La pelu de los jedis


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Por Andrés Kilstein

Ir a la peluquería de niño significaba la decepción segura por que no fuese posible reproducir en mi cabeza los peinados cool que se veían colgados de la pared. La cabellera de Johnny Depp no debía ofrecer mayores dificultades para lograr un jopo potente y vital. En cambio, mi pelo era en sí una resistencia, desde las trincheras inevitables de rezagados remolinos. Había consuelo en los baños de shampoo, por los que manos femeninas se deslizarían entre mis mechones infantiles; había miedo al novedoso sida por el que uno temía un riesgo posible en las navajas de barbería; había espera rellenada con estúpidas revistas atrasadas y nuevas miradas desconfiadas al póster de Johnny Depp.

 
 
Pero no había onda. Mi experiencia con estilistas y hair dressers se transformó radicalmente cuando llegué a una pelu que se llama PranaFue una de las peluquerías precursoras en incorporar DJ’s y bandas musicales en vivo en su salón (allí crecieron Tan Biónica, Mar de java, Coiffeur), incluso poetas recitando sus líneas entre las sillas altas y los retazos que caen al suelo. Había algo llamativo en la buena onda de ese lugar. Luego me enteré a qué respondía tan agradable ambiente: según me confesó Agustín, quien se encarga de mis cabellos, la peluquería incorporó un principio organizativo basado en la filosofía de Star Wars. ¿Un modelo de negocios inspirado en la Guerra de las Galaxias? La frase me sacudió y necesité saber más al respecto. “Cuando abrió el primer local, cae la filosofía de Star Wars en la cabeza de su dueño, Néstor Bravo. Entonces todos la empezamos a estudiar. Descubrimos que la película enseña mucho sobre la relación maestro-discípulo, ya que también el discípulo es maestro del maestro”- comenta Agustín.
Así es como los aspirantes que deseen trabajar en Prana deben asumir la saga de ciencia ficción como material de estudio obligatorio. Aprender a cortar, hacer color, rulos o alisado se vuelve tan importante como manejar los rudimentos del espíritu Jedi. “En la peli es muy marcada la diferencia entre el Bien y el Mal. Cuando entra un nuevo compañero, le ofrecemos la protección que necesita. Si alguien no actúa así, se le dice: ‘estás oscuro’” – continúa explicando mi peluquero. Agustín agradece esta formación al fundador, Néstor, quien siempre los alentaba a contar sus problemas dado que “estaban entre Jedis”.
Pero no es la única película de culto que nutre la doctrina peluqueril: en el transcurso del diálogo, Agustín cita a Karate Kid, Rocky, Cars y otras. De todas ellas han sido capaces de extraer enseñanzas con las que han construido un modelo de organización orientado a la atención. Esquema con el que, intuyo, ni siquiera podría soñar el más formado especialista en Consumer Service de la universidad de Princeton.