Las muestras más convocantes, en Buenos Aires y el mundo, son aquellas a las que es imposible negarles una foto en el feed de la red social de moda/¿Un «achatamiento» del arte o un reflejo de la virtualización (y exhibición) de la vida que no tiene vuelta atrás? ¿Está bueno que los artistas busquen el éxito «instagrameable» de sus obras? Opinan críticos de arte, galeristas y directores de museos/El debate está a pleno
La muestra de Leandro Erlich en Malba, fue un éxito absoluto de visitas (y de posteos en Instagram)
¿Si una muestra de arte no es «instagrameable», hoy no es una muestra de arte? Por Natalia Torres. Fotos: Julia Gutierrez y Carla Nastri.
¿Quién no vio pasar por su feed de Instagram, en meses recientes, decenas de imágenes de personas sumergidas en la instalación Swimming Pool de Leandro Erlich, parte de la muestra Liminal que el artista comandó en el museo Malba hasta fines de octubre? Hay chances también de que, antes, se hayan fotografiado interactuando con alguna de las impactantes obras que Julio Le Parc expuso en el Centro Cultural Kirchner o, más recientemente, enredándose en la experiencia inmersiva que Ernesto Neto propone en Soplo, actualmente en exhibición en el Malba.
Está claro que, cada una a su manera, esas muestras tienen la intención común de estimular en el espectador el contacto, la manipulación, la experiencia colectiva e incluso el juego. Pero, ¿qué pasa cuando la experiencia de visitar una muestra pone al espectador como protagonista central a través del foco personalista de Instagram? ¿Si una muestra, no es «instagrameable», no es una muestra apta para nuestros días?
Las obras de la mega muestra de Le Parc en el CCK, son previas a las redes sociales, sin embargo fueron archi instagrameables
“Estamos en camino hacia la virtualización de la vida. Eso quiere decir que dejaremos de tener experiencias físicas en lugares materiales”, reflexiona para esta nota el escritor y crítico de arte Daniel Molina, también una de las voces más originales y pensantes de Twitter en Argentina (su cuenta es @rayovirtual)…»
“Estamos en camino hacia la virtualización de la vida. Eso quiere decir que dejaremos de tener experiencias físicas en lugares materiales”, reflexiona el escritor y crítico de arte Daniel Molina, también una de las voces más originales y pensantes de Twitter en Argentina, desde su cuenta @rayovirtual. “Es más, se puede decir que la mayoría de la clase media internacional que tiene menos de 35 años ya participa de esta ‘experiencia’ que significa ‘no tener experiencias».
Así, para Molina, el cambio en la esencia de habitar cada vivencia es radical: ya no se va a un museo a ver ni a un recital a escuchar, “se va a registrar y compartir en las redes sociales, y si no se lo comparte no existe”. “Eso significa mucho más de lo que la frase parece decir”, advierte. “Significa que existir hoy es exhibirse y exhibir. Mostrar es tan importante como mostrarse”, le dice a MALEVA.
Está claro que no todos los artistas anticipan en su obra esta “instagramización”. La mayoría de la producción de Le Parc, por ejemplo, precede incluso a la era de Internet. Sin embargo, esto puede diferir en los que comenzaron a trabajar en décadas más recientes y acusan recibo de la mirada de las redes.
“El artista consciente de este proceso hace obra pensando que va a ser procesada de esta manera: filmada, fotografiada, mediada de alguna manera”, explica Molina. “Y a la vez vuelta completamente efímera, desarmada, porque nada es más volátil y efímero que la que se pone en Instagram: sobrevive el tiempo que lleva poner un like”.
En ese sentido, para el galerista Francisco Aquino, propietario del espacio de exposición Atocha, “una obra de Erlich sin la intervención del público no se realiza: la experiencia sin foto sigue siendo experiencia, la foto es una manera de trasladarla a quien no la pudo vivir”. De esta manera, la avalancha de espectadores que busca publicar su interacción artística en Instagram deja de ser objeto del ojo crítico para volverse un llamado a curadores y galeristas a trabajar alrededor de esta nueva manera de observar.
“Lo que le pasa a cada uno con una obra es muy particular y puede variar de persona en persona. Están los que la ven, la entienden, se emocionan, se enojan, no ven nada, siguen de largo. Los que experimentan este mundo sólo buscando sacarse una foto con la obra pueden ser una vertiente del vínculo con el arte de los tiempos que se vienen”, advierte Mora Bacal, directora de la galería Ruth Benzacar. “Si es así, abrazaremos esas nuevas audiencias también”.
«Mora Bacal, directora de la galería Ruth Benzacar, le subraya a MALEVA un hecho ineludible y es que “la gran mayoría de las galerías, museos, instituciones y hasta artistas promocionan y usan Instagram como una herramienta de difusión. Hasta te imponen el hashtag para que lo incluyas en tu publicación…»
Para Aquino, ese llamado apunta también a los artistas, que pueden sentirse desafiados a que “lo que uno vea en fotos necesite verlo en vivo y en directo para poder comprenderlo: sería que una foto plantee la pregunta ‘¿cómo lo hizo?’ y la respuesta solamente se consiga una vez que uno se acerca a ver la obra in situ”.
Sin embargo, en este punto, el triple diálogo entre el consumidor de arte, los artistas y los galeristas o curadores aún tiene tropiezos. “Como galerista he encontrado artistas que promueven la difusión de su muestra por redes incluso antes de la inauguración y otros que adoptan la actitud contraria, que no quieren que se adelante ni que se difundan fotos de sala en simultáneo a la exposición”, ilustra Aquino.
“Muchas veces la gente habla sobre una muestra por lo que vio en redes, y entiendo que esto moleste a un artista”, agrega. “También hay que hacerle entender que esa difusión es la que hace otras tantas veces que se despierte el interés por ir”.
En una misma línea, Bacal subraya un hecho ineludible y es que “la gran mayoría de las galerías, museos, instituciones y hasta artistas promocionan y usan Instagram como una herramienta de difusión. Hasta te imponen el hashtag para que lo incluyas en tu publicación”.
Es justamente en ese lugar donde se ubica el departamento de comunicación del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires para intentar delinear puntos de toque entre Instagram, el arte y sus usuarios. Las redes sociales se vuelven parte integral de la estrategia de la institución, y su lenguaje se apropia de las obras para acercarlas al público y traccionarlo hacia las muestras.
“Buscamos formas de generar atractivo y hablarle a distintas audiencias. Es necesario identificar los recursos de mayor visibilizacion, que cambian con ciertas ‘modas’ de las redes sociales, y acoplarlos a la comunicación de las muestras”, le explica a este medio la responsable de comunicación digital del museo, Mariel Breuer.
“Cuanta más gente entre a un museo, mejor. Luego, nos toca a los gestores culturales la responsabilidad de que se encuentren con alguien que les explique las obras, y con algo que se vea diferente a las selfies. Es real que las redes ‘achatan’ un poco el contenido, pero apelamos a volver a ‘inflarlo», dice la responsable de comunicación digital del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Mariel Breuer…»
Así, por ejemplo, la renovada tipografía que identifica a la institución se puso a disposición gratuita para que todos puedan usarla, y el departamento de comunicación elabora habitualmente GIFs de obras que se pueden sumar a stories de instagram. “Siempre se trata de buscar que el público se apropie del museo y que, de a poco, pasen de sentir propio un GIF a acercarse a las salas”, señala Breuer.
En este punto, para la comunicadora digital, si los visitantes eligen posar junto a las obras y mostrar su experiencia en redes, el acto entra en una esfera puramente privada.
“Lo que el público haga con las obras es del público. El contenido que cada uno hace desde su lugar personal es libre y mientras sea respetuoso con la materialidad de la obra, puede hacer lo que quiera”, subraya. “Cuanta más gente entre a un museo, mejor. Luego, nos toca a los gestores culturales la responsabilidad de que se encuentren con alguien que les explique las obras, y con algo que se vea diferente a las selfies. Es real que las redes ‘achatan’ un poco el contenido, pero apelamos a volver a ‘inflarlo».
Fotos: también gentileza Unplash.