La Cumbre de los placeres: cinco coordenadas con espíritu jóven y buena vibra que encienden el circuito gastro de las sierras cordobesas

Desde las pizzas originales de un joven panadero autodidacta en un antiguo almacén de Ramos Generales hasta un patio con onda en una casa-taller donde se arman movidas que terminan en baile/La Cumbre se convirtió en un destino gastronómico en sí mismo/Bonus: un café para relajarse entre libros y el nuevo restó de un hotel sumergido en la naturaleza.

Lambaré, el restaurante del Hotel Patios, abrió sus puertas este enero en una ex capilla.

La Cumbre de los placeres: cinco coordenadas con espíritu jóven y buena vibra que encienden el circuito gastro de las sierras cordobesas. Por Eugenia Iglesias.

Es fácil enamorarse de La Cumbre. Este pueblo del Valle de Punilla, a 80 kilómetros de la capital cordobesa, respira un aire distinto. Entre el río y las sierras se estableció una comunidad única, con una fuerte inmigración inglesa, donde el paisaje del casco urbano todavía deja ver las antiguas casonas de estilo normando. 

De la mano de una propuesta de hotelería de alto nivel, el pueblo desarrolló una oferta gastronómica que convirtió a La Cumbre en un destino en sí mismo. Uno de los pioneros fue Santiago Blondel, el chef ganador del prix de Baron B de 2019 (entrevistado por MALEVA en su momento), que puso al destino en el mapa gastronómico nacional gracias a su restaurante Gapasai. Le siguieron otros proyectos como Mola –ubicado en lo que supo ser la casa del escritor Manuel Mujica Lainez y que ahora abrió una nueva sucursal en Ibiza– o La Urraca –parada obligada para los turistas–.

La Cumbre y su escena gastronómica están en pleno crecimiento, impulsados por el carácter cosmopolita del pueblo y la pasión por la buena comida, tanto de sus cocineros como de su público. Llama la atención no solo por su diversidad de propuestas, sino también por la calidad de los platos que rescatan los sabores locales. En la zona se desarrollan productos que nutren toda esta escena: desde frambuesas y moras orgánicas –imposible perderse las de La Quinta, en la temporada de noviembre a abril– hasta destilados como el gin de Summa o el vermut de Infinito.

Cuesta hacer una selección, hay mucho para probar y disfrutar, pero siempre queda la excusa para volver. A continuación, cinco elegidos de MALEVA para hacer un recorrido foodie en La Cumbre:

1) Gomero: larga vida a al vermú y los platitos, en una casona antigua restaurada/ 25 de mayo 264.

«Algo muy lindo pasa en la escena gastronómica de La Cumbre: siempre está presente el famoso “atendido por sus propios dueños”. Para los que se quedan hasta el final del servicio, cuando se apaga la cocina, se puede tomar un gin tonic con el chef en el pequeño recibidor que da a una de las callecitas del centro del pueblo, de noche vacía, y sentir la brisa fresquita de las noches cumbrenses…»

Joma Bourdieu, que empezó su carrera profesional trabajando en un banco, cumplió el sueño de cualquier oficinista que camina por el microcentro porteño y fantasea con escapar de la jungla de cemento para vivir rodeado de naturaleza y montañas. 

Oriundo de Buenos Aires, la vida lo llevó a establecerse primero en Mendoza, donde se formó como chef, y luego en La Cumbre, donde echó raíces hace ocho años. En 2023 abrió su primer proyecto propio, Gomero, una cantina de vermú y platitos que mezcla el concepto furor de barcito de Chacarita, pero con una impronta muy local y a la vez muy cercana que lo hace único. “Esta es mi búsqueda de expresar lo más auténtico y propio. Quiero que quien venga tenga una experiencia divertida y que coma algo que yo pienso con mucho amor. No hay ningún plato que esté de relleno”, dice Bourdieu en charla con MALEVA.

Lo que era una casa antigua en el centro del pueblo se convirtió en un pequeño espacio remodelado con materiales nobles, madera clara, viejos aparadores restaurados y luz tenue, con una barra y cocina a la vista donde Joma mismo está del otro lado en los fuegos preparando platos que salen rápido y deliciosos, todos con una vuelta de rosca: desde gírgolas en beurre cítrica y aromáticos hasta dumplings de cerdo y langostinos en sopa de miso y el hit que no puede salir de la carta: las mollejas crocantes sobre fainá con chutney de tomates. 

“La carta la pienso en búsqueda de lo original y de lo auténtico. Creo que siempre tiene que haber un 70% de opciones vegetarianas y algunas proteínas, pero estoy constantemente en la búsqueda de ofrecer al cliente algo que no se pueda comer en la casa”, dice el creador de Gomero. 

Para Bourdieu, la experiencia también viene de la mano de nutrirse de proveedores de la zona y de gran calidad. Hasta el vermut que se sirve es made in La Cumbre: se trata de Primmo, hecho con hierbas y flores nativas de las sierras de Córdoba. “Mi tiempo se va en hacer todo acá”, admite Bourdieu.

Algo muy lindo pasa en la escena gastronómica de La Cumbre: siempre está presente el famoso “atendido por sus propios dueños”. Para los que se quedan hasta el final del servicio, cuando se apaga la cocina, se puede tomar un gin tonic con el chef en el pequeño recibidor que da a una de las callecitas del centro del pueblo, de noche vacía, y sentir la brisa fresquita de las noches cumbrenses. 

2) Café Rusznak: café, libros y pastelería casera: la fórmula para poner al mundo en pausa durante un rato/ 25 de mayo 376.

Para los fanáticos del café, La Cumbre también tiene una sólida oferta con altísimos estándares. Café Rusznak es una de las propuestas más nuevas, llena de detalles adorables. Este pequeño café, que ocupa oficialmente un área de apenas dos metros por dos, tiene sus mesas ubicadas dentro de la Biblioteca Rusznak, un espacio cultural que alguna vez fue la casa de Fernando y Elena Rusznak, inmigrantes húngaros y artistas plásticos donaron su hogar y se convirtió en uno de los puntos más interesantes de la ciudad.

Inaugurado en agosto de 2023, Café Rusznak nació como un servicio destinado a los socios de la biblioteca y a los asistentes de sus talleres. Sin embargo, con el tiempo, el proyecto fue creciendo hasta convertirse en un lugar ideal para combinar el placer de la lectura con el café y la pastelería artesanal.

Victoria Navas, administradora del café, llegó al mundo gastronómico casi por casualidad. Nacida en La Cumbre, vivía en Córdoba capital cuando la pandemia la obligó a volver. Fue entonces cuando comenzó a trabajar como moza en Zan Café, otro de los puntos obligados para los fanáticos cafeteros y pionero en lo que refiere a cafés de especialidad en la zona.

Allí no solo aprendió sobre el oficio, sino que también se involucró en la cocina. Al mismo tiempo, se formó como barista, hasta que finalmente tuvo la oportunidad de abrir su propio emprendimiento. “Acá no hay apuro cuando te tomas un café. Yo quería tener un café de especialidad pero a mi manera, quería poder brindar buena calidad de café pero que todos pudieran tener acceso con los precios y también que cada uno lo pudiera personalizar. A nosotros nos podés pedir el café como quieras y nosotros lo vamos a hacer”, dice la fundadora. 

Para Navas, que todos los días hornea los croissants de masa madre, los chipas, las tortas y hasta hace el yogurt en su casa, lo más lindo es el trato con los clientes que en su mayoría son recurrentes, y de casi todos conoce el nombre y su pedido favorito, por ejemplo el de un habitué que todos los días pide su “cajita feliz” que consiste en un cortado doble y un croissant tibio. 

Otros visitantes también abrazan el encanto de sentarse a tomar un café entre libros. La casa, rodeada de estanterías, tiene a disposición todos los títulos de la biblioteca para leer ahí mismo, hasta para quienes no son socios. Incluso es muy común que algunos elijan un libro, marquen la página, lo guarden en la biblioteca y vuelvan al día siguiente para retomar la lectura con un nuevo café.  

Es que el espacio tiene un encanto mágico. Si bien está ubicado en una de las calles principales del centro del pueblo, una vez que se cruza el portón, las lavandas y los cactus y las hiedras funcionan de pared para que no se escuchen ni los autos ni las motos. “Es un lugar ideal para ver sin ser visto. Desde adentro se ve todo lo que pasa afuera, pero si estás sentado acá te sentís protegido”, dice Navas, quien ahora está en proceso de ampliación del espacio para sumar nuevas mesas en el interior de la biblioteca.

3) El Almacén + Juan Wells: el dúo creador de las noches de disfrute en un antiguo almacén de Ramos Generales/ Camino de los Artesanos, el Pungo.

Juan Wells es hoy uno de los chef protagonistas de la gastronomía joven de La Cumbre. Panadero autodidacta y cocinero en construcción, como él mismo se define, está detrás de muchos de los proyectos más innovadores del pueblo y una de sus más recientes propuestas es las noches de pizza de masa madre al horno de leña en El Almacén. Este espacio que funciona, como su nombre lo dice, en un antiguo almacén de ramos generales de la zona de El Pungo, está alejado del centro del pueblo y monta una vez por semana noches de pizza de fermentación natural y música donde el ambiente es de fiesta con amigos y brindis con una cerveza fría, bajo un cielo lleno de estrellas como telón de fondo.

Lo que empezó como un proyecto de verano se convirtió ya en uno de los planes preferidos tanto de los locales como de los turistas que llenan cada noche el espacio donde ofrecen pizzas que no se encuentran en cualquier lado: alguna de las mejores, la clásica de burrata o la de boniato, salvia y limón. 

El éxito fue tal que ahora el encuentro se va a extender durante todo el año las noches de los viernes, siempre con bandas en vivo acompañando la experiencia. Además luego del éxito de las pizzas este año se inaugurará un ciclo de comidas del mundo que empieza este mes con un especial de hongos.

“La cocina puede hablarte de la historia de un pueblo, puede ligarte a recuerdos y emociones pasadas. Hoy estoy absorbiendo cosas permanentemente y reinventándome todo el tiempo. La búsqueda siempre es generar platos deliciosos, que la gente pruebe algo y que la sorprenda. Hoy hago mucha comida callejera, pero no por eso menos compleja: busco que cada producto esté muy bien hecho, aunque sea una pizza, mezclando tradiciones populares con técnica”, dice Wells.

Sus aliados en estas noches son los hermanos Luciano y Thomas Garofalo, que empezaron haciendo peñas en este espacio que ahora se transforma para ofrecer propuestas fuera de lo común. “El último tiempo fuimos un lugar de encuentro sobre todo para la gente del pueblo, pero este 2025 nos lanzamos a buscar al público cordobés de la ciudad que viaja a comer a la cumbre e instalarnos también como una opción para los turistas en general”, dicen.

Un bonus track: Wells tiene su propio proyecto de hamburguesas: Hooky, solo con delivery y take away, que al mediodía también ofrece sándwiches. Los panes, hechos in house, son el fuerte. Y acá se pueden probar no sólo smash burgers, sino también otros platos inundados de sabor. Dos imperdibles: el sándwich de pastrón ahumado casero con espinillo, pickles y mostaza, o el bagel de trucha curada, queso crema y pickles de cebolla.

4) Parada Manantiales: un rejunte único – arte, comida, amigos y baile – donde todo puede pasar/ Av. San Martín 298.

Visitar Parada Manantiales es como adentrarse en la intimidad de la casa de un artista, porque literalmente lo es. La casa-taller del artista plástico Santiago Dartiguelongue abre sus puertas a quienes buscan una experiencia única, donde el arte en todas sus formas convive con la buena comida, los amigos y el ambiente relajado de La Cumbre.

Al cruzar el umbral, lo primero que recibe a los visitantes es un jardín con cientos de plantas y una acumulación fascinante de materiales reciclados, chatarra y objetos antiguos, que aguardan su transformación en futuras esculturas y proyectos del artista.

En el patio al fondo, bajo una parra que sirve de refugio, hay un enorme horno de leña y una barra antigua. Allí cobra vida el bar, un espacio que Dartiguelongue lleva adelante junto a su socia, Josefina Bedacarratz. El plato estrella es la pizza, disponible todo el año, pero cada noche se suman diferentes invitados que aportan nuevas propuestas gastronómicas. La música tampoco falta: DJs se encargan de musicalizar las noches de verano. «Acá siempre terminamos bailando», cuenta Bedacarratz. 

El lugar es ideal para una cita de a dos, para disfrutar solo de un trago en la barra o compartir una mesa redonda con amigos –en invierno, alrededor de los fogoneros-. Además, en algunas noches especiales, el sótano de la casa se convierte en escenario de encuentros culturales, obras de teatro y actividades que siempre sorprenden.

Un detalle que hace de esta experiencia algo aún más especial es que toda la casa está abierta para ser recorrida: desde la mesa de trabajo del artista y las paredes repletas de herramientas, hasta el depósito donde descansan maderas, hierros y firuletes rescatados, esperando su turno para transformarse en nuevas creaciones.

5) Lambaré: prende sus fuegos en una antigua capilla de adobe y rodeado de naturaleza/ Av. Bartolomé Jaime 880.

En La Cumbre, el impulso de la gastronomía va muy de la mano de la gran oferta de hoteles de lujo. La más reciente apertura es Lambaré, el restaurante del Hotel Patios, en la zona de Cruz Chica. El proyecto surgió del trabajo en conjunto del hotel con Nacho Dematteis y Mayu Pilsel, creadores del restaurante y posada La Baguala. “Hicimos algunos trabajos en conjunto, creamos un lindo vínculo y, como el hotel no tenía restaurante, la idea cerró por todos lados. Así fue como decidimos seguir apostando a este lugar soñado como es La Cumbre”, explica la pareja.

Lambaré está en un entorno único, rodeado de naturaleza y con una arquitectura que cuenta su propia historia. Antes de ser un restaurante, el espacio era una antigua capilla de adobe, que se respetó y restauró para mantener su esencia. Una de las características más especiales es su pared original con nichos donde antes se colocaban vírgenes y santos, un detalle que hoy sigue presente y le da un carácter único al lugar. Para el nombre, usaron el nombre original que llevó el hotel en sus inicios, hace más de 100 años.

Prendimos los fuegos hace poquito, el 17 de enero de 2025 para ser exactos. Queríamos aprovechar la temporada alta de La Cumbre, así que hicimos obra y armamos la cocina en tiempo récord. La idea era clara: crear un lugar que represente a La Cumbre, donde el tiempo se desacelera y el fuego es el gran protagonista”, cuentan los creadores.

Lambaré es cocina a la leña, casi todos sus platos reciben el calor del fuego, la parrilla, una plancha o el horno de barro. La única excepción son las pastas, aunque las salsas tampoco se salvan de los fuegos. “Nuestra esencia es la simpleza bien hecha: cocinar con paciencia, respetar el producto y compartir el ritual del fuego con quienes nos visitan. Nada de fuegos artificiales, solo ingredientes de calidad y mucho amor por la buena cocina”, agregan.

La carta es creación de Iván Hawiko, con quien los socios ya habían trabajado en La Baguala. En el menú, diseñado en torno al fuego, hay carnes, vegetales asados a las brasas, platitos horneados en leña y postres con un toque ahumado. Todo pensado para resaltar el sabor más puro de cada ingrediente.

La Cumbre se convirtió en un destino gastronómico de primer nivel. Hay propuestas increíbles, y la gastronomía ya es una de las razones por las que la gente elige venir. Esto no es casualidad, sino por el resultado de la unión y compromiso que hay entre todos los que formamos parte de esta comunidad gastronómica y hotelera. En Lambaré nos sentimos parte de esta esencia, respetando la historia del lugar y el valor de la cocina tradicional, pero también con una mirada contemporánea y creativa. Somos jóvenes, estamos atentos a los gustos actuales y nos divierte jugar con la creatividad”, cierran los fundadores.

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Las fotos: son todas gentileza para prensa de los lugares mencionados.