Tarantela Trap: Il Ballo del Mattone, el restaurante «argentano» que se convirtió en el imán gastro de las estrellas de la música urbana

Desde Thiago PZK hasta Duki: qué tiene esta trattoria emblemática de Palermo que atrae a tantos músicos/»Acá no choluleamos a nadie»/Además: la huella del rock y los cumpleaños de Charly García/Si los Soprano tuvieran su versión argentina se empacharían de las pastas y pizzas del Ballo.

Julián Moncalvo y Adrián Francolini: sobrino y tío, creadores de esta icónica esquina de Palermo Viejo. 

Tarantela Trap: Il Ballo del Mattone, el restaurante «argentano» que se convirtió en el imán gastro de las estrellas de la música urbana. Por Benja García. Fotos: Diego Spivacow para MALEVA.

«Acá se vive al palo, si no estás al ritmo, te pega’ un palo, almorzando en Il Ballo, código de calle, no te los regalo”, canta el músico Thiago PZK en Mi ciudad, canción que forma parte del último álbum de YSY A y Bhavi y que en Spotify supera los 13 millones de reproducciones. No es casualidad que estos referentes del trap local incluyan en sus barras a Il Ballo del Mattone o que Duki lo haya elegido para su ciclo de charlas con colegas de la escena en Fideos con Duko. Esta trattoria ya clásica en Palermo se encuentra en un lugar estratégico de Buenos Aires, cerca de las principales productoras de entretenimiento del país. Esta ubicación, junto con la calidad de sus platos y la calidez de su trabajadores, le permitió recibir con frecuencia a varios de estos músicos que hoy en día triunfan en el mundo y no se cansan de llenar estadios. “Acá todos días recibimos a muchos trabajadores de la zona que vienen de distintas productoras a buscar un espacio y comer rico dentro de la vorágine laboral de todos los días, nos visitan productores, managers, realizadores audiovisuales y artistas”, le reconoce a MALEVA Adrián Francolini, quien en conjunto con su sobrino Julián Moncalvo llevan adelante la icónica trattoria fundada 2007, en donde se unen la gastronomía, el arte y la familia. 

“El lugar nunca fue careta, eso hace que el artista venga y se sienta cómodo, saben que no los vamos a cholulear, a muchos de estos músicos de la nueva generación los conocemos desde que empezaron y con varios de ellos hoy en día somos casi familia, Il Ballo en el último tiempo se convirtió en una especie de tío canchero que apoya a los artistas jóvenes”, reconoce Francolini.

«Acá se vive al palo, si no estás al ritmo, te pega’ un palo, almorzando en Il Ballo, código de calle, no te los regalo”, canta el músico Thiago PZK en Mi ciudad, canción que forma parte del último álbum de YSY A y Bhavi y que en Spotify supera los 13 millones de reproducciones. No es casualidad que estos referentes del trap local incluyan en sus barras a Il Ballo del Mattone o que Duki lo haya elegido para su ciclo de charlas con colegas de la escena en Fideos con Duko…»

Cuando uno se sienta en la esquina de Ravignani y Gorriti pasan cosas: Duki ayudando a entrar las sillas; el youtuber Marito Baracus sirviendo café y sorprendiendo a los hijos de los clientes al grito de “¡papá, papá, Marito!”; Charly García celebrando un cumpleaños, rodeado de grandes amigos; performances; bandoneonistas, acordeonistas y guitarristas callejeros tocando tangos instrumentales y clásicos de la música italiana; autos que raspan con el profundo badén de la esquina, colectiveros del 39 que ya le sacaron la ficha y no lo tocan, clientes que intentan descifrar si el próximo conductor será o no precavido; bicicletas que pasan por bicisenda de Gorriti y se quedan mirando; o turistas que pispean la pizarra y deciden sentarse en busca de un plato y un aperitivo. 

“Por más que llevemos la cocina italiana en las venas somos bien argentanos”, se autodefinen. Si Los Sopranos tuviera su versión argenta Il Ballo sería una locación obligada, con Toni (James Gandolfini) y compañía disfrutando de unos fusillis al fierrito con salsa scarparo o de unas típicas margaritas. “Hay platos como la lasaña o los raviolis que ya son clásicos del lugar y que no los podemos sacar de la carta sino nos matan”, cuenta entre risas Francolini. Carta es una forma simbólica de decirle a una pizarra gigante que los mozos trasladan de mesa a mesa con los platos del día y los clásicos de la casa escritos en tiza de color. “Empezamos con el pizarrón porque era lo más práctico y ahora ya quedó, es un objeto identitario del lugar”, aclara Moncalvo.

“El lugar nunca fue careta, eso hace que el artista venga y se sienta cómodo, saben que no los vamos a cholulear, a muchos de estos músicos de la nueva generación los conocemos desde que empezaron y con varios de ellos hoy en día somos casi familia, Il Ballo en el último tiempo se convirtió en una especie de tío canchero que apoya a los artistas jóvenes”, reconoce Francolini…»

Pero la pasta no es el único punto fuerte del lugar. La pizza, hecha en horno a leña y con una masa flexible pero lo suficientemente resistente para sus ingredientes, algunos locales y otros importados, es otra de las comidas más demandadas del local. “La pizza se sumó a la carta luego de un viaje familiar en casa rodante por el sur de Italia que tuvo como objetivo el de empaparnos de la cultura de allá, para eso recorrimos distintas trattorias, nos metimos a las casas para ver cómo era todo desde adentro y con toda esa data que nos trajimos de los italianos decidimos empezar a elaborarla acá ”, explica Francolini, y añade “también fue muy importante una crítica que nos hizo Pietro Sorba en 2010, al afirmar que habíamos logrado una buena combinación entre la pizza argentina y la italiana, eso nos dio un empujón”. 

Esta tradición de albergar y recibir artistas siempre existió. Desde Luis Alberto Spinetta, pasando por Willy Crook, hasta la nueva generación de traperos, sintetizado a perfección en los dos murales realistas que decoran la fachada del lugar, uno del Flaco en la época de Pescado Rabioso y otro de YSY A. “Muchas personalidades de la cultura que vienen acá saben que es un lugar donde pueden estar calmos y no en pose de artista”, afirma Moncalvo. El compromiso del lugar con la cultura se materializó en 2013, cuando realizaron el primer Al dente, festival en el que se cortaba la calle para celebrar la italianidad en Argentina, en donde participaron artistas de distintas disciplinas.

Este evento nos permitió darnos cuenta que la diversidad cultural era parte del ecosistema del Ballo, de repente rompimos una pared y entramos a una realidad en la que pueden convivir a la perfección la tarantela, el trap, el mundo viejo y el mundo nuevo”, se sinceriza Francolini, y agrega: “creo que es lo más orgánico que nos puede pasar,  hay casas en las que está el abuelo escuchando tango y el nieto escuchando reggaetón, en las familias no hay género y nosotros priorizamos eso acá”.  A lo largo de la entrevista la familia estará  presente: hijos, sobrinos, madres, abuelas y hermanos de la vida aparecerán en escena para saludar a los entrevistados y al entrevistador. 

“Por más que llevemos la cocina italiana en las venas somos bien argentanos”, se autodefinen. Si Los Sopranos tuviera su versión argenta Il Ballo sería una locación obligada, con Toni (James Gandolfini) y compañía disfrutando de unos fusillis al fierrito con salsa scarparo o de unas típicas margaritas. “Hay platos como la lasaña o los raviolis que ya son clásicos del lugar y que no los podemos sacar de la carta sino nos matan”, cuenta entre risas Francolini…»

Il Ballo del Mattone apunta a que sus clientes se sientan como en casa, coman a gusto y tengan una relación más directa con la cocina que las que pueden ofrecer otros restaurantes. Si bien es un lugar aggiornado a los tiempos que corren parecería estar ajeno al vértigo y la velocidad con la que se suele manejar hoy en día gran parte de la gastronomía. No es solo pasar y comer, desde sus inicios los dueños apuntan a la sobremesa, algo que parecería estar perdiendo cada vez más lugar en las mesas de hoy en día. 

 

 

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