Suma y resta de los casamientos


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Suma y resta de los casamientos
Por Andrés Kilstein
El fin de semana pasado asistí a una boda en Chile. Además de una moderada borrachera de whisky, me llevé también algunas lecciones sobre lo que suma y lo que resta en un casamiento.
a) Suma: unificar el civil, la ceremonia religiosa y el salón…todo en el mismo evento! Matás tres pájaros de un tiro. Pasa el juez al atril, hace lo suyo y le deja su lugar al cura. Este hace lo suyo y nos invita a todos a servirnos entremeses de la mesa de quesos (que seguramente no permaneció intacta a las instancias anteriores). Incluso, mientras la novia está frente al juez, persiste la posibilidad de hacer algún arreglo de último momento al vestido o peinado. Practicidad.
b) Resta: poner a un familiar a dirigirle unas palabras a los novios. El discurso será desajustado, tendrá pretensiones humorísticas para terminar revelando datos incómodos de la pareja, será demasiado largo y pesado o demasiado corto y decepcionante. Si tienen mala suerte, quizá les toque una abuela medieval con una visión apocalíptica del matrimonio como me tocó a mí. Según ella, la vida conyugal consta de tres etapas, cada una más frustrante que la anterior. Primero todo está bien mientras ella LE cocine, LE planche las camisas, LE lave etc. (en tren de lo anticuado se podría agregar: LE cuide los caballos para que él parta a las Cruzadas). Pero luego tienen hijos y la atención antes depositada en su esposo pasa ahora al bebé. Finalmente, en la tercera etapa, los hijos abandonan el nido para casarse (no se figuró la posibilidad de que los hijos dejen el hogar por otro motivo que no sea nupcias) y cada esposo re-descubre los vicios insoportables de su pareja. Panorama lúgubre que no transmitía entusiasmo, y que auguraba que alguno de los enamorados se diera en fuga.
c) Resta: el discurso del cura. Por lo menos a mí me tocó uno pésimo a mitad de camino entre el de un consejero matrimonial y la protección de los intereses de la Iglesia azotada por el flagelo del divorcio. El contenido de la arenga se puede resumir en: “El amor y los sentimientos son volátiles, pasajeros. Lo que importa es el compromiso”. Lo que podía ser leído como: “Chicos, les hago el favor de trasladarme al medio del campo para casarlos, les pido una única cosa: no se divorcien. Ustedes no”. Las palabras menos románticas del mundo, mientras un guitarrista ensayaba de fondo un Ravel haciendo de cuenta que se había leído un pasaje de Shakespeare.
d) Resta: casamiento de día en jardines amplios. Aunque parece interesante para los invitados, para los novios la dispersión es un pain in the ass. Resulta imposible reunir a todos cuando se los necesita. Por ejemplo si se quiere proyectar un video de los novios haciendo la misma gesticulación ridícula en diferentes postales del mundo o bailar el vals o lo que fuere, hallarán que los invitados se están haciendo los Robinson Crusoe en lugares recónditos del jardín. Los invitados, con espíritu intacto de exploradores, salen a recorrer el verde y, dicen las malas lenguas, que muchos ni siquiera vuelven.