«Hay que dejarle una cuota al misterio»: entrevista MALEVA a Juan Ingaramo

Conversamos una tarde de verano con uno de los cantantes del momento/Popular, explorador (y objeto de deseo)/¿Cómo va a ser su próximo disco?/¿Por qué dice que entró en terreno desconocido y eso le provoca «excitación musical»/¿Por qué asegura que es un privilegio vivir en Buenos Aires?/Además: su mirada sobre la dictadura del número en el streaming, el consejo que le dio su padre jazzista y los límites de la exposición

Juan lanzó en el bar Festival de Palermo el primer single «El rey del Mambo» de su nuevo disco (aún con nombre secreto)

«Hay que dejarle una cuota al misterio»: entrevista MALEVA a Juan Ingaramo. Por Azul Zorraquin (texto y fotos).

Juan es un cantante popular y por sus venas – y su música -, corre sangre cordobesa. Sus ritmos amalgaman géneros tan diversos como el Cuarteto y el Merengue, con tintes de reguetón, o mezclan su ciudad con en flow caribeño. Es el artífice de hits como “Matemática”, “Romeo y Violeta” y “No Necesito” y hoy, a un paso de lanzar un nuevo disco, Juan – quien conversó una tarde con MALEVA – se transforma en “el fenómeno del Mambo” y se convierte en una estrella internacional que invade las calles del mundo con su imagen y su voz. Su padre, un refinado jazzista, le advirtió lo difícil que era vivir de la música, a lo que él le respondió: “Ya sé, pero no puedo hacer ninguna otra cosa”.

«Mi sensación es que estoy recorriendo un terreno desconocido, rítmica y armónicamente, y eso me genera excitación musical. Siendo la música tan vasta, me surge la necesidad de explorar horizontes a nivel rítmico, que cumplan con mis requisitos estéticos y conserven mi esencia…»

¿De qué se trata el proyecto nuevo que estás por lanzar?

Al principio es difícil definirlo en palabras, pero a medida que cobra vida vas atando cabos y resignificás un montón de cosas. Mi sensación es que estoy recorriendo un terreno desconocido, rítmica y armónicamente, y eso me genera excitación musical. Siendo la música tan vasta, me surge la necesidad de explorar horizontes a nivel rítmico, que cumplan con mis requisitos estéticos y conserven mi esencia.

¿Nos podés decir el nombre del disco?

¡Es sorpresa! Siento que los nombres son oportunidades para decir algo, y que a veces puede tener que ver con la música, y otras no. Hice tres discos hasta ahora, y en cada uno traté de que el nombre tuviera su fuerza. O para bien, o para mal, pero que genere algo. (Nota de MALEVA: acaba de lanzar el single “fenómeno del mambo” que pertenece a este disco).

En la estética de tus discos, noto una evolución; en los primeros, Pop Nacional y Músico, no aparece tu cara, o bien se dilucida en plena desintegración. Hoy, te veo mucho más protagonista en las tapas.

Va de la mano de un proceso de madurez y seguridad; creo que a partir de los 30, uno acepta y confía más en lo que hace. También siento la necesidad de conectar con el público desde mi persona y no desde otra cosa; me gusta que haya un trato personal, pese a lo obvio de la virtualidad. Al principio un mal comentario me amargaba un día, hoy no me importa, estoy seguro de quién soy y de lo que quiero decir, por eso será que me muestro más (se ríe).

«De Córdoba extraño el sándwich de lomito (risas), y obvio que también extraño estar cerca de mis viejos, amistades, pero también uno romantiza cuando se va, y todo se potencia por mil. La realidad es que estoy muy contento viviendo acá, es un privilegio vivir en una ciudad tan poderosa. Además, una vez que te vas una vez, podés vivir en cualquier lado…»

¿Y qué es eso que querés decir?

Mirá, es difícil, es como tirar una botella al mar. Nunca sabés a quién le va a llegar, en qué circunstancias, no puedo controlarlo. Yo controlo hasta que sale, y una vez que sucede, leo los mensajes que me llegan y de ahí, saco conclusiones. Es muy loco, las letras se interpretan de distintas maneras y se tejen distintas historias alrededor de ellas.

¿Hay algún mensaje de éstos que te haya marcado?

Hace poco me llegó un mensaje adorable de una pareja que se reencontró post-pandemia, y mientras sonaba “No Necesito”, ambos coincidieron en que la canción le daba justo en la tecla, y contaba tal cual lo que les pasaba. “Fuiste el hado madrino de nuestra reconciliación”, me dijeron.

¿Extrañás algo de Córdoba que no encuentres acá?

Si, hay un sándwich muy conocido que se llama lomito cordobés, (se ríe), que es la opción uno de delivery. Es único. Obvio que también extraño estar cerca de mis viejos, amistades, pero también uno romantiza cuando se va, y todo se potencia por mil. La realidad es que estoy muy contento viviendo acá, es un privilegio vivir en una ciudad tan poderosa. Además, una vez que te vas una vez, podés vivir en cualquier lado.

«La dictadura del número es muy cruel y muchos empiezan a regir su obra en base a eso. Me parece un peligro cuando el fin es el stream, y no la obra. Yo no me siento cómodo con eso y por suerte no tengo la necesidad de mostrar todo, todo el tiempo…»

¿Cómo te afecta la constante presencia, hasta casi intromisión de las redes sociales, en la industria musical?

Es un arma de doble filo. A veces me genera felicidad, y otras, angustia. Es un monstruo inmanejable. Creo que en líneas generales es una ventaja, porque brindó posibilidades de difusión a quienes no las tenían, pero a la vez potenció rasgos del consumo que antes no estaban en la música. La dictadura del número es muy cruel y muchos empiezan a regir su obra en base a eso. Me parece un peligro cuando el fin es el stream, y no la obra. Yo no me siento cómodo con eso y por suerte no tengo la necesidad de mostrar todo, todo el tiempo.

Sin embargo, cuando hacés un tema como “Romeo y Violeta”, pega muy bien porque la gente empatiza con tu historia de amor real, con Violeta… (nota de MALEVA: el cantante está en pareja con la actriz Violeta Urtizberea desde hace seis años)

Puede ser que el público se conecte cuando puede constatar que es verdad. También puede ser morbo, por eso creo, y volviendo a lo anterior, que cuanto más te mostrás, más rápido agotás eso. Si anduviéramos todos desnudos, perdería la gracia. Hay que dejarle una cuota al misterio. 

Tu viejo es jazzista, ¿conecta con la música que vos hacés?

Él viene de un palo más elitista, de la buena música. Pero conectamos al mil, y es lo que más disfruto. Para mi fue un laburo ir en contra de eso, “matar al padre” y trazar mi camino. El cuarteto, en casa, era mala palabra (se ríe). Cuando terminé el colegio y le dije que quería estudiar música me dijo: “Mirá que es muy, pero muy difícil vivir de la música”, y yo le contesté: “Lo sé, pero no puedo hacer ninguna otra cosa”.