Dicen que los sabores del vino se potencian según el momento del día, la compañía y el entorno. Y en las vinotecas sucede lo mismo. Aunque muchas veces los clientes entran y salen rápidamente con la botella bajo el brazo, otros buscan verdaderas experiencias, se dejan llevar por la recomendación del sommelier o se sientan ahí mismo para disfrutar de una copa. Con esto en la mira, muchas vinotecas deciden agregar un plus a su servicio para que los bebedores no sólo compren sino que también puedan hacer una pausa en un entorno diferente: desde mesas para compartir para que las charlas fluyan naturalmente, catas en jardines, bajo la brisa de un árbol o en mesitas en la vereda. Para que sepas cuáles son las vinotecas al aire libre a las que deberías ir este verano, armamos un recorrido por los mejores locales de la Ciudad.
Cuesta creer que en Palermo pueda existir un lugar silencioso, pero en La Malbequería, una de las más recientes aperturas, lo lograron. Este nuevo local está dando que hablar no sólo por su osada propuesta dedicada al Malbec sino también por la belleza de su ubicación.
El local funciona en una casa chorizo reciclada a nuevo y es tanto un almacén de vinos, como bar y restaurante. Tiene varios salones, un balcón, una mesa comunitaria enorme para degustaciones y un jardín soñado con enredaderas y plantas flotantes.
Como su nombre lo indica, la cepa estrella del lugar es el Malbec: cuentan con 250 etiquetas de todo el país que se pueden disfrutar durante la comida a precio de vinoteca, por copa o para llevar. Pero si no sos fanático del tinto, también tienen tragos, algunas opciones de vinos blancos y espumantes. La encargada de asesorar es la sommelier Sabrina Rummi.
Llevado adelante por Juan Argerich, enólogo e ingeniero agrónomo, el lugar es una especie de extensión del restaurante Lo de Jesús, propietarios del lugar. Así que, a la hora de comer, la cocina de La Malbequería está a cargo de Martín Carrera (chef de Lo de Jesús) y el eje de la carta es la carne.
Este nuevo espacio es el sueño cumplido del sommelier Juan Casarsa, quien tras varios años de servicio en restaurantes como Sucre y Casa Cruz, finalmente montó su propia vinoteca. Ubicado a unos metros de la Plaza San Martín, el local abrió hace unas semanas y cuenta con una fachada prolija pero llamativa.
¿Por qué lo incluimos en esta lista? Es que Winemakers está ubicado en la exclusiva torre Bellini Esmeralda, una cuadra que la rompe: con toda la onda del cartel luminoso de Winemakers de fondo, los clientes pueden pasar en busca de una copa de vino y hacer una pausa en la tarde porteña en las mesas de la vereda. Dentro, una mesa larga destinada para catas semanales y encuentros privados.
Actualmente el local cuenta con alrededor de 320 etiquetas de todo el país, desde cepas tradicionales hasta otras menos conocidas. De esa oferta, unas 10 botellas se destinan para vender por copa (entre tintos, blancos, rosados y espumantes) que van variando cada día.
Según afirma Casarsa, Winemakers nació para homenajear a los grandes hacedores del vino argentino y compartir sus historias. Es por eso que acá el varietal y la bodega pasan a segundo plano: las etiquetas están organizadas por hacedor. Ordenadas en un gran fichero plateado, el cliente se puede encontrar con las biografías de figuras del vino como o Sebastián Zuccardi, Alejandro Sejanovich, Matías Michelini o Alejandro Vigil.
Facón es otra de las grandes aperturas que nos dejó el 2016 y está ubicado sobre una típica casa chorizo palermitana. Mientras que al frente de esta especie de “pulpería” chic se exhiben más de 100 etiquetas, detrás se esconde un patio con una mesa enorme en la que se realizan las catas y encuentros semanales con diferentes sommeliers y hacedores de vinos.
La carta de vinos (que fue elaborada por la sommelier Sandra Castillo) es muy variada y a precios accesibles: hay etiquetas de todo el país, algunas más conocidas y otras boutique para dejarse sorprender. Si bien se puede comprar para llevar, también se puede disfrutar en el salón por botella, por copa (tienen muchas opciones) o por “garrafa” (media botella).
Una buena opción es dejarse llevar por la sugerencia de la semana de Nicolás Solohaga, el sommelier a cargo, e ir directo al menú degustación de vinos que incluye maridaje de quesos y tres copas recomendadas: se puede elegir por Regiones (Salta, Mendoza, Patagonia) o por Varietales Clásicos.
Además de ser una vinoteca, Facón es una vidriera para los artesanos y diseñadores argentinos. Así es como mientras elegimos el vino para la noche, también podemos conocer (y comprar, claro) objetos 100% nacionales. Una experiencia completa en el medio de Palermo.
A pocas cuadras de Plaza Serrano, en lo que antes era una antigua casona de los años ’50, se encuentra esta vinoteca que, ya desde la fachada, llama la atención de los transeúntes: un enorme local con aires de galpón y chapas intervenidas. Dentro, una cálida ambientación donde todo está revestido en madera de roble francés.
Si bien este emprendimiento tiene larga data, desde hace cinco meses está a cargo de Daniel Romero, un joven apasionado del vino que decidió renovarlo y apostar a un proyecto que incluye tanto vinos de alta gama como algunas joyas que no se encuentran en otros lugares.
Además de mesas en la vereda, este Mercado cuenta con un espacio al aire libre así como una parrilla destinada a eventos privados en la que los clientes pueden preparar su propio asado o dejar que el parrillero de la casa haga el trabajo. Semanalmente se realizan distintos tipos de actividades como degustaciones de vinos (grupales o privadas), que se suele maridar con diferentes cortes de carne.
Instalada en una casona de principios del siglo pasado, esta vinoteca familiar es un clásico del barrio de Devoto que ya cuenta con 20 años de trayectoria y un sinfín de catas a cuestas.
En sus más de 400 metros cuadrados dedicados al vino, los clientes se pueden encontrar con casi 1500 etiquetas de bodegas boutique y vinos de garage pero, sobre todo, con una atención cálida y personalizada.
Además del patio cubierto, durante el verano la “vedette” del lugar es el extenso jardín con árboles frutales, plantas y flores. Con este colorido entorno, ahí es donde se realizan todo tipo de eventos y encuentros semanales que tienen al vino como excusa. “Nuestro jardín fue diseñado como una herramienta para la catación e interpretación del vino, pero también como un espacio de relajación y contacto con la naturaleza”, afirman desde la vinoteca.
Si bien no se trata estrictamente de una vinoteca, el jardín de Uco, el restaurante del Fierro Hotel, tenía que figurar en esta lista. Sillones blancos, mesas sobrias, palmeras y plantas de todo tipo, lo convierten en un jardín oculto imperdible.
Y si nos enfocamos en la carta de vinos, se trata de una de las más completas de la Ciudad: cuidadosamente seleccionada por Andrés Rosberg, ex presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers, tiene más de 30 páginas e incluye unas 350 etiquetas de vinos de todos los rincones del país.
El dato: durante las tardes tienen happy hour en copas de vino. En la carta que va cambiando continuamente, ofrecen unas 14 alternativas (que abarca todas las cepas clásicas así como perlitas) para alzar las copas en el jardín, rodeados de naturaleza.
Fotos: gentileza vinotecas mencionadas.