En una elegante, bella y misteriosa casona de Palermo se despliega el mundo de una de las marcas de sastrería para hombres (y ahora mujeres también) más ambiciosa de Argentina/Conversamos sobre el concepto detrás y los pasos a seguir con su creador, Nicolás Marquez/Citas con café italiano, membresías cripto, las mejores telas del mundo y su primera apuesta por la moda femenina.
Nicolás Marquez, el creador del exclusivo universo de La Restinga.
La Restinga: estilo que se disfruta / Una sastrería de Buenos Aires con alma cosmopolita. Por Azul Zorraquin (fotos y texto).
Nicolás Marquez es el alma máter de esta marca exclusiva de sastrería “a puertas cerradas”: la magia sucede en “La Casona”, una construcción de aire neoyorquino de los años ’30 que se yergue en pleno Palermo entre una enredadera infinita y una parra de uvas chinche. El segundo piso, cuenta con más de dos mil metros de las mejores telas del planeta, una selección de ambos y smokings y la posibilidad de elegir a medida, la forrería, el diseño y la tela de cada producto. La idea es que el cliente viva una experiencia top.
¿Por qué Nicolás venir a La Restinga es «una experiencia integral»?
Siempre buscamos una atención personalizada. Tenemos convenio con catorce marcas de lujo: desde una bodega de whisky hasta chocolates suizos y belgas, y la idea es que los clientes vengan acá a relajarse, a disfrutar de un momento. Somos mucho mas que una marca de ropa, las citas son de una o dos horas, de forma personal, y en el ínterin quienes vienen se toman un café italiano.
Como sentirse en casa…
Exacto. Y nos diferenciamos de cualquier otra marca porque en vez de vendedores, contamos con asesores de moda, expertos que te hacen el storytelling de la tela; traemos las mejores del planeta. Importamos Cashmere, Guanaco Patagónico, Pelo de Angora, Loro Piana, que básicamente la ves en cualquier tienda de Gucci o Prada. Así, armamos un producto muy único y exclusivo, para un nicho de mercado que es muy conocedor y muy cosmopolita; no sólo entiende de ropa, sino también de auto y aviones, por ejemplo.
«Nicolás Marquez es el alma máter de esta marca exclusiva de sastrería “a puertas cerradas”: la magia sucede en “La Casona”, una construcción de aire neoyorquino de los años ’30 que se yergue en pleno Palermo entre una enredadera infinita y una parra de uvas chinche. El segundo piso, cuenta con más de dos mil metros de las mejores telas del planeta, una selección de ambos y smokings…»
En plena pandemia, cuando tuvieron que cerrar las puertas de La Casona… ¿Se apagó el concepto de La Restinga?
Para nada. Hicimos un caso de éxito total y absoluto, nuestro cliente, más que nunca, nos elegía. Tuvimos un crecimiento exponencial, sobretodo en la línea urbana. Brindamos servicios personalizados vía videollamada o WhatsApp y a partir del segundo año de pandemia, cuando volvieron los eventos, la marca explotó por el aire. Hoy, tenemos las fábricas colapsadas.
¿Y notás algún cambio en el argentino a la hora de vestirse, en la pos pandemia?
Durante el verano, los ambos y las camisas de lino explotaron.
¿En qué anda La Restinga en 2022?
Estamos lanzando un sistema de membresías, que a su vez incluye un sistema de beneficios. Se paga una única vez, y tiene el valor de un Éthereum, a valor de mercado. Por ese precio el cliente puede hacerse un ambo de selección única, cubriendo así, el 50% del valor. Además, con cada compra, sumaría tokens, que vendría a ser dinero para gastar acá.
¿Y el otro 50%?
Con el excedente de las 99 membresías que lancemos, el objetivo es comprar un lote en el metaverso para armar un local. Es un desafío enorme, y me enorgullece ser pioneros tanto en la revolución de las criptomonedas, como en el concepto “a puertas cerradas”.
«Nuestros típicos clientes son las personas que manejan el país (se ríe). Son empresarios, políticos, diplomáticos, ministros y deportistas de elite. Sin embargo, el target ha cambiado mucho; hoy los CEO de las empresas están en un rango de 35-45, mientras que en otra época tenían más de 50…»
¿Cuál es el típico cliente de La Restinga?
Las personas que manejan el país (se ríe). Son empresarios, políticos, diplomáticos, ministros y deportistas de elite. Sin embargo, el target ha cambiado mucho; hoy los CEO de las empresas están en un rango de 35-45, mientras que en otra época tenían más de 50.
¿Todos hombres?
No, en marzo lanzamos la sastrería de mujer, que fue un boom. ¡Explotó por el aire!
«De alguna manera, nuestras debilidades se convirtieron en fortalezas. En el mundo el concepto del shopping se quebró, y acá llegó tarde. Nosotros lo vimos primero. La gente busca algo más personalizado y distinto…»
¿Cómo fue montar una marca de lujo en un país como Argentina?
Fue, es y será difícil. Hacemos un trabajo inhumano y descomunal con la importación; cuando conseguimos la forrería, falta el botón, y después, no hay herrajes. Arranqué durante el último gobierno de CFK (Cristina Fernández de Kirchner), agarré el de Macri, y una pandemia en el medio. Mi timing no fue el mejor (se ríe). Sin embargo, hemos tenido un crecimiento exponencial desde que arrancamos. De alguna manera, nuestras debilidades se convirtieron en fortalezas. En el mundo el concepto del shopping se quebró, y acá llegó tarde. Nosotros lo vimos primero. La gente busca algo más personalizado y distinto.
¿Existe la proyección de exportar la marca?
¡Sí! En el futuro inmediato, la idea es llevarla a México y Estados Unidos, pero el producto va a ser confeccionado en Argentina y luego, enviado al mundo.
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