Los «outsiders» también existen: cinco restaurantes de barrio que enamoran al público

No los suelen mencionar los periodistas ni los influencers, no tienen millones de seguidores en las redes ni son parte «del circuito de moda», pero lograron lo más importante: propuestas de calidad acompañadas y clientela masiva (con mucho cariño de parte de los comensales)/Desde Núñez hasta Villa Crespo, cinco opciones muy bien plantadas que tenés que conocer en Buenos Aires

Loreto, en su calle homónima, un restaurante adorado por los vecinos de Colegiales desde hace una década 

Los «outsiders» también existen: cinco restaurantes de barrio que enamoran al público. Por Natalia Torres.

El éxito gastronómico no siempre está definido con las apariciones mediáticas o las avalanchas de fotos en redes sociales. Se apoya, al fin y al cabo, en el cariño de los comensales que eligen todos los días sentarse a una mesa para disfrutar de un buen momento. Aquí repasamos cinco restaurantes que, parándose fuera del circuito de moda, lograron amasar una clientela masiva y, sobre todo, fiel.

«El éxito gastronómico no siempre está definido con las apariciones mediáticas o las avalanchas de fotos en redes sociales. Se apoya, al fin y al cabo, en el cariño de los comensales que eligen todos los días…»

1) À Nos Amours: como en París pero en Villa Crespo / Gorriti 4488 – Villa Crespo

Nacido en París, el fotógrafo Constant Anée eventualmente recaló en Buenos Aires y decidió cambiar de rubro incursionando en la gastronomía. Ese mundo no le era, de todas formas, para nada extraño: su bisabuelo y su padre fueron propietarios de restaurantes, y su familia le rendía culto a la comida casera y deliciosa.

En À Nos Amours aún pueden notarse rastros de la antigua profesión del propietario: desde el nombre, homenaje a una película de Maurice Pialat, hasta la cuidada estética con libros y cuadros que ambientan la velada. La propuesta gastronómica, mientras tanto, se basa en una carta corta que cambia con regularidad. “Hay tres entradas y cuatro platos, siempre con productos frescos, verdura orgánica y de estación. Los vinos también son orgánicos, tratamos de no usar plásticos y de mandar a reciclar lo que se puede”, explica Constant.

A pesar de que el menú no es estable, hay por supuesto figuritas repetidas, como la sopa de cebolla gratinada, los champignones asados con fondue de queso y rúcula salvaje, los ñoquis o crème brûlée. “Después de doce años en esta esquina, como trabajo mucho de día con las compras, a los vecinos me los cruzo todo el tiempo. ‘Ese es el francés’, decían antes. Ahora me llaman por mi nombre”, se enorgullece Constant sobre el lugar que logró conseguir en el corazón del barrio.

2) Cachita: una esquina con mucho estilo (y platos acogedores y potentes) que se convirtió en un must social joven del barrio / Moldes 3102 – Núñez 

Una esquina típica porteña, con ochava, puertas de hierro negro y vidriera enmarcada, parches de enduido y algún que otro graffiti es el hogar de Cachita. Que, como lo anticipa la estética, ofrece tanto la calidez de la casa de mamá como un recetario dinámico adaptado a los paladares jóvenes.

“Nos gusta generar buenos momentos además de servir comida rica. Compartir un viaje, llevarlos un poco de paseo sin movernos del barrio”, explica Sam Arena, uno de los propietarios del lugar junto a Flopy Sasson. Vecino de Núñez, le dio inicio al proyecto en el 2014 con la idea de darle al barrio un lugar donde, sin vueltas, comer bien y pasarla aún mejor.

“Con el tiempo se fue armando una especie de club social de barrio, un punto de encuentro”, agrega Sam. “Grupos de amigos, familias, parejas, primeras citas. Se armó de manera orgánica un lugar de encuentro adaptable para cualquier ocasión”. Como la estampa de Cachita con su aroma a bar tradicional lo sugiere, los favoritos son platos potentes y acogedores como la bondiola braseada y las albóndigas de berenjena. Hay también sándwiches de tamaño ideal para complacer a estómagos famélicos (siempre en pan casero), cervezas y una carta de vinos corta pero con buenas opciones.

3) Loreto Garden: un oasis para relajarse y sonreir / Virrey Loreto 2912 – Colegiales 

“En Loreto es como si hubiera un acuerdo tácito para bajar un cambio. Una especie de microclima donde podés frenar la cabeza”, resume Andrés Balaciano, uno de los dueños del lugar, sobre el ambiente que rodea a comensales y trabajadores en este espacio distendido de Colegiales. Hay verde, sol cuando el clima acompaña, las mascotas son bienvenidas y más de la mitad de las opciones de la carta son veganas y sin gluten.

“Muchos clientes saben que cuando vengan nos acordaremos de sus nombres y de lo que les gusta pedir”, agrega Andrés, quien lleva adelante el restaurante hace más de una década junto a su hermano Martín. Llegaron a Colegiales cuando el barrio casi no tenía opciones gastronómicas de relieve más allá de alguna que otra cantina barrial. Encontraron la casa ideal y la remodelaron con algunos toques retro, como el cartel y los toldos con franjas rojas y blancas que evocan la estética de los años ‘50.

La carta se apoya en platos simples, con muchos vegetales e ingredientes poco procesados. “Nuestro clásico es el Royal Sándwich con focaccia, pollo grillado, guacamole, tres tipos de queso, rúcula y tomates secos”, apunta Martín. “También se eligen mucho las milanesas de peceto con arroz japonés con queso y crema de espinacas. Y, como opción vegana y sin gluten, ganan los ñoquis imposibles, de papa garbanzo y mandioca, con crema de nuez y hongos”.

4) Caseros: el pionero del nuevo polo gastro de San Telmo / Av.Caseros 486 – San Telmo

El ahora movidito polo gastronómico de Av. Caseros en San Telmo tuvo a su pionero en Caseros, un restaurante que ya lleva casi 13 años de rodaje apoyado en una cocina cotidiana de tintes porteños. “Hay un poco de mezcla de todo pero siempre con algún arraigo en lo que comemos todos los días, sin irnos demasiado a las modas y con ingredientes reconocibles”, explica el chef Santiago Leone.

Al momento de dar sus primeros pasos, el espacio se puso como mira priorizar el producto, prestando especial atención a que la calidad de lo que viene desde el mercado siga intacta en cada plato. Y el barrio retribuyó esa elección con lealtad irrompible.
“Intentamos atender bien a la gente, con tranquilidad. No es un servicio formal pero sí muy atento, con personal que viene trabajando hace un montón de años”, ilustra Santiago. “Además, el menú diario cambia constantemente, con propuestas frescas, y eso marca la diferencia: muchos vecinos son clientes y saben que nos preocupamos de que lo que se sirve al mediodía no se repita”.

Dentro de esos habitués, la ensalada tibia de langostinos y salmón, los malfatti de espinaca y los ñoquis salteados con hongos y panceta se acomodan en el podio. La pandemia, mientras tanto, sumó un nuevo atractivo: la súper tentadora mesa de pastelería, que guiña al transeúnte desde la vidriera del local invitando a darse un gusto vespertino.

5) Varsovia: hamburguesas que la rompen en el sur / California 2088 – Barracas

Durante dos décadas, Cristian Duszkiewicz trabajó en el mundo del vino y viajó por todo el mundo. “La suma de experiencias me ayudó a pulir el paladar y a entender qué era un producto distintivo y de calidad extrema, y cómo diferenciarlo de los demás empezando por la materia prima”, explica.

Así, cuando decidió aventurarse en el rubro gastronómico abriendo una hamburguesería, no lo hizo para nada a la ligera. Con la curiosidad y el trabajo duro como brújula, junto a su equipo encaró decenas de degustaciones de panes, cortes de carne, condimentos y salsas para dar con las fórmulas ideales y redondear la carta de Varsovia. Tanto el nombre del local como el de las hamburguesas de la carta son un homenaje a la herencia polaca de Cristian: la más pedida (con medallón de 180 gramos, cheddar, muzzarella, cebolla y puerro crispy, mostaza de vino y “manteca secreta”) se llama Mielec, en referencia a la ciudad donde nacieron sus abuelos.

“Todo se dio experimentando y encontrando cosas que nos volaron la cabeza. La habilidad también pasa por no crear un Frankenstein que tenga partes unidas sin mucha lógica, sino hacer que la suma de potencia al producto”, reflexiona Cristian. “Abrir en plena pandemia en un lugar de densidad de población baja como Barracas es maravilloso y un gran desafío. Ahora queremos sumar locales en otros barrios y crear una marca que perdure en el tiempo”.

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Fotos: son todas gentileza de los restaurantes mencionados. La foto destacada corresponde a Cachita, en N¨üñez.