Llegar al restaurante, sentarse sobre la barra, hablar con el chef mientras vemos cómo prepara nuestra comida, y disfrutar de un plato con auténticos sabores asiáticos: esta nueva forma de salir a comer está pisando fuerte en la ciudad/ La cultura de las barras aterrizó en nuestro país habilitando el disfrute de “salir a comer solo”/ Te mostramos barras asiáticas que ofrecen una experiencia para los cinco sentidos.
La barra en U de Cang Tin es la protagonista del espacio porque tiene el 50% de la capacidad de lugares.
Es tendencia: las barras asiáticas – cool, ideales para picotear e incluso ir sólo -, conquistan Buenos Aires. Por Lenchu Rodríguez Traverso.
En estos últimos años vimos llegar a las calles porteñas propuestas gastronómicas asiáticas de calidad. Y, con sus sabores y preparaciones, se acercó también una nueva estrella a la hora de salir a comer: la barra. Especialmente en Japón, estas son las favoritas de los comensales y, ni hablar, si frente a ellos pueden observar un espectáculo culinario en vivo, a las brasas o en woks. Más allá de las Omakases, que ya están con nosotros hace rato, las barras se ubican al centro de otras propuestas más variadas, como tapeo asiático o una cantina viet-thai.
La cultura de las barras asiáticas acercó nuevos paradigmas que antes eran extraños en occidente. El salir a comer solo, por ejemplo, algo que de a poquito se va insertando más en nuestras costumbres y, quienes ya se animaron a dar el salto, seguro le tomaron el gustito. La barra te habilita a su vez un “picoteo” más informal y veloz, sin la necesidad de sentarte en una mesa propiamente dicha y seguir los tiempos clásicos de una comida.
Las barras asiáticas que llegaron a Buenos Aires tienen de todo. Algunas, se crearon con ese espíritu “al paso” que te invita a tomarte una copa y un platito cuando salís del trabajo para dar por hecha la comida. Otras, con propuestas más completas, te llevan a una experiencia más envolvente, un viaje culinario y visual por las tierras de Tokio, Kyoto y Vietnam. En MALEVA te compartimos 5 restaurantes asiáticos que vale la pena experimentar desde sus barras.
«La cultura de las barras asiáticas acercó nuevos paradigmas que antes eran extraños en occidente. El salir a comer solo, por ejemplo, algo que de a poquito se va insertando más en nuestras costumbres y, quienes ya se animaron a dar el salto, seguro le tomaron el gustito. La barra te habilita a su vez un “picoteo” más informal y veloz, sin la necesidad de sentarte en una mesa propiamente dicha y seguir los tiempos clásicos de una comida…»
1) Cang Tin: una barra que te hace viajar a las cantinas vietnamitas y tailandesas/ Av. Dorrego 2415 – Palermo Viejo.
Si estuviste por Vietnam o Tailandia y visitás Cang Tin, sentís una especie de «Déjà vu», no solo a nivel sabor sino también en varios otros aspectos de la experiencia. Con el tren, por ejemplo, pasando justo al lado del lugar, lo que te transporta al mercado de Mae Klong en Bangkok o a esa icónica calle en Hanoi. Las mesitas bajas, con bancos rústicos hechos de cajones de verduras; otro clásico del street food vietnamita replicado en esta cantina que ya lleva dos años explotada de gente.
En un local más bien íntimo, su barra semi circular es la estrella indiscutida, que alberga además el 50% de la disponibilidad del lugar. Adornada de platos y cubiertos de colores que trajeron sus dueños, José Delgado y Thomas Nguyen, de los países que inspiran el menú, esta deja a la vista todo el proceso de preparación, tanto de las bebidas como de sus platos abundantes. Las luces colgando irregularmente del techo y el espectáculo detrás de la barra, lo hacen un lugar ideal para ir solo. Incluso, es lo que sucede en muchos casos, según confiesa José.
Los sabores se intentan mantener lo más fieles a los originales, sin vueltas de tuerca o adornos propios: un auténtico viaje al sudeste. Entre sus platos insignia encontramos los Nems, lo que conocemos como arrolladitos primavera; el Pad Thai, un salteado de fideos de arroz con cebolla, nira, brotes de soja y alguna proteína; el calamar a la parrilla y el Bánh Xeo, un panqueque de harina de arroz relleno con langostinos y brotes de soja. También pisan fuerte los dumplings que, si bien no son propios de esa región, no pueden faltar en los restaurantes con esencia asiática.
2) Mirutaki: el proyecto familiar que trajo los auténticos sabores de Japón a Palermo / Carranza 2339 – Palermo Viejo.
Hace exactamente cinco años, Matías Totake Ryumon y su hermano Nicolás (ambos chefs y nietos de japoneses), abrieron las puertas de Mirutaki. Lo llaman “un restaurante de comida tradicional japonesa moderna”, porque trajeron los sabores originales de Japón -, algo que creían se estaba perdiendo con tanto restaurante fusión – pero con aires más jóvenes, que lo vemos especialmente en su ambientación.
Todos en su familia – sus padres y hermanos -, trabajan en el lugar, cuyo nombre no remite a una palabra japonesa per se sino que nació de la fusión de los nombres de sus abuelos, Miru y Taki. Su especialidad: el ramen y el sushi tradicional japonés. El primero lo preparan de manera 100% artesanal, desde los fideos alkalinos, sus 4 tipos de caldos, los tares (o salsas que definen el sabor), los aceites aromáticos y los “toppings”, ¡hasta la salsa de soja!
El sushi lo elaboran con un estilo “Edo Mae”, tradicional japonés, alejado del tipo americano o peruano al que estamos acostumbrados. Ofrecen solo Niguiris y Sashimis, donde trabajan más de 15 variedades de pescados y mariscos, y un solo rol, el “Futomaki” con alga nori por fuera y 7 ingredientes adentro. “Nos resulta muy importante que la gente conozca ese estilo de sushi, esos sabores originales que comíamos de chicos en nuestras casas”, cuenta Matías. “El que preparaban nuestras abuelas y que casi no se ofrece acá”.
Porque Mirutaki vino a imponer muchas modas que hace 5 años no teníamos en Buenos Aires. Por ejemplo: la barra de madera larga con open kitchen, el corazón del restaurante, que te da la posibilidad de vivir una experiencia auténtica japonesa en solitario, algo mucho más común en el país asiático que acá. “La idea de sentarse en la barra, pedirse un bowl de Ramen, o 10 piezas de nigiris surtidos, conversar con el cocinero, comer y volver a tu casa. Queríamos crear un lugar al que puedas venir cualquier día o hasta tres veces por semana”, nos explica su dueño. Y, para cerrar con moño la experiencia envolvente: los detalles de Animé, de Manga y de la cultura Pop japonesa que adornan el lugar, desde los muñequitos que descansan en la barra hasta los baños plagados de páginas de Manga en las paredes.
3) Niño Gordo: ya no precisa presentación / Thames 1810 – Palermo Viejo.
Del otro lado de la puerta roja que se encuentra en Thames al 1810, te espera un viaje a Asia a través de todos los sentidos. Te reciben peceras con medusas en la entrada, lámparas chinas adornando el techo, propaganda coreana empapelando las paredes y una luz rojiza sentando el mood del lugar. Niño Gordo es una full experience de inspiración asiática que se disfruta aún más si se vive desde la barra.
Esta está pensada desde un lado completamente lúdico. Frente a los platos descansa una fila bien larga de muñecos, una serie de souvenirs que trajeron sus creadores de sus varios viajes al continente oriental. Todo es estímulo constante porque, a menos de un metro de los comensales, sucede la magia culinaria. De esos fuegos salen sus platos característicos, supervisados por sus dueños y célebres emprendedores gastro, Germán Sitz y Pedro Peña, aplicando técnicas asiáticas de diferentes culturas al producto argentino por excelencia: la carne.
Los imperdibles: el tataki de bife de chorizo, con una yema tentadora en el centro, las mollejas crocantes con salsa agridulce y el Katsusando, el “sándwich asiático” hecho con milanesa de bife, tonkatsu y mayonesa de wasabi. Para acompañar, hay tragos de autor con nombres que apelan al lugar, cervezas asiáticas y una carta de vinos.
4) Apu Nena: los sabores y condimentos asiáticos que se ganaron el paladar de los porteños/ Aguirre 1600 – Villa Crespo.
Apu Nena, la creación de Christina Sunae y Flor Ravioli que nació en diciembre del 2019, acaba de redoblar su apuesta al mudarse a un local más grande para recibir a toda la gente que se acerca a disfrutar de su tapeo asiático. La fusión entre las recetas de la abuela filipina de Sunae y el concepto de platitos chicos bien español, logró ganarse el paladar de sus clientes gracias a la intensidad de sabores que manejan. “El eje es el sabor que se lleva la gente, son recetas con mucho condimento, mucho ingrediente”, explica Florencia. “El argentino tiene un paladar más plano; ahí fue el éxito de Apu Nena”.
Quienes se acerquen a la barra – el único sector del restaurante que no necesita reservas – pueden tapear con la imagen (y los aromas) del brasero adornando la experiencia. Hoy su menú tiene 16 platos, pero las cantidades y opciones van variando según la temporada y el momento del año. Los clásicos las acompañan desde siempre, como el Satti y el Bola Bola, y a estos se les van sumando platos itinerantes. Esta temporada, el recomendado es el calamar entero a las brasas con aceite de achiote, duraznos a la parrilla, banana ketchup y hojas de huacatay. La opción vegana estrella; gírgolas grilladas con hojas de mostaza, crema de fermento de arroz con alga nori, garbanzos y aceite de chito
Para acompañar estos sabores exóticos y potentes, hay aguas saborizadas naturales (no trabajan con gaseosas) y una carta de vinos, enfocada especialmente en vinos blancos por el maridaje con sus platos. No tienen barra de tragos aún, pero es un proyecto a futuro.
5) Krill: un bar de tapeo japonés se suma al nuevo polo gastronómico cool de Belgrano / ¡Los tragos son del gran Fede Cuco! / Echeverría 1677 – Pasaje Echeverría – justo bajo la estación de tren Belgrano C.
Se suma al boom gastronómico del Pasaje Echeverría, un nuevo proyecto de Iwao Komiyama, el chef que se enorgullece por haber sido de los primeros en traer el sushi de Japón a nuestro país. Krill acerca a este polo un pedacito de la clásica cultura japonesa: un bar de tragos, tapeo y pinchos.
“Los japoneses funcionan así: salen de trabajar, van a los bares y comen. Entonces ya llegan a su casa felices y relajados”, cuenta su creador, quien comenzó a trabajar a los 12 años en el restaurante que abrió su familia en Buenos Aires, luego de emigrar. “Son como los bares en España también, con tapeo.”
Los protagonistas de su carta son los Yakitori, las brochettes de distintos ingredientes que vienen acompañadas siempre de un oniguiri bien sabroso. Hay de langostinos, de pollo, de lomo (su toque argentino), de salmón y otros vegetarianos como espárragos, papines y hongos. También tienen tres ceviches, tres Maki rolls (langostinos, salmón y hongos shitake) y, como platos un poquito más contundentes; los poke bowls, tanto en versión sushi como en ensalada. Los precios son muy accesibles y acordes a las porciones; tres entre dos personas – depende el hambre siempre, obvio – puede ir muy bien.
Pero hay más. Al abrir 19:30 hs, su barra cobra especial protagonismo porque agarra justo el happy hour. Por eso, para estar a la altura de su gastronomía, esta quedó en manos del reconocido bartender Fede Cuco. La carta cuenta con 6 tragos de autor, como el Krill HighBall (Gin, limón, almíbar de cúrcuma, ginger beer y flor comestible) y varios otros tradicionales.
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Fotos: son todas gentileza de los restaurantes mencionados.