Está tan buena Rosario y pasan tantas cosas que no ir es un absurdo, un error, una falta de criterio. Audaz, creativa, sofisticada, no para de reinventarse y es una ciudad que de provinciana tiene sólo lo bueno: un ritmo relajado, menos bocinazos, más limpieza y muchas más sonrisas por m2 que Buenos Aires. Porque es una ciudad que aspira a destacarse en todo, a estar a la vanguardia, a sorprender con propuestas interesantes y de primer nivel. Un sistema de bicis públicas similar al de París, una costanera sobre el majestuoso Paraná con bares y restaurantes con muchísima onda (logrados tanto desde el punto de visto estético como gastronómico), una arquitectura jugada y ambiciosa (como la del sorprendente Puerto Norte Hotel que fue construido en un silo reciclado), barrios en plena ebullición como Pichincha, bares que por su ambiente y nivel de coctelería no sólo no tienen nada que envidiarles a los de Capital sino que en algunos casos podrían mirarlos por encima del hombro, restaurantes que se están animando a plasmar ideas culinarias originales, un circuito artístico con museos que tienen algunas de las colecciones más completas del país y de las muestras más excepcionales , y transformaciones urbanas que le están cambiando la cara a la ciudad como el nuevo barrio de Puerto Norte que se perfila como el Puerto Madero del interior.
Rosario debería recuperar el mote de la Chicago Argentina, pero no por razones agrícolas o vinculadas a las leyendas del hampa, sino porque podría mirarse con derecho en el espejo actual de la «windy city» que es la ciudad de la que todos están hablando en Estados Unidos. Hay que, como mínimo, volver a hablar (bien) de Rosario. MALEVA la estuvo caminando (esta es una de las ciudades más caminables de Sudamérica) y recabando las coordenadas y situaciones imperdibles. Aquí van.
Inaugurado hace poco más de un año (en junio de 2015) este hotel es a la vez el mejor hotel hoy de Rosario y la nueva joya arquitectónica de la ciudad. Construido en (y sobre) un antiguo silo reciclado en el nuevo barrio ribereño de Puerto Norte (una zona que aspira a convertirse en la versión rosarina de Puerto Madero). El desafío de transformar el silo en un hotel cinco estrellas estuvo a cargo del estudio de arquitectura londinense GIAD UK, cuya titular es la arquitecta argentina Gabriela Iglesias. Tuvieron que ingeniárselas porque por razones de conservación patrimonial tenían la restricción de no poder perforar las paredes cilíndricas de hormigón. Por eso es que las 79 habitaciones se encuentran distribuidas en cuatro niveles de un sector vidriado construido encima del silo. Aunque tanto el lobby como el bar sí se encuentran dentro del viejo edificio portuario. Las habitaciones, el restaurante, el spa y el gimnasio tienen una vista sublime del Paraná, de las islas y del skyline de torres de la ciudad.
La vista más impactante, a 45 metros de altura, corresponde al spa «Nimbus» que cuenta con un rincón realmente cinematográfico que es una piscina climatizada en la terraza en la que el relax se combina con una secuencia panorámica gloriosa y la posibilidad de pedirse un trago en el solarium / roof bar. Una cascada cervical logra hacerte desaparecer cualquier contractura. La piscina climatizada indoor – equipada con hidrojets -, también es un oasis con una vista soñada del río y del puente Rosario Victoria. La experiencia del spa se completa con todo tipo de tratamientos: masaje descontracturante, aromaterapia, pulido corporal, reflexología, masaje a cuatro manos, y otros. Junto al spa hay una sala aeróbica que cuenta con las más modernas máquinas para correr. Hay cuatro categorías de habitaciones: las Paraná City (de uso single o doble), la Paraná Executive que es una opción aún más elegante (ideal para viajes de negocios), la Paraná Premium que tiene un estilo de diseño vanguardista, y por último la Suite Presidencial que tiene 75 m2 (living, hall de recepción, dos baños) y todo tipo de detalles (desde cortinados de géneros hindúes hasta tapizados de seda). Todas las habitaciones cuentan con escritorios de trabajo, unas vistas impactantes y un innovador sistema de Tv Hospitality.
Otro aspecto en el que este hotel también se destaca fuerte es en el gastronómico. El Amber Bar , decorado con obras lumínicas, tiene una barra en la que se ofrece coctelería internacional Por las noches hay happy hour y una carta de tapas. Por su parte, Fausta, el restaurante, está ubicado en el quinto piso del hotel y su apuesta a convertirse en el mejor restaurante de Rosario merece ser ampliada en un punto aparte. El desayuno buffet se sirve en Fausta y su pastelería (clap clap para sus pains de chocolat) es preparada en el momento. Deben estar haciendo las cosas bien en Puerto Norte Hotel porque acaban de ser galardonados con el Certificado de Excelencia 2016 de TripAdvisor.
«Nosotros no queremos copiar, queremos que Rosario tenga una propuesta de muy buena gastronomía con sus rasgos propios y hay un público que está abierto a recibirla», le explica a MALEVA, el chef al frente de Fausta, Juan Cimino (ex Sofitel Arroyo y Cardales). Fausta, ubicado en el quinto piso del hotel Puerto Norte, cautiva al instante por su vista del Río Paraná y de las luces de Rosario. Todas las mesas tienen un ángulo de vista perfecto. Su estética y decoración – entre chic, industrial y con aires neoyorkinos -, estuvo a cargo del mismo diseñador que ambientó Dandy en Buenos Aires, Santiago Jovenich. La carta tiene infuencias francesas e incluso de la cocina molecular, pero busca un arraigo con la identidad gastronómica de la zona en donde la pesca de río es protagonista. Uno de los platos más rosarinos es «Degustación del Paraná (surubí, pacú y boga).» Entre las entradas, apunten a su burrata con pesto de hierbas, tapenade, panceta crocante, y hojas de primavera, a su pulpo asado o a sus huevos 62 con crema de coco, mango asado y brioche dorado. El Garrón de Cordero, el magret de pato, los conchiglionis rellenos de salmón y los pescados son algunos de los principales que no fallan. De postre, la mousse de coco con cremoso de menta y maracuyá y perlas de mango fresco es pura alegría.
Matías Jurisich, cantinero apasionado, es el referente de la buena coctelería en la ciudad de Rosario y es el alma mater de este bar repleto de virtudes en una esquina del barrio de Pichincha. La carta de Chinchibira – con especial amor por el gin (¡tienen cuarenta y dos etiquetas, desde gins rumanos hasta canadienses!) es de las más completas y mejor pensadas del país. Los tragos se caracterizan por una presentación originalísima y poética: llegan en petacas escondidas en libros antiguos, otros en cafeteras de filtro, o en fuentes cubiertos por campanas de cristal. Todos impecablemente mixeados por bartenders vestidos con moño y tiradores. El negroni ahumado es la antesala del cielo para los amantes del negroni. Uno de los más queridos por Matías Jurisich es el «Nenas de Sandro» (Chivas Regal 12, Cestari, jugo de manzana, pimpollos de rosas y naranja desecada). «Acá queremos desarrollar una identidad propia», le dice Jurisich a MALEVA como una declaración de principios. En algunos de los tragos hay una investigación de la coctelería rosarina de la década del cincuenta y sesenta. Otro punto a favor de Chinchibira es que su ambiente – gracias a la música que acompaña -, es de celebración y no cae en esa atmósfera ceremonial y aburridona en la que han caído ciertos bares de coctelería de autor en Buenos Aires. Chinchibira se llamaba una vieja y dulzona gaseosa de la zona del litoral (una leyenda entrerriana asegura que la mismísima Coca Cola es una copia de la Chinchibira). En el techo del bar cuelgan quince mil botellas como curioso homenaje y excelente colchón acústico.
Este restaurante y bar ubicado junto al MACRO (Museo de arte contemporáneo de Rosario) tiene una terraza pegada al río Paraná que es una maravilla y una de las coordenadas preferidas de los rosarinos cuando quieren relajar o brindar con amigos a metros del agua. En julio terminó un proceso de renovación integral (desde el mobiliario hasta la carta) y adquirió una impronta más nocturna (lo que no quiere decir que no tengas que hacer cola si querés almorzar el sábado y domingo). Para almorzar, un hit es pedirse algún pescado de río. Cuando cae el sol: finger food, tragos de autor, cerveza tirada, y dj sets conforman la propuesta. Happy hours: al atardecer y a las once de la noche. Dato: en Davis también se puede desayunar.
Con sus silos de colores frente al río, el MACRO es uno de los nuevos íconos de Rosario. Diseñado por el arquitecto rosarino Ermete de Lorenz e inaugurado en 2004, alberga en sus salas más de 300 obras conformando una de las colecciones de arte contemporáneo más completas de Argentina. El edificio consta de 8 cilindros (en los que originalmente se almacenaban granos), diez pisos, una explanada y un túnel. A su fachada la pintan periódicamente distintos artistas que surgen de concursos nacionales. Hasta el 8 de septiembre, se exhibe la muestra «Enramada» de la artista rosarina Fabiana Imoli (una obra que tiene como objeto las formas del reino vegetal). Pero el plato fuerte del MACRO para la segunda mitad del 2016 es «Rapsodia Inconclusa», la muestra de Nicola Costantino (también rosarina) sobre Eva Perón que representó a la Argentina en la 55 Bienal de Venecia. Curada por Fernando Farina, se puede visitar hasta el 13 de noviembre todos los días de 14 a 20 hs.
Ubicado en plena barranca del Paraná, prácticamente sobre el agua, los Jardines es uno de los restaurantes más lindos (y con ubicación más increíble) de la costanera rosarina. Con una decoración vintage con toques arty (antiguos ladrillos a la vista, sillas de colores, lámparas de mimbre, reposeras tipo Acapulco, puertas de anticuario restauradas), se enorgullecen de sus pescados de río a la parrilla. También tienen carnes y pastas y platos más elaborados tales como el salmón grillado con hongos frescos o el curry rojo de abadejo y langostinos. Asimismo se lucen sus muy buenas picadas (la «coral» está dedicada a los sabores de mar, desde rabas hasta empanadas de pescado). De noche Los Jardines no se apaga, sino todo lo contrario: empiezan los DJ sets y los brindis con tragos de autor.
Inaugurado en 2008, este restaurante que funciona en una casa del siglo XIX y que en algún tiempo lejano fue una pulpería, es una de las coordenadas que aclaman los foodies rosarinos. Carlos Avalle, chef rosarino y fundador del restaurante, propone platos que van desde la tradicional parrilla argentina hasta otros estacionales. Todos preparados con mucho expertise y delicadeza. El Pacú a la parrilla con salsa criolla, el curry de cordero con yogurt a la menta y el filet de dorado son algunos de sus principales más emblemáticos. También es imprescindible probar sus ravioles de pacú. Y su pulpo también es óptimo.
El boom de las hamburguesas gourmet también tiene su representante en Rosario.
ADAM & CO está en el efervescente barrio de Pichincha. Abrió hace menos de un año y ya es todo un hit boca a boca por sus enormes hamburguesas de carne vacuna, cordero, pollo y sus versiones para veggies. La Augusto (que viene con hongos grillados, queso cartirolo, tomates secos en malbec), y la Marcelo (con queso Brie) son dos de las mejores opciones. También tienen variedades étnicas, por ejemplo una hamburguesa «mex» que viene con jalapeños y palta. En Junio ofrecieron una versión de hamburguesa premium con carne de kobe que la rompió. Los combos incluyen gaseosa, o cerveza, o vino y hasta champagne.
Con 18 estaciones ubicadas en lugares estratégicos de la ciudad, el nuevo sistema de bicing de Rosario «llamado Mi Bici, tu Bici» convirtió a la ciudad en un territorio ideal para moverse pedaleando. Hay planes de uso diario, mensuales y semanales. Para empezar a usar las bicis, se requiere una inscripción previa con DNI o pasaporte.