«Así viví un non stop de catas y placeres entre vinos logrados (y salvajes) en la bodega de Terrazas de los Andes en Mendoza…» / Además: su transición a orgánica

MALEVA viajó a la meca del vino para disfrutar de un non stop de lujos mendocinos en Terrazas de Los Andes/ Catas eternas y maridajes con sus sabores locales que nos siguen sorprendiendo/ “Guardianes de la Vida de la Montaña”; el programa social y ambiental donde protegen la naturaleza y están regenerando el suelo.

En su bodega en Luján de Cuyo experimentan con las uvas de sus doce viñedos de altura.

«Así viví un non stop de catas y placeres entre vinos logrados (y salvajes) en la bodega de Terrazas de los Andes en Mendoza…» / Además: su transición a orgánica. Por Lenchu Rodríguez Traverso desde Mendoza. 

Hay pocas sensaciones tan placenteras como la de subir a un avión sabiendo que, en pocas horas, te reciben del otro lado del país con una copa de vino en la mano. Mendoza siempre es plan, aunque sea una visita exprés en invierno. 

Del aeropuerto al hotel y del hotel al restaurante Centauro, esa noche maridamos productos locales – trabajados con creatividad en cada plato – con un constante refill de vino de nuestra bodega anfitriona: Terrazas de los Andes. Tan solo una entrada en calor para lo que nos esperaría al día siguiente: nueve horas non stop, quince vinos, un menú de lujo, bodega, viñedos, degustaciones… y más degustaciones.

«Hoy, el vino fresco, con identidad varietal y del terruño le gana a ese vino pesado, que descansaba meses exagerados en barricas de madera de primer uso, tapando cualquier expresión auténtica de la fruta…»

Nueve y media de la mañana nos subimos al transfer camino a la bodega en Luján de Cuyo, el epicentro donde reciben y experimentan con las uvas de sus doce viñedos, las “joyitas de Terrazas”. Dispersos en distintos terruños de la provincia – desde el clásico viñedo en Las Compuertas hasta El Espinillo, a 1650 metros de altura – , fueron expandiéndose guiados por una intuición: ir más alto, “donde el cielo y la tierra se encuentran”. La altura fue la respuesta, nos confesó su fundador Hervé Birnie -Scott, la promesa de más calidad, más fineza y mayor precisión.

Mientras caminábamos entre tanques de acero, barricas y ánforas, su director nos contaba cómo viven los desafíos del “segundo aliento del vino Argentino”, marcado por un giro de 180 grados en el consumo: la madera en exceso ya no es más la fórmula del éxito. Hoy, el vino fresco, con identidad varietal y del terruño le gana a ese vino pesado, que descansaba meses exagerados en barricas de madera de primer uso, tapando cualquier expresión auténtica de la fruta. 

«Durante dos horas, desfilaron tartares de trucha, magrets de pato, filets mignon y flanes de queso de cabra. Entre charlas con un coro de tonadas argentinas, las copas se fueron llenando de su línea Grand…»

Y ahí es dónde ellos, con viñedos de alturas variadas y suelos de distinta composición, tienen la oportunidad única de experimentar con vinos más salvajes y atractivos. Así lo confirmamos en su línea “Parcel” donde presentan una misma uva, la Malbec, en su máxima plasticidad, simbolizando los distintos rasgos de personalidad que adopta en cada terroir.

Catamos sus líneas Reserva y Origen, y pasamos a una mesa inmensa donde nos entregamos al disfrute de un menú por pasos. Durante dos horas, desfilaron tartares de trucha, magrets de pato, filets mignon y flanes de queso de cabra. Entre charlas con un coro de tonadas argentinas, las copas se fueron llenando de su línea Grand; un Chardonnay untuoso y medio adictivo, un Malbec blend de tres fincas y su icónico vino dulce, el Petit Manseng. 

«Sabiéndose uno con el ecosistema que los rodea, armaron un plan basado en 4 pilares: cuidar de los recursos naturales (especialmente el agua y el suelo), disminuir la emisión de CO2, involucrar a las comunidades andinas y generar seguridad y bienestar en los empleados…»

Es difícil arrancar después de un festín de este tipo – el cuerpo pide más siesta que otra cosa-, pero no podíamos perdernos una visita express a su viñedo insignia y el más antiguo: Las Compuertas. Y es que ahí conocimos también cómo están trabajando en un plan de sustentabilidad esencial para que, en palabras del fundador, en 30 años Mendoza no sea un desierto incapaz de dar ni un fruto. 

Hace unos años, Terrazas viene transformando sus más de doscientas parcelas en orgánicas, eliminando fertilizantes y pesticidas de su lenguaje, y estarían recibiendo en el 2026 la certificación oficial. “Cuando uno tiene una empresa con éxito en cierto entorno que sufre, ¿que hace?”, compartió Birnie-Scott con el grupo. “O construye una pared divisoria o rompe los muros para conectar y fomentar una mejora”. Eligiendo esta segunda opción, y comprometidos con el “cómo lo hacen”, decidieron ir todavía un poco más allá.

Así nació su nuevo gran proyecto: “Guardianes de la Vida de la Montaña”. Sabiéndose uno con el ecosistema que los rodea, armaron un plan basado en 4 pilares: cuidar de los recursos naturales (especialmente el agua y el suelo), disminuir la emisión de CO2, involucrar a las comunidades andinas y generar seguridad y bienestar en los empleados.

«Están regenerando la vida en el suelo, lo que les dio la Certificación Orgánica Regenerativa, una distinción que por ahora tienen solamente 10 bodegas a nivel mundial…»

De la idea a la acción: cambiaron el riego superficial por uno por goteo ahorrando casi un 40% de agua, generan tres mil toneladas de compost con los desechos de las cosechas, y cambiaron todas las botellas de la línea Reserva por otras, las más livianas del mercado, reduciendo las emisiones de dióxido de carbono en un 24%. Además, están regenerando la vida en el suelo, lo que les dio la Certificación Orgánica Regenerativa, una distinción que por ahora tienen solamente 10 bodegas a nivel mundial

Nos quedó una última degustación ya en la cálida casa de la bodega – la de su línea Parcel – antes de partir al aeropuerto. Para ese entonces ya estábamos un poco rendidos, pero colmados de esa sensación indescriptible que te deja Mendoza. La de haberte sentido mimado en cada mínimo detalle, en cada bocado y en cada sorbo del elíxir que, todos sabemos, hace bien al corazón.

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En MALEVA hacemos fotos y videos para nuestras coberturas y notas con los equipos de MOTOROLA Edge 30, Moto g200 5G, Moto g52 y moto g41.