Con sus calles anchas de árboles de antaño y empedrados impecables, y sus residencias estilos Tudor de los años 20, Belgrano R es uno de los más tradicionales barrios porteños. Y además tiene en su adn un gen británico (colegios, librerías, instituciones deportivas, arquitectura, etc) que se palpa en al aire y que le dan una impronta distintiva. Y como no podía ser de otra manera: buenas casas de té. MALEVA se dio una vuelta por la zona estrictamente comprendida entre Los Incas, Cramer, Monroe y Holmberg para descubrir y degustar esos lugares que todavía hoy mantienen la tradición del 5 ó clock tea, con propuestas exquisitas que creemos que pasarían la prueba de un paladar british.
Con ya ocho años en el barrio, Jolie fue parte de la punta de lanza que revivió la emblemática Plaza Castelli, y el éxito del emprendimiento de Fabián Vendramini fue tal que tuvo que abrir un segundo local, en la esquina de los Incas y Estomba. Aunque su nombre remite a la cuisine francesa, la ambientación de Jolie evoca más al estilo nórdico (minimalista pero acogedor, paleta de colores en la que predominan los blancos y grises, lámparas de madera, vigas descubiertas) y el menú es una fiesta de comfort food, esa tendencia gastronómica cuyo embajador es el chef inglés Jamie Oliver y que se basa en recetas caseras, abundantes y hechas, fundamentalmente, con amor.
La panificación y pastelería es artesanal – y el aroma a pan recién horneado, a las ocho de la mañana, embriagante. La selección de tés está íntegramente compuesta por opciones en hebras y de la marca preferida de la British Queen, Twinings. Pero lo mejor de Jolie es que te permite comer lo que quieras, cuando quieras: por ejemplo, la opción del “té de las cinco de la tarde” (que incluye gateau a elección, budín, muffin, cuadrado de manzana, dos scons, dos brioche, tostadas, mermelada y manteca, infusiones y jugo de naranja, para dos personas, por $210), si bien se inspira en la puntualísima tradición inglesa, puede pedirse a cualquier hora. Lo mismo aplica para las hamburguesas caseras, los sandwiches (el bagel de salmón, un clásico imbatible, $115), las ensaladas y el hit de la casa: las tapas (de mar, de oriente y de bruschettas, $135 a $170). El toque final: cada mes, Jolie invita a un artista diferente a exponer una obra en el local de Plaza Castelli, y el chef se inspira en ella para crear un plato especial.
Abre todos los días, de 8 hs. a medianoche, excepto sábados y domingos que permanece abierto hasta la 1:00. Tel: 4551-0766.
La segunda sucursal en Plaza Castelli de la cocinera de los rizos de oro se inauguró hace dos años, en la misma cuadra que su predecesora, con algunas muy bienvenidas variantes: un espacio más amplio, cocina a la vista y más opciones para almorzar. Pero, como no podía ser de otra manera, el plato fuerte son las tortas. Expuestas en un espectacular mostrador al lado de la ventana (Maru siempre se caracterizó por su habilidad innata para el marketing), son lo primero que veo antes de entrar al local… y es difícil sacarles la mirada. Ahí están, reposando cual divas pulposas que se saben exquisitas, únicas, deseadas: el marquise, la bombón, la de tres mousses, el brownie con rulos de chocolate, la de frutillas, la acaramelada de manzanas, el cheesecake, el lemon pie, el rogel (por porción, $70). Cuesta, pero al final me decido a probar el sablé de almendras con dulce de leche, crema y frutos rojos: “Pero una tajadita finita, ¿eh? Menos de media porción”… imploro, y por más que intento, no puedo terminarla. Queda clarísimo por qué es la preferida de los habitués, como me revela Corina Ferrari, encargada del local.
Al igual que en Jolie, el público es variado: hay parejas, grupos de amigas, mamás con hijos que ya salieron del colegio… Y una o dos veces por semana, está también la mismísima Maru, quien supervisa personalmente sus locales, asegurándose de que sus creaciones sigan tan cremosas, esponjosas, crocantes, abundantes y gigantescas como las mostraba por TV.
Abre de lunes a sábado, de 8 a 20:30 hs., y los domingos de 9 a 20 hs. Tel: 4551-8887.
Este coqueto y cuidadísimo café está ubicado en una de las esquinas más lindas de Belgrano R: no solo tiene todo el sol de la tarde, sino que además sus ventanales enormes te permiten admirar el edificio de la empresa de parques y jardines Salvatori: una casa de hormigón y vidrio de formas imposibles y adornada por un telón de enredaderas colgantes – muy distinta de la típica arquitectura del barrio, y por eso aún más sorprendente.
Casualidad o no, la dueña de Retamas es arquitecta, y su buen gusto a la hora de crear un espacio acogedor que invita al disfrute es indudable: la vajilla antigua es original, no hay dos sillas iguales, y las arañas del techo dan la luz justa para generar una atmósfera cálida y relajada. Entre los estilos romántico y shabby chic, cada aspecto del lugar fue pensado en detalle por Lía Lasalotte, quien se dedica ella misma a atender las mesas, con la asistencia de amigas que se convirtieron en mozas gracias a su cordialidad y buen tino para recomendar los especiales de la casa. Y más allá de las delicias que ofrecen (tortas y minitortas, cuadrados, medialunas, budines, scons, alfajores, masas finas), quizás sea esa atención tan personal y cercana lo que haga de Retamas un lugar “como en casa”, al que la gente del barrio vuelve una y otra vez – sobre todo las “señoras grandes”, quienes los jueves (después de su clase de arte en el centro cultural que queda a la vuelta) copan el lugar y toman el té en tetera antigua pintada a mano. Un espectáculo.
Abre de lunes a viernes de 8 a 20:30 hs, y sábados, domingos y feriados de 9 a 20:30 hs. Tel: 4553-9007.
El restaurante del centro abrió hace dos años en una casona antigua y los vecinos guardan su secreto celosamente y con bastante éxito – ayudados quizás porque se encuentra al lado del más fastuoso Palacio Hirsch, que se lleva todas las (primeras) miradas de los más distraídos. Pero basta con dejar atrás el simpático poste de “dog parking”, cruzar la reja negra del restaurante y bajar los seis escalones hacia esa puerta chiquitita y casi escondida para entrar en una burbuja de sofisticación y placer. Es que el lugar podría definirse como un petit Duhau, gracias a su magnífico patio trasero para disfrutar tanto afuera como adentro, en el gran salón de madera, piedra y vidrio.
En verano, el patio se llena. Pero en esta época suele estar más tranquilo, y realmente funciona como un escape para el ajetreo de la calle – el silencio es casi total, excepto por los pajaritos que vienen a tomar agua a la fuente y el ocasional murmullo lejano de un tren. En esta atmósfera, la invitación a por la tarde es probar el “Té cultural para dos” ($390), que incluye infusiones, jugo de naranja, selección de pâttiseries (lingote de chocolate y naranja, coco con dulce de leche, brownie, lemon curd, crumble de manzana), sándwiches (de salmón ahumado y queso crema en pan de miga negro, y de jamón cocido y queso en pan de miga blanco), y scons dulces caseros con queso y crema y mermelada. Clave: probar el “té Castelli”, ideado especialmente por Tealosophy para el lugar, que lleva té negro, cascarillas de cacao, canela y bergamotas ($45).
Abre de domingo a miércoles, de 12 a 16 hs., y de jueves a sábado, de 12 a 16 hs. y de 20 al cierre. Tel: 4555-7696.
Fotos: gentileza lugares mencionados