Platazos: una selección caprichosa de restaurantes (interesantes y no bodegones) donde reina la abundancia si te hartaste de los «platitos»

Todo bien con «las pequeñas raciones» tan de moda, pero a veces el cuerpo y el alma piden algo más grandilocuente/Desde una cantina plant based hasta un nuevo peruano del Abasto que es una fiesta.

Como en Seúl: uno de los platos de pollo frito coreano de Kikiriki. 

Platazos: una selección caprichosa de restaurantes (interesantes y no bodegones) donde reina la abundancia si te hartaste de los «platitos». Por María Paz Moltedo.

Todo bien con los platitos, pero a veces, el cuerpo y el alma piden un platazo. Si bien cada vez más son los lugares que se suben a la ola de ofrecerte pequeñas raciones, y tiene su magia y encanto, en MALEVA salimos a buscar un poco algunas propuestas abundantes que no son el clásico bodegón. Si lo que buscás es una cantina clásica de hace mil años, no es acá. Nos fascinan esas islas que se sostienen en el tiempo y mantienen la esencia intacta, pero quisimos encontrar restaurantes que, o están desde hace años pero se reinventaron, o abrieron recientemente, y le dan un poco la espalda a la tendencia, a partir de platos más grandilocuentes. Esta es la lista que caprichosamente armamos para aquellos que busquen una opción suculenta, que al mismo tiempo tenga una vuelta novedosa e interesante. 

1) Tori Chipchi: el nuevo peruano del Abasto, obsesionado con el pollo a la leña / Corrientes 3158 – Abasto.

Raúl Zorrilla Porta se impuso en la zona de restaurantes peruanos por excelencia con una vuelta diferente al clásico menú; fue por la joya de su país natal: el pollo sobre brasas de madera de quebracho colorado y carbón. Su secreto: marinarlo con una mezcla de 27 especias, seleccionadas y estudiadas por él. De sus grandes hornos salen platazos, todos para compartir: pollo a la brasa con una exagerada porción de papas fritas, ensalada verde cortada al estilo japonés, y salsas artesanales a base de ají amarillo, rocoto y huacatay. Podés elegir la versión broaster o el estilo Bucket. Además tienen anticuchos de corazón, bife de chorizo o pollo con papas doradas. Una fiesta peruana para celebrar entre varios y brindar con la coctelería de Marco García Córtez. 

2) Lado V: hamburguesas colosales a base de plantas y mucho pop / Honduras 4969 – Palermo Viejo.

Es el primer Street food 100% plant based de Buenos Aires, y adentro del lugar, cada vez que vayas vas a sentirte en un videoclip de VH1: los jueves DJ Fratan y sus secuaces pinchan hits de los 80’s, 90´s y 00’s; una patinadora baila y patina al ritmo de la música, hay una bañera llena de pelotitas de colores en donde todos se hacen selfies, y más. Pero lo más sorprendente es lo abundantes que son sus opciones: snacks, tacos veganos, not burguers, sándwiches de “casi pollo frito” y pizzas napoletanas. La hamburguesa gluten free, es la más novedosa: elaborada a base de proteína de arvejas y remolacha, servida entre panes rosas sin tacc, con queso vegano, kétchup casero de hongos, cebolla, tomate y lechuga. También sus tacos de proteína vegetal estofada con frijoles, guacamole, brunoise y cilantro. 

3) Broccolino Ristorante: un italiano histórico que siempre busca dar un altra volta / Esmeralda 776 – Microcentro.

Vivieron la época más explosiva del bajo porteño, que en el último tiempo volvió a renovarse con lugares y propuestas diferentes. Este invicto que abrió en 1985, es un clásico vigente, porque va gente de todas las edades, muchos turistas y tal vez eso hace que hoy, hagan platos nuevos cada tanto; además de la pasión y el empuje que su fundadora, Luciana Ballabeni, le transmitió a su hijo Alejandro, hoy actual dueño. En su salón podés encontrarte con la historia viva: fotos blanco y negro y color que cuentan todo lo que pasó en imágenes en todos estos años. Sus platos son abundantes a un nivel que celebra la dolce vita en todo su esplendor. Sus hits: la cebolla Broccolino -es una entrada, pero gigante -, los calamaretti, la berenjena a la parmesana y los tagliatelle profumo di mare. No probar su postre Pecatto di cardinale, es un real pecado.  

4) Amador Cantina: abundancia a base de plantas / Cabrera 5995 – Palermo Viejo.

Pensaron el nombre, como una forma de hacer alusión a “quien ama como condición de viviente”. En sus platos puede verse el amor por la simpleza y lo abundante, y lo más novedoso, todo en la carta es plant based. Sus dueñas – creadoras también de Koko Bao Bar -,aclaran: “queríamos hacer un restaurante a base de plantas, para gente que no basa su comida en plantas”. Por eso quisieron reinventar un poco el concepto de platos de cantina o bodegón, reversionados en clave vegana. En este galpón lleno de plantas nativas – también comestibles-, de la región pampeana, podés encontrar platazos como el arroz negro con bagna cauda de miso y nueces con chauchas salteadas, o la berenjena frita con passata de tomates, aceitunas negras, alcaparras y perfume de cítricos. Su carta de vinos está pensada de manera federal, de norte a sur del país. 

5) Rufino: platos sensuales y brasas en un restaurante «speakeasy» escondido en el rincón más elegante de la Ciudad / Prueben su costillar de un kilo / Av. Quintana 465 – Hotel Mío – Recoleta.


A mediados de 2022 Rufino abrió en el subsuelo de este hotel de Recoleta con una propuesta que busca evocar la gastronomía argentina más antigua, y homenajea al pueblo de Rufino, Santa Fe, y todas sus historias. Lo novedoso, es que a pesar de esa pasión por la antigüedad, también tienen una obsesión por aportar un nuevo detalle, un nuevo sabor, o un nuevo aroma o color a las recetas más añejas. Y de esa búsqueda sale como resultado la elegancia y la sensualidad de todos sus platos, creados por Leo Lanussol y Ariel Argomaniz. Tres para compartir son: el ojo de bife de 750 gramos a la parrilla con manteca de chimi y ajo, el costillar del centro de un kilo, cocido a baja temperatura durante seis horas y el pechito de cerdo de 1 kilo con salsa criolla, puré de manzanas verdes y un relish casero de higo. También le dan protagonismo a las verduras, con opciones como el coliflor asado con yogurt, hierbas y alcaparras. Sus vinos están ordenados por intensidad y van por diferentes regiones y terruños del país. 

6) Piegari: tradición glam y abundancia (algunos de sus postres son opulentos) / Posadas 1042 – Recoleta.

Este ícono de la gastronomía argentina, del glam y la abundancia de los ’90 se mantiene fiel a su estilo (su decoración y sus mozos de antaño), pero se reinventa a sí mismo constantemente a través de sus platos y su expansión. Hoy también están presentes en Miami, Santiago y Santa Cruz de la Sierra. Si bien están hace 28 años, puede verse cómo buscan sumarse a nuevas tendencias, pero sin dejar de ofrecer platazos, que sus maîtres trajeados ofrecen con orgullo y devoción. En Piegari Ristorante podés deleitarte con risottos, frutos de mar, antipastis y postres rebosantes de opulencia, incluso podés llevarte pasta cruda para cocinar en tu casa; y en Piegari Carnes, bajo la Recova de Posadas, te vas a encontrar con elegantes y selectos cortes a las brasas.

7) Kikiriki: pollo frito al estilo coreano (un elixir) / Terrero 1525 – Caballito.

Pedro Rim y Claudia Kang son marido y mujer, y al mismo tiempo dueños de este restaurante coreano familiar de pollo frito fusión que abrió en 2021, en ese gris entre Caballito y Paternal. Alguien más que KFC tenía que homenajear al pollo frito, y ellos lograron reivindicarlo y llevarlo a un nivel más alto. Pedro y Claudia hicieron cursos de gastronomía varios (sushi, parrilla y nutrición entre otros) y se animaron a darle al barrio la oportunidad de comer este elixir que en Corea encontrás en cada esquina, pero en Buenos Aires no abunda. En sus tablones se sientan grupos grandes a deleitarse y mancharse los dedos de placer con combos como el King Festival: cuatro estilos de pollo frito (pueden ser crispy, negrito, rojito, nevado, dragón u original), papas waffle (papas con forma de waffle), seis acompañamientos (pueden ser desde pickes de jalapeños hasta baked beans o arroz cajún de Nueva Orleans) y dos salsas (la kikiriki o la picadulce). 

8) Confitería Las Violetas: delicias llenas de amor en un exponente vivo de la Belle Époque porteña / Rivadavia 3899 – Almagro.

En 1884, entre carretas y tranvías, abrió este salón con sus arañas doradas, mármoles italianos y vitrales franceses. Desde ese día no paró de circular gente, ni pararon las tertulias y celebraciones alrededor de mesas pomposas de manjares. Desde Roberto Arlt hasta La Chica del Brunch: todos fueron, son y serán bienvenidos en este lugar que hace oda a los placeres y fue premiado como Mejor Café Notable. Renuevan la cocina y las ideas de la carta constantemente, para seguir vigentes y proponer nuevos sabores. En el restaurante podés comer carnes y pastas, pero lo más interesante, es ir a tomar el té una tarde para sentir que es el mismo que podría hacerte tu abuela: con miles de opciones y delicias para llenarte de amor: cataratas de sándwiches de miga, medialunas, huevos revueltos, pastelería, clásicos como su postre Leguizamo (vigente desde 1931 en honor al Jockey Irineo Leguizamo), y nuevos como la cheesecake de Oreo.  

9) Fuegos, de Locos x El Asado: el restaurante del Laucha Luchetti y platos para comer de a tres / Primera Junta 999 – San Isidro.

Los seguidores y fieles de Luciano Luchetti, alma mater y protagonista de Locos x el Asado, merecían probar sus fuegos, y no solo aprender de lo que hace. Por eso abrió esta parrilla con un menú tradicional, pero ambientada como un restaurante más vanguardista. Una buena barra, iluminación que te invita a quedarte un buen rato, y mesas grandes, en donde se juntan familias y grupos de amigos, para compartir platazos como el matambre de cerdo de 700 gramos a la pizza, el vacío, el costillar, la milanesa, con la que se alimentan felizmente tres personas. Su idea es que vaya un grupo grande a comer y pase por casi todo el menú. También tienen opciones veggie como ensaladas bien power. 

10) Sarkis: la única fila que tiene sentido aguantar (por la magia de sus platazos armenios) / Ahora sumaron veganos y sin tacc / Thames 1101 – Villa Crespo.

El éxito armenio familiar de los Kabatián, ese que es sin reserva y hace que la gente entienda y acepte que va a tener que esperar tal vez una hora para entrar, pero se va a ir rebosante de felicidad al salir, merece una mención; porque más allá de que su carta es bien tradicional, y no debería cambiar por nada del mundo, también sumó opción veganas y sin tacc. Qué decir de la magia de sus platazos, desde el keppe hasta el Mante, y de sus postres, como la copa Sarkis, que directamente es una montaña de goce. Todo lo preparan en el momento, por eso merecen un aplauso y se agradece la espera. 

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Fotos: son todas gentileza de los locales mencionados.