Así es Verdot: el nuevo bar de vinos escondido en la esquina más elegante de Recoleta

Un oasis de tranquilidad (incluso con su propio patio arbolado) en Quintana y Callao/180 etiquetas, un espíritu federal y una lógica «boca en boca»/Los platos, a cargo de un célebre chef patagónico/Además: se vienen los tragos de Tato Giovannoni.

Verdot se encuentra «oculto» al fondo del lounge de entrada del hotel Mío. 

Así es Verdot: el nuevo bar de vinos escondido en la esquina más elegante de Recoleta. Por Lenchu Rodríguez Traverso.

En un hotel que está en manos de la familia Catena no puede faltar un wine bar de gran calidad. Eso mismo le planteó Hernán Bielus a su amigo César Catena, dueño del Mio Hotel Buenos Aires, y en diciembre, en plena pandemia nació Verdot.

Escondido en el fondo del lounge de entrada, te recibe como un oasis de tranquilidad y de elegancia en medio de pleno Recoleta, con una parte adentro muy atractiva y unas mesitas en el espacio de afuera. Este misterio es adrede; solo un cartel sutil fuera del edificio anuncia su presencia. Porque la clientela vuelve y además recomienda, así es cómo se nutre más del boca en boca, y su dueño disfruta que así sea.

El vino, como suponíamos, es el protagonista. Su cava de más de 180 etiquetas es bien federal, la premisa desde el principio fue representar a todo el país, a todas las provincias y ofrecer solo vino argentino. Su sommelier Juan Pablo Ponsio, a su vez, busca un balance entre productores chicos y grandes bodegas, para que la gente pueda probar siempre cosas distintas en su espacio.

Es por eso que su vino estrella es el Altamillo, producido en una zona media entre Cepillo y Altamira, un nombre que no aparece casi en Iinternet. Porque es exclusivo, los lugares donde se encuentran se pueden contar con los dedos, y llegó a manos de Hernán de suerte, pero logró convertirse en el favorito de la casa.

«Escondido en el fondo del lounge de entrada, te recibe como un oasis de tranquilidad y de elegancia en medio de pleno Recoleta, con una parte adentro muy atractiva y unas mesitas en el espacio de afuera. Este misterio es adrede; solo un cartel sutil fuera del edificio anuncia su presencia. Porque la clientela vuelve y además recomienda, así es cómo se nutre más del boca en boca, y su dueño disfruta que así sea…»

Su carta, a cargo del chef Pablo Buzzo, tiene fuertes tintes patagónicos, y fue diseñada para acompañar las etiquetas del lugar. Con productos de mucha calidad, destacan los gnocchi de sémola con salsa cremosa de gorgonzola, la provoleta de cabra, la ensalada patagónica de trucha, la empanada de carne cortada a cuchillo braseada en Malbec y la tabla de quesos que, a su vez, es gluten free. Los lunes hay sushi, a cargo de Belén, una sushi woman que los conquistó en el Jardín Japonés.

Pero la propuesta sigue. Conscientes de que la coctelería está pisando cada vez más fuerte en la ciudad, Verdot tiene también su barra, con su propio bartender, y etiquetas de mucho nivel. Sin sacarle el protagonismo al vino, pero manteniendo sus estándares de calidad en todo lo que hacen, están terminando de diseñar una carta junto a Tato Giovannioni para ofrecer tragos de autor a quienes estén en ese mood. Especialmente para esa hora de la tarde, cuando baja el sol, se atenúan las luces, se prenden unas velas y se musicaliza el momento preferido de todos en el wine bar.

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Fotos: son todas gentileza de Verdot.