La fotografía retrata, denuncia, embellece, experimenta, juega, decora, archiva/Recorriendo la feria de fotografía más importante del país, recolectamos diez ideas (y más reflexiones) sobre la versatilidad de la práctica artística/Las obras que más nos llamaron la atención/Puede visitarse en La Rural hasta el domingo 1 de octubre.
Exhiben 42 galerías y más de 100 artistas en el Pabellón 8 de La Rural.
Las diez (mil) caras de la fotografía: un recorrido por la feria BAphoto 2023 y su diversidad. Por Lenchu Rodríguez Traverso. Fotos: Azul Zorraquin.
Por alguna razón pensé que me encontraría con algo diferente, con un estilo más homogéneo quizás; la foto documental como el factor común y la esencia de los fotógrafos reflejados en las temáticas ilustradas. Sin embargo, al entrar a BAphoto me llegué a preguntar si por momentos no estaba en una muestra de arte plástico. En esta edición 2023 me sorprendieron las mil caras que puede tener la fotografía; la heterogeneidad de sus formatos, la fuerte presencia de lo experimental, su variedad de tamaños, los contrastes de colores y juegos de luz. Lejos de encasillarse en “tomo una foto, la imprimo y exhibo”, son infinitas las técnicas con las que se puede intervenir una misma fotografía.
La foto no solo documenta, también puede decorar, puede contar una linda historia, puede hacerte viajar a mundos imaginarios – o sumergirte demasiado de lleno en las texturas fantásticas de la naturaleza -, puede expresar búsquedas íntimas, puede hablar sobre temas que apelan, que duelen, que inquietan y emocionan… El trabajo previo y posterior de quien está detrás de la cámara es tan creativo como el de cualquier artista de otras disciplinas.
“No creo en las fronteras entre recursos, materiales, soportes o dispositivos, todo vale cuando hay que expresar una idea”, comentó la artista Adriana Cora – de la galería Instantes Gráficos – y creo que esta frase representa con bastante precisión lo que se vive en el Pabellón 8 de La Rural en la feria que puede visitar hasta el domingo 1 de octubre. Paseando por los pasillos de la muestra fotográfica más importante del país donde exhiben más de 100 fotógrafos organizados en 42 galerías, encontré al menos diez de las mil (o millones) de caras que puede tener el inmenso mundo de la fotografía.
1) La fotografía que documenta realidades.
Podría decirse que este es el eje principal, porque la fotografía en todos, absolutamente todos los casos, hace esto: captura un instante preciso y lo documenta. Sin embargo, hay ciertos artistas que se entregan de lleno a documentar lo cotidiano, lo que pasa en las calles, en el campo o en la intimidad de la vida familiar, como si fueran espectadores invisibles a los ojos de los demás. Esta edición de BAphoto, tiene un espacio dedicado especialmente a Adriana Lestido, una artista con el don de capturar en imágenes simples e íntimas, la cercanía de las relaciones humanas. Sus fotos en blanco y negro tienen un poder emocional inmenso que va in crescendo al atravesar las tres series expuestas: “Madres adolescentes”, “Mujeres presas” y “Madres e hijas”.
2) La fotografía como lupa de la naturaleza (y lo fascinante que es).
Es limitante (y errado) hablar únicamente de la función documental social de la fotografía. Puede usarse también como una herramienta que revela la belleza que hay en este mundo, especialmente en la naturaleza, y usarla para un fin ornamental no le quita ningún tipo de fuerza o valor. Lo natural cobra magia cuando se captura a través de un ojo atento, y en la feria hay varias obras que te dejan ensimismado en un universo que enamora; como los cielos de Carlos Gulisano, los jardines inventados de Alicia Maqueda, o las aguas de Sonia Braun – los tres exhiben en FOTEMA -, los paisajes monocromos de Eliseo Miciu (Espacio Pinasco) o la naturaleza despojada y emotiva de José Pereyra Lucena (Julia Baitalá).
3) La fotografía que experimenta con lo tridimensional.
Hay ciertos artistas que me corrieron el límite de lo que yo creía que encasillaba a la fotografía. El más curioso fue Hernán Soriano, el único artista expositor de la galería Quimera, que dio vuelta decenas de fotografías antiguas con distintas técnicas manuales – cortes en diversas direcciones, superposiciones y otros efectos 3D – transmutando el soporte para “mover las energías estancadas” en esas caras y familias. Así también llamó mi atención la obra colaborativa de Vero Menéndez y Dalia Katz en galería Imaginario, que buscaron bajar la fotografía de las paredes para “abrazarla y atesorarla” exponiendo una foto calada con gran detalle que invita a reflexionar sobre nuestro impacto en el ecosistema.
4) La fotografía que denuncia.
Desde que existe la fotografía que esta se puso al servicio de la sociedad. Se descubrió lo poderosa que es como herramienta para “hacer visible lo invisible”, para dar voz a quienes están marginados, para ilustrar y denunciar – con la fuerza inigualable de la imagen – las injusticias, desigualdades, abusos y situaciones de violencia que viven cientos de miles de personas alrededor del planeta. Vemos presente a la denuncia en varias galerías de la feria, pero la encontramos en su máxima expresión en el espacio de ELA, la ONG feminista que trabaja por la igualdad de la mujer, donde se exhiben imágenes de su lucha cotidiana e inagotable.
5) La fotografía que se entrecruza con lo surreal en forma de collage.
En esta edición sorprende también la cantidad de artistas que se expresan a través del collage. Para muchos fotógrafos, la búsqueda no está en lograr la “única toma perfecta”, sino en seguir explorando durante una post-producción, que puede ser analógica o digital. Gerda Willer de Colectivo T, se pasa horas y horas recorriendo y fotografiando las calles de Chile, revela las imágenes, se sienta con ellas, una tijera y pegamento y ensambla un nuevo universo. Si bien en sus composiciones vemos tintes oníricos, hay un gran arraigo con la realidad; cada foto quiere ilustrar una idea concreta de la sociedad. “Recortar y pegar se convierte en un mágico juego que permite contar otra historia”.
6) La fotografía que le abre las puertas a la intimidad.
Las imágenes colgantes de Cruz Mendizabal abren las puertas a los espectadores a una intimidad gozada y relajada. Los planos cerrados, retratando partes de cuerpos desnudos, superpuestas en un equilibrio dinámico, generan una cercanía inmensa que, lejos de incomodar, te sumen en una visión espontánea y cálida. La fotografía como expresión de lo corpóreo también se desarrolla en COTT Gallery pero de una forma más oscura, con Aun Helden ahondando en un proceso de introspección donde entran los sueños, la vida y la muerte.
7) La fotografía como arte decorativo.
Al caminar por la feria, hay ciertas obras que exigen una doble mirada para entender que son fotografías y no pinturas. Cruzando la entrada principal, a la derecha, lo que parecen dos telas colgantes con obras en un tono azul profundo captan la atención de los recién llegados al instante. Son las creaciones de Pierre Dumont, un artista belga representado por la galería Carmen Araujo Arte, que experimentó con un “nuevo cianotipo”, logrando esos tonos tan vibrantes al cambiar la fórmula de la famosa técnica de impresión. Con este efecto, la selva Henri Pittier (la que vemos en la foto en formato negativo) toma un carácter casi imaginario y surreal, además de tratarse de una expresión fotográfica irrepetible. Algo similar pasa con las obras de las artistas de Taquicardia, que trabajan la naturaleza con técnicas completamente artesanales, logrando obras únicas, como una pintura.
8) La fotografía como archivo cultural.
Todos los años, BAphoto homenajea a un artista diferente. Este 2023, el elegido fue Boleslaw Senderowicz que se especializó como fotógrafo de moda en la revista Claudia, una publicación nacional orientada a las mujeres modernas de clase media. Su obra trascendió y hoy es un registro cultural de la época de mediados del siglo XX; de la mujer, del consumo de masas, de los usos y costumbres de una época que hoy podemos construir e imaginar gracias a su rompecabezas visual. De esta misma índole, la galería Hache presenta la obra de Foto Estudio Luisita, un registro fotográfico del espectáculo argentino, la época dorada del teatro de revista y las celebridades icónicas del momento.
9) La fotografía que se complementa con el material.
Un poco de la mano de estas fotografías experimentales mencionadas antes, hay otro patrón que se repite en varios artistas y tiene que ver con la intervención material de una fotografía. Hilos se entrecosen con la imagen e interfieren activamente en las obras del colectivo “EnFoco”, que invaden sus fotografías de paisajes con telas ilustrando el impacto que tienen nuestras huellas (y especialmente la industria textil) en el medio ambiente. Las tazas rotas y enmendadas con puntadas reales, obras de Graciela Naum en FOTEMA, simbolizan con ironía y diversión esta idea de “sanar lo imposible”.
10) La fotografía en blanco y negro.
Haciendo un balance total de la feria, me di cuenta que casi la mitad de las obras exhibidas están en blanco y negro. Una idea que queda dando vueltas en la cabeza. Si hay tanto poder en el color, ¿por qué entonces se elige continuamente el recurso que lo suprime? Puede haber algo del rol del observador como intérprete final de la imagen, o algún factor emocional que se juegue más con estas tonalidades. Puede tener alguna relación con la luz y las sombras, o quizás es una tendencia estética que pisa fuerte en el momento. No creo que haya una explicación concreta ni un hilo conductor que compartan todos los artistas que exhiben. Solo un interesante juego de análisis y suposiciones.
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