Salir a los 30: cinco lugares que reúnen los requerimientos – «no, sí, pero no tan tan» – de los millennials de Buenos Aires

Una wish list gastronómica pensada para pasar el filtro de una generación que ya se puso exigente (los años no vienen solos)/Los condicionantes al salir a comer, a una generación donde la música “si, pero no tan fuerte”/Presupuesto que se ajusta: “me estiro pero no tanto”/Gourmet, pero: “que haya milanesa con papas fritas”/Propuestas novedosas desde Palermo hasta Paternal.

Y de noche, Cacho Rotisería esconde un bolichito con mucha onda (y música ochentosa y noventosa). 

Salir a los 30: cinco lugares que reúnen los requerimientos – «no, sí, pero no tan tan» – de los millennials de Buenos Aires. Por Salvador Morelli.

Salir a comer en Buenos Aires nunca fue tan fácil con tanta oferta y tanta comunicación. Todos tenemos esa ‘wish list gastronómica‘ en el celular, fresca y en constante actualización según lo que vemos en las redes sociales y las recomendaciones que recibimos. Hablar de lugares para ir comer, es parte de la conversación junto a qué serie estas viendo en Netflix.

Ahora bien, tenemos 30 (y pico), y ya no todo es lo mismo. Somos exigentes, los años no vienen solos, dirán. Aprendimos a comer y nos sentimos sibaritas, pero la milanesa también tiene que estar. Somos independientes, pero hay que pagar el alquiler y bueno, Argentina. Juntarnos a comer, tanto en pareja o amigos, es un encuentro y queremos que sea de calidad por ende queremos escucharnos, y que la comida y la charla sean protagonistas. 

Cinco restaurantes con diferentes propuestas, donde los treintañeros podemos sentirnos cómodos. Los «no, si, pero no tan tan», aquellos que deben cumplir con estas ambivalencias.

1) F5 Cantina: sabores con presencia en un bodegón renovado y ahora con espíritu joven y porteño / Julián Álvarez 878 – Villa Crespo.

Herederos sentimentales del mítico bodegón La Mamma Rosa, supieron reconvertir el espacio restaurando y conservando la imagen (y con ella, la identidad del barrio) del ex bodegón: mobiliario, fachada, instalaciones, vajilla etc. son parte del legado recibido para crear su propia personalidad. 

Romero Sieiro en un año hizo con F5 una esquina viva y amistosa que invita a los de treinta y tantos, a una moderna nostalgia del bodegón de barrio. Una carta sencilla que enaltece los sabores porteños y conocidos como: mejillones en escabeche, rabas, langostinos a la parrilla, buñuelos de espinaca, revuelto de gramajo o la gran milanesa de nalga a la napolitana y con algún que otro plato con el que será la primera vez: hamburguesa dry aged, los fiambres de nduja, crudo de cuadril, panceta madurada. Todos sabores con presencia.

Consiguieron así, un lugar joven, latiente,  con el que supieron hacer la conjunción de platos y sabores actualizados, pero a la vez respetar el paladar doméstico del porteño.

El local, además, conjuga por la mañana el trabajo de Francisco Seubert (quien acaba de representar al país en Madrid Fusión) con la 5ta sucursal de Atelier Fuerza con su versión de pastelería argentina, ofrece desayunos, almuerzos ligeros y café de especialidad de 9 a 18hs.

Y por las noches, desde las 20hs funciona F5, que muta en una cantina argentina con platos tradicionales, con materia prima de primera calidad.

Increíble fusión de dos proyectos independientes y excelentes, hacen que esa esquina de Villa Crespo, viva durante todo el día. Esto es lo que se llama resiliencia en tiempos de pandemia, de economías fluctuantes y contextos difíciles, para hacer más llevaderos los costos y la vida de un local.

2) Amores Tintos: una forma ligera de meterse en el mundo del vino, elegante pero relajado (público de after pero que trasciende hacia la noche) / Gorriti 4202 – Palermo Viejo

El vino es aquella bebida que empezamos a entender a partir de los 30. Tiene otra categoría, devuelve otra imagen y nos hace sentir que ya sabemos del buen vivir. Manipular una copa con pie nos da seguridad, nos refleja una imagen que nos hace sentir bien. Amores tintos nos simplifica, y de forma sencilla, nos inmersa (en ambos sentidos de la palabra) en el mundo del vino.

Una barra protagonista enmarca un enorme pizarrón que describe las cualidades de más de 20 opciones de vinos. Con la dinámica ya instaurada de las cervecerías, te invitan a probar antes de decidir qué tomar, te asesoran y te estimulan a descubrir el vino por copa. Dinámico, accesible, descontracturado. Todos somos iguales frente al vino.

Nos demostraron que saben implantarse con su nuevo local en la calle Soler 4202, y hacer uso de las esquinas más lindas de Buenos Aires. Caso es el de la calle Gorriti, primer local de Amores, allí donde inicia Pringles, con el adoquinado, la arquitectura clásica porteña enfrente y el uso de la vegetación que integra al espacio público hace que se disfrute aún más de la experiencia. Amores Tintos tiene horario y público de after, y trasciende más allá en la noche. 

Empanadas (grandes) de carne al malbec, el bife de chorizo, la ensalada de peras al malbec y queso brie, tablas de quesos, hamburguesa de cordero, realzan la carta y honran al vino con su compañía.  Además, están aquellos terrenales infaltables sabores que suelen ser para todos: papas fritas con huevo y panceta, chicken fingers, etc. Para cerrar y muy importante ofrecen agua filtrada, gratis, a demanda, como debe ser y sin sentir ese no se qué cuando uno lo pide en otros lugares.

3) Arrabal Cantina: fresca y actual, una cantina que rescata los sabores cotidianos / Santos Dumont 4056 – Chacarita

Más allá de estar por fuera del clásico barrio gastronómico de Palermo, esta cantina de arrabal no tiene nada y demuestra que con calidad, servicio y ambiente, no importa dónde estás ubicado. 

A cuadras del mítico Barrio Parque los Andes, hoy conjunto de viviendas en el que todos quisiéramos vivir, Arrabal Cantina, al igual que el conjunto, expone que todo vuelve, y mejorado. 

Con sabores conocidos, cuidados y con la contemporaneidad justa, tiene además una imagen joven y actual en los espacios, detalles y elementos pensados en cada terminación.  Murales coloridos, iluminación tenue, el mobiliario mixto entre el de moda junto con el creativo y pensado especialmente para el lugar. 

En Arrabal, nos sentimos cómodos es esa sinergia entre la ambientación, la música (ocupa el espacio justo en el ambiente), y comida que invita a quedarse. Coctelería de autor y clásica de la mano de Adriano Marcellino y Juan Pablo Reales, y varios estilos de cerveza artesanal redondean lo esperado de parte de los 30 y pico.

Platitos como: tortilla de papa, croquetas de entraña con bechamel, buñuelos de espinaca, o la sencillez de la ración del jamón serrano estacionado con queso estilo manchego invitan a recordar a nuestros abuelos, esa abundancia de sabor, de lo que es sencillo pero perfecto. 

Los platos también son los conocidos y amigables: milanesa de ojo de bife con papá fritas, langostinos al ajillo, ojo de bife con manteca de hierbas y papas parmentier, sorrentinos de espinaca rellenos con crema de verdeo, entre otras cosas, están a cargo de Eduardo Pérez.

Remata todo este encuentro de sabores, ambientación y cuidada modernidad: su patio. El patio tiene algo introspectivo, te envuelve junto con quien compartas la comida. Estás en casa.  

4) Las Divines – El atractivo del vino, desde un espacio lúdico y con noches de tarot / Aráoz 1392 – Palermo

Las Divines representa Buenos Aires, su historia, al barrio porteño y a esa montaña rusa del devenir del argentino. En la esquina de Aráoz y Gorriti, presente y pasado de conjugan de forma adrede, pero equilibrada. El local llama la atención por esa calidad de preservar las huellas del pasado, de respetar el paso del tiempo y las marcas que dejó. No sabemos si la ambientación es producto real de quienes ocuparon el espacio o es parte de una pensada escenografía, pero funciona a la perfección. Dentro de un ambiente despojado, y con carácter en cada uno de sus rincones, el vino es protagonista realzado con el fabuloso mural «Nacimiento de la Vid» de la artista Josefina Di Nucci. 

Con menos de un año de su apertura, Las Divines, junto con Envero (la vinoteca en la esquina), quiere hacer llegar la experiencia de tomar vino de una forma lúdica, trasmitir la bebida a través de un Club del Vino, catas dirigidas con el sommelier Juan Tula, música en vivo a cargo de los chicos de Cellofilia, noches de tarot de Edu Yattah y prometen próximamente noches de cine.

Poco a poco Las Divines, se va convirtiendo en un espacio cultural que hace metamorfosis constantemente, para exponer al vino y hacerlo más cercano y atractivo al público joven. 

Cuentan, además, con 14 etiquetas propias de vino orgánico y natural elaboradas por la Bodega Familia Cecchin en Maipú, Mendoza. 

Para acompañar al vino, ofrecen trilogía de hummus, tostón con pate de hongos, tafu macerado, tempura de vegetales, gnocchis tintos, entre otros, platos todos sumamente pensados para y con vino. 

5) Cacho Rotisería: un mostrador con sorpresas (como un bolichito muy pop y muy divertido detrás) / Thames 1627 – Palermo Viejo

Que un lugar hoy día tenga en su nombre la palabra Rotisería es una arriesgada condición que el bartender y emprendedor Sebastián Atienza aventuró y supo manejar a la perfección. 

Cacho rotisería, reúne todas las alegrías y recuerdos de nuestra adolescencia, de una forma nostálgica pero divertida. Esa mezcla entre kitsch y vintage de la ambientación del lugar, hace que la visita ya tenga razón de ser.

Junto con la Uat Bar, la sorpresa que hay por detrás, la famosa rotisería con vista a la calle, es una puesta en escena de aquellos años jóvenes para los que ya pasamos los 30 hace un tiempo.

Con la comida, la coctelería, la música y el ambiente, visitar este complejo gastronómico, tenemos asegurado aquí también, la sensación de sentirnos cómodos.

Lo que a la comida refiere, están los clásicos con un touch contemporáneo: tarta de lomito y queso, pascualina de espinaca y kale, tortilla de papa clásica (y rellena con la propuesta del día), empanadas de carne cortada a cuchillo, conservas y pickles, bombas de papa, buñuelos de kale, y todo rematado con los postres mas ricos que hemos comido toda la vida: almendrado, budín de pan, chocotorta. 

La Rotisería, la Uat y el remate de la terraza de Cacho, hacen de un solo lugar tres experiencias totalmente distintas pero con un mismo hilo conductor: honrar los 80 y los 90. 

La terraza no coincide con la fachada del lugar. Mientras en la calle se ofrece comida de rotisería casi que al paso, se atraviesa la Uat por una cortina plástica (aquellas tan características de una vida pasada), se llega a un mundo de luces, colores, música noventera, y mucho pop para luego subir a una terraza que vuelve a explotar con una barra protagonista, mobiliario vintage y mucha buena onda.

Somos aún jóvenes y tenemos algo de aguante pero ya no tanto: Cacho y Uat cierran a las 3 am, perfecto horario para levantarnos bien al día siguiente.

/// Foto destacada: gentileza Unsplash (PH Austin Distel) y gentileza de los locales mencionados.