“La TV es un órgano lento; le tiene miedo al cambio, pero es inevitable”: entrevista MALEVA a Emilia Attias

Emprendedora y «nerd» (según sus propias palabras), Emilia es mucho más que una celebrity: es una bella mujer de muchas cabezas y multifacética que se reinventa todos los días/Nos recibió este otoño pandémico en uno de sus bares de Núñez y conversamos de todo: cómo la marcaron sus viajes, cómo le cuesta adaptarse a la TV a los nuevos valores de la época, la filosofía que hay detrás de sus emprendimientos y, como extra, los rincones preferidos de su barrio

Viajera y emprendedora (¡y de bares!), Emilia se define con MALEVA también como «nerd»: fan de los idiomas, la geología y la astronomía. 

“La TV es un órgano lento; le tiene miedo al cambio, pero es inevitable”: entrevista MALEVA a Emilia Attias. Por Azul Zorraquin (texto y fotos).

Si bien en Instagram se define como “actriz y conductora”, Emilia es mucho más que eso. Es una mujer de muchas cabezas, multifacética, que se reinventa día a día, y cuya curiosidad se mueve como las fichas de un dominó. La celebrity nos recibió en Núñez, en Vicente Cadillach (Congreso 1931), uno de los bares que abrió junto a su pareja, el Turco Naím, y que la convirtieron en una emprendedora empedernida. Además, nos contó: “Me gusta aprender idiomas, la astronomía y la geología; soy medio nerd”, en una charla íntima con MALEVA, en la que nos reveló los matices desconocidos de su personalidad.

¿Cómo y porqué surge tu interés por la gastronomía y el emprendedurismo?

Es un gusto que tenemos con mi pareja; antes de «ma-paternar», viajamos muchísimo por el mundo, y siempre nos gustó salir a comer y tomar algo en plan experiencia. Nos interesan los lugares que se destacan, así como también los rincones personales e informales. También fuimos siempre buenos anfitriones, y nos encanta invitar gente a casa y recibirlos con entrada, primer y segundo plato, postre, maridado con distintos licores. Así, se nos fueron grabando ideas, y decidimos plasmarlas, primero en nuestro bar “Poe” (3 de febrero 2772), que tiene un espíritu tabernoso y recrea un búnker de hace siglos atrás. Tiene una atmósfera medieval, y nos encanta que toquen bandas indie, que reciten poesía, y por ende, durante la pandemia, tuvimos que cerrar. El espíritu es nocturno y tampoco se amiga con la posibilidad de tener pocas mesas.

Y el segundo fue Vicente Cadillach… ¿Cuál es su espíritu?

Como en Poe nos fue bien y disfrutamos mucho de hacerlo, nos entusiasmamos. Conseguimos este lugar a la vuelta, que es una ex planta industrial de latas de los años ’30, que después a su vez, fue un laboratorio de revelado de cine, y si bien volteamos todo lo que había adentro, dejamos la carcasa original. Por este espíritu industrial, trajimos artistas plásticos a que pintaran murales sobre la reivindicación de derechos de los trabajadores, y en pre-pandemia, organizábamos muestras de arte y happenings. Ahora, lógicamente se suspendieron, pero ofrecemos una buena variedad gastronómica, más de veinte canillas de cerveza artesanal, pizzas, hamburguesas y panchos con panes caseros. El lugar es un cambalache de historia, cuenta con muebles de la familia de Naím y la mía, o incluso algunos que fuimos adquiriendo en remates en el interior. Nos encanta traer ítems y que este lugar tenga en su carácter, toda esta energía impregnada.

¿Cómo hacés para que tu socio, sea además tu pareja, y el padre de tu hija?

Trabajamos en un montón de proyectos juntos (se ríe). Nos estamos aventurando en el mundo del cine y la música. Somos muy emprendedores y pilas, y no lo hacemos solo por el dinero o por negocio, sino por pasión. Es un juego que tenemos, y que a su vez renueva y motiva nuestro vínculo. Estamos todo el día creando, somos dos locomotoras.

«Con mi esposo siempre fuimos siempre buenos anfitriones, y nos encanta invitar gente a casa y recibirlos con entrada, primer y segundo plato, postre, maridado con distintos licores. Así, junto a nuestros viajes, nos fueron grabando ideas, y decidimos plasmarlas, primero en nuestro bar “Poe” (3 de febrero 2772), que tiene un espíritu tabernoso y después en Vicente Cadillach (Congreso 1931) …»

¿Cómo se adaptó Resto del Mundo, el programa que conducís, a la pandemia y a la maternidad?

Hacemos lo que se puede. Viajamos a lugares que tengan una ola baja de COVID-19, pero viajamos. Trato de que mi marido y mi hija me acompañen, pero a veces no se puede y vamos viendo. No tenemos rollo, nuestra vida y nuestros laburos son así, así que buscamos la manera de acompañarnos en nuestros ritmos agitados. Tenemos muy en clara la importancia del concepto de familia, de volver al origen, y de la unión.

Gracias a este programa, y a tu ímpetu, viajaste por todo el mundo. ¿Qué viaje o lugar, te voló la cabeza?

Estambul me voló la cabeza; el universo entre Oriente y Occidente, Europa y Asia, me fascinó. Es la ciudad más grande que conozco, y aún así, tiene un espíritu pueblerino. En Buenos Aires la gente está más en la suya, en cambio allá, se gritan de un lado a otro y se comunican todos con todos. Un día que estaba perdida buscando una agencia de viajes, los turcos me agarraron y me llevaron caminando cinco cuadras, hasta el timbre del lugar correcto. Otra cosa que me flasheó es que los niños son sagrados, y cuando salíamos a comer, ¡los mozos me entretenían a Gina!

Conocemos tu lado celebrity, conductora, actriz, emprendedora y viajera… ¿Hay algo de vos que no sepamos?

Me gusta muchísimo aprender idiomas. Creo que cuando sea vieja voy a hablar muchas lenguas (risas). Ahora sé inglés e italiano, pero estoy aprendiendo francés también. Me parece muy lindo poder viajar y comunicarme; hay algo de aprender idiomas que me parece re noble para alguien que viaja tanto, como yo, y hacer el esfuerzo de comunicarte, es importante. Además, cuando empiezo a aprender un idioma me encanta ver cine de ahí, leer, escuchar. También me gusta la astronomía y la geología; soy medio nerd de las cosas que me interesan.

«Creo que cuando sea vieja voy a hablar muchas lenguas (risas). Ahora sé inglés e italiano, pero estoy aprendiendo francés también…hay algo de aprender idiomas que me parece re noble para alguien que viaja tanto, como yo, y hacer el esfuerzo de comunicarte, es importante…también me gusta la astronomía y la geología; soy medio nerd de las cosas que me interesan…»

¿Qué opinás de la TV hoy en día, respecto a lo que era veinte años atrás?

Los últimos veinte años la sociedad cambió un montón, evolucionó, y creo que estaría bueno que se viera más reflejado en la TV de hoy. Creo que va a pasar, si bien hay una crisis, soy positiva: creo que la TV siempre tiende a ser un reflejo de la sociedad, y como ésta está en profundo cambio, pienso que en cuanto las bases se asienten, esa va a ser la guía hacia la pantalla. Creo que la TV está en un momento de movimiento.

¿Hay algo que te indigne de la TV de hoy?

Soy muy observadora, pero no crítica ni prejuiciosa; tiendo a respetar los movimientos y los procesos de cada uno. Creo que el cambio es inevitable, la sociedad está cambiando, pero lleva mucho tiempo el asentamiento de ese cambio. Ahora, lo que vemos, es que todo se rompió, se pateó el tablero y todavía falta acomodar las piezas. Ninguna revolución empieza por la TV, en todo caso arranca a través del arte o de personalidades sensibles que se convierten en motor de cambio. La TV es más lenta, es un órgano lento y le tiene miedo al cambio; por eso, veo que está estancada con bases arcaicas, de otra era. No le va a quedar otra que aggiornarse.

«Ahora, lo que vemos, es que todo se rompió, se pateó el tablero y todavía falta acomodar las piezas. Ninguna revolución empieza por la TV, en todo caso arranca a través del arte o de personalidades sensibles que se convierten en motor de cambio. La TV es más lenta, es un órgano lento y le tiene miedo al cambio; por eso, veo que está estancada con bases arcaicas, de otra era. No le va a quedar otra que aggiornarse…»

La última pregunta, es muy malevense. ¿Nos compartís los cinco secretos de tu barrio?

Vivo en Núñez hace trece años. Te enumero mis destacados (algunos están en Belgrano, pero al toque de Núñez). 

1) Oss Kaffe (Roosevelt 1894): es un cafecito de especialidad súper, la atención es descontracturada y le da un toque especial al barrio. No sólo el café, sino el concepto de “take away”, y el hecho de sentarnos todos afuera de manera comunal y compartir un momento, me copa. Además, ¡Es al único café al que no le tengo que poner azúcar!

2) Plaza Fleming (Av. Lidoro J. Quinteros 1210): es al lado de mi gran River Plate, y si bien me queda un poquito lejos, es una plaza que amo. Voy siempre ahí.

4) Mauro It, ristorante italiano: Este restaurante es un local chiquito de un Tano, ¡Y es como viajar a Italia! Se come una pasta bárbara, tiramisú, panettone y la verdad es que es muy especial.

5) Vivero Los Coihues (11 de Septiembre de 1888): es una casona antigua, tipo chorizo, de principios del siglo pasado. además de la gran variedad de plantas que hay, el patio interno es hermoso y tiene mucho encanto.

6) Heladería Occo (Montañeses 2908): tiene helados de una elaboración tremenda, y sabores como chocolate ahumado o variedades veganas. Es súper gourmet.