Para comerse Pinamar: seis propuestas gastro (restaurantes, cafés y novedades) que confirman su salto gourmet

Pastel de ciervo frente al mar, ostras a lo Liporace, vienoisserie con bases europeas y pastrón casero en una histórica hostería/ Esta temporada, Pinamar escala con propuestas gastronómicas innovadoras y reversionadas/Seis imperdibles para coronar las vacaciones con sabores únicos/Además: ¿cómo es el trago que le dedicó Tato Giovannoni a su ciudad esta temporada?

Oxalis: en una antigua casona cerca del mar, se luce de día con su propuesta de pastelería artesanal y platos con «los mejores productos». 

Para comerse Pinamar: seis propuestas gastro (restaurantes, cafés y novedades) que confirman su salto gourmet. Por Paula Bandera para MALEVA desde Pinamar.

Con una escena gastronómica tan vibrante en Capital, la playa verde pinamarense no quería dejar sabor a poco. Por eso, esta temporada, en línea con la anteriores, pero como fenómeno que se consolida, Pinamar ofrece una serie de propuestas gastro alternativas (y superiores) a los clásicos – churros, rabas y milanesas -, para cerrar con moño las vacaciones de los paladares más exigentes.

«Si de infusiones se trata, la playa impone mate, pero al alejarse un poco de la arena, el café de especialidad se convierte en una opción imbatible. Se trata de una posibilidad reciente, tanto que antes de la pandemia no existían cafeterías del estilo en esta ciudad y ahora hay cuatro, una de ellas es Time Coffee…»

Hoy, en la ciudad costera, se puede saborear un pastel de ciervo en livings sobre la arena, coronar un recorrido de arte con un brunch plant based, o disfrutar de un sándwich de pastrón casero en una hostería pintoresca de 1947. Con mirada malevense, salimos en busca de nuevas ofertas para quienes la gastronomía es parte esencial de unas buenas vacaciones. Acá, un listado de 6 restaurantes y cafés para comerse Pinamar.

1) Casa Oxalis: un cocinero con mundo y su apuesta por Pinamar / El boca a boca hizo lo suyo con una pastelería que apunta a la excelencia (y la pesca es pesca del mar pinamarense) / De Las Burriquetas 248.

Fernando Lo Coco era un cocinero del mundo, trabajó en varias ciudades de Europa y Estados Unidos, hasta que llegó la pandemia y sembró dudas donde antes había certezas.
La emergencia sanitaria lo encontró solo en una cocina del Caribe, su compañera de vida había viajado a Pinamar para visitar a la familia. Sin fuegos por encender y con la perspectiva que da la distancia, Fernando decidió hacer una pausa en su carrera internacional y volver a sus pagos.

Su hermano le propuso afincarse en Pinamar y abrir su propio restaurante, aceptó la propuesta y viajó en cuanto pudo, en octubre de 2020. Eligieron una antigua casona en la esquina de De las Burriquetas y Las Acacias, a pocas cuadras del mar.

Lo Coco pensaba ir despacio, mantener la segunda, por eso arrancó con el mostrador que está en la parte delantera del local. El foco estaba en los panificados de masa madre, la patisserie y los productos de viennoiserie – desde un croissant hasta una argentinísima tortita negra -, también había tartas, sándwiches y otras comidas aptas para llevar. Pero el boca a boca hizo lo suyo y tuvo que apretar el acelerador.

Casa Oxalis rinde tributo a su nombre ya desde su ambientación, la cocina está a la vista y detrás de ella se divisa la sala frigorífica, con paredes blancas y una obra de arte que marca el centro de la escena. Techo de madera, paredes de color azul profundo y ventanas que dejan ver las calles de arena terminan de conformar un ambiente acogedor, en el que dan ganas de pasar horas.

Aquí no hay carta, se cocina lo que el límite de la humanidad permite y con los mejores productos disponibles. El foco en lo artesanal va más allá de las masas, también trabajan con Junior, un pescador que cada madrugada sale al mar y trae lo necesario para el día. Cuando el oleaje está bravo, el barco de Junior se queda en la costa y en Casa Oxalis no hay pesca.

La búsqueda de excelencia guía cada producto que ofrecen. Las tortitas negras vuelan la cabeza, para hacerlas combinan diferentes tipos de azúcar y harinas. Los finnanciers y las trufas también se llevan todos los aplausos.

A la hora de las bebidas sí hay carta. En ella se destacan los tés, todos de hebras y ofrecen diferentes combinaciones, incluso un té en capullo que se abre al echar agua caliente. Para almorzar, sándwiches, tartas, proteínas con diferentes acompañamientos; comida simple y sabrosa. Entre los próximos planes figura el de abrir algunas noches, con una propuesta estilo fine dining.

2) Time Coffee: café de especialidad (de los pocos en la Costa) y cosas ricas pensadas para no defraudar. / Jasón 350 – Galería Marvento – Local 46.

la tercera ola, el café de especialidad llegó a Pinamar: Time Coffee, y un nuevo sabor bien pensado para acompañar las medialunas de la tarde.

Si de infusiones se trata, la playa impone mate, pero al alejarse un poco de la arena, el café de especialidad se convierte en una opción imbatible. Se trata de una posibilidad reciente, tanto que antes de la pandemia no existían cafeterías del estilo en esta ciudad y ahora hay cuatro, una de ellas es Time Coffee.

El local se encuentra dentro de una galería descubierta, en un primer piso, tiene una barra, algunas mesitas y también espacio afuera. Se percibe la atención al detalle, hasta pensaron en un punto instagrameable: una taza de neón blanca sobre una pared negra. “Quería abrir una cafetería de especialidad y tardé dos meses en encontrar local, un día de marzo de 2022 estaba caminando por la galería, lo vi y dije quiero que sea acá, lo alquilamos junto a Marcela, mi socia, y lo ambientamos para abrir en julio del mismo año”, cuenta Josefina Esposito, hacedora de este lugar.

Trabajan con granos de Puerto Blest que rotan según la disponibilidad. Por el momento no tienen filtrados, solo espressos, ofrecen leches alternativas, y se distinguen por la variedad de cafés fríos, ideales para maridar con el calor veraniego. 

Si bien no cuentan con pastelería de elaboración propia, ya que el espacio es reducido, pusieron mucha atención en la búsqueda de proveedores, tal es así que compran los alfajores en un lado, las croissants en otro y así con cada producto. “Fuimos a buscar el alfajor que más nos gustara, el budín que más nos gustara, con todo hicimos lo mismo; fuimos probando distintos proveedores siempre de la zona hasta dar con los indicados”, explica Josefina. 

Los budines son de harina integral con azúcar mascabo, bien húmedos y vienen en dos variantes: frutos secos y banana con chips. Los panes los elabora un experto en el tema. El clásico combo de café con tostadas, que poco se ve en las cafeterías de especialidad, aquí es posible y viene con upgrade: una mermelada especial que traen de Tandil, ciudad donde nació Josefina. Tampoco faltan los tostados y su versión vegetariana, con mozzarella, pesto de albahaca y nueces.

3) La Vieja Hostería: cocina slow para pocas mesas en una atmósfera de paz y buen gusto / Sorprenden las carnes de caza / Del Tuyú 169.

La primera hostería de Pinamar se construyó en 1947 y todavía sigue en funcionamiento. Queda en una calle medio escondida, donde se escucha el canto de los pájaros, pese a que está a dos cuadras de la Avenida Bunge. Una vez adentro, la paz continúa, el restaurante tiene pocas mesas y su propuesta gastronómica también podría catalogarse como slow: cocinan con cultivos de su huerta orgánica, todas las masas las elaboran de forma artesanal y hasta hacen sus propios fiambres, como pastrón, bondiola, chorizos, etc. “Intentamos que la gente esté relajada y disfrute, que escape de la vorágine de la temporada”, detalla el chef, Manuel Grinberg.

La premisa que rige su cocina es darle protagonismo al producto, “trabajamos con materia prima de calidad y la tratamos con respeto y simpleza. Me gustan los productos poco intervenidos y frescos e intentamos usar algunos que están un poco olvidados, como el seso, el jabalí y el ciervo”, le cuenta Manuel a MALEVA. Ver ese tipo de carnes en la carta puede resultar desconcertante para algunos, pero lo cierto es que la identidad local trasciende la pesca. En los alrededores, como por ejemplo General Madariaga, que queda a 27 kilómetros, hay cotos de caza habilitados.

Los hits del público son la lasaña de jabalí, que se hace en el horno de barro, y el sándwich de pastrón, con pastrón casero ahumado y coronado por dos rodajas de pletzalej amasado por ellos en el día. La pesca también se consagró como plato favorito; en general, en el mar de la zona se consigue chernia, pez limón, corvina y salmón blanco. 

La carta de tés lleva la firma de la reconocida Inés Bertón y hasta se luce un blend propio (té negro de Sri Lanka, vainilla de Madagascar, cacao, lavadas del sur de Francia y rosas). El servicio completo incluye desde sándwiches de gravlax y bondiola hasta scons y tortas.
Vale la pena aprovechar la visita al restaurante para tomarse unos minutos extras y sumergirse en el pasado recorriendo la casona, ya que la hostería conserva su arquitectura original.

4) El arte de cocinar: Pionera, galería de arte y cocina plant based / Atentos a sus bagels y cafecito «cold brew» / De la Sirena 48.

Pionera tiene todo para convertirse en uno de los “place to be” de esta temporada. Esta galería de arte cuenta ahora con un espacio gastronómico donde reina la cocina plant based centrada en ingredientes locales, como los hongos y las flores silvestres.

Los chefs Sofía Benetti y Facundo González diseñaron un menú que abarca del desayuno a la cena. Hay bagels en 6 variedades, desde uno con crema de maní y mermelada hasta la famosa combinación con palta y huevo revuelto.

No faltan los clásicos de la pastelería judía y los panificados con masa madre. Los amantes del café también tienen cita obligada porque ofrecen café de filtro y cold brew, con leche vegetal y una particular versión con licor Amarula. Para seguir con las bebidas, jugos naturales, aguas saborizadas y una nutrida carta de coctelería completan la oferta.

5) Rada Beach: a comer en la playa para curarte el alma, buena gastronomía con una vista de lujo (y este verano, la visita de chefs célebres como Lelé Cristobal) / Avenida del Mar y Odisea – Pinamar Norte.

Con el marco del mar todo es más rico, pero lo cierto es que Rada Beach, el restaurante que comanda el chef Pedro Demuru en Pinamar, no necesita de esa ayuda para brillar. Abierto todo el día, trabajan con cuatro cartas según el horario: mañana, almuerzo, snacks y noche. Además, tienen otra propuesta extra para brindar servicio en las carpas del balneario.

Como buen parador de playa, aquí no faltan los langostinos apanados, los calamares fritos, las rabas, las hamburguesas y otros clásicos del repertorio playero. Demuru hace una cocina “de autor”, como él la llama, pero no se le caen los anillos y ofrece esos infaltables que les gustan a todos, como milanesas de carne, de pollo, a la napolitana, etc. Es que un buen cocinero se luce con cualquier preparación.

Una de las insignias de la casa es el pastel de ciervo, un plato que, en general, no se ve en un restaurante de playa. Pero para Demuru, hablar de una gastronomía playera es relativo, por eso se anima a platos de corte más invernal, como el osobuco y el ciervo. “Al tener una carta de autor uno busca diferentes propuestas, entonces quise poner una carne distinta, hice este pastel y pegó tanto que se transformó en uno de esos clásicos que después no podés cambiar”, cuenta.

Claro que reconoce que al mediodía el consumo es más rápido, por eso tiene en carta platos ligeros con una impronta renovada. “Hay que educar a la gente para que sepa que se puede comer liviano, pero con sabores más gourmet, como un queso brie con chutney de durazno”, explica. Si se trata de comer liviano y con una vuelta de tuerca a la hora de combinar sabores y texturas, gana el coliflor en cocción lenta, con curry de pimientos y crocante de almendras. O los adictivos buñuelos de espinaca y kale.

Esta temporada inauguraron un nuevo espacio, unos livings sobre la arena para disfrutar del menú en un contexto más relajado todavía. Además, habrá visitas de chefs amigos para cocinar a cuatro manos; el primero en pisar la arena será Lelé Cristobal. Para beber, la coctelería lleva la delantera, con variedad de clásicos y tragos simples. 


6) Molusca: el mar según Dante Liporace / Este año, además: noches de ostras / En el elegante (y legendario) Hotel Playas / Bunge 250.

Pescados y mariscos a pasos del mar: Molsuca, de Dante Liporace, en el Playas Hotel.

Dante Liporace no necesita de presentación, su restaurant Molusca tampoco, se convirtió en el referente porteño cuando se trata de platos de mar. Esta temporada vuelve a montar la versión itinerante de su restaurante en Playas Hotel.

“El año pasado tuvimos la primera experiencia y había mucha gente que no nos conocía porque nunca había ido al restaurante de Palermo, así y todo fue un éxito, muchos comensales venían 2 o 3 veces por semana”, cuenta el reconocido chef Dante Liporace. La cercanía al mar trae beneficios, como permitir más flexibilidad y variedad de opciones cuando se trata de trabajar con la pesca del día. Por ese mismo motivo pueden ofrecer especiales fuera de carta, algo valorado por los habitués. 

Molusca debe parte de su fama a las ostras, ya que el local palermitano cuenta con una pileta que recrea el hábitat natural en el que viven estos moluscos. Más allá de que muchos comensales piden ver de qué se trata, el gran beneficio de este sistema radica en que el producto llega al plato con una frescura inigualable. Ahora, los clientes de Pinamar también podrán disfrutarlas. “La temporada pasada hicimos una sola noche de ostras y fue furor, por eso este año armamos la logística y llegarán desde capital en un camión refrigerado”, explica Dante.

Comer rabas al estilo Liporace sin dudas será otro highlight. Las hacen en tempura – una fritura super rápida – y las sirven con una mayonesa de kimchi y wasabi. Los bocaditos de merluza negra son otros candidatos a consagrarse favoritos, Liporace le apuesta todas las fichas: “Uno no va a comer merluza negra a la costa, para mi van a ser un boom”.

La mayoría de las mesas están bendecidas por las estrellas, ya que se encuentran en el patio del hotel, en la zona que circunda la piscina. Molusca Pinamar invita a comer en sintonía con el entorno.

/// Tónico Pinamar: el trago que Tato Giovannoni – pinamarense -, le dedica a Pinamar este verano.

Tónico Pinamar: no todos saben que Renato «Tato» Giovannoni, el célebre bartender, creador del premiadísimo bar Florería Atlántico, y del gin Príncipe de los Apóstoles, es pinamarense, criado en la ciudad del mar, el bosque y los médanos. Para este verano, por primera vez, le dedica una receta propia: el Tónico de Pinamar, un cóctel que va a estar disponible en las cartas de muchos bares de Pinamar y que lleva Gin Príncipe de los Apóstoles, jarabe de pino, vermouth seco Giovannoni, escamas de sal de Aqui, agua tónica Pulpo Blanco.

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Sobre la autora de la nota: la primera palabra que pronunció la periodista Paula Bandera fue “ma”,  «pero apuesto a que lo hice en tono de interrogación», arriesga. «Es que la inquietud me define, me interesa preguntar, escuchar, aprender. Dedicarme al periodismo, entonces, fue una consecuencia lógica, el devenir de mi ser», cuenta Paula.
Se especializó en lifestyle  – gastronomía, belleza y turismo -, y escribe en los medios más importantes del país desde hace 15 años.

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Fotos de la nota: son gentileza de los locales mencionados y de Prensa del Municipio de Pinamar.