La Fuerza de los Valientes: entrevista al grupo de amigos (y socios) que recuperó la identidad del vermú argentino

Aunque no es un dato que les interese tanto recalcar, los creadores del vermut La Fuerza son quienes prendieron la mecha del boom vermutero en Argentina/¿Quiénes son? ¿Qué intuición tuvieron para jugársela? ¿Cómo convirtieron un ritual «de abuelos» en uno de jóvenes? ¿Qué se viene? ¿Y sus nuevos productos? Entre Mendoza, Chacarita y la exportación a Estados Unidos y Europa.

Tres de los cuatro fundadores de La Fuerza, en el bar de Chacarita que representa su universo. 

La Fuerza de los Valientes: entrevista al grupo de amigos (y socios) que recuperó la identidad del vermú argentino. Por Cayetana Vidal Buzzi. Fotos: Marina González Mazza.

“Quiero anunciar que Marruecos le acaba de hacer otro penal a España”, dice Julián Díaz mirando el partido en su celular, apoyado contra una botella de La Fuerza Rojo. Estamos en pleno Mundial y lo único que separa a La Fuerza de los bares de esquina tipicos de Buenos Aires, es que no hay una tele colgada. Todo el resto está: las botellas de vermú (así con acento, como lo llaman en la casa), los sifones de soda, el triolet reglamentario de queso, salame y aceitunas, y los amigos. Martín Auzmendi, Agustín Camps y Sebastián Zuccardi, fueron primero amigos y después socios de La Fuerza.

Todos se habían cruzado en la industria de los apetitivos y del vino, y habían trabajado juntos en proyectos personales. Martín, periodista y embajador de marcas de Campari, creó La semana de la coctelería y BAC cóctel con Agustín, que venía del marketing en empresas como Nespresso y Diageo. Julián, además de sommelier es gastronómico, dueño de los bares 878 y Los Galgos, y también de Roma, cuya sociedad comparte con los mismos socios de la Fuerza. Sebastián es un reconocido enólogo a quien siempre le interesa experimentar, y Julián lo tentó con la idea empezar a hacer un vermú en su bodega. Ese es el principio de la historia.

«Cuando el Juli (Julián Díaz) me propuso hacer un vermú yo no tenía idea de cómo hacerlo. Pero en la bodega tenía todo, el vino, el mosto de uva, el alcohol, y le dije “mandame las hierbas y probamos”. Así fue. El primer ensayo salió muy mal, parecía un té de boldo. Después mi hermano Miguel (productor de los aceites de oliva Zuelo) nos incentivó a salir a buscar las hierbas a la montaña, y entonces los macerados empezaron a funcionar…»

Hoy el vermut está instaladísimo en Buenos Aires, pero hace cinco años cuando ustedes lanzaron La Fuerza, estaba fuera del radar, al menos para el público joven. ¿Cómo fue que se animaron a mandarse?

Martín: éramos lo suficientemente jóvenes como para tener cierta inconsciencia y lo suficientemente adultos para saber lo que estábamos haciendo. Veníamos de dos años de pruebas y en cuanto tuvimos el vermú embotellado, abrimos el bar. Activamos una cuenta de Instagram y empezamos a invitar amigos. Ese fue todo el lanzamiento.

Agustín: había cierta predisposición cultural, había historia, y nosotros decidimos retomarla, le dimos sentido a todo eso. De hecho hoy hay un montón de winemakers y bodegas que se preguntan “¿Cómo no lo hicimos antes?”. Eso te muestra que el tema estaba estaba ahí y nadie lo había mirado.

Julián: nos apasionaba la idea de hacer un producto con identidad local de muy alta calidad, y abrimos un camino distinto. Usamos vinos de Mendoza, vinos terminados, usamos hierbas locales de la Cordillera y la Pre Cordillera. Haciendo pruebas nos dimos cuenta que no tenía por qué parecerse a los vermús que habíamos tomado. El producto final siempre va a ser distinto porque al final es el resultado de los ingredientes que usás, más de la forma elaborarlo, y eso es propio de una zona en particular. Igual costó convencerlo a Sebas de hacer las primeras pruebas en Zuccardi.

Sebastián: es que cuando el Juli me propuso hacer un vermú yo no tenía idea de cómo hacerlo. Pero en la bodega tenía todo, el vino, el mosto de uva, el alcohol, y le dije “mandame las hierbas y probamos”. Así fue. El primer ensayo salió muy mal, parecía un té de boldo. Después mi hermano Miguel (productor de los aceites de oliva Zuelo) nos incentivó a salir a buscar las hierbas a la montaña, y entonces los macerados empezaron a funcionar.

Agustín: el Blanco fue el primero que nos encantó. Hubo un momento Eureka en que dijimos, “si a nosotros nos gusta, le va a gustar a la gente”. Porque era distinto a todos los vermús que habíamos probado, pero era mucho más lógico buscar nuestro propio lenguaje, nuestra propia identidad.

«Martín Auzmendi: el pionero era el primero en subir una montaña, era el que armaba un camino que quedaba abierto para que lo usen otros después. No importa ser el primero, sino abrir un camino para la categoría del vermú…»

¿Qué fue primero, la idea del bar o la del vermut?

Sebastián: ¿Cómo salimos a vender esto? De ahí sale la idea del bar. Porque cuando nosotros empezamos había que volver a educar. De hecho hoy todavía mucha gente no sabe que el vermú está hecho con vino.

Julián: teníamos que desafiar la forma en que íbamos a salir a contarlo y ahí la gastronomía jugó un rol importante. Es una buena manera de dar a conocer algo, de acercar y de transmitir una experiencia y todos los valores que están asociados a eso, de lo local, de la identidad, de la simpleza de lo barrial, pero con un plus de calidad.

¿Y cómo lograron que el público joven se entusiasme con el vermut?

Agustín: la verdad es que entraron muy naturalmente en el ritual del vermú y la soda. Cada cual encontraba su propia medida 70-30, 80-20, 50-50, no había que explicar mucho. Se sigue repitiendo mucho el comentario “esto me hace acordar a mi abuelo”, y muchos suelen volver con sus abuelos. Así que resultó un lugar de encuentro multigeneracional y multi visión de la vida.

Julián: pero también había gente que no había tomado nunca vermú y les encantó. Ahí nos dimos cuenta que esto iba a ser mucho más grande de lo que creíamos.

Martín: estábamos un poco chipeados por España, donde el momento del vermú es de 6 a 8 y después la gente se pasa a otras bebidas. Pero en La Fuerza empezó a suceder que la gente lo tomaba desde las 6 de la tarde hasta la 1 de la mañana, como acompañamiento de una comida.

«Agustín Camps: el nombre La Fuerza atraviesa todo este proyecto. La fuerza de los inmigrantes que trajeron el vermú a nuestro país, la fuerza de emprender, la fuerza de la gente que labura en el campo con las uvas, la fuerza del servicio acá en el bar…»

Empezaron con el Blanco y el Rojo pero siguieron otras variedades…

Martín: en 2019 lanzamos Primavera en los Andes que fue nuestro primer vermú de temporada. Nació con esta necesidad de contar algo más sobre lo local, tratando de capturar algo de la primavera mendocina. Le pusimos menos hierbas y le sumamos flores a una base de Torrontés, que de hecho es la que le da el color rosado. Hoy es nuestro segundo vermú más vendido y también lo exportamos a Estados Unidos.

Agustín: en 2021 lanzamos el primer vermú en lata listo para tomar, Valientes, hecho con las tres variedades, rojo, blanco y rosado. Y el lanzamiento más reciente fue Sideral, el primer vermú añejado 12 en barricas.

Sebas: yo decidí en un momento guardar algunas barricas con algo del vermú rojo, para ver cómo evolucionaba, y nos encantó el resultado. Así nació el Sideral.

Julián: imaginamos un vermú más nocturno, que tiene la parte de la madera, pero también tiene la frescura del vino y las hierbas. Tiene el espíritu más del destilado o del licor que del aperitivo, es la copa con la que terminas. Está bueno romper esa lógica de que el vermú sea solo un aperitivo, el vermú puede ser lo que cada uno quiera.

Martín: el vermú nace en Turín, en el hemisferio norte, y nosotros lo hacemos en el hemisferio sur. Lo que queremos es construir una nueva historia del vermú desde acá, desde este cielo de Mendoza, impreso la botella.

«Julián Díaz: Sideral nación porque imaginamos un vermú más nocturno, que tiene la parte de la madera, pero también tiene la frescura del vino y las hierbas. Tiene el espíritu más del destilado o del licor que del aperitivo, es la copa con la que terminas. Está bueno romper esa lógica de que el vermú sea solo un aperitivo, el vermú puede ser lo que cada uno quiera…»

¿Qué se viene?

Sebas: se viene…¡La Fuerza Mendoza! Es el lugar del origen de nuestro vermú, y también mi lugar de origen. En Mendoza hubo una movida gastronómica muy grande en los últimos años, empujada por las bodegas y por la potencia que tiene hoy Mendoza como plaza turística.

Martín: es importante contar la historia del origen. Con qué está hecho, cómo está hecho, las hierbas, los vinos… todas sus características están ligadas al lugar donde hacemos el vermú.

Julián: la idea es armar un lugar que tiene gastronomía, pero donde además se pueda contar más sobre el producto. Así que buscamos un espacio que sea más como un jardín, donde estén las plantas que usamos para hacer el vermú, tanto los botánicos y como las parras. Va a haber un espacio donde se van a probar las hierbas, los macerados, conocer el proceso de elaboración.

Agustín: va a ser un cruce entre lo tradicional del bar porteño y la gastronomía mendocina.

Ustedes son muy humildes. ¿Pero saben que son los pioneros de boom vermutero, no?

Martín: el pionero era el primero en subir una montaña, era el que armaba un camino que quedaba abierto para que lo usen otros después. No importa ser el primero, sino abrir un camino para la categoría.

Julián: claramente estamos dentro de ese grupo de pioneros, pero tampoco nos interesa tanto ser los primeros. Hay cosas más interesantes que haber dado la primera la primera piña. Los cuatro teníamos una visión de hacer un producto con identidad local, de muy alta calidad, pensar como renovar una categoría. En ese sentido sin dudas fuimos muy innovadores y la gastronomía fue parte de esa innovación.

Sebastián: lo bueno es que cinco años después de que empezó esta escena, la vara subió mucho. Eso hace que el consumidor pueda acceder cosas de mejor calidad. Y eso hace crecer a la categoría en general. Argentina tiene que tener un lugar como productor de vermú en el mundo también.

«Sebastián Zuccardi: ahora lo que se viene es…¡La Fuerza Mendoza! Es el lugar del origen de nuestro vermú, y también mi lugar de origen. En Mendoza hubo una movida gastronómica muy grande en los últimos años, empujada por las bodegas y por la potencia que tiene hoy Mendoza como plaza turística…»

¿Por qué La Fuerza? ¿Cómo llegaron a ese nombre tan genial?

Julián: hubo muchos asados para que salga esa palabra, nos tuvimos que emborrachar mucho para encontrarla…

Agustín: el nombre La Fuerza atraviesa todo este proyecto. La fuerza de los inmigrantes que trajeron el vermú a nuestro país, la fuerza de emprender, la fuerza de la gente que labura en el campo con las uvas, la fuerza del servicio acá en el bar.

Martín: nuestra sociedad se llama La Fuerza de los Valientes. Creo que resume muy bien el espíritu de este proyecto.

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