«La escritura me da un placer y felicidad que nunca había experimentado»: entrevista MALEVA a Carla Quevedo

La actriz de grandes éxitos – entre ellos “El secreto de sus ojos” y “Monzón”-, y autora del libro “Cómo me enamoré de Nicolas Cage”, dejó atrás una ascendente carrera en Estados Unidos para apostar a una vida en Argentina rodeada con propuestas que encajan más con sus deseos/En una charla a fondo con MALEVA en el Bellas Artes Bar, nos contó sobre su amor por la escritura, sus emprendimientos foodies, y su larga experiencia en Nueva York.

Carla volvió a vivir a la Argentina en 2020

«La escritura me da una sensación de placer y felicidad que nunca había experimentado»: entrevista MALEVA a Carla Quevedo. Por Paula Labonia. Fotos: Azul Zorraquin.

Su historia en la actuación es la típica que cuando uno escucha dice: «esas cosas no pasan». Sin embargo, el de Carla Quevedo es un caso que además de ser cierto, corrobora la teoría de que todo sucede por algo. Sentada en un banco de La Fernetería en el exclusivo Bellas Artes Bar, la actriz lanza una carcajada y le confiesa a MALEVA: La verdad que parece un chiste pero fue todo medio de casualidad”, ante la pregunta de cómo comenzó en la actuación.

«Con la escritura me sentí por primera vez más conectada conmigo. Lo siento mucho más propia que la actuación. Y tiene que ver con tomar la palabra, como te decía recién. Me trae una sensación de placer y felicidad que no había experimentado nunca en mi vida…»

Es que todo surgió en 2004, cuando acompañó a una amiga de la secundaria, que era actriz, a un casting para una publicidad de una famosa gasesosa. Me llamaron para ser extra y me pagaron un montón de plata así que empecé a hacerlo para ahorrar, fuera del horario del colegio”, cuenta la también escritora. Una cosa llevó a la otra y finalmente quedó seleccionada para formar parte de “El secreto de sus ojos”, el boom inicial de su carrera.

¿Te fuiste a Estados Unidos con la idea de triunfar en Hollywood?

No. De chica no soñaba con ser actriz. No soñaba con nada (risas). Me di cuenta muchos años después de que no había sido un deseo mío irme. Yo creo que estaba muy complicada acá por cuestiones personales y un poco me escapé. Sentía que no había lugar para mí acá. Así que me fui a Nueva York con la excusa de hacer un curso intensivo de teatro de dos meses y no volví por diez años.

¿Qué hizo que te quedaras?

Fueron surgiendo oportunidades de trabajo y me fui quedando. No estaba muy presente tomando decisiones sino que me iba dejando llevar. Era mas un “deber ser”. Un “¿Cómo voy a rechazar estas oportunidades?”. Si me viene a buscar un agente porque estoy en una película: ¿Cómo no voy a querer ser la actriz argentina que triunfa en Hollywood?”. Y resultó que yo no lo quería, pero me di cuenta diez años después.

«Yo me percibo como una persona muy insegura pero la verdad que la vida me fue demostrando lo contrario. Cuando pude mirarme un poco más de afuera, con el paso de los años, y vi lo que había hecho… Creía que no podía sola y mirando para atrás me di cuenta de que me la banqué bastante. A veces es mas fácil saltar al vacío que dar pasitos de bebé…»

 ¿Volviste a buscar algo o a enfrentar eso por lo que te escapaste?

Creo que volví a hacerme cargo de mi vida y a ocupar mi lugar. Me di cuenta de que quería tomar la palabra. Me encanta actuar pero nunca lo sentí muy propio. Nunca terminaba de sentirme que estaba conectada con eso. Me felicitaban y yo tenía el “síndrome de la impostora”. De sentir que en algún momento se iban a dar cuenta de que tan buena no era. Y con la escritura me sentí por primera vez más conectada conmigo. Lo siento mucho más propio. Y tiene que ver con tomar la palabra, como te decía recién.

¿Te sentís más identificada con la escritura que con la actuación?

100 por ciento. Y me trae una sensación de placer y felicidad que no había experimentado nunca en mi vida.

La protagonista de tu novela “Cómo me enamoré de Nicolas Cage” (Ed.Penguin Random House) es una actriz argentina que vive en Nueva York, ¿está inspirado en vos el personaje?

Parte de una experiencia mía pero el libro es una ficción absoluta. Tiene tanto de mí como de ficción.

¿En qué momento de tu vida la escribiste?

Era 2013 yo estaba en Nueva York. Y a la semana me volví a Buenos Aires y la seguí escribiendo acá. Me vine porque me salió la posibilidad de hacer “Parque Lezama”, el debut de (Juan José) Campanella en el teatro, él me convocó. Y todo ese año estuve escribiendo lo que fue la primera versión de esta novela.

«Cuando decidí volver a Buenos Aires, fue un proceso muy largo. Volví en febrero de 2020 y creo que esa decisión fue como la consumación de un trabajo que venía haciendo hacía muchísimos años y tenían que ver con darme cuenta de que no había estado presente, de que había estado haciendo cosas por inercia en pos de una supervivencia y de que básicamente no la estaba pasando bien…»

¿Además de ser una actriz argentina viviendo en Nueva York, qué otras similitudes tenés con la protagonista?

Dejame pensar… creo que un rasgo que le transferí a Marta es la honestidad brutal. Yo no la puedo caretear. Soy muy sincera con lo que me pasa. Y la inseguridad también. Soy una persona muy neurótica, muy insegura, muy ansiosa. Yo hablé abiertamente toda mi vida respecto a mi trastorno de ansiedad, mi experiencia con la depresión. Hoy a mis 33 años manejo mucho mejor el miedo de lo que lo hacía a mis 24, cuando empecé a escribir esta novela.

¿Cómo aprendiste?

¡A los tumbos! (risas). Yo me percibo como una persona muy insegura pero la verdad que la vida me fue demostrando lo contrario. Cuando pude mirarme un poco más de afuera, con el paso de los años, y vi lo que había hecho… Creía que no podía sola y mirando para atrás me di cuenta de que me la banqué bastante. A veces es mas fácil saltar al vacío que dar pasitos de bebé. Yo me fui a vivir afuera a los 21 años, absolutamente sola y lidié durante muchísimos años con mi salud mental, sola también. Yo creo que a los 24 estaba sobreviviendo, como Marta. Hoy en día empecé a vivir, hace muy poco tiempo.

 ¿Cuándo fue?

Cuando decidí volver a Buenos Aires. Fue un proceso muy largo. Volví en febrero de 2020 y creo que esa decisión fue como la consumación de un trabajo que venía haciendo hacía muchísimos años y tenían que ver con darme cuenta de que no había estado presente, de que había estado haciendo cosas por inercia en pos de una supervivencia y de que básicamente no la estaba pasando bien. Y un día dije: “qué estoy haciendo acá?”. Ni siquiera me interesaban los castings. Me mandaban para Spiderman y yo me decía: “Esto no es lo que quiero para mi vida”. Estaba muy sola, la vida social me era muy difícil. Tenía amigos pero era más hostil la vida. Y me di cuenta de que todas mis decisiones habían sido por mi carrera. Y en ese afán de trabajar y tener éxito había descuidado muchísimo mi necesidades mas primitivas como humana, de contacto, de familia. Me di cuenta de que no me hacia feliz estar allá sola y que mi carrera no era lo más importante en mi vida. Y bueno, volví un poco a averiguar de qué se trataba mi vida mas allá de mi carrera.

¿Y lo descubriste?

Lo estoy haciendo. Creo que nunca se termina de descubrir pero sí estoy muy feliz de estar acá. Más conectada y disfruto más de lo laboral.

«C.A.N.C.H.A es un proyecto que surgió en pandemia. Volví acá y hacía rato que sentía la necesidad de tener algo más que la actuación porque nunca sabés cuánto va a pasar entre un proyecto y otro, por lo que es muy difícil organizarte a nivel económico. Las pizzas son de masa madre, estilo napolitano, idealmente para comer apenas sale del horno”, cuenta la actriz…»

La linda vida según Carla:

Carla es dueña de la pizzería C.A.N.C.H.A., en Villa Crespo (Loyola 902), junto a tres socios. “es un proyecto que surgió en pandemia. Volví acá y hacía rato que sentía la necesidad de tener algo más que la actuación porque nunca sabés cuánto va a pasar entre un proyecto y otro, por lo que es muy dificil organizarte a nivel económico. Las pizzas son de masa madre, estilo napolitano, idealmente para comer apenas sale del horno”, cuenta la actriz.

¿Te gusta cocinar?

Me encanta. Hice un curso con un amigo que daba clases de cocina japonesa. Mi especialidad es el Spicy salmon/ tuna donburi, que es un salmón o atún picante sobre arroz de sushi.

¿A qué restaurantes solés ir desde que volviste a Buenos Aires?

En Buenos Aires me gusta Julia en Villa Crespo, Gran Dabbang y Santa Inés para el mediodía.

¿Y en Nueva York cuáles son los infaltables?

-Me encantan Dimes y Supper.

///

Maquilló: @agustinfortuni.mkp para @quieromiscejas / Peinó: @yvicella para Estudio Cella / Agradecemos a: Bellas Artes Bar.

///

Sobre la locación de la entrevista: la Fernetería en el Bellas Artes Bar (cócteles, arte y un entorno glam).

Picasso, Dalí y Pettoruti ya no solo serán nombres de artistas que cambiaron el mundo, sino también son tres cócteles especiales que ideó Martín Suaya para el nuevo bar de Bellas Artes. “Es un lugar emblemático, que representa algo muy especial porque mi familia siempre estuvo relacionada con el arte. Así que lo fuimos siguiendo desde que cerró el local anterior y a partir de ahí nos pusimos a ver cuándo arrancaba la licitación… que ganamos”, explica Diego Díaz Varela, dueño de esta propuesta que marida lo mejor del arte con la gastronomía. A las joyitas de La Fernetería (Serrano 1349) como la degustación de fernet y las pastas caseras, se le suman los agnolottis Bellas Artes que están relleno por un lado de ricota y por el otro de remolacha.