Julio Le Parc copó Buenos Aires: así son sus espectaculares y super abarcativas muestras

Dos ambiciosas muestras ¡Con más de 200 obras! – en el CCK y el Museo Nacional de Bellas Artes – del artista argentino vivo más importante/Un homenaje al arte cinético/Sus piezas más emblemáticas/¿Por qué las exposiciones cumplen con la gran premisa de Le Parc de no dejar nunca al espectador indiferente?

Meli Boratyn, cronista de arte malevense, y la obra histórica que ganó la bienal de venecia en 1966

 

Julio Le Parc copó Buenos Aires: así son sus espectaculares y super abarcativas muestras. Por Melisa Boratyn. Fotos: Carla Nastri.

Para Julio Le Parc, artista argentino nacido en 1929 y radicado hace más de cincuenta años en París, no hay nada más importante que lograr que el arte genere una experiencia. Eso sintetiza lo que sucede en su muestra «Julio Le Parc : un visionario» en el CCK que pueden visitar hasta el 10 de noviembre y que MALEVA recorrió a fondo. Es el proyecto más ambiciosa y abarcativo que jamás se haya presentado, una gran retrospectiva y homenaje en su país que compila más de 160 obras en más de 3000 metros de espacio y que aborda y analiza el recorrido del artista desde sus comienzos.

La muestra, además genera un diálogo con una segunda exposición, «Transición Buenos Aires – París (1955-1959)», que indaga sus primeros estudios plásticos y puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Le Parc es pionero en el campo del arte geométrico y cinético en Latinoamérica y el mundo, desde una época en la que muchos artistas apuntaban a la «meca cultural» París, llenos de sueños e ideas transgresoras. Sus maestros eran artistas que nunca habían conocido personalmente, sólo a través de sus obras como Mondrian, Max Bill y los constructivistas rusos que estudiaban.

«Julio Le Parc : un visionario» en el CCK que pueden visitar hasta el 10 de noviembre y que MALEVA recorrió a fondo. Es el proyecto más ambiciosa y abarcativo que jamás se haya presentado, una gran retrospectiva y homenaje en su país que compila más de 160 obras en más de 3000 metros de espacio…»

En 1958 Le Parc se instala en la ciudad de las luces donde pasa cada momento libre entregado a su exploración creativa. Piezas chicas sobre papel, dibujos en tinta china, gouaches, todo lo que estuviera a su alcance a pesar de sus limitaciones económicas, ya que nada era un impedimento para hacer. El objetivo como bien explica él era «tratar de sacar algo que podía sospechar podía aparecer». El resultado es una conexión entre las experiencias en la superficie, el que va a mirar y el intermediario. Desde el comienzo Le Parc está pensando en el otro y como integrarlo de manera activa y constante. Que el espectador no quede afuera.

En los años 60, las obras empiezan a tener movimiento. Tanto Le Parc como varios artistas de su generación incursionan y desarrollan el cinetismo, volcando sus ideas para crear trabajos que con movimiento real. En algunas de las salas se puede apreciar esto, como por ejemplo las «Contorsiones». También pueden verse sus «Mobiles» estructuras ópticas desarrolladas con pequeñas piezas de acrílico que destellan luz y color. El guión curatorial también incluye una de las obras más relevantes de su carrera, la que le permitió no sólo formar parte de la Bienal de Venecia en 1966, sino ser uno de los únicos tres argentinos en recibir un premio a lo largo de la historia de este prestigioso evento (en su caso el Gran Premio de Pintura).

«El guión curatorial también incluye una de las obras más relevantes de su carrera, la que le permitió no sólo formar parte de la Bienal de Venecia en 1966, sino ser uno de los únicos tres argentinos en recibir un premio a lo largo de la historia de este prestigioso evento (en su caso el Gran Premio de Pintura)…»

Con esta segunda etapa de trabajo la variación y posibilidades se vuelve infinita, además de que Le Parc amplia la noción de que el espectador ya no es un ser indiferente bajo ningún punto de vista y que la obra sucede y existe frente a nosotros. Esas ideas que durante tantas décadas plasmó y orquestó se desarrollan en su máxima expresión en la sala más asombrosa, que compila una enorme cantidad de piezas que mejor pueden apreciarse a oscuras, de los años 70´s y 80´s en adelante, que incluyen aquellas que presentó en la Fundación Daros y posteriormente Malba en 2014. Es la instancia más atrapante, dónde las piezas van apareciendo, imponentes a medida que uno recorre, estableciendo diversas reacciones y desafíos, como el juego con la luz, el reflejo, o meterse en obras laberínticas.

Aquí se llega a la máxima expresión frente a la idea de vivir una verdadera experiencia a través del arte, sin necesidad de conocimientos previos, explicaciones ni preconceptos, sino vivir el momento y conectarse con los sentidos.

Otra de las salas muestra su faceta como pintor y compila algunas de las obras que se presentaron en el Pérez Museum de Miami y un completo recorrido de sus investigaciones cromáticas. Se destacan entre las enormes pinturas una serie de pequeños bocetos a mano alzada que nos acercan a la visión íntima del artista.

«Le Parc amplia la noción de que el espectador ya no es un ser indiferente bajo ningún punto de vista y que la obra sucede y existe frente a nosotros. Esas ideas que durante tantas décadas plasmó y orquestó se desarrollan en su máxima expresión en la sala más asombrosa, que compila una enorme cantidad de piezas que mejor pueden apreciarse a oscuras, de los años 70´s y 80´s en adelante…»

Por último hay tres instancias que no se ven habitualmente, la sala de juegos, en relación a lo que desarrolló junto al grupo G.R.A.V (Groupe de Recherche d’Art Visuel) en Francia entre 1960 y 1968, cuando ideaban actividades, objetos y situaciones que invitaban a la participación, llevando el arte a la calle y democratizándolo. La segunda acción que deben conocer, ya que no todos se enteran de la existencia de esta sala, es la de realidad virtual, donde uno puede sumergirse en sus «Alquimias», que demuestran su afán por seguir investigando, coqueteando con nuevas herramientas y posibilidades tecnologías.
Por último el artista tomó la decisión de incluir una pieza antagónica no sólo al resto de la exposición sino a su obra en general. Se trata de «La Tortura», una obra que evidencia el compromiso del artista por reivindicar los derechos humanos y que hizo en 1972 junto al grupo «Denuncia» alertando las terribles acciones del gobierno militar en Brasil y en el resto del continente americano.

Galería: