No es para hacerme la hipster, la “cuando vos compraste el pantalón, yo ya lo hice bermuda”, pero me enteré de BA Cóctel un poquito antes, creo, que el resto de la prensa. Martín Auzmendi, periodista y Brand Manager de Gruppo Campari, uno de los tres organizadores (los otros dos son Rodolfo Reich, periodista también, y Agustín Camps, emprendedor gastronómico), mandó mail a los amigos del rubro para contarnos por dónde iría la movida antes de que nos llegara la gacetilla. Me puso contentísima que finalmente la coctelería fuera reconocida como lo que es: una parte de la cultura de esta ciudad, de nuestro día a día, de una identidad que toma mucho de la tradición pero se reinventa y crece.
«Me puso contentísima que finalmente la coctelería fuera reconocida como lo que es: una parte de la cultura de esta ciudad, de nuestro día a día, de una identidad que toma mucho de la tradición pero se reinventa y crece.»
Cuando yo empecé a escribir sobre estas cosas (con mucha ayuda, dicho sea de paso, de Martín), hace ya unos cuatro años, todavía tenía que explicarles a mis amigos qué era un Manhattan, por qué el whisky no era una bebida de abuelos y porque el Cynar era de alcaucil pero era rico igual. Pero suficiente con los lagrimones: tanto para los que esta semana van a introducirse en la coctelería como para los que tienen los codos gastados de tanta barra, pensé para MALEVA mis favoritos personales para aprovechar BACóctel. Son seis, porque son muy objetivamente mis favoritos: no me podía quedar en cinco ni extenderme hasta diez.
Hace poquito volví a frecuentar Wherever y debo decir que está más lindo que nunca. Es un bar whiskero, y yo soy muy whiskera, así que me costó bastante elegir entre los tres tragos que están ofreciendo cuál recomendar. Pero si estamos educándonos, creo que lo mejor es optar por el Boulevardier, uno de esos clásicos un poco olvidados pero con una receta redondísima e infalible: Bourbon, Campari, Vermouth Rosso, twist de naranja. Es esencialmente un Negroni con Bourbon en vez de Gin; data de la época de la Ley Seca, cuando muchos bartenders americanos (entre ellos el supuesto inventor de este trago, Harry MacElhone) emigraron a Europa y se pusieron a experimentar con ingredientes que, como el Campari, no se conseguían en USA. A mí me suele resultar muy amargo el Negroni (mátenme si quieren) pero así con el toque dulzón del Bourbon es una delicia.
Los que saben (y tienen un par de años más que yo) dicen que la verdadera cuna de la segunda oleada de la coctelería en Buenos Aires fue Filo, que en los 90s, antes de que existieran el Danzón, 878 y demás, tenía una escena nocturna que daba que hablar. Más allá del paso de los años, ese halo de oscuridad y misterio tan del centro persiste en el aire de Filo; y, por sobre todas las cosas, todo sigue siendo riquísimo. Esta semana ofrecen un trago fiel a su identidad tana, el Grappa Sour, que lleva, por supuesto, Grappa italiana, lima, almíbar de especias y clara de huevo. Un reemplazo cantado (un destilado de uva, la Grappa, reemplaza a otro estilado de uva, el Pisco), pero no por eso menos delicioso.
Reconozco (esto sí es de hipster) que un poco me indigno cuando le pregunto a alguien que se las da de gran bebedor cuáles son sus barras favoritas y no me nombra ninguna fuera del circuito Palermo. Para los que toman tragos hace mucho pero no suelen salir de los bares de moda, BA Cóctel es una excelente oportunidad para conocer lugares de batalla como Jack The Ripper, hogar de un gran bartender (historiador, además, de la coctelería argentina) como es Ariel Lombán. Los dos tragos que ofrecen potentes variantes de Martini, pero me quedo con el más femenino (que igual, reitero la advertencia, no es para bebedores ligeros), el Ruby Grape: lleva Vodka, uvas maceradas en azúcar y chardonnay Santa Julia (a modo, digamos, de vermouth). Un matrimonio perfecto de fuerza y delicadeza.
En BACóctel, por suerte, no todo es una patada voladora en la cabeza: también hay tragos livianos en alcohol pero ricos en capas de sabor, como el Lunfardo de Shout, una de las barras más nuevas de Retiro que definitivamente vale la pena conocer. No tiene spirit sino que se trata de un aperitivo, ideal para arrancar a la salida del trabajo (que encima, si tu oficina queda por el centro, está super cerca). Lleva Campari, naranja, hibisco, lima, el almíbar casero tropical spicy red #1 (uno de los almíbares que elaboran en el bar y que usan para diversos tragos, generando así una identidad de sabor unificada y a la vez única en la carta) y soda. Ideal para paladares educados para disfrutar sutilezas, o para quien se anime a sorprenderse.
Me encantan los tragos livianos y la sutileza (esta nota es una montaña rusa de emociones, hay para todos los gustos), pero si voy a Doppelgänger me pongo a merced de Guillermo Blumenkamp, que, entre todos los bartenders que conozco, (y conozco muchos), es probablemente el más grande enamorado del alcohol que vi jamás. Incluso los tragos que se presentan como “light” en Doppengänger vienen cargaditos, así que cuidado. Si bien entre los seis cócteles que eligieron para BACóctel hay opciones más amigables, yo recomiendo ir por la experiencia completa y probar el Hasta que alguno diga basta, una receta que grita “Guillermo” por todos lados (también en el nombre, largo y expresivo: alguna vez me contó que el otro nombre que barajaba para Doppelgänger era “Last night I dreamt that somebody loved me”, como el tema de The Smiths): Bourbon, Tía María (los licores volvieron hace rato ya, no pongas esa cara), Vino Syrah Graffigna y Prosecco Viniterra. Alcohol con alcohol con alcohol, pero riquísimo, como todo en ese antro.
Nunca sé si Chabrés se acuerda o hace como que se acuerda (tiene esa cosa de político viejo de siempre saludarte como si te conociera de toda la vida, por las dudas), pero es uno de los primeros bares de tragos a los que fui, y el Gygy uno de los primeros tragos “sequitos” que aprendí a disfrutar. Una receta fresca, sencilla, perfecta para arrancar en esa minúscula barra en U rodeado de habitués y especímenes de las más curiosas faunas que pueblan el microcentro: Vodka, Cinzano Bianco, Triple Sec y Campari. De paso ya sabés qué hacer con esa botella de vermouth bianco que alguien llevó a una fiesta en tu casa y que no sabías cómo reciclar. Si nunca fuiste a Chabrés, no te pierdas de mirarlo trabajar porque es una maravilla: mide todo a ojo, a mano, de tanto que conoce cada botella, pero cuando vacíe la coctelera en tu copa no va a faltar ni sobrar ni una gota. El Gygy es un buen equilibrio entre un trago potentoso y un aperitivo: si estás preparando una noche larga, también, una gran opción para arrancar.
Fotos: gentileza BÁCOCTEL
MÁS INFO: www.bacoctel.com.ar