescados, acompañamientos, salsa y postres. Concisa pero justa. Tiene todo lo que tiene que haber en un restaurante que busca conquistar distintos tipos de paladares. Nuestros elegidos fueron las rabas, el abadejo con manteca de almendras, yogur y escalivada, lomo con papas fritas a caballo – existe la opción trufada pero preferimos ir por la clásica – y volcán de dulce de leche. En definitiva, hicimos un recorrido por distintos sabores argentinos y españoles que nos dieron el confort de lo conocido y el agrado de la buena calidad de la materia prima y su preparación.

«La noche la seguimos en Le Club Bacan, el bar que se encuentra frente al restaurante, para conocer la propuesta liderada por el bartender Martín Suaya, en un entorno que fusiona la alta coctelería con la elegancia y exclusividad de un speakeasy, sin tener que serlo. Todas las noches sorprende con DJ sets. Los cócteles llevan nombres de canciones argentinas…»

La noche la seguimos en Le Club Bacan, el bar que se encuentra frente al restaurante, para conocer la propuesta liderada por el bartender Martín Suaya, en un entorno que fusiona la alta coctelería con la elegancia y exclusividad de un speakeasy, sin tener que serlo. Todas las noches sorprende con DJ sets. 

Los cócteles se preparan en la barra del lobby y te los entregan en tu mesa. Todos llevan nombres de canciones argentinas. “Por una cabeza”, “Puente” y “Mi Buenos Aires Querido”, son algunos ejemplos. 

Nosotros elegimos “11 y 6” para hacerle honor a Fito Páez y a la canción que todo argentino cantó con el corazón alguna vez. Es un cóctel que lleva vodka, lima, maracuyá, jengibre, cenizas y flores. El segundo fue “Puente”, porque Gustavo Cerati siempre va a estar en mi lista de artistas argentinos favoritos y pensar en fragmentos de sus canciones nunca va a dejar de emocionarme. Estaba hecho a partir de gin, frutas rojas y cardamomo negro. Ambos fueron de esos cócteles que reavivan el alma y te hacen querer ir por una segunda ronda.

Le Club Bacan, al igual que Cantina y el resto del hotel, está atravesado por detalles muy locales. Algunas paredes del bar se visten con fotos históricas en blanco y negro de los protagonistras del rock nacional y las estanterías con libros de música e historia argentina. Otra de las cosas que me enamoró fue el techo, con un diseño blanco y negro que lo distingue de cualquier otro bar que haya visitado. 

Le Club Bacán es la fusión perfecta entre la elegancia de la alta coctelería y la pasión de la cultura argentina, encapsulando la esencia del tango, el rock y el folclore en cada sorbo, dentro de un ambiente de lujo incomparable”, detalló Suaya. 

En el recorrido que hicimos por Casa Lucía, nos comentaron que el hotel cuenta con 152 habitaciones que van de los 25 a los 120 metros cuadrados, de las cuales 53 están habilitadas actualmente y el resto se irán sumando a la lista de disponibles dentro de las próximas semanas. Entre ellas va a haber un pent house y habitaciones que se pueden subdividir, dependiendo del tamaño de familia o grupo que se aloje allí.

Con diseño contemporáneo y detalles de estilo, las habitaciones son todo lo que un viajero contemporáneo y sofisticado necesita. Siendo sincera, la cama no la probé. Solo la vi. Pero hay cosas que ya viéndolas son tentadoras y sabés que van a ser buenas, como los alfajores Havanna que reciben a los turistas dentro del minibar de cada habitación. 

Como se espera de un hotel cinco estrellas, Casa Lucía cuenta con servicios para todos los huéspedes: spa, piscina, sala de masajes, salones para conferencias, eventos sociales y privados de distintos tamaños y un gimnasio equipado con maquinaria de última tecnología con personal trainer a disposición. 

Al terminar nuestro recorrido por el hotel llegó el momento de despedirnos de este espacio de ensueño que acabábamos de descubrir en Retiro. Hubo de todo: diseño, arquitectura, hotelería, gastronomía, música y coctelería. Y todo eso a unos minutos de casa. Me fui sorprendida y con ganas de contarle sobre este hallazgo a mis conocidos y recomendarles que, al menos una vez, vayan a conocerlo. Después de todo, y gracias a esta visita, volví a asegurar que uno jamás debe dejar de ser turista en su propia ciudad.

Mirá mi visita a Casa Lucía en este video. 

Fotos: son gentileza de Casa Lucía y Grupo Mass. 

Casa Lucía | Arroyo 841, Recoleta. CABA.