Maleva en la Bienal de Venecia: «Puede que te toquen tiempos interesantes»

Recorrido en primera persona por la feria de arte más importante del planeta/¿Cuáles son las obras e instalaciones clave? ¿Cómo es la presencia argentina? Además: el lema chino que presenta la edición 2019

El slogan de la bienal este año fue «Puede que te toquen tiempos interesantes»

 

Maleva en la Bienal de Venecia: «Puede que te toquen tiempos interesantes». Por Camila Tapia SanMartin.

La experiencia de una bienal en época de pre opening es intensa. Hay más de 200 bienales en el mundo, pero la bienal de Venecia sigue siendo la más antigua y simbólica de las bienales y MALEVA pasó por su edición más reciente.

En los textos curatoriales y los distintos pabellones, pude observar el diálogo con la temática principal de la bienal, conecté con la «facilidad humana de ser nocivos con lo que nos rodea», y con la idea de «múltiples términos de referencia». Ralph Rugoff, curador general de la edición 58 de la Bienal de Venecia, plantea que a través de los medios digitales y las redes sociales principalmente, se crean fake news, dónde cada uno escribe una historia del instante según su voluntad, creencia y deseos de transmisión informativa. Eligió para esto, el título “May you live in interesting times” inspirado en una maldición ancestral china que representa tiempos de incertidumbre y crisis.

Obra de la artista saudí Zahrah Al Ghamdi

Más allá del territorio que habitamos, todos vivimos en un mundo de múltiples velocidades, por lo que señala importante hacer una pausa para revaluar nuestros términos de referencia. Rugoff pretendió evocar obras de arte que expresen la precariedad que consentimos como humanidad y provocar así el cuestionamiento de las paradojas y complejidades de una sociedad de “orden de posguerra”.

Este título, a mi interpretación, influenciada por las reflexiones públicas del curador, presenta un tono irónico, en el que se le demanda al arte una capacidad de invocar al humor de manera positiva, dónde expresa en un llamado de atención, lo que atravesamos como humanidad y así, da la intención de entender que esta situación de crisis global, de múltiples interpretaciones y ventanas a diversas realidades, formas de ver el mundo, simultáneas y constantes, también pueden ser distractoras de la incertidumbre que abruma a la forma de vivir de nuestra especie y al planeta con el que coexistimos.

«La experiencia de una bienal en época de pre opening es intensa. Hay más de 200 bienales en el mundo, pero la bienal de Venecia sigue siendo la más antigua y simbólica de las bienales y MALEVA pasó por su edición más reciente…»

En el recorrido de la Bienal de Venecia, había dos sectores, Giardini y Arsenale, el primero es el más lejano, delimita con Murano y es donde comencé el recorrido. Me sorprendió que vi mucha contemporaneidad y formas simbólicas en países que no hubiese entendido u asociado a las mismas.

Redescubrí la capacidad interpretativa a través del arte y la estética, los materiales, de historias y circunstancias vistas desde las distintas culturas y plasmadas en proyectos.

Una de las cuestiones que no puedo dejar de resaltar, es que por primera vez se buscó que el 50% de las artistas en la bienal sean mujeres.

Un caso que me llamó la atención fue el de Arabia Saudita. La protagonista fue Zahrah Al Ghamdi, su trabajo se enfoca en la memoria de la arquitectura tradicional. Ella utiliza materiales naturales para sus instalaciones como arena, rocas y cuero. Este pabellón me impactó en particular, de alguna forma también entendí que buscaban re conceptualizar lo que sabemos sobre este país.

«En el caso de Argentina por ejemplo, se recibieron alrededor de 68 aplicaciones de proyectos de distintas partes de nuestro territorio y la propuesta de Mariana Tallería, artista de la provincia de Santa Fe, fue la seleccionada…»

Se planteó para esta exposición el nombre “After Illusion” (Después de la ilusión), reconoce, re conecta y revisa el sentimiento de explorar algo nuevo pero familiar, el paso a un mundo imaginario creado para estar cómodo en el viaje de la propia realización. Los pequeños organismos armados con cuero, se encontraban alrededor de la luz que parecía darles vida, y a medida que se alejaban entraban en descomposición.

En el caso de Argentina por ejemplo, se recibieron alrededor de 68 aplicaciones de proyectos de distintas partes de nuestro territorio y la propuesta de Mariana Tallería, artista de la provincia de Santa Fe, fue la seleccionada. “El nombre de un país” título de la exposición planteado por Florencia Battiti resume cada uno y en todos los sedimentos pertenecientes, los conceptos planteados en este mundo planteado en las estructuras y las operaciones.

Ella desarrolló esculturas gigantes, a simple vista hechas de materiales industriales, retorcidos, desechados. El pabellón estaba completamente oscuro, por lo que era difícil diferenciar las distintas cosas que componían la estructura. Las mismas eran siete y monumentales, actuaban como obras que invocan un sentido “punk Frankestein-esque bestiario” que de una manera representan la desacralización de conceptos como la iconografía religiosa, la moda, el espectáculo y la naturaleza, mundos que presentan jerarquías horizontales.

“Con estas esculturas estoy interesada en el punto de partida de todos los objetos que orbitan alrededor de estas grandes estructuras. La única forma natural de las cosas es la coexistencia del caos en sí mismo. Entre los objetos inertes y la vida, la cultura y la naturaleza, entre el orden y la destrucción”.

«Un caso que me llamó la atención fue el de Arabia Saudita. La protagonista fue Zahrah Al Ghamdi, su trabajo se enfoca en la memoria de la arquitectura tradicional. Ella utiliza materiales naturales para sus instalaciones como arena, rocas y cuero…»

En Giardini me encontré con el pabellón número 7 que ocupaba varios espacios a lo largo de la Bienal, planteado por Tomás Saraceno.

La obra de este artista contemporáneo futurista, planteada a través de materiales sustentables, aunque utiliza hierro para su serie “Aero(s)cene”, en la era del carbón-capitalismo, presenta un paisaje de nubes emergente en una escenografía de mareas en uno de los principales canales de Venecia, que refleja la legibilidad cada vez mayor de las perturbadoras narraciones «antropopocéntricas» que se forman en la tropósfera.

Con estas nubes flotantes el artista nos recuerda que los los elementos sustentables corresponden a todos, a los humanos y a las forma de vida no humanas, por lo que no deberían depender de ningún tipo de soberanía.

Estas instalaciones constan también de la intervención por parte del artista, de las bocinas de Venecia, aquellas que avisan a sus visitantes la altura del agua, la cual es muy inconstante, por lo que las bocinas fueron intervenidas por un sonido compuesto en clave de sol, creando una frecuencia parecida de las distintas fases de crecimiento del mar y la gravitación lunar respecto al calentamiento global.

Las nubes están desapareciendo mientras que el CO2 y otro tipo de poluciones surgen, nuevas nubes de una naturaleza nociva toman su lugar, por lo que el balance térmico del planeta se encuentra amenazado”.

Otra de las obras de Saraceno en esta Bienal fue el pabellón que mencioné anteriormente, en el que desde el exterior se podía ver un mapa de Venecia antiguo, realizado detalladamente con las distintas ubicaciones de las exposiciones, en la misma estética que la telaraña en blanco y negro. Estos pabellones basados en el concepto de “Uno entre muchos” desarrollado por el equipo de Tomás Saraceno, el cuál se encuentra en consonancia con su serie “Aero(s)cene”:

Estar en consonancia con nuestro ecosistema, en este caso el trabajo de las arañas y en el caso, de las instalaciones de las nubes, la extinción y a donde las arañas pertenecen y las especies conviven. Las arañas como una metáfora en la que todo se encuentra conectado y por esto la idea de leer el futuro, la interconexión entre todo lo que habita”.

Fotos: gentileza La Biennale di Venezia Press, Camila Tapia San Martin.

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