“El racionalismo es el malbec de nuestra arquitectura”: entrevista a Iuri Izrastzoff, creador de «Fervor x Buenos Aires»

Por suerte existe gente como él en la ciudad: defensor como pocos del increíble (pero tan bastardeado y demolido) patrimonio porteño, decidió difundir su magia y generar conciencia para protegerlo/¿Cuáles son sus cinco edificios preferidos? ¿Qué tanto estamos cuidando a nuestra arquitectura tan única? ¿A qué estudios reconoce como los mejores para reciclar y conservar?  Además: la historia de Enrique Espina Rawson, su mentor y compañero en Fervor x Buenos Aires

 

“El racionalismo es el malbec de nuestra arquitectura”: entrevista a Iuri Izrastzoff, creador de «Fervor x Buenos Aires». Por Vicky Guazzone di Passalacqua.

A grandes rasgos, Iuri Izrastzoff estima que en Buenos Aires apenas queda en pie entre el 10 y el 15% del patrimonio histórico arquitectónico. Todo el resto ha sido demolido. Los rastros de la Belle Époque y la gran mayoría de aquellas casonas y mansiones que le permitieron a la ciudad erigirse como “la París de Sudamérica” hoy ya no están. Solo quedan algunas fotografías testigo y mucha nostalgia. 

Sin embargo, la de Iuri no es una cruzada en sepia. Parte de la reconocida inmobiliaria que ostenta su apellido, siempre compartió con su padre (también Iuri) el amor por el patrimonio de la ciudad. Y en ese plan creó hace 11 años “Fervor x Buenos Aires” (www.fervorxbuenosaires.com), un sitio que, con la pluma del escritor Enrique Espina Rawson y sus fotografías, se dedica a rescatar historias detrás de edificios, pasajes y rincones porteños, de esos que aún existen y permiten recrear la faceta más ilustre de la ciudad. El año pasado, incluso, publicaron el libro homónimo como un pequeño compendio de la belleza porteña que resiste. 

¿Cómo nació Fervor x Buenos Aires?

En 2005 en la empresa hicimos un relevamiento de los petit hôtel que se demolían en Buenos Aires, porque en ese momento había un boom de desarrollo y no había ninguna protección del patrimonio. Llegamos a la cuenta de que solo en Recoleta tiraban abajo uno por mes, un ritmo tremendo. Así que hicimos un informe y lo publicaron en varios medios. El siguiente paso fue hacer una conferencia con actores importantes de la arquitectura de la ciudad para poner esto sobre la mesa. Y generó que un asistente llamado Santiago Pusso tomara la decisión de crear la ONG “Basta de Demoler”. Luego, hacia 2009 con mi viejo creamos una comunicación que publicamos en algunas revistas ilustrando patrimonio y firmando “Fervor x Buenos Aires”, siguiendo el poema de Borges. A los meses murió papá y decidí extender esto a una revista que serviría para llegar a los clientes que se quedaron sin su contacto. Ahí inicié amistad con Enrique Espina Rawson, un muy amigo de papá, que escribe muy bien, es guitarrista, cantante de tango y de una cultura enorme. Le propuse esta idea, y así comenzamos, sacando 10 artículos mensuales el primer año y luego uno por mes, para bajar el nivel de intensidad pero mejorar la calidad. 

¿Cómo eligen los temas mensuales a tocar?

Los temas iniciales fueron lo que llamamos grandes casas, que eran los petit hôtel en el lenguaje de la Belle Époque, porque eran todas de la misma familia. También hablamos de fundadores espirituales de Buenos Aires, como Borges, Marechal, Bioy Casares, Gardel. Y hasta de instituciones, como el bodegón. Buscábamos lo que le daba identidad a Buenos Aires. Hoy la elección de tema es casi telepática. Enrique va caminando por la calle, ve un edificio lindo y me manda la foto. Yo hago lo mismo y se nos va juntando material. Y a la vez, vamos viendo cosas que van pasando, como escribir un artículo sobre cómo la ciudad se llenó de fruterías y de supermercados chinos, o hablar de cómo nuestra moneda no vale nada, pero los grandes bancos tienen edificios increíbles. Nuestro foco siempre fue salir de los edificios obvios. Por supuesto que a veces lo hacemos, porque le encontramos algún punto de vista distinto, pero la idea es rescatar esos edificios que no llaman tanto la atención. Lo lindo de Buenos Aires es caminar y siempre poder encontrar alguno del que decir algo. 

Con toda esta información que tienen, ¿nunca pensaron en hacer tours?

Lo pensamos, pero es difícil poder transmitir todo esto fuera de las personas que lo hacen. Podría buscar un buen guía y darle un branding, pero siempre sentí que iba a faltar el espíritu de Fervor, que básicamente es Enrique, porque tiene una sensibilidad muy especial y una memoria increíble. Es muy curioso y le da a los artículos el contexto histórico, porque él vivió la Buenos Aires de los años 40, 50. Es alguien que te puede contar cómo fue cambiando la ciudad hasta hoy. Lo que sí pensé que podríamos hacer es un programa de radio, en el que conversemos nosotros dos más algún invitado en cada emisión. Y que así también haya una transmisión oral de esto. Porque siento que cuando Enrique no esté más, se va a ir un pedazo de Buenos Aires. 

«Nuestro foco siempre fue salir de los edificios obvios. Por supuesto que a veces lo hacemos, porque le encontramos algún punto de vista distinto, pero la idea es rescatar esos edificios que no llaman tanto la atención. Lo lindo de Buenos Aires es caminar y siempre poder encontrar alguno del que decir algo…»

¿Hay identidad en el boom de construcción de hoy o es todo muy genérico?

Cuando empezamos con esto, varios arquitectos nos tiraron la bronca, porque decían que éramos anti desarrollo inmobiliario. Era de esperar, porque trabajamos mano a mano con Basta de Demoler tratando de frenar demoliciones ilegales del patrimonio. Y en eso no cambiamos. Pero sí hicimos una evolución, porque cuando empezamos no queríamos que se toque nada. Si era patrimonio, queríamos que permaneciera intacto. Pero nos dimos cuenta de que en un país como el nuestro eso es inviable. Si le costó a los países más ricos, donde en ciudades europeas en los 60 y 70 se demolieron propiedades, la idea de que solo se pueda preservar tal cual, tipo museo, es inviable en Argentina. 

¿Aceptan entonces estas intervenciones que mantienen la estructura pero construyen encima?

Ese tipo de intervenciones ya tienen un consenso en el mundo de la arquitectura. Se entiende que si intervenís este tipo de patrimonio, lo razonable es que lo hagas con un estilo contemporáneo, del espíritu actual, no intentando copiar el antiguo, porque queda muy mal. Así se busca una vinculación antigua y moderna, y nosotros empezamos a flexibilizar nuestra vara, al punto de que llegó a haber diferencias con Basta de Demoler, quienes en mi opinión se quedaron en el tiempo y eso les jugó en contra. Perdieron esa habilidad para pensar qué puede ser realista y qué no. Entiendo que eso es necesario, porque caso contrario no va a resistir. Pasó en el Club Francés, sobre Rodríguez Peña, en la Residencia Aberg Cobo sobre Las Heras, donde se mantiene la casa intacta y el bloque moderno está retirado; de hecho tenés que cruzar la calle para verlo. 

¿Qué estudios están trabajando bien en este sentido?

Ahora estamos saliendo a vender un edificio enfrente de la Plaza Vicente López que es de 1910 y fue intervenido por el estudio Hampton Rivoira. Para mí son de los mejores en este camino; lograron un bloque de vidrio atrás medio retirado que quedó muy bien. Pero hay que hacer docencia en eso, porque lo publiqué en Instagram y muchos dijeron que debería haber sido en el mismo estilo. Pero un edificio francés de 11 pisos no existe… Otro estudio que hace muy buenas obras es Bodas Miani Anger. 

«No me gusta mucho de lo que se hace ahora, pero los Forum, por ejemplo, son realmente contemporáneos y representan la época. En cambio, el Grand Bourg, que es como un edificio francés hecho desde cero, me parece terrible. Porque eso no es francés, ¡Parece de utilería…»

¿Y te gusta algo de la arquitectura moderna?

Creo que hay algunos proyectos, aunque contados con los dedos de la mano. A mí me gusta que usen los materiales de la época, como el acero, el vidrio, lo que representa a la arquitectura de hoy. No me gusta mucho de lo que se hace, pero los Forum, por ejemplo, son realmente contemporáneos y representan la época. En cambio, el Grand Bourg, que es como un edificio francés hecho desde cero, me parece terrible. Porque eso no es francés, ¡Parece de utilería! 

¿Les divertiría extender Fervor a otras provincias con arquitectura interesante, como Mendoza o Córdoba?

No sé si sería viable por el tiempo que insume, pero me encantaría, porque sigo a varios retratistas de patrimonio de otras ciudades, como Rosario o Córdoba, y tienen cosas buenísimas. Además, ahí también hubo una destrucción terrible del patrimonio. No sé si fue al nivel de Buenos Aires, pero fue grave. Lo que intenté es hacer una versión de Fervor en Quito, porque mi madre era ecuatoriana y tengo familia allá. Además, tiene uno de los cascos históricos más importantes de Latinoamérica, fue el primero en ser nombrado Patrimonio de la Humanidad. Un muy amigo me dijo que quería hacerlo ahí y empezamos, pero fue muy dificultoso y no pudimos darle continuidad después del primer número. 

¿Qué tan protegida está Buenos Aires hoy?

Cuando arrancamos, estaba muy desprotegida. En esa época, si la ciudad no catalogaba un edificio, lo podías demoler. Y como la catalogación era muy lenta y había muy poco catalogado, casi cualquier edificio se podía tirar abajo. E incluso si estaba catalogado y lo demolías, la multa era bajísima. Prácticamente no había barreras a la demolición. Con la iniciativa de Basta de Demoler y de la diputada Teresa de Anchorena se armó una ley de patrimonio unos años después, una ley de protección que no es impecable, pero permitió que fuera prohibido demoler edificios anteriores a 1942 sin permiso de un organismo de la ciudad. Fue un gran logro. 

También hay un límite de altura de construcción, ¿no?

Sí, eso cambió en los últimos dos años, porque cambió la zonificación en la ciudad. Lo que busca la ciudad, que es una buena iniciativa, es igualar las alturas. Siempre se dijo que Nueva York tiene las torres en las puntas, y Buenos Aires es como un desdentado, porque hay uno alto, uno bajo, y así. Esto busca igualar alturas, y si se mantiene en el tiempo va a permitir tener una ciudad más homogénea y más lógica. 

 

LOS CINCO ELEGIDOS DE IURI EN BUENOS AIRES (JOYITAS QUE A VECES PASAN DESAPERCIBIDAS)

1) Santa Fe 1697: «Es uno de los más interesantes de la ciudad» / Recoleta

creado por el arquitecto húngaro Jorge Kälnay, este edificio entre art-decó y racionalista se destaca por su personalísimo manejo de volúmenes, mezcla de detalles de fina ornamentación con construcción casi prepotente. “Es un edificio que quizás viste mil veces pero nunca te llamó demasiado la atención, porque su lectura no es fácil. Me parece de los más interesantes de la ciudad. Y graciosamente, cuando publicamos el artículo nos escribió el escritor Juan Forn contándonos que tiene un departamento ahí”. 

2) Alvear 1402: «el edificio racionalista número uno de la ciudad. El racionalismo va a ser como nuestro Malbec de la arquitectura porteña…» / Recoleta

Es la tapa del libro “Fervor x Buenos Aires”, tal es su encanto para Iuri y Enrique. Creado por el arquitecto Paul Pater, se emplaza justo enfrente de otra obra del mismo profesional, el Palacio Ortiz Basualdo. Construidos con 20 años de diferencia, por su estilo radicalmente distinto podría ser una vida entera lo que los separara. En este caso, el de Alvear y Libertad es un edificio racionalista, el número 1 de este estilo según Iuri. Redondo, con grandes ventanales y ojos de buey, destila una leve impronta naval que combina con su doble puerta de bronce, de reminiscencia art-decó.¿Viste cómo el malbec era una cepa común pero en Mendoza se convirtió en un vino de lujo a nivel mundial? Eso sentimos nosotros, que el racionalismo es el malbec de nuestra arquitectura, porque se da en Buenos Aires masivamente y con una calidad enorme”.

3) Arroyo 804, Edificio Minner: «parece una fortaleza y tiene una materialidad espectacular» / Retiro

Dado el nombre del local que reside abajo, algunos la conocen como “La esquina del viento”. También obra de Jorge Kälnay, data de 1934 y corresponde al estilo racionalista. “Parece una fortaleza, es de una materialidad espectacular. Es otro edificio que no creo que sea muy reconocido, pero que tiene una impronta muy propia de Buenos Aires”. 

4) Av. Rivadavia 5894, Edificio Femenil: «está rodeado de edificios insulsos por lo que su belleza es incluso más notoria por contraste» / Caballito

Su belleza es incluso más notoria por contraste. Entre edificios más bien insulsos de los años 50 y 60, de pronto aparece esta construcción de estilo academicista francés inaugurada en 1928. Debe su nombre, impreso en cursiva en la entrada, a una revista femenina que se imprimió allí por algunos años. “No había mucha información cuando publicamos el artículo sobre este edificio, pero fue uno de los más exitosos: se empezó a llenar de gente comentando que había vivido ahí y compartiendo sus historias”. 

5) Lavalle 1790: «un exponente delicadísimo de los primeros rascacielos porteños. Podría haber sido sacado de Prusia o Viena…»

Según Iuri, este edificio podría ser sacado de Prusia o Viena. Creado en 1924 por el arquitecto Oscar Schoo Lastra, quienes levantan la cabeza son recompensados con la visión de su altísima torre con una aguja. De diseño clasicista, es un exponente delicadísimo de los primeros rascacielos porteños. “El día que fui a hacerle fotos empecé de día y terminé de noche, porque es increíble cómo cambia su arquitectura a medida que se van prendiendo las luces. Parece que fuera a aparecer un científico loco trabajando en las alturas de la cúpula”.