El plan es sencillo: escuchar discos completos en vinilo en un contexto cuidado. Celulares en silencio, luces bajas, brillo bajo, copa en mano y atención plena. Al centro de todo, un sistema de sonido cuadrafónico de colección con seis altavoces Altec Lansing A7, fabricados entre 1946 y 1970.
Un sonido de otro planeta gracias a un sistema cuadrafónico de colección con seis altavoces Altec Lansing (algo único en Buenos Aires).
Una ceremonia musical en Chacarita: así son los encuentros de escucha en Artlab (con seis altavoces legendarios que revelan mundos sonoros desconocidos) / Además: la veta gastro. Por Benja García. Fotos: Thalía Gómez para MALEVA.
En tiempos de inmediatez, scroll infinito y playlists efímeras, Artlab propone algo inusual: detenerse a escuchar. Este espacio en plano barrio de Chacarita que cruza arte, tecnología y música ofrece una programación que desafía la lógica de lo instantáneo, con encuentros Hi-Fi que invitan tanto a la escucha atenta como al movimiento colectivo. Experiencias diseñadas para quedarse —y quedarse de verdad— en el momento.
Uno de sus ciclos más singulares es Audiófilo, que desde marzo se ha transformado en un ritual semanal para melómanos, productores, coleccionistas y curiosos de todas las edades. El plan es sencillo: escuchar discos completos en vinilo en un contexto cuidado. Celulares en silencio, luces bajas, brillo bajo, copa en mano y atención plena. Al centro de todo, un sistema de sonido cuadrafónico de colección con seis altavoces Altec Lansing A7, fabricados entre 1946 y 1970 y rediseñados para convivir con lo mejor del audio contemporáneo, tanto analógico como digital.
“El nivel de nitidez es tal que la gente suele comentar que escucha detalles que nunca había notado en sus discos favoritos”, le cuenta a MALEVA Gonzalo Solimano, director y fundador de Artlab. Y no es para menos: el sistema de sonido es el resultado de una meticulosa curaduría entre coleccionistas y audiófilos de todo el mundo. Desde amplificadores valvulares McIntosh hasta cables y conexiones, cada elemento fue elegido para ofrecer una experiencia de fidelidad absoluta.
“El nivel de nitidez es tal que la gente suele comentar que escucha detalles que nunca había notado en sus discos favoritos”, le cuenta a MALEVA Gonzalo Solimano, director y fundador de Artlab. Y no es para menos: el sistema de sonido es el resultado de una meticulosa curaduría entre coleccionistas y audiófilos de todo el mundo…»
Pero Audiófilo va más allá del deleite técnico. Cada sesión arranca con una pequeña ceremonia: se comparten historias, datos curiosos, conexiones culturales que contextualizan lo que se va a escuchar. Así, álbumes como OK Computer de Radiohead, Blue Lines de Massive Attack, Ambient 1 de Brian Eno o Roisin Murphy de Roisin Machine, no solo suenan: se redescubren. Se resignifican. “Dedicar tiempo a una escucha prolongada es un ejercicio de concentración que nuestra mente agradece. Nos permite cortar con la hiperconexión y el multitasking constante. Y cuando esa escucha sucede en un espacio compartido, se genera una dimensión emocional colectiva muy particular”, dice Solimano.
«Synthesis Modular, el restaurante de Artlab, funciona como una especie de izakaya contemporáneo: una reinterpretación de la tradicional taberna japonesa, donde el encuentro informal y la atención al detalle conviven en perfecta armonía…»
El espíritu de la escucha se proyecta también en otras propuestas del espacio. Synthesis Modular, el restaurante de Artlab, funciona como una especie de izakaya contemporáneo: una reinterpretación de la tradicional taberna japonesa, donde el encuentro informal y la atención al detalle conviven en perfecta armonía. “Nos alejamos de la lógica del fast food que suele predominar en otros espacios culturales”, señala Solimano. “Nuestra propuesta gastronómica refleja la experiencia sonora: detalle, armonía, inmersión sensorial”.
Por las noches, los viernes a partir de las 23, la pista cobra vida con el ciclo Círculo de Sonido. Más que una fiesta, es un ritual contemporáneo donde se cruzan el groove del house, la raíz afro, la experimentación digital y, claro, el inigualable sistema Hi-Fi. Solimano, también DJ, curó y hostea estas noches que invitan a un viaje sensorial donde bailar es solo una de las formas posibles de estar presente.
A la agenda se sumó en junio Postlab, un after office pensado para la comunidad creativa: un espacio relajado para el intercambio de ideas, proyectos y miradas interdisciplinarias, con buena música y coctelería.
En sus 540 m² – que integran galería de arte, listening bar y estudio híbrido -, Artlab se ha consolidado como epicentro de una nueva forma de entender la cultura. Una que no distingue entre géneros ni formatos, que abraza la tecnología como aliada del arte, y que, en un mundo acelerado, sigue apostando al simple —y valioso— acto de escuchar.
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