Sentí la llamada del Caribe y me fui a recorrer La República Dominicana (más allá de Punta Cana)

En Dominicana hay tres cordilleras y los picos más altos de las Antillas 

Sentí la llamada del Caribe y me fui a recorrer La República Dominicana (pero más allá de Punta Cana). Por Caro Cerimedo (desde República Dominicana)

República Dominicana domina el crecimiento hotelero en el Caribe. Lo bueno es que algunas de las aperturas que llevaron a este boom incluyen proyectos en La Romana y Santo Domingo. En Playa Esmeralda, Club Med acaba de estrenar su primer eco-resort en el país, con dos sectores “solo adultos”. Es cierto, Punta Cana también vive un reflorecimiento: en algunos mercados, como el estadounidense, hasta supera a Cancún como destino favorito. Hace rato que sentía una llamada del Caribe. La atendí. Estuve dos semanas en Dominicana, me salí del all inclusive y encontré mucho: un aura colonial, dos mares, sabores propios y la gente local que no puede tener mejor onda. ¡Sus nombres son increíbles! Me quedo con Delirio.

1) BAYAHIBE: LA UBICACIÓN LO ES TODO, LAS MONTAÑAS MÁS ALTAS DE LAS ANTILLAS Y LA GLORIOSA PLAYA «DOMINICUS» ¿LA MEJOR DEL PAÍS? ADEMÁS: EXCURSIONES A ISLAS Y LAS CASAS DE LAS «CELEBS» (AJÁ, DESDE SHAKIRA HASTA BEYONCÉ O RAFA NADAL)

El aeropuerto de Punta Cana ya es una fiesta: parece un chiringuito, techado de palmas, desbordante de plantas tropicales y de viajeros que se van con sonrisa y sombrero clavados. Me fui directo a Bayahibe, por una ruta hermosa de campos de caña de azúcar y la silueta lejana de las montañas. Aunque no sea la primera imagen que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en el Caribe, aquí hay sierras, tres cordilleras y el pico más alto de las Antillas.

Hice base en Bayahibe para recorrer la región de La Romana, en el sur de la isla que Dominicana comparte con Haití. Aquí aparece el primer gran contraste (la disparidad será luego una constante): dos países comparten La Española (la isla más poblada del continente); uno el más pobre del hemisferio occidental y el otro, una de las economías que más rápido crece en América Latina.

Lo mejor es dormir en Viva Wyndham, porque su ubicación es todo. Se encuentra en -la que para muchos es- la playa más linda del país: Dominicus, certificada como Bandera Azul. Un reconocimiento del Instituto de Derecho Ambiental de la República Dominicana que premia a las playas por su calidad, manejo sostenible y programas de educación con visitantes y comunidades para la preservación marina. Yo estuve en una habitación con balcón al jardín (hay orquídeas y rosas de Bayahibe: una especie nativa que es de los pocos cactus que tiene hojas), en el complejo Palace, pero también podés elegir un bungalow en el resort Beach para más intimidad en un estilo rústico. Después de un mega desayuno buffet con estación de huevos al gusto y jugos naturales (amé el green juice, ¡que para hacer un détox en un all inclusive es fundamental!), fui caminando por la orilla hacia el lado del Parque Nacional del Este. Esto sí que es un placer: salís descalzo y avanzás por arenas casi vírgenes hasta donde tu cuerpo diga basta, porque la costa parece infinita. O hasta donde quieras darte un chapuzón para refrescarte. El mar es Caribe: ¡es invierno y está calentito! De regreso, un almuerzo tardío mirando (o mejor dicho tocando) el mar en Viva Café, el salad bar playero, todo blanco.

Incluso desde aquí, me quedó más cerca y más fácil el paseo a la Isla Catalina, porque sale del puerto de Bayahibe. El pueblo pesquero me expuso su folclore con barcos de colores, artesanías y el rapidísimo merengue, que si te dejás llevar cura el estrés. Al toque suena una bachata para que vuelvas a creer en el amor. Las callecitas muestran casas antillanas típicas. Esta excursión es la alternativa a la masiva Isla Saona.

Imprescindible: escoger un operador que trabaje con grupos reducidos y que haga la travesía en catamarán a vela. Hice realidad mi fondo de pantalla: arena blanca, un mar perfecto turquesa y palmeras por millones. La navegación continúa por el Rio Chavón y su cañón, más una vuelta por la marina de Casa de Campo, donde las celebs tienen sus yates. De Marc Anthony y Beyoncé a Rafa Nadal y Shakira. Si no volvés muy tarde, hacés a tiempo al spa. Yo me reservé masajes en la playa para el atardecer, en uno de esos camastros muy Bali. Y después a producirse para una noche activa. Los bares del hotel explotan de piña colada y gente de todo el mundo con ganas de pasarla bien. La magia del ron. Hay fiestas temáticas y seis restaurantes para comer a la carta dentro del régimen todo incluido. Sí, hay discoteca, y algo no menos importante: la pizzería (la influencia italiana en este rincón de la isla se nota) está abierta hasta las 7am por si sos de los que nunca se acuestan tarde sin masticar algo. Esta lleno de mieleros y de bodas en la playa. También es un buen point para venir de vacaciones en clave anti- San Valentín. Cada uno hace la suya. ¿Lo más original de Viva Wyndham? Una instalación para practicar slackline y trapecio a grandes alturas. Con vista al mar. Y sus piscinas naturales que se forman en la línea costera.

2) PLAYA MACAO: SURF, PESCADO FRITO Y TOSTONES, Y UNA EXCURSIÓN OFF ROAD AL INTERIOR DOMINICANO

Declarada por la UNESCO una de las mejores playas de Dominicana, lo que me gustó de ella es que se encaja como una piedra dorada entre un acantilado y un frondoso palmeral. Este paisaje sin explotar es una rareza en Punta Cana. A esta playa me trajeron los locales, llegan pocos turistas y los que vienen al surf camp, que ofrece clases y un parador copado. La posta es alquilarse una mesita con sillas en la orilla para pasar cómodos todo el día y a la hora de comer, sorprendernos con un fresquísimo pargo frito con arroz, habichuelas y tostones de plátano hecho ahí mismo, a pasos del mar. ¡Me lo devoré! Si querés volver tapado de barro de pies a cabeza: la excursión en buggies. Un camino al interior dominicano.

3) PUNTA CANA RESORT  & CLUB: PARA LOS FANS DEL GOLF (¡45 HOYOS) / ADEMÁS: UN PARQUE ECOLÓGICO PARA HACER SENDERISMO

45 hoyos de golf divididos en dos campos profesionales (donde se lleva a cabo el único PGA Tour Event del país) y Six Senses Spa con tratamientos holísticos que te resetean por completo con aceite de coco puro, mascarillas de cacao, tecnología y conciencia humana. La posibilidad de quedarse en el único hotel Cinco Diamantes otorgados por la Asociación Automovilística Americana de República Dominicana: Tortuga Bay. Elegancia y privacidad con un servicio personalizado en 13 luxury beachfront villas con interiorismo de Óscar de la Renta en el primer hotel boutique del diseñador dominicano. El dato: si te hospedás acá tenés acceso al VIP en el aeropuerto de Punta Cana. Si querés participar de su iniciativa Pack for a Purpose y hacer tu buena obra de turismo solidario, traé una donación en tu maleta que ellos se encargarán de hacerla llegar a los necesitados (desde útiles escolares a libros de estudio, materiales de dibujo, elementos deportivos, ropa o calzado).

La fantasía de tener una casa en el Caribe aquí puede cumplirse con su división de Real Estate. El barrio que más me gustó es Playa Serena: el arrecife de coral es una barrera natural que cuida la playa y las aguas cristalinas, tranquilísimas. Me reservé dos horas para disfrutar de Ojos Indígenas: un parque ecológico para hacer senderismo y nadar en lagunas de agua dulce súper conservadas. Todo es tan prístino que me creí en el paraíso original.

4) UNA DOSIS DE OTRA REALIDAD: HIGÜEY Y DELICIAS / EN EL LADO «NO TAN TURÍSTICO» DE DOMINICANA TODOS SON SIMPÁTICOS / VIAJEN EN «GUAGUA» Y COMAN EMPANADA DE PESCADO 

Le pregunté al chofer del taxi adónde me llevaría para ver el lado B del país, el que no se muestra a los turistas que se confinan al hotel. Me recomendó darme una vuelta por la ciudad más cercana a Punta Cana: Higüey, con sus iglesias y el mercado municipal. Si lo querés hacer verdaderamente costumbrista: tomá una guagua local, salen cada 20 minutos y hacen el trayecto en 45. Luego me llevó a un comedor local: Delicias de Bavaro, para sentirse como en casa con la calidez de su gente. Impactada con las sonrisas y los peinados. Todos son simpáticos. ¿Qué pedir? Empanadas de pescado con masa de yuca y mofongo -puré de plátano verde frito- de camarones con una Presidente, la cerveza de acá. O un jugo de chinola (maracuyá).

5) PUERTO PLATA: TERMINAR POR EL PRINCIPIO (LAS RUINAS EUROPEAS MÁS ANTIGUAS DE AMÉRICA, SIN CONTAR LAS VIKINGAS) / LA PLAYA CABARETÉ ES LA MECA DEL KITE SURF 

Cristóbal Colón sabía que había mucho que descubrir en la costa Atlántica de la isla, que vio desde su barco en 1492. Atraído por las nubes brillando sobre las montañas verdes y el mar azul, bautizó el área como Puerto Plata y se estableció con una comunidad mixta de españoles y taínos en la primera villa fundada por los europeos en el continente americano. Hoy estas ruinas forman parte del Parque Nacional Histórico y Arqueológico de La Isabela.

Es curioso que aquí mismo, donde empezó la colonización del Nuevo Mundo, también comenzó el turismo internacional en República Dominicana, que hacia los 70 se dio a conocer como un destino de playa con historia. Hoy Puerto Plata vive un revival que lo posiciona como meca de kitesurf. Aluciné en Playa Cabarete, el hub caribeño para windsurf y kitesurf que está entre las diez mejores playas del mundo para la práctica de estos deportes.

Además de su patrimonio arquitectónico, su extenso paisaje combina mar, picos, valles, ríos y manglares. Se puede escalar o toma el teleférico para llegar a la cima del monte, su jardín botánico, y una vista panorámica de los 100 kilómetros de playa y las comunidades agrícolas del interior. Pará en una finca cafetalera orgánica para aprender sobre el cultivo bajo sombra, la cosecha manual y el comercio justo antes de tomar tu próxima taza.

Fotos: Caro Cerimedo y gentileza Unplash – PH: Benjamín Voros, Jean Estrella, Juanca Paulino, Melisa Poponinic, Justin Aikin, Rachel Jarboe

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