Hasta mitad de año, la sala 5 del MALBA se viste de activismo poético/La muestra gira en torno a una pregunta central: «¿qué pasó con los esclavos de quienes hoy hacen a la sangre de medio Brasil?»/Con dibujos, grabados, instalaciones y esculturas, la artista devuelve a los invisibilizados a la historia.
La voz de los enmudecidos: así es “Amefricana”, la poderosa muestra de la brasileña Rosana Paulino en el MALBA. Por Camila Pomar Noacco. Fotos: Sophie Starszenski para MALEVA.
Impera el silencio. O al menos eso ocurre hasta desembarcar a orillas del MALBA donde, al penetrar en la sala 5, el mutismo se ve corrompido. Allí está Rosana Paulino, Amefricana, con todo lo que aquello clama.
Paulino rompe con el canon. Quería ser bióloga, pero cuestiona la ciencia. Busca ir hacia adelante, pero mira crítica el progreso. Paulino es artista, pero trasciende lo estético. Ella es voz, la voz de los que callan, o han sido enmudecidos.
Cual exploradora, indaga en la esencia del ser brasilero escapando del Abaporu modernista de Tarsila. Está en las antípodas. La antropofagia, para ella, seguramente fue distinta, implicando el devorar el descarte de una vastedad de cuanto es propio y anulando así cualquier rastro de existencia desde la Ley Áurea.
Su producción, ahora exaltada bajo la mirada de Andrea Giunta e Igor Simões, vino a recomponer una obra del olvido devolviendo a los invisibilizados a la historia y el futuro. Sus trabajos, saltos entre dibujos, instalaciones, grabados, bordados y esculturas, desarrollan la estructura colectiva de los contrarios al precepto colonial. La diáspora africana en el Sud y sus problemáticas toman así posición contundente.
«Parede da memoria, 1994-2015, podría ser resumen global de su proceso. Compuesta por 1500 patuás, amuletos Candomblé contra las aflicciones del mundo material y espiritual, la totalidad debe verse desde lo próximo, descubriéndose así, en cada elemento, la impresión de un rostro parental a Rosana. Con ello, no solo queda redificado el pretérito afro en Brasil, sino también, se exige inmediación entre el espectador y la causa…»
Haciendo de su labor una tarea análoga a la de su hermana, socióloga, Paulino entrecruza percepciones culturales, políticas y sociales abordando la pregunta: ¿qué ocurrió con aquellos que fueran esclavos, ancestros de quienes hoy hacen a la sangre de medio Brasil? Su creación aísla a la controversia de las visiones rituales y religiosas y la torna eruditamente contemporánea.
Al concepto “Atlántico negro” de Paul Gilroy, para ella limitado a la herencia africana en el mundo anglosajón, superpone el pluralista “Atlántico Vermhelo”, inclusor de América Latina y del Sur; al feminismo de su juventud, centrado en la mujer blanca y de clase media, abre el Feminismo Interseccional, protector de las desfavorecidas “Hijas de Eva”; y finalmente, a la falta de artistas afrobrasileños en el cenit del geometrismo y mercado artístico, opone su título como primera afrolatina en doctorarse en Artes Visuales por la Universidad de San Pablo.
Con su señalamiento, Paulino sutura una herida, restaura el recorrido común mediante la reconstrucción de lazos afectivos. Si los archivos de la esclavitud fueron mutilados tras su abolición a fin de borrar el pasado negro, recurre a álbumes familiares y a los estudios fotográficos encargados por Jean-Louis Agassiz a August Stahl en el siglo XIX; si el paisaje autóctono parece disuelto, su curiosidad analítica lo recupera por medio de la conexión naturalista; si los esquemas virreinales persisten enmascarados en el presente, símbolos de ello como rastros de azul de la azulejería portuguesa se suman a la lírica visual.
Parede da memoria, 1994-2015, podría ser resumen global de su proceso. Compuesta por 1500 patuás, amuletos Candomblé contra las aflicciones del mundo material y espiritual, la totalidad debe verse desde lo próximo, descubriéndose así, en cada elemento, la impresión de un rostro parental a Rosana. Con ello, no solo queda redificado el pretérito afro en Brasil, sino también, se exige inmediación entre el espectador y la causa.
De igual efecto, podría evocarse su instalación mural donde bajo el cristal de lentes microscópicos, siguiendo el juego relicario, colocó cabello femenino y rizado, cada uno, junto al nombre de su propietaria. Clasificados como los fundamentos evolutivos que sirvieron al racismo, deja en observación los estereotipos y rechazos a los que las mulatas fueron sometidas.
El conjunto, como su autora, es activismo poético. La faena de tres décadas echa raíces. Instala con su hipótesis un llamado a repensar el orden y observar cómo los fragmentos de la crónica transatlántica se relacionan con el hoy. El debate continúa, pero Paulino sonríe. En la entrada del MALBA flamea su bandera y con ello el motivo de su lucha.
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La exposición se puede visitar desde el 22 de marzo hasta el 10 de junio de 2024 en MALBA, Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, Buenos Aires. Entrada general: $5.000.
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