"SOY UN BUCEADOR DE LA BELLEZA": DIEGO ORTIZ MUGICA

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Ortiz Mugica es uno de los fotógrafos argentinos más admirados en el país y el mundo – ya lleva tres décadas en la profesión –

 

«Soy un buceador de la belleza»: entrevista a Diego Órtiz Mugica. Por Cecilia Escola. Fotos: Jimena Marseillan.

Ver una foto de Diego es recuperar la inocencia de los ojos, volver a asombrarse con la existencia, con los juegos de la manifestación”, escribió Pedro Aznar en una parte del texto que acompaña a la muestra “35 años en blanco, negro y gris”, del fotógrafo Diego Ortiz Mugica (Quadro Arte Contemporáneo, Av. del Libertador 14.354,  hasta el 10 de octubre).  Una primera retrospectiva que da cuenta de paisajes, personas y objetos retratados por un incansable buceador de la belleza.
Ortíz Mugica es hoy uno de los referentes de la fotografía blanco y negro, del sistema zonal- técnica de exposición y revelado de fines de los años 30- y del fine art en Sudamérica. Sus imágenes de Patagonia y fly fishing recorrieron el mundo. Realizó numerosas exposiciones en el país y el exterior y sus obras forman parte de importantes colecciones públicas y privadas. Está casado con Gabriela Dibar y es padre de María (28), que trabaja con él, y de Pedro (26), manager de una banda y domador de caballos.

“Ver una foto de Diego es recuperar la inocencia de los ojos, volver a asombrarse con la existencia, con los juegos de la manifestación”, escribió Pedro Aznar en una parte del texto que acompaña a la muestra “35 años en blanco, negro y gris”, del fotógrafo Diego Ortiz Mugica.»

 ¿Es cierto que si no sacás fotos te enfermás? ¿Así de grande es la pasión?
Es pasión y necesidad. Si no hago fotos me angustio. Estoy sacando todo el día, aún sin la cámara. Ahora mismo te estoy haciendo un retrato a vos.  Para mí todo es imagen. Me convertí en un fotomaníaco.  En las vacaciones guardo las cámaras bajo llave y se la doy a mi mujer, si no no me relajo nunca.
¿Por qué contás en blanco y negro?
Nunca tuve un maestro que me conmoviera con fotos color. El blanco y negro permite que el espectador le ponga algo y cierre la foto, despierta sentimientos distintos, y eso me gusta mucho. Prefiero trabajar sólo con formas y luz aunque sea más arduo y difícil.

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En pleno retoque manual de una fotografìa

 

«Si no hago fotos me angustio. Estoy sacando todo el día, aún sin la cámara. Ahora mismo te estoy haciendo un retrato a vos. Para mí todo es imagen. Me convertí en un fotomaníaco.  En las vacaciones guardo las cámaras bajo llave.»
 

 
¿Trabajás con cámaras digitales y analógicas?Sí, con las dos tecnologías. A veces, hago cosas en digital y después quemo un negativo, y después copio en el cuarto oscuro. Voy y vengo.
Sos un buscador incansable de lo bello. Contame qué es la belleza.
Síntesis, equilibrio y armonía. Hay bellezas que inquietan, otras que relajan, otras que te dejan boquiabierto, sorprendido. Soy un buceador de la belleza, no me gusta presentar cosas desagradables en mis fotos.
Hizo su primera foto a los 13 años cuando le robó la cámara a su padre del ropero. “Una Voiglander  Vitoret que guardaba en una funda de cuero marrón, no tenía ni fotómetro. Me anoté en el club de fotografía del colegio y empecé”, le cuenta a MALEVA.  A los 18 viajó a Formosa para hacer fotos carnet a los aborígenes y terminó definiendo su vocación. “Hice también otro tipo de fotos en esa comunidad y cuando volví me sorprendí del resultado. Siempre evalúo mis fotos como si no fueran mías”.

 

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Ortiz Mugica vive una parte del año en Vicente López (en esta foto está en su taller en ese barrio zonanortense) y otra en Bariloche

«Para mí la belleza es síntesis, equilibrio y armonía. Hay bellezas que inquietan, otras que relajan, otras que te dejan boquiabierto, sorprendido. Soy un buceador de la belleza, no me gusta presentar cosas desagradables en mis fotos.»

 
¿Por qué decís que tu mirada es prestada?Porque mis fotos son mucho mejor de lo que soy como persona. Evidentemente hay algo o alguien que me ayuda. Estoy en medio de la nada y algo me grita y saco. Después lo veo y digo: “Qué bueno es esto”. Me pasó recorriendo las fotos de la retrospectiva. Conozco mis miedos, mi vulnerabilidad, mis sombras, mis egoísmos y ahí no hay nada de eso.
Pedro Aznar dijo que estaba alucinado con tu mirada, tu percepción y tu sensibilidad como artista.
Es un honor. Es mucho más de lo que soy como tipo. Yo soy responsable de la técnica y de poner el cuerpo. Después, a veces sucede y otras, no.

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Los rollos en el taller de Vicente López de Ortiz Mugica no son pasado

 

«Un super sensible vago no llega a ningún lado. En cambio, un perseverante trabajador con poco talento puede llegar un poco más lejos.  El alumno más talentoso que tuve hoy vende relojes en San Telmo. Hubiese sido el mejor fotógrafo de América Latina, pero no tenía la perseverancia del laburo.»

Vos hablás de pasión y perseverancia.
Mi gran virtud es la perseverancia y la pasión porque lo bueno sea bueno. Yo laburo y laburo para eso, y estoy hablando de la técnica.
¿Qué es más importante: la técnica o la sensibilidad?
Veo gente con una terrible sensibilidad que no labura y otros obsesionados por afinar el instrumento que no tienen la mirada prestada. La gran obra la hace el que conjuga las dos cosas. Un super sensible vago no llega a ningún lado. En cambio, un perseverante trabajador con poco talento puede llegar un poco más lejos.  El alumno más talentoso que tuve hoy vende relojes en San Telmo. Hubiese sido el mejor fotógrafo de América Latina, pero no tenía la perseverancia del laburo.

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La magia del trabajo de Ortíz Mugica también tiene que ver con el aspecto artesanal

 

«Nunca tuve un maestro que me conmoviera con fotos color. El blanco y negro permite que el espectador le ponga algo y cierre la foto, despierta sentimientos distintos, y eso me gusta mucho.»

 
Recién nombramos a Pedro, al que fotografiaste durante años en sus conciertos y que ahora es tu alumno también. ¿Qué tal es como fotógrafo?
Pedro es un artista, un obsesivo, un estudioso y un trabajador incansable. En eso nos parecemos muchísimo. Se toma la fotografía con la misma seriedad que la música. Sólo tuvo que adquirir la técnica, porque ya tenía su instrumento afinado. Es un gran fotógrafo y tiene una mirada muy linda. Le falta entrenamiento, pero corrió muy rápido de entrada y puede llegar a ser un monstruo.
¿Y vos hacés algo más dentro del arte?
Aprendí carpintería y hago muebles. Soy muy bueno, pero nunca para ser un gran ebanista. Lo hago para mí, como algo terapéutico. Construí mi estudio en Bariloche, mi casa, mis marcos, mesas, sillas, este piso. Además, toco el saxo, estudié un poco y tengo muy buen oído, pero no soy músico.
¿Tu vida se reparte entre Buenos Aires y Bariloche?
Sí, tengo mi casa, galería y estudio en Vicente López, donde trabajo y doy cursos durante el año, y otra casa, galería y escuela en Bariloche, a 16 km camino al Llao Llao, en medio de la montaña. Un espacio muy lindo y mágico, que es mi lugar en el mundo. Llego en diciembre, doy un taller y después me tomo veinte días de vacaciones, donde sólo me dedico a pescar, estar con mis amigos y comer asados. Y a partir del 15 de enero empiezo con talleres y workshops hasta marzo, que regreso a Buenos Aires.
¿Qué es la Patagonia para vos?
Una inmensidad ventosa y cruda, donde todo queda lejos, y también  un lugar fascinante, mágico y rico espiritualmente. La belleza cura y la Patagonia es sanadora. Cuando estoy allá gano en relajación, contacto con la naturaleza y silencio.¿Después de tantos años tu mirada todavía se sorprende?El día que nada me llame la atención cuelgo la galleta. Cada vez tengo el ojo más entrenado para que las cosas me sorprendan. Veo con más intensidad y más sencillez. Uno fotografía como vive.
¿Te conmovés fácil?
Uf, un espanto. Me pongo a llorar con las películas y si un amigo me dice algo fuerte enseguida me pongo mal. Es un problema.

«Mi casa en Bariloche es mi lugar en el mundo. Para mí la Patagonia es una inmensidad ventosa y cruda, donde todo queda lejos, y también  un lugar fascinante, mágico y rico espiritualmente. La belleza cura y la Patagonia es sanadora. Cuando estoy allá gano en relajación, contacto con la naturaleza y silencio.»

 
Sos parte de la comunidad Vivir Agradecidos, ¿no?
Sí, es una comunidad argentina que sigue al monje benedictino David Steindl-Rast, un austríaco de 88 años que tiene sus comunidades en Europa y Estados Unidos. Lo conocí en 2013 en Buenos Aires y le hice unos retratos, y en febrero de este año lo trajimos a Bariloche. Allí produjimos el libro Celebration, que saldrá en noviembre, con más de ochenta imágenes que le hice y palabras suyas. David habla de parar, mirar y actuar como un método para ser feliz, y yo empecé a seguirlo cuando descubrí esa frase, porque es lo mismo que enseño en mi escuela: parar, contemplar y disparar.  Nunca nadie me enseñó más sobre el amor que este tipo.
¿Y vos a qué estás agradecido?
(Pequeño silencio). Yo nací extremadamente enfermo, con una cardiopatía congénita llamada Tetralogía de Fallot y los primeros seis años viví casi postrado. No podía caminar cincuenta metros y me llevaban a upa a todos lados. Me la pasaba sentado en una silla, miraba todo y laburaba con las manos. A los siete me operaron y, después de tres paros cardíacos y siete horas de operación, salí adelante y todo anduvo bien. Hoy agradezco poder respirar, cada día más de vida, la familia increíble que formé, el vivir de mi vocación, que la gente compre mis fotos, que pueda conmoverme, el haber descubierto que menos es más. Agradezco un montón de cosas.

Fotos de Ortiz Mugica 

unnamed (1)
El Bosque de Sarah, 2010

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Clavículas, 2004

unnamed (3)
La Manzana, 2006

unnamed (4)
El Campeón, 1998

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Árbol solo, 1986