Floripa vs Cabo Polonio
Por Andrés Kilstein
Multitudes «argentas» en las playas de Floripa
Cuando se recorren los 1200 km que separan a Cabo Polonio de Florianópolis, es imposible imaginarse el abismo de diferencias que se encontrará. ¿Se trata sólo de hábitos brasileros como la venta de cocos en la playa, el queijo quente y las aguas ligeramente más cálidas? No. Nada de eso es significativo al lado de la verdadera diferencia: las marcadas diferencias de perfiles entre el turista argentino que visita uno y otro sitio.
El turista de Floripa antes que argentino es argento; es el que tarjetea y termina de pagar las vacaciones 2013 en junio del 2014. Aunque uno esperaría encontrárselo en la meca del turismo social, me refiero a Mar del Plata, invierte fuerte en Brasil porque “los gustos hay que dárselos en vida”. Este visitante piensa que las garotas se derriten ante un acento argentino y ante un pibe canchero que las llama garotas. Es el que no se esfuerza por hablar el idioma local o el que está convencido de que el portugués es una desviación exacta del español y basta un mecanismo muy sencillo (como agregar un –inho al final de cada palabra) para transformar nuestro idioma en el luso-brasilero. Es el que se sacrifica conduciendo 22 hs porque en Floripa “hasta las piedras ganan”. El veraneante de Florianópolis también puede ser una empleada estatal proto-peronista, un grasa típico o un bolichero medio pelo. Esos que trabajan fatigosamente durante la semana haciendo fotocopias, atendiendo un kiosco o haciendo de adicionista en un restaurant, con el propósito de financiarse salidas nocturnas a boliches medio pelo. Cuando conozca a la garota que soñó desde Buenos Aires, desplegará su clásico desprendimiento financiero, para demostrarle a su preciado trofeo femenino que está posibilitado de comprar el alcohol y todo lo que ella requiera para comenzar alguna aproximación íntima.
El misticismo new age enyoguisado de Capo Polonio
El turista de Cabo Polonio no tiene absolutamente nada que ver con el anterior. Suele ser un estudiante universitario, por lo general, estudiante de la FADU, FUC, Filo o Sociales. Prefieren globulitos antes que medicina tradicional, nunca fueron a bailar a a un boliche un día de semana y si lo hicieron un sábado fue sin maquillajes ni tacos o plataformas. Por lo general, rechazan la educación religiosa que recibieron en la infancia y se inclinan por un neo-misticismo new age. Practican Yoga cuando baja el sol y lo pronuncian Ioga. Aun el más obtuso y elemental de los visitantes de Cabo Polonio escuchó alguna vez hablar de Heidegger. La mayoría ha empezado terapia antes de los 15 años y hoy en día se abre en busca de terapias “más alternativas”. Todos reconocen haber sido maltratados por un lacaniano ortodoxo. Muchos cool esteticistas en este grupo, orgullosos y confiados en su minimalismo de expresión, quienes atraviesan el aire convencidos de que una buena imagen los resguardará de la suciedad del mundo.