IGNACIO ALPERÍN BRUVERA: EL ARTISTA ARGENTINO QUE LOGRÓ LLEVAR EL ESPÍRITU DEL JAZZ A LA PINTURA

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Ignacio Alperín Bruvera pinta en promedio 15 obras grandes por año

 

 IGNACIO ALPERÍN BRUVERA: EL ARTISTA QUE LOGRÓ LLEVAR EL ESPÍRITU DEL JAZZ A LA PINTURA / POR SANTIAGO ENEAS CASANELLO. FOTOS: JACINTO FREIXAS.

Afuera, el ruido del tránsito y el estrés. Pero adentro, en su taller en un departamento de Retiro, Ignacio Alperín Bruvera puede pasarse tres días recostado en un sillón escuchando jazz. Miles Davis, John Coltrane, Bill Evans, entre muchos otros  músicos de ese género que tanto lo conmueve y que le genera «algo muy poderoso». Desde que siendo adolescente vivía en Australia, y el padre de una de sus mejores amigas, jazzista, lo introdujo en el ambiente jazzero de Melbourne. “Pero no es que tengo la mejor vida del mundo y cuando estoy así escuchando música no hago nada”, le aclara a MALEVA: “yo en ese tiempo estoy trabajando, en esos días se me pueden ocurrir cinco obras”. Ignacio Alperín Bruvera es un artista de Buenos Aires, criado en Australia («me queda el humor australiano»), que no pinta escenas de jazz, pero pinta casi siempre bajo la influencia del jazz. Su obra, en general abstracta y de una precisión técnica notable, sorprende y es un éxito en el mundo. Realizó muestras en el país, en Estados Unidos (New York, Miami, Fort Lauderdale), y en Europa (Berlín, Lisboa, Londres). Sus influencias: Kandinsky, Pollock, Picasso, pero sobre todo la melancolía de un saxo de Nueva Orleans o una improvisación hipnótica de la época de oro del jazz. Todo eso lo plasma en el lienzo. Jazz visual, así lo define. Él, sus pinceles, son la vía conductora. 
 
¿Qué tipo de jazz son tus cuadros?
Yo diría que el jazz es mi principal fuente de inspiración pero también hay música clásica y otros estilos que aparecen, pero el jazz a mí siempre me gustó mucho. En Australia, en donde viví 16 años, e hice toda la secundaria y la universidad, era amigo de una chica que era hija de un jazzista llamado Steve Gibbons, músico de jazz y el hacía música muy de New Orleans. Con ella yo aprendí a conocer el ambiente del jazz australiano. Yo pinto desde los 12 años y eso solidificó mi enamoramiento con el jazz. Desde que tengo 14 años que ponía la música a todo volumen en mi casa y me encerraba para pintar. Un médico me dijo que tengo sinestesia que es una condición neuronal benigna que se produce en el momento de gestación y que tiene el dos por ciento de la población de la tierra, aunque no sabe que la tiene. La sinestesia es una condición neuronal inusual que conecta sentidos. El jazz me toca algo interno muy poderoso. El que tenía sinestesia era Kandinski que también decía inspirarse por el jazz y la música, y da la casualidad que muchos años después encontré un video muy poco conocido de Kandinski dibujando y recuerdo haberlo visto y me fui a buscar entre las cosas  que yo dibujaba y veo que habíamos hecho un dibujo muy parecido. 
Es cierto que hay algo «kandiskeano» en tu obra.
Sí, me lo dice mucha gente, pero soy de ver pocos artistas para no influenciarme demasiado. Pero de golpe entendí que lo que tenemos en común tiene más que ver con la sinestesia que otra cosa.

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John Coltrane, Thelonious Monk, Bill Evans, son algunos de los músicos que lo inspiran

 

 «Yo pinto desde los 12 años y eso solidificó mi enamoramiento con el jazz. Desde que tengo 14 años que ponía la música a todo volumen en mi casa y me encerraba para pintar. Un médico me dijo que tengo sinestesia que es una condición neuronal benigna que conecta sentidos.»

¿Encontrás patrones cuando escuchas jazz y pintás?  ¿Por ejemplo que ciertos músicos te provoquen determinados colores?
Te diría que no. Pero Bill Evans ahora que lo pienso me tira a azules verdosos, pero porque su estilo no está basado en una demostración enorme de cualidades con los diez dedos sino en como manejaba los silencios dentro de su obra.
¿Cómo empieza el proceso creativo, vos decís voy a pintar o voy a escuchar música?
Si no pinto me estreso, para mí pintar es una necesidad. Tengo una enorme colección de música, y me puedo pasar tres días tirado en un sillón escuchando música pero no es que tengo una gran vida sino que estoy trabajando, en esos tres días tal vez me surgieron 5 obras. Por lo general no trabajo una obra por mes sino que voy comenzando obras y a medida que voy avanzando elijo el momento de hacia donde voy yendo con la obra. Obras grandes haré 15 al año.
¿Revelás que músico está detras de tus obras o es algo que queda en vos?
Le suelo dedicar el nombre de la obra al tema que más me impactó del disco.

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En su taller en el barrio de Retiro donde crea obras que se exponen y se venden en todo el mundo

«Miles Davis, Bill Evans, Thelonious Monk, John Coltrane, todos ellos me inspiran pero la lista es enorme…»
 

Mencioname cinco músicos que para vos hayan sido claves en la producción de tu obra.
Miles Davis, Bill Evans, Thelonious Monk, John Coltrane y después una lista enorme. ¿Qué te pasa con el silencio? ¿Podés pintar en silencio?
El silencio me permite ordenar la obra.
¿Pero te inspiraste alguna vez sin música?
Sí. También tengo obras semi figurativas. Yo empecé con mi padre que es ingeniero en las mesas de dibujo, y me enseñaba la línea de horizonte, las perspectivas, trabajar con reglas, con los ángulos. Empecé con óleos, pasé a acrílicos y ahora es un mix. Mi obra hoy tiene de todo, tinta, spray, alambres, todo.

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En plena entrevista con MALEVA

 

«También tengo obras semi figurativas. Yo empecé con mi padre que es ingeniero en las mesas de dibujo, y me enseñaba la línea de horizonte, las perspectivas, trabajar con reglas, con los ángulos. Empecé con óleos, pasé a acrílicos y ahora es un mix. Mi obra hoy tiene de todo, tinta, spray, alambres, todo.»

 
¿Y pretendes transmitir algún mensaje, alguna consigna con tu arte?
Lo cierto es que el artista a lo largo de la historia estaba adosado a la iglesia o a la monarquía, el artista que cuestiona es novedoso. Yo tengo mil cosas que cuestionar de la sociedad actual pero no lo plasmo en mi arte. Aunque sí hay una conexión con lo que entiendo que es la vida. Exploro desde la tragedia personal hasta los triunfos. Aparece la esperanza en un punto trágico y si estoy en un  momento fantástico exploro la idea de que todo puede cambiar. Eso en definitiva es la vida. 
¿Qué momento disfrutás más de la creación?
Lo que puedo decir que el comienzo de la obra para mí nunca es fácil, comienzo con una idea. Pero el inicio no es fácil. Al finalizar el primer día miro y casi siempre estoy muy disconforme con lo que he hecho. Soy muy crítico de mi propia obra. Una vez me apuraron para una muestra y largué una obra que todavía no estaba lista y la curadora se dio cuenta y la expuso separada. Y esa obra la tuve guardada por un año y pico.  La realidad es que el artista para adentro te va admitir sus errores, pero para afuera no podés. La obra es imperfecta y parte de lo lindo de la obra es que así lo sea.
 
Sos politólogo, trabajaste en empresas, sos docente de creatividad (en la Universidad Católica). ¿Cómo conjugás todos esos perfiles con tu faceta de artista?
 
Justamente, yo a mis alumnos les digo que ya pasó la época en la que la gente sentía que ser empleado de una empresa, trabajar 50 años e irte con un reloj de oro era una realización. Acercarse a la búsqueda de la felicidad tiene que ver con aprovechar todos los talentos que tenemos. 

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Además de artista, Ignacio Alperín Bruvera es politólogo y docente de creatividad en la universidad

«Si no pinto me estreso, para mí pintar es una necesidad. Tengo una enorme colección de música, y me puedo pasar tres días tirado en un sillón escuchando música pero no es que tengo una gran vida sino que estoy trabajando, en esos tres días tal vez me surgieron 5 obras.»

¿Tocás algún instrumento?
No, pero es algo que en algún momento aprenderé. Me gusta el saxo pero intuyo que me será más fácil aprender el piano.
¿Qué conexión encontrás entre el jazz y la creatividad, que es la disciplina que enseñás?
El jazz es música de burdel y pega un cambio a fines de los cuarenta cuando empiezan a aparecer todos estos tipos que venían de estudiar en academias de música y el jazz empieza a alejarse del jazz de las grandes orquestas de veinte tipos y mucho ritmo de Nueva Orleans y empieza a parecerse más al cuarteto de música clásica, y esa para mí es la etapa de oro, la que más me gusta. Del 40 al 65 para mí es una etapa de oro. Todos tipos que vienen a improvisar dentro de la complejidad de sus partituras. Son fanásticos ejemplos de creatividad e innovación en la música y en todo.
¿A qué hora te gusta despertarte?
Yo a veces pinto a las cuatro de la mañana, por eso soy de despertarme tarde. Once de la mañana está bien.
¿A qué le dirías basta?
Me sacan el egoísmo y el resentimiento. También la violencia. Pero el egoísmo, insisto, me parece un pecado capital.
¿Con quién te tomarías un whisky?
No con artistas porque pienso que sus obras hablan por ellos. 
¿Primer síntoma que tendrías si no pudieras ser más artista?
Se pueden hacer otras ochenta mil cosas creativas. Buscaría otras maneras de expresarme. Pero estaría muy frustrado. O usaría a otra gente para que exprese lo que querría expresar yo.
 

 

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