Entre copas frescas de Ginkgo y tónica, nos contó cómo pasó de estudiar sistemas a exponer en Miami y México, en solo dos años/Se enamoró de la cianotipia y ahora todas sus obras tienen al color azul como sello personal/Collages, esculturas, juegos de materiales y texturas: su hábito es desafiarse/El poder del monocromo/¿Siempre tiene que haber concepto detrás de una obra?
Nos recibió en su departamento en Olivos, decorado con varias de sus obras.
Gin con artistas: desde el hipnótico universo azul de Clara Zaragoza. Por Lenchu Rodríguez Traverso. Fotos: Marina González Mazza.
Apareció por el portón del edificio y fue imposible no reconocerla. El pelo negro bien corto – una sorpresa porque en mi mente, y por las fotos que había visto, la esperaba rubia – hacían perfecto contraste con sus ojos celestes. Y la camisa con el jean terminaron de completar el monocromo de su color insignia: el universo azul de Clara Zaragoza. Subimos a su departamento donde nos recibió con una vista panorámica del verde de Olivos. Y, al instante, mis ojos se fueron hacia arriba del sillón, a ese gran cuadro irregular, con distintos tonos y texturas de este color, que me invitaba a sumergirme durante horas en la interesante aventura de recorrerlo con los ojos.
Armamos unos copones de Ginkgo y tónica y nos pusimos a hojear las obras que descansaban sobre la mesa. “La mayoría de estas se van para México”, nos contaba, a una de sus primeras exposiciones fuera del país. Collages sobre cajas de cartón, imágenes de Cuba, retratos cortados en tiras finas para hacer, creo yo, un “tejido de papel”… experimentaciones diversas pero todas patentadas con un mismo patrón: el color azul, resultado de la técnica que la flechó a primera vista: la cianotipia.
Con una sonrisa dulce y calma me invitó a sentarme en el sillón para la entrevista. Entre copas frescas, la artista visual de 25 años le contó a MALEVA sobre el camino que la llevó a enamorarse de una técnica tan ancestral, su naturaleza inquieta y explorativa, y el camino veloz hasta subir sus obras a un avión hacia México y Miami.
«Yo siempre saqué fotos, desde chiquita lo disfruto mucho. Al terminar algunos cursos me invitaban a imprimirlas y sumarme a ferias con fanzines o prints. Me parecía hermoso pero nunca me había llamado tanto la fotografía como para hacer todo eso. Un día me encontré con esta técnica, la cianotipia, y dije: quiero probarla y explotarla, en el sentido de desafiar sus límites. Cruzarlo con otras técnicas de las artes visuales y crear cosas diferentes…»
¿Cómo empezó tu camino como artista?
Estudié Sistemas en la UBA, nada que ver con el arte. Cuando terminé el colegio estaba en la duda entre estudiar Diseño de Imagen y Sonido o Sistemas, porque yo notaba mucho esa dicotomía: una parte mía muy artística y la otra más relacionada a la gestión. En la mitad de la carrera tuve una crisis pero la terminé. Y poco tiempo después, arranqué con todo esto: claramente mi “yo artista” estaba ansiosa por salir.
Si volvieras atrás, ¿hubieras estudiado arte desde cero?
No me arrepiento de haber terminado esta carrera. Aprendí mucho y también hay algo de empezar y terminar las cosas que me da mucha satisfacción. Además en paralelo hice cursos de todo, buscando al mismo tiempo hacer ‘mi propia carrera de arte’. Curso de fotografía digital, analógica, análisis de cine, pintura, edición con Photoshop, Premier, ¡hasta astrología! Al final fui autodidacta.
Las primeras publicaciones de tu Instagram fueron en el 2022, es muy reciente este proyecto, ¿no?
Si, me recibí en diciembre del 2021 y arranqué el año siguiente pensando, “¿y ahora qué hago con este título?”, porque realmente no quería meterme en una corpo. Por suerte tenía un trabajo part time y eso estuvo bueno porque me dejó tiempo para explorar libremente mi otra faceta.
Yo siempre saqué fotos, desde chiquita lo disfruto mucho. Al terminar algunos cursos me invitaban a imprimirlas y sumarme a ferias con fanzines o prints. Me parecía hermoso pero nunca me había llamado tanto la fotografía como para hacer todo eso. Un día me encontré con esta técnica, la cianotipia, y dije: quiero probarla y explotarla, en el sentido de desafiar sus límites. Cruzarlo con otras técnicas de las artes visuales y crear cosas diferentes.
«No hay tanta teoría más que las bases, después es súper experimental y esto me fascina porque te da la posibilidad de incorporar los errores. A veces sale mal pero el resultado es bellísimo, incluso mejor de lo que esperaba. Y lo loco es que después no se puede replicar…»
¿Hiciste algún curso?
Busqué y me costó mucho encontrar uno porque es una técnica súper antigua y algo olvidada en el tiempo; es de 1842, anterior a la fotografía. Por suerte encontré uno muy cortito, un día, 3 horas. Éramos solo dos más la profesora, ¡y ni siquiera nos terminó de salir en el curso! Aunque lo disfruté muchísimo. Al otro día lo logré y me encantó.
No hay tanta teoría más que las bases, es súper experimental y esto me fascina porque te da la posibilidad de incorporar los errores. A veces sale mal pero el resultado es bellísimo, incluso mejor de lo que esperaba. Y lo loco es que después no se puede replicar. Me gusta porque aprendo a lidiar con la frustración, cosa que me cuesta mucho. Cuando no sale hay que hacerlo de vuelta y entender que hay cosas que son incontrolables.
¿Cómo es la técnica, cómo funciona?
La cianotipia es una técnica de revelado experimental con los rayos del sol. Primero hay una instancia de cuarto oscuro, donde preparás los químicos mezclando dos sustancias. Emulsionás la superficie – papel, cartón, tela, lo que quieras -, se seca y después lo exponés a los rayos del sol. Con los rayos UV este químico pasa de amarillento a azul. Ahí le metés una filmina de fotografía, un rollito analógico o, qué sé yo, una red de cebolla, lo que sea. Dependiendo de si está soleado, nublado, si es mediodía o tarde, invierno o verano, varían los resultados.
Y, ¿de qué manera desafiaste los límites como contabas antes?
La gran mayoría de los trabajos ‘cianotípicos’ que veía eran similares entre sí, botánicos o fotográficos, sobre soportes clásicos: el típico papel blanco A4 o A5. Lo que a mi me movió fue jugar con el universo de posibilidades que hay para explotar: hacerlo sobre tela, en una caja reciclada, con un billete o en un diario; probar diferentes tamaños y llevarlo a diferentes lugares. Crear un collage, una escultura, agregarle movimiento o luz… Jugar con los soportes, las texturas y lo tridimensional.
«Lo que me movió fue jugar con el universo de posibilidades que hay para explotar: hacerlo sobre tela, en una caja reciclada, con un billete o en un diario; probar diferentes tamaños y llevarlo a diferentes lugares. Crear un collage, una escultura, agregarle movimiento o luz… Jugar con los soportes, las texturas y lo tridimensional…»
Sos súper inquieta. ¿Siempre te gustó hacer cosas con las manos o de dónde salió eso?
Siempre fui una persona inquieta y creativa. Mi mamá siempre me repite que en el jardín mientras a mis compañeros les daban premio al “mejor compañero” a mi me inventaron uno que ni yo entendía: “a las ocurrencias desopilantes”. O sea locuras básicamente. Era muy divertida. Desde chica hice cosas con el cuerpo o manualidades, baile, circo, gimnasia artística, taller de arte. Me acuerdo que mi viejo me llevaba a comprar alambres, mostacillas y yo agarraba la silla del living, la pintaba de azul, le pegaba mostacillas.
¿Qué correlación hay con el azul de la cianotipia y tu amor por lo azul? ¿Te pasaba algo con el azul antes de esto o te copaste a raíz de esta técnica?
Un poco de los dos. El azul siempre me encantó. Yo soy cáncer, cáncer, piscis; todo agua. Y siento que va mucho con mi arte. Ya me gustaba mucho entonces vi esto y me flechó. Lo que está bueno es que no siempre es igual, sino que vas jugando con las diferentes tonalidades dentro de un mismo color.
¿Vos decís que los distintos tipos de azul tienen que ver con qué?
Con la luz, con el soporte, con la forma de mezclar los químicos… Es complicado detectar bien qué, pero al hacerlo tanto te vas dando cuenta. En invierno o verano el sol es diferente. Es imposible que te salgan dos cosas iguales. También empezás a leer los soportes.
¿Qué te genera el color azul?
Me lleva a muchas cosas. Me hace pensar principalmente en el mundo onírico, en los sueños, en las fantasías. Y en el agua.
«El azul siempre me encantó. Yo soy cáncer, cáncer, piscis; todo agua. Y siento que va mucho con mi arte. Ya me gustaba mucho entonces vi esto y me flechó. Lo que está bueno es que no siempre es igual, sino que vas jugando con las diferentes tonalidades dentro de un mismo color…»
¿Te imaginás en algún momento saliéndote del azul y explorando otros colores?
Re. Siento que el azul es un color muy importante en mis obras y ya es parte de mi personalidad artística. Eso me gusta. Pero no me cierro a nada y, así de inquieta como soy, seguro que voy a estar explorando a fondo otras técnicas. Siento que el monocromo genera mucha fuerza y poder. Y da mucha unidad entre todos mis trabajos, genera un diálogo entre todas las obras.
Con respecto al sentido detrás de las obras. ¿Hay algún correlato o concepto detrás de la elección de las fotos por ejemplo, o podés decir que tu arte es más desde la experimentación?
Depende mucho de la obra, hay un poco de todo. El foco de algunas está en la experimentación con texturas, formatos y técnicas, como la caja de los origamis. La búsqueda era esa, generar una pecera de origamis flotantes. Hay otras, como la que expuse en BADA, hecha en su totalidad con cajitas recicladas que tenía dos conceptos; por un lado el soporte y el reciclaje, y por el otro, una serie de imágenes de una bailarina en movimiento y pájaros levantando vuelo. Se mezclaban y generaba una sensación de metamorfosis.
¿Y la obra de los ojos que expusiste en Encúpula?
Bueno esa en especial, más todavía.
¿Cómo fue que llegaste ahí?
Me invitaron a exponer y me explicaron el concepto del espacio: la justicia y el derecho fusionados con el arte. Empecé a pensar en la subjetividad implícita en el concepto de la justicia. ¿Cuál es la verdad? ¿Quién dice si algo es justo o injusto? “Los Ojos” nació como mi respuesta a estas preguntas infinitas, haciendo foco en que la justicia depende del ángulo y punto de vista desde dónde se observe.
“Los Ojos” se conforma de 262 imágenes recibidas de diferentes personas de todo el mundo. No quise ir yo a sacarle fotos a la gente, sino que abrí una convocatoria en mis redes. Me llegaron retratos por mail, por Instagram, incluso se pusieron en contacto personas de distintas partes del mundo hablando en diferentes idiomas. Fue buenísimo porque la gente se re copó y el resultado fue genial.
«‘Los Ojos’ busca reflejar la diversidad de miradas por lo que se conforma de 262 imágenes recibidas de diferentes personas de todo el mundo. No quise ir yo a sacarle fotos a la gente, sino que abrí una convocatoria en mis redes. Me llegaron retratos por mail, por Instagram, incluso se pusieron en contacto personas de distintas partes del mundo hablando en diferentes idiomas. Fue buenísimo porque la gente se re copó y el resultado fue genial…»
¿Cómo y dónde arrancaste a exponer y cómo llegaste afuera?
Fue muy rápido todo. Primero empecé a mostrarlo en mis redes sociales y con el tiempo fueron surgiendo cosas. Participé de algunas ferias, luego me invitaron a exponer en eventos artísticos un poco más prolongados. Este año quedé seleccionada para exponer en BADA Argentina. A raíz de eso surgió sumarme a BADA México. A su vez me contactó una galería de Miami, ofreciéndome representación allá. Me pidieron que mande un par de obras para exponer en Art Basel y ahora también estamos editando un libro con ellos. En mi caso van surgiendo muchas cosas principalmente por las redes o aplicando a convocatorias.