AUNQUE NOS QUEJEMOS, BUENOS AIRES ES UNA DE LAS CIUDADES MÁS ESTIMULANTES DEL MUNDO / POR SANTIAGO ENEAS CASANELLO

AUNQUE NOS QUEJEMOS, BUENOS AIRES ES UNA DE LAS CIUDADES MÁS ESTIMULANTES DEL MUNDO / POR SANTIAGO ENEAS CASANELLO.

El amigo de un amigo chileno me envió el martes un mensaje por Whatsapp contándome que estaba tres días en Buenos Aires por trabajo y me preguntó si podía recomendarle lugares para salir por Palermo. Para cenar y después tomarse un trago en una barra. Dejame pensar unos minutos y te digo, le respondi. Sin mucho análisis (o sea, dejando muchas buenas alternativas fuera), lo primero que se me vino a la cabeza y que volqué en nuestra conversación de manera bastante atolondrada fue algo por el estilo, síganme: Niño Gordo es un nuevo restaurante asiático que es un hit y que es un boom en Instagram, si vas ahí después podés ir a un bar que se llama Uptown, que está bajo la calle y su entrada emula a una estación de subte de Nueva York con vagón de Manhattan incluido, a pocas cuadras también tenés a Tetuán Brasero Marroqui, un lugar de platos callejeros árabes, que se pone toda la semana, con varias canillas de cerveza tirada, y una ambientación bastante loca que no te puedo describir bien, pero que son distintos niveles de madera en los que vos elegís donde sentarte.
Otra posibilidad – arremetí -, es que te tomes un taxi hasta los Bosques de Palermo, y conozcas los arcos del Rosedal, que es un circuito reciente y muy de moda en el cual los bares y restaurantes están uno al lado del otro, bajo las vías del tren. Hay desde una hamburguesería muy canchera,  Williamsburg, que abrió hace pocos meses hasta un restaurante que está a pocos metros y que se llama Komyün, que es de comida nikkei y del sudeste asiático y que es de los mismos dueños de un bar que está pegado, Avant Garten y que lo bueno de no ir el fin de semana es que no explota tanto y podés tal vez entrar sin hacer cola. Tené en cuenta por otra parte, casi me olvido,  que esta semana es la Burger Week con descuentos en un montón de hamburgueserías y también en muchos bares celebran la semana el Negroni.

«La queja es una manera muy porteña de romper el hielo, como en otros lugares es el clima (y a su vez pocas cosas incomodan tanto a un interlocutor porteño que hacer comentarios positivos, hagan la prueba). Y en este caso, la queja era porque en nuestra ciudad faltaban muchas marcas internacionales, que sí se encuentran en ciudades vecinas como Santiago de Chile o incluso Asunción. Algo que no niego pero tampoco me afecta.»

¿Y tu crees que estos lugares estarán abiertos un martes?, me paró en seco, seguramente abrumado por la cantidad de datos, «porque en Santiago no pasa algo así un martes ni por asomo». Sí, están todos abiertos, tranquilo.
Al otro día le pregunté si había tomado en cuenta mis sugerencias. Me dijo que sí, que estaba fascinado y me agradeció. Que por favor le recomiende algunos más para su última noche. Sí, claro, andá a la terraza del Bs As Design, en Recoleta. Maldini y Camping son lugares informales con mucho movimiento que te van a gustar, suelen tocas bandas acústicas; después si querés meterle un poco de plan cultural a la noche, encará para el barrio de Villa Crespo, pegado a Palermo, a un lugar tremendo que se llama Microteatro y que es una propuesta muy original mezcla de bar con buenos y sencillos platos, con teatro, hay muchas salas y las obras duran sólo quince minutos y podés verlas copa en mano. Para terminar, escuchame, podés rematar tu noche en Bradley, un bar secreto, con una muy digna carta de tragos de autor, y con una entrada que está ambientada como un tren de la Inglaterra victoriana.
«Perfecto gurú, ¡Después le cuento cómo me fue!», se despidió ya más confiado que el día anterior.
Este jueves almorcé junto a otros periodistas y otra gente de una industria muy viajada que había organizado el encuentro en un elegante hotel de la calle Alvear. En un momento determinado, mientras comíamos un maravilloso steak tartare parisino sentados en cómodos sillones de cuero, la charla se tornó quejosa, como suele ser la deriva natural de las charlas de gente que recién se conoce en Buenos Aires. Ya sea en un refinado salón de la Recoleta o en el asiento trasero con olor a cigarrillo y los cinturones rotos de un taxi modelo Corsa.

«La mayoría de nosotros cuando hacemos nuestro propio recorte de la realidad y juzgamos a a esta enorme ciudad, vertiginosa y llena de alegrías y de dramas, como todo territorio en el que vivan millones de personas, no somos conscientes que nuestra ciudad a la que tantos denuestan por infinitas razones (válidas y neuróticas por igual) es también una de las ciudades más estimulantes y efervescentes del mundo, como las hay pocas…»

La queja es una manera muy porteña de romper el hielo, como en otros lugares es el clima (y a su vez pocas cosas incomodan tanto a un interlocutor porteño que hacer comentarios positivos, hagan la prueba). Y en este caso, la queja se originó en que en nuestra ciudad seguían ausentes muchas marcas internacionales, que sí se encuentran en ciudades vecinas como Santiago de Chile o incluso Asunción. Algo que no niego pero tampoco me afecta.
La mayoría de nosotros cuando hacemos nuestro propio recorte de la realidad y juzgamos a a esta enorme ciudad, vertiginosa y llena de alegrías y de dramas, como todo territorio en el que vivan millones de personas, no somos del todo conscientes que nuestra ciudad a la que tantos denuestan por infinitas razones (válidas y neuróticas por igual) es también una de las ciudades más estimulantes y efervescentes del mundo, como las hay pocas. Ya sea en Nuñez, en San Telmo o en Caballito. Mi consejo espontáneo y exagerado al amigo de mi amigo chileno es una mínima prueba de eso. 
Fotos: gentileza Hernán Piñera (Flick R Creative Commons).