Un furor misterioso: ¿qué hay detrás del boom de los monopatines en Buenos Aires?

Son la gran sorpresa (y revolución) de la movilidad urbana/De la nada, aparecieron en los barrios principales y el desembarco fue masivo, de la mano de varias empresas/¿Cancheros pero muy caros? ¿Cuánta gente los usa? ¿Cuál es el negocio? La batalla de las apps de delivery como telón de fondo/Además: ¿qué pasa en otras ciudades del mundo y del país?

En los barrios principales de Buenos Aires, los monopatines irrumpieron de golpe y hoy se los ve por todas partes

Un furor misterioso: ¿qué hay detrás del boom de los monopatines en Buenos Aires?. Por Agustina Devincenzi. Fotos: Azul Zorraquín.

Buenos Aires es una jungla urbana en la que que los autos ya no son los únicos protagonistas del tránsito. Ahora, nuevos vehículos de dos ruedas (rueditas para ser más exacto) le disputan – al igual que las bicis -,  la supremacía. Hablamos de los monopatines eléctricos: su llegada en 2019 causó furor y fue el highlight del año en materia de movilidad. Con su aterrizaje, se sumaron a la red de ecobicis, las bicicletas anaranjadas del Gobierno de la Ciudad, y se presentan como una alternativa que no contamina, y ágil.

Los scooters, como se los llama a estos monopatines, son vehículos inteligentes, equipados con GPS, tecnología inalámbrica 3G y sistema dockfree. Esto quiere decir que no requieren estaciones fijas como en el caso de las ecobicis, sino que se los puede dejar en distintos puntos. Por eso, los vemos frente a edificios, locales y a lo largo de las veredas.

Ahora bien: los vemos «estacionados» por todos lados, pero ¿Se usan realmente los monopatines? ¿Pueden, por ejemplo, destronar a las ecobicis, de la ciudad? ¿En qué consiste el negocio? ¿Funcionaron en otras capitales?

Por ahora, las cinco empresas que brindan el servicio en la Argentina son extranjeras. La mexicana Grin fue la primera que desembarcó, en junio del año pasado. En julio, se sumó la española Movo, y, en septiembre, empezó a funcionar la estadounidense Lime. Glovo Go, la plataforma de monopatines de la aplicación de delivery Glovo, tocó suelo argentino en noviembre, y Bird se incorporó última. Otras compañías, como Frog, posaron sus ojos en el país también y ya planean su arribo. El complejo contexto macro local no interrumpe su expansión por la Argentina. Por el contrario, prevén llegar a nuevas localidades próximamente, apalancadas en su rápido crecimiento.

Ahora bien: los vemos «estacionados» por todos lados, pero ¿Se usan realmente los monopatines? ¿Pueden, por ejemplo, destronar a las ecobicis, de la ciudad? ¿En qué consiste el negocio? ¿Funcionaron en otras capitales?

DIVERTIDOS Y CANCHEROS ¿PERO MUY CAROS? 

Son las 5 de la tarde de un jueves. Julián se dirige hacia la esquina de O’Higgins y Céspedes, en Belgrano, donde lo espera su amigo Federico. Se saludan y caminan unos metros. Pasan por al lado de dos monopatines que están estacionados, pero no les prestan atención y, en cambio, se suben a dos bicis en la plazoleta Rafael del Riego y Núñez, donde se encuentra una estación del sistema público y gratuito del gobierno porteño.

Siendo testigo de esta situación, MALEVA se acercó a ellos y les consultó sobre el por qué de su elección. “El monopatín resulta muy caro, sobre todo si se lo utiliza a diario. Tampoco vale la pena pagar cuando se puede usar gratis la bici. Es divertido para un paseo y ya”, dice Julián.Es canchero e instagrameable. Pero lo usé solo una vez para probarlo y no creo que lo vuelva a alquilar”, agrega Federico.

Aunque las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires promueven la iniciativa y aclaran que “el objetivo no es generar una rivalidad, sino una complementariedad”, lo cierto es que el propio gobierno porteño, con sus ecobicis, es el principal competidor de la propagación de los monopatines en las calles porteñas. “Apostamos a que sea una solución adicional”, asegura una fuente cercana al Ministerio de Transporte de la Ciudad.

«Las empresas manejan más o menos las mismas tarifas. Para solo desbloquear el monopatín hay que pagar, de base, $ 15. A ello hay que sumarle que cada minuto de uso cuesta $ 8, lo que equivale a $ 495 la hora. En el caso de Bird, se abona US$ 1 para destrabarlo y US$ 0,15 por minuto, por lo que el desembolso es mayor…»

El alto costo de utilización de los monopatines desalienta a usuarios como Julián y Federico, que, al comparar los precios con los de otros medios de transporte, no le encuentran sentido a alquilarlos. Las empresas manejan más o menos las mismas tarifas. Para solo desbloquearlos hay que pagar, de base, $ 15. A ello hay que sumarle que cada minuto de uso cuesta $ 8, lo que equivale a $ 495 la hora. En el caso de Bird, se abona US$ 1 para destrabarlo y US$ 0,15 por minuto, por lo que el desembolso es mayor.

COMPAREMOS UN POCO: MONOPATINES, BONDI, TAXIS, UBER…

Si tomamos como ejemplo un trayecto de tres kilómetros en Capital Federal, llegamos a la conclusión de que los scooters son el medio de transporte más caro: a los $ 15 de la «bajada de bandera”, hay que adicionar el gasto de unos 15 minutos de uso, tiempo aproximado en el que se recorre esa distancia. Así, el importe a pagar es de $ 135. En colectivo, un tramo similar puede llegar a salir $ 21 si justo cambia la sección. En tanto, un taxi hace el mismo recorrido por alrededor de $ 125. Uber ofrece el mismo trayecto por aproximadamente $ 95 en Uber X y $ 110 en su opción Select (hay que tener en cuenta que en momentos de alta demanda la tarifa puede elevarse hasta un 200%).

Las empresas argumentan que los valores se hallan en sintonía con los de otros países en los que tienen presencia y que el promedio de uso ronda entre los 15 y 20 minutos, por lo que el precio que abona en total el usuario no suele superar los $ 175.

La limitación de la oferta es otra desventaja: pese a que se extiende cada vez más, todavía es incipiente. El boom empezó en Palermo, y, aunque ya pueden encontrarse monopatines eléctricos en otros barrios, están presentes en apenas unos pocos, por ahora: Recoleta, Retiro, Microcentro, Puerto Madero, Belgrano y Villa Crespo. Además, su expansión está sujeta a la aprobación de la normativa para su circulación por parte de cada provincia.

Por otra parte, el servicio funciona únicamente de día, de 7.30 a 21 hs, mientras que las ecobicis están disponibles las 24 horas, todos los días del año. Se las puede usar gratis por un plazo máximo de una hora durante la semana y de dos horas durante el fin de semana y feriados, pudiendo hacer un nuevo viaje transcurridos cinco minutos de la finalización del primero.

«¿Cómo se usan? Para alquilarlos, es necesario descargarse las apps para smartphones de las empresas que los ofrecen. Una vez dentro de ellas, hay que registrarse y elegir el método de pago (por el momento, aceptan únicamente tarjetas de crédito). Al activar la ubicación, las plataformas detectan los puntos cercanos donde se encuentran los vehículos…»

Por otra parte, desde Lime, cuentan que, en casi tres meses de operación, sus usuarios recorrieron 77.678 kilómetros. “Es gratificante saber que el público adoptó en poco tiempo esta nueva forma de moverse. Y es un desafío para nosotros crecer, ya que el 60% de las personas que encuestamos declaró querer usar los monopatines y no poder hacerlo debido a su escasez”, dice Gonzalo Prieto, gerente de Operaciones de Lime Argentina. Sin embargo, comenta que el 58% de los pasajeros empleó el monopatín para acercarse a un transporte público y que apenas el 22% lo usó en lugar de otro vehículo.

Desde Grin, comentan que la Argentina es uno de los países de mayor uso en América latina. Ya alcanzaron los 300.000 viajes en el país, con más de 300.000 kilómetros recorridos por los 860 monopatines que tienen en la calle.Es una industria nueva, que se está consolidando. Sin embargo, su perspectiva de crecimiento es prometedora. Así lo entiende también el Gobierno porteño, que, en tiempo récord, aprobó una ley y un plan piloto, como parte de su exitosa política de micromovilidad que viene desarrollando hace varios años”, afirma Melisa Cabo, a cargo de Asuntos Públicos de Grin en la Argentina.

«Grin llegó al país por medio de una alianza con la colombiana Rappi. Por medio de esta plataforma, se accede a los servicios de Grin de forma directa. Según explicaron desde Rappi el día del lanzamiento de los monopatines en el país, el objetivo es que los usuarios encuentren en un solo lugar todo lo que necesitan, concentrando en una misma app distintos servicios y ampliando la oferta de las prestaciones…»

¿EN QUÉ SE BASA EL NEGOCIO? UNA PISTA: DETRÁS ESTÁN LAS APPS DE DELIVERY DE COMIDA

Lo que se esconde detrás de la explosión de los monopatines eléctricos es, en verdad, una guerra entre las apps de delivery de comida. Los principales players de esta industria son los impulsores de la movida.

Grin llegó al país por medio de una alianza con la colombiana Rappi. Por medio de esta plataforma, se accede a los servicios de Grin de forma directa. Según explicaron desde Rappi el día del lanzamiento de los monopatines en el país, el objetivo es que los usuarios encuentren en un solo lugar todo lo que necesitan, concentrando en una misma app distintos servicios y ampliando la oferta de las prestaciones.

Su competidora Movo pertenece a Maxi Mobility, el holding español dueño de Cabify. La capilaridad que tiene esta marca será aprovechadas por Movo para ampliar su base de usuarios, integrando los dos servicios.

De igual modo, Glovo ya ofrece sus propios monopatines y la estrategia es la misma que la de Grin y Rappi: a través de la aplicación de comida, se puede contratar Glovo Go.

Uber, que además de tener su flota de autos también tiene su vertical de repartos Uber Eats, invirtió u$s 200 millones en Lime y Jump, otro jugador del mercado con gran peso en los Estados Unidos, que compró en 2018. “La idea es que los consumidores salgan a la calle y encuentren un vehículo eléctrico para conducir. Si hay mal tiempo, entonces podrán reservar un auto», dijo en el momento de la compra Nick Foley, al frente de la firma.

«En Nueva York, el monopatín es ilegal. Quienes se atrevan a usarlo se arriesgan a pagar multas de US$ 500 y a la confiscación, en caso de salir a la calle con un vehículo propio…»

LA EXPERIENCIA DE OTRAS CIUDADES: EN NUEVA YORK ESTÁN PROHIBIDOS, EN PARÍS SOLO POR BICISENDAS Y EN CÓRDOBA LOS CONSIDERAN «INAPROPIADOS»

Los monopatines eléctricos dejaron de ser una novedad para convertirse en un objeto de polémica. Mientras que Buenos Aires avanza en su implementación, en ciudades emblemáticas como Nueva York ni siquiera están autorizados y las capitales europeas exigen regulaciones cada vez más estrictas. Córdoba rechazó también su uso.

La Gran Manzana es la ciudad más poblada de los Estados Unidos y encabeza las tendencias no solo a nivel nacional, sino global. Allí, el monopatín es ilegal. Quienes se atrevan a usarlo se arriesgan a pagar multas de US$ 500 y a la confiscación, en caso de salir a la calle con un vehículo propio. Los Ángeles –la segunda ciudad estadounidense más grande, donde surgieron varias de estas empresas– ya pide una licencia para conducirlos y otros requisitos, además de limitar su uso a las bicisendas. Y en agosto, Atlanta los prohibió por la noche, tras el fallecimiento de tres usuarios en accidentes.

A mediados de 2019, París fijó multas de 135 euros para quienes circulen por veredas y de 35 euros por dejarlo estacionado en cualquier lado. Pero no fue suficiente. En septiembre, se estableció como velocidad máxima 25 km/h y ahora se puede transitar únicamente por bicisendas. También bajó el número de unidades disponibles: pasó de 15.000 a 4000.

Sin ir más lejos, Córdoba toma al uso de monopatines como “una conducta indebida, fuera de lo previsto en el marco del código de tránsito”. Así lo aseguró el gobierno local en diciembre, al considerarlo “problemático” por no poder circular por las calles. De esta manera, le dio la espalda a su llegada.

“Las ciudades con una alta densidad poblacional y un parque automotor grande forman el caldo de cultivo ideal para la adopción de nuevas formas de movilidad. Pero todavía están lejos de reemplazar a opciones tradicionales como los automóviles”, opina Miguel Ángel Bravo, arquitecto y especialista en movilidad urbana. Para él, las principales trabas de los scooters son la falta de legislación y control. “Hace falta una regulación a la actividad y que su uso sea supervisado para evitar accidentes, como ocurrió en otros países. Otro problema que tiene Buenos Aires que en ella no hay buenas superficies para desplazarse, por lo que un elemento de micromovilidad como este, que aparece con la intención de aportar practicidad, se termina convirtiendo en un inconveniente. Creo que es útil para la última milla –viajes de unas pocas cuadras– pero no como una solución determinante a los problemas de tránsito”, concluye.

Y A TODO ESTO: ¿CÓMO SE USAN EN BUENOS AIRES? SE ACTIVAN CON CÓDIGO QR Y EN TEORÍA NO SE PUEDEN USAR EN LAS VEREDAS 

¿Cómo se usan? Para alquilarlos, es necesario descargarse las apps para smartphones de las empresas que los ofrecen. Una vez dentro de ellas, hay que registrarse y elegir el método de pago (por el momento, aceptan únicamente tarjetas de crédito). Al activar la ubicación, las plataformas detectan los puntos cercanos donde se encuentran los vehículos. Para empezar el recorrido, se debe escanear el código QR ubicado en la parte frontal de los monopatines. Por seguridad, se permite una sola persona por scooter, mayor de 16 o 18 años dependiendo la firma que brinda el servicio, que debe andar a una velocidad máxima de 25 km/h por las ciclovías, las bicisendas o la calle, siempre por la mano derecha y respetando el sentido de los autos (nunca por las veredas). Cuando el viaje finaliza y se llega a destino, hay que bloquear el dispositivo.