Vimos a Violet y no dudamos (o sobre lo que significa adoptar una mascota en N.Y)


Con ustedes, Violet
 
Me dispuse a adoptar una mascota en N.Y
Por Conz Preti
Hacía rato que veníamos coqueteando con la idea de tener una mascota pero no nos decidíamos si queríamos un gato o un perro.
Yo tengo experiencia conviviendo con ambas razas. Tuve mi primer perro luego de patalear muchísimo tiempo y gracias a mis vecinas en Colombia que tenían que deshacerse de su cachorrito y no tuvieron mejor idea que dármelo a mí – con 7 años – a cuidar. Doggie murió 17 años después en mis brazos, fue como mi hermano. Luego de mucho extrañarlo decidí adoptar un gato, Vicente, quien me hizo compañía durante eternas noches solos en mi casa. Vicente quedo a cargo de mis padres cuando vine a Nueva York, a pedido de ellos, y ahora duerme enroscado entre sus piernas y ronronea cada vez que se sienta sobre mi madre. Meses después de haberme ido mi padre no tuvo mejor idea que traerle un amiguito a Vicente y compraron un Boyero de Berna llamado Hans.
Mi novio por el otro lado sólo había tenido perros con lo cual su cabeza estaba determinada a que teníamos que tener un cachorro. Eso era hasta que convivió con Vicente en Buenos Aires y vio que los gatos tienen mucha más mala fama de lo que realmente merecen.
En fin.
Un feriado hace semanas atrás me puse a buscar cachorros online. Estábamos determinados a adoptar y no comprar, no solo por el costo elevadísimo de comprar, sino también porque en Nueva York los animales abandonados que no son adoptados son puestos a dormir. Básicamente se matan alrededor de 77 animales por día totalizando miles y miles de mascotas que podrían haber recibido amor.
Mandé varios mails a grupos de rescate, dos nos dijeron que los cachorros ya tenían demasiada gente pendiente para adoptarlos, uno no contestó y otro me preguntó cuándo queríamos conocer a la perrita en cuestión.
Llegamos decididos a conocer a Violet pero no había nadie. Tuvimos que dar vueltas durante una hora, que pareció eterna. Novio ya me había avisado que no necesariamente íbamos a adoptarla ese día, que primero quería conocerla. Poco le duró ese discurso. Apenas la vimos entrar nos enamoramos. La enrollaron en una toalla rosa y nos la dieron – cual bebe recién nacido – para que nos oliera. Violet es muy inteligente y a los segundos de tenerla a upa nos empezó a tirar lengüetazos de amor.
“Nos la llevamos” dijo novio.
Firmamos papeles, nos dieron las vacunas de ella, compramos todo lo necesario y nos fuimos a casa. Pagamos 300 dólares que son para cubrir el costo de sus primeras vacunas que ya habían sido administradas y la operación de castración. Es obligatorio que todo animal dado en adopción en este estado sea castrado para que no sea utilizado para tener cría.
Hoy convivimos con una cachorra mezcla de Jack Russell y Corgi de 4 meses llamada Violet. Es mucho más trabajo que mis otras tres mascotas, todavía le falta aprender muchas cosas para las cuales estamos yendo a clases con una profesora y otros cachorros (solo en Nueva York, lo sé) pero es amor con patas.