Renace la esquina de Güemes y Aguero/ Sobre Toti: la joven chef que está conquistando la escena gastro con sus banquetes/ Sobre la obra: en solo seis meses lograron belleza y personalidad/ Sobre las actividades: las cocinas de Toti, el estudio fotográfico de Maga Polverino, un círculo de mujeres y salones de eventos/Colaboración, goce y energía femenina: la esencia de Casa Néctar.
Toti desde su cocina de taller, que tiene al rosa y el amarillo como protagonistas de la paleta de pasteles.
La esquina hedonista de Toti Quesada: así es Néctar, una casona en Barrio Norte restaurada para encuentros, talleres y momentos de goce. Por Lenchu Rodríguez Traverso. Fotos: Kala Moreno Parra.
Hace apenas unas semanas, la esquina de Güemes y Aguero volvió a relucir su encanto. Debajo del manto de enredaderas salvajes se escondía una casona histórica de 1919, que en su época dorada perteneció a la productora artística Tita Tamames. Después, quedó abandonada durante varios años. Las fuerzas del destino, o como cada uno decida llamarlo, conectaron a esta joya en potencia con la joven chef Toti Quesada. Y después de medio año de un trabajo colaborativo de refacciones y restauraciones, logró plasmar su universo personal en Casa Néctar, espacio que abrió sus puertas con un concurrido banquete inaugural.
Cuando cruzás la gran puerta principal, te reciben unas escaleras de mármol que desembocan en una primera postal cautivante. El techo arqueado, con sus molduras originales, un piso damero, esculturas orgánicas a los costados (de la artista amiga Solana Tixi), plantas que aparecen en las esquinas y, de frente, el mercado; un mueble bajo que exhibe los productos del “universo Néctar” que están a la venta. Parece una especie de oasis, a medio camino entre el Jardín Botánico de Río de Janeiro y un clásico edificio grecorromano, pero dentro de Buenos Aires. Subiendo, a la izquierda, un gran living conecta los tres espacios principales: el taller de fotografía de Magalí Polverino, el círculo de mujeres de Ati Hoffman y la gran cocina de Toti.
Sobre el camino que la trajo hasta acá
“ ‘Néctar, como concepto, tiene que ver con el goce, con el disfrute, con lo sabroso, con el banquete y con lo bello’. Fue Ati quien vio una flor y conectó al néctar con los atributos del proyecto. El néctar, como ese alimento de Dios. Exótico, con una energía femenina, seductora, estética y cálida…»
La vida casi siempre da segundas oportunidades. La primera vez que Toti – Teodelina – se cruzó con esta casa hace tres años, simplemente no era el momento. Pero unos meses atrás, buscando un espacio para ampliarse, porque su taller en Villa Ortúzar ya le estaba quedando chico, la esquina volvió a aparecer en el radar. Una jugada misteriosa del destino que coló a esta casona en un algoritmo que buscaba galpones. Pero a veces las cosas no tienen un por qué; simplemente tienen que ser. O, como ella hoy lo revela: “la casa me estaba llamando”.
Sobre la historia de la casa
Tita Tamames, productora de teatro y cine, fue la dueña original. Y hay un lazo interesante que la conecta con Toti hoy: el amor de ambas por reunir gente alrededor de banquetes y encuentros hedonistas. Si bien Néctar es una expresión visual del mundo interior de la chef, la búsqueda desde el inicio fue recuperar el espíritu de encuentro del lugar, sus detalles y la belleza original escondida debajo del polvo y los escombros.
Sobre la esencia de Néctar
El goce es un pilar central del proyecto. Y el espíritu colaborativo también juega un papel esencial. “Lo que termina de crear este universo Néctar es el trabajo en equipo”, cuenta Toti, “a mí no se me ocurre armar una mesa si no está mi florista o cocinar si no tengo a mi equipo de cocina. Yo entiendo construyendo en equipo”. Por eso no se llama Casa Toti. Hay pedacitos del trabajo de muchas personas ahí dentro – Cande Urquiza, la arquitecta, Magalí y Ati, los artistas, los equipos de la cocina – y, parte del proyecto, es seguir acercando gente amiga a participar de alguna forma, incluso a los curiosos que pasaron durante años por esa esquina intrigados por ver qué había adentro. “Que hoy podamos abrir las puertas para que mucha gente venga a conocerlo me parece muy importante, mucho más que conservarlo para uno”.
Sobre sus propuestas
«Si bien Néctar es una expresión visual del mundo interior de la chef, la búsqueda desde el inicio fue recuperar el espíritu de encuentro del lugar, sus detalles y la belleza original escondida debajo del polvo y los escombros…»
El multiespacio Néctar va a empezar a funcionar, de a poco, para distintas actividades. Primero: los talleres de cocina de Toti. Su plan para el 2024 es dar un saltito más y ampliar la programación, invitando a colegas del universo gastro a sumar clases nuevas. El primer cuarto a la izquierda es el espacio de Carpa Rosa, el círculo de mujeres creado por Astrid «Ati» Hoffmann, que anuncia su naturaleza ritualista con telas que se abren y caen desde el techo. Unos pasos más adelante, encontramos el estudio de fotografía de Maga Polverino – decorado con sus famosas láminas de Estudio Póster – que puede que próximamente se convierta también en un espacio de taller. Y después, eventos. Civiles, cumpleaños, eventos corporativos o cualquier movida de no más de sesenta personas, que “respete el corazón de la casa”. Hay muchas ideas revoloteando en la cabeza de la chef, como que se convierta en la nueva sede de su famoso «Locrazo» o alguna colaboración para vestirla de restaurante por un día.
Sobre el nombre
Si hay algo de lo que Toti estaba segura era de que no quería ponerle su nombre a la casa. Pero no fue nada fácil elegir. “Néctar, como concepto, tiene que ver con el goce, con el disfrute, con lo sabroso, con el banquete y con lo bello”. Fue Ati quien vio una flor y conectó al néctar con los atributos del proyecto. El néctar, como ese alimento de Dios. Exótico, con una energía femenina, seductora, estética y cálida. El cuadro del artista mendocino Amadeo Seguy que ocupa el centro del living, fue lo segundo que Toti encargó para el lugar y se convirtió en la representación visual de esta personalidad. “Yo le conté el concepto y él hizo esta belleza”.
Sobre el mercado
«(El mercado) es, de alguna manera, una síntesis de la esencia visual del lugar, para que todo el que entre y se enamore de lo que ve, pueda llevarse un pedacito del universo Néctar. De amigos, colegas y talentos cercanos; así fue convocando y construyendo este espacio de artesanías. ‘Yo quería que el mercado resuma eso: la unión de personas que admiro’…»
Entrás a Néctar y salís por el “gift shop”. Sobre el mueble en la entrada, en su mercado, se exhiben cerámicas con figuras femeninas o platitos porta empanadas (el plato insignia de Toti); cuchillos, velas, morteros, revistas, cuadernos y pósters. Es, de alguna manera, una síntesis de la esencia visual del lugar, para que todo el que entre y se enamore de lo que ve, pueda llevarse un pedacito del universo Néctar. De amigos, colegas y talentos cercanos; así fue convocando y construyendo este espacio de artesanías. “Yo quería que el mercado resuma eso: la unión de personas que admiro”. Próximamente, se le suma la cuota gastronómica con una carta de vinos, quesos y otras delicias de productores que trabajan con ella.
Sobre su cocina
La cocina para los talleres parece un set de grabación minuciosamente decorado. Sus paredes amarillas – un guiño a las cocinas de campo que usan ese color para ahuyentar moscas y, además, uno de los colores favoritos de Toti – y esa gran biblioteca de fondo se roban las miradas de todo el que entra. Restaurada y pintada del mismo tono, esta exhibe vajilla exótica de viajes y artistas, libros y utensillos en una paleta de colores pasteles. Escondido detrás de una puerta, el back y la razón de ser de esta mudanza: su cocina de producción de cátering.
Sobre el camino de Toti
“ ‘Lo hecho a medida es hoy lo que más me mueve y conmueve’. Sin querer queriendo, y reconociendo la fuerza de su pensamiento lateral, se convirtió en la ‘reina de los banquetes porteños’ del momento, preparando mesas temáticas para marcas como Lacoste o Jazmín Chebar…»
En su cabeza – y en la de muchas personas más seguramente – empezar la carrera de chef a los 30 años es tarde. Pero por suerte se liberó de ese pensamiento limitante para transformar los mandatos clásicos del mundo de la gastronomía (como el de tener un restaurante propio como fin máximo) y encontrar su valor diferencial: la cocina uno a uno, de encuentro, bella y con creativa simpleza. “Lo ‘hecho a medida’ es hoy lo que más me mueve y conmueve”. Sin querer queriendo, y reconociendo la fuerza de su pensamiento lateral, se podría decir que hoy es la “reina de los banquetes porteños”, preparando mesas temáticas, atractivas y exuberantes para marcas como Lacoste o Jazmín Chebar.
Lo que nació desde una practicidad se convirtió en su sello personal. Uno que, al verlo en las redes, da ganas de traspasar la pantalla y disfrutar en primera persona. “El desafío es poder hacer algo que sea lindo y elegante, pero cercano y familiar a la vez”, explica. “Poder hacer un banquete donde la gente entre en contacto con la comida. Porque eso también es lindo, ¿no?” La belleza de lo simple. Como las fotografías gastronómicas y los espacios de conexión con la esencia femenina de sus socias y amigas. Simpleza, disfrute, encuentro. Así es Néctar.