El Pasaje Echeverría: de callejón sórdido a una nueva fiesta detrás del tren en Belgrano / ¿De qué va cada uno de sus nueve locales?

Hasta hace un año era un callejón detrás de la estación Belgrano C, y en el Barrio Chino, al que no daban ganas de acercarse, hoy explota de onda y variedad gastronómica/¿Cómo sucedió esta génesis inesperada?/¿Qué pedirte en cada propuesta?/Desde un local de ramen que es un éxito absoluto hasta un café que podría estar en Río de Janeiro.

Junto al Barrio Chino y lindero a la estación de tren, propuestas desde la mañana hasta la noche. 

El Pasaje Echeverría: de callejón sórdido a una nueva fiesta detrás del tren en Belgrano / ¿De qué va cada uno de sus nueve locales?/ Por María Paz Moltedo. Fotos: Sophie Starzsenski.

Una calle al costado de la estación de Belgrano, en la que tiempo atrás no pasaba nada. Solo habían persianas bajas, y algunos locales descoloridos, a los que no daban ganas de acercarse. Nadie hubiera imaginado que se iba a transformar en una coordenada festiva en la que podés comer un sando japonés, tomarte un café de especialidad, o un vino naranjo, escuchar música y de repente bailar al ritmo del tren que pasa. Nadie, hasta que lo imaginaron visionarios como Clemente Cancela y su socio Sebastián Lahera, y abrieron la primera persiana: Pony Pizza. Plantaron bandera en esta zona inesperada, y con el tiempo, se sumaron Bastardo y Roy Asato con Orei Ramen.

El pasaje empezó a tomar otro color y cada vez se acercaron más curiosos a ver qué pasaba en esa callecita medio escondida. Ahora explota, y tiene nueve propuestas imperdibles para disfrutar desde la mañana, cuando abren Morro Café y Pandanés hasta la noche, cuando empieza a sonar música de algún dj invitado; y todo se transforma en una celebración sin fin en la vereda, mientras salen platitos de Copetín, Sando de América, Vina, y la Chintonería. Conocelos a todos acá:

1) Copetín: con aires españoles / El hit es el sándwich de tortilla (y de sus canillas sale un refrescante tinto de verano). 

Tian Rebuffo y Fernanda Otero decidieron “tomar la calle” de nuevo después de todos los meses de encierro de confinamiento, y abrir este local al paso con aires españoles, donde podés encontrar sándwiches y tapas elaboradas con fiambres de productores seleccionados como Quesos La Suerte, y unas buenas cañas. El hit es el sándwich de tortilla, y el de provoleta de cabra y remolachas dulces. Tienen una opción vegana, que es el de escalivada, con verduras asadas durante muchísimas horas. Tienen bebidas tiradas, y lo que más sale de sus canillas es el tinto de verano.

2) Morro Café: recetas únicas, variedad de cafés y pastelería. 

Luna es arquitecta, y Diego se dedica hace tiempo a la gastronomía y a tocar música como DJ Chamorro. Juntos le dieron forma a este café que tiene algo de Río de Janeiro. Tienen cafés de especialidad con Blends de Guatemala y Brasil de Fuego Tostadores, y unas recetas únicas como el Chocomorro (café con chocolate) o el Morrito (espresso con tres gotas de fernet). Además, podés deleitarte con la pastelería de Coni Borras: desde un alfajor de chocolate blanco relleno de membrillo que nadie se anima a probar, pero después nadie puede dejar; hasta alfajores helados. La torta de ricotta es de Gino, el icónico bodegón de Paternal.

3) Orei: ramen para todos los gustos en un rincón «que es lo más parecido a Japón que hay…»

Cuenta Roy Asato que hacía mucho tiempo quería abrir un local que fuera solo una ventana. Y de tanto venir al barrio chino en busca de productos para elaborar su aclamado sushi, empezó a rastrear toda la zona de los alrededores, y enseguida sintió que era su lugar para abrir este local de ramen. “Un local en medio de un callejón, con el tren adelante, es lo más parecido a Japón que hay”, cuenta Roy, que con esta propuesta busca llevar la comida japonesa en Buenos Aires a un lugar más descontracturado. Hay ramen para todos los gustos: para días de frío, recomienda el de cerdo picante y ajo negro, y para días de calor, el de pollo. También cuentan con una gran variedad de opciones vegetarianas. La clave de su sabor está en el caldo.

4) Pony Pizza: una pizzería jugada (que fusiona el estilo neoyorquino con el italiano) que se convirtió en un gran punto de encuentro. 

Cuando Sebastián Lahera y Clemente Cancela abrieron la persiana, para todo el mundo era raro el lugar que habían elegido. Todos les decían que era muy jugado. Y de repente, se convirtió en un punto de encuentro, sobre todo en cuarentena, donde la gente moría por ir para comer un slice de pizza y encontrarse. Su propuesta fusiona el estilo neoyorquino con el italiano. Si vas por primera vez, tenés que probar la Muzza (mozzarella gratinada con salsa de tomates orgánicos y pesto ligero). La de pepperoni es otro hit, y también su queso vegano, que podés pedir en cualquiera de sus versiones de pizzas.

5) Sando de América: bellos sándwiches nipones. 

Un homenaje al gran Sandro y a los espectaculares Sandos asiáticos a cargo del chef Pablo Chinen: Una verdadera fiesta de colores y sabores emerge de este local creado por Tato Giovanonni, Oliverio Sofía (dj soundexile y Hernán cattaneo), Fernando Fratantoni (Dj Il Fratan) y Gabriel Hendler, que fusiona los sándwiches japoneses (se les cortan los bordes laterales, y se ven realmente bellos) con sabores más latinos, para ofrecer propuestas como el sando de huevo a la huancaina. Tienen de pollo frito, de carne marinada, de calamar, y el clásico katsusando, de milanesa de cerdo rebozado en panko. Trajeron una máquina de España, donde se sella su sando de postre: un sándwich de helado de banana con dulce de leche, y praliné, en pan brioche. Todos los meses un chef invitado va a crear un nuevo sabor de sando.

6) Chintonería: con la firma de Tato Giovannoni. 

Los neones de Sando brillan junto a la barra circular de Tato Giovannoni, quien junto a otros socios, y Pablo Pignata detrás de la barra, creó estos dos proyectos. En el bar podés pedir algunos sandos fríos para acompañar tus tragos, y en Sando podés pedir las creaciones de Tato: desde sus gin tonics de autor y propuestas de tragos clásicos como el old fashioned al modo Giovannoni, con bartenders amigos invitados.

7) Vina Buchette: vinos orgánicos y empanadas irresistibles. 

De su ventana circular no paran de salir platitos y vasitos de vino. Su propuesta es tan simple como especial: solo tienen vino y empanadas, pero su cava solo admite vinos jóvenes naturales, orgánicos y biodinámicos. Y la masa de las empanadas está elaborada con aceite de oliva y un poquito de maíz orgánico de Mendoza. Las de carne están hechas con lomo desgrasado, y su famoso “juguito” es realmente irresistible, porque es una concentración de agar agar, secreto del chef. No dejes de probar la de maíz y la de quesos, con queso sardo y muzzarella.

8) Bastardo: cuando el alma te pide una hamburguesa suculenta. 

Sin duda es el point por excelencia para cuando las ansias de una suculenta hamburguesa se imponen ante todo lo demás. La de crema de queso azul, cebollas caramelizadas y hongos es una de las mejores. Además tienen una buena barra de cervezas y tragos, y propuestas diferentes como pinchos de camarón con huevos revueltos. Todo esto coronado por los estímulos visuales de las paredes de graffiti que te hacen sentir en Berlín.

9) Pandanés: ingredientes nobles para un pan que es un éxito. 

Su nombre no está puesto en vano: la dueña de esta panadería que ya va por su octavo local, es danesa, y empezó con un emprendimiento de elaborar pan danés y repartirlo en su moto. El secreto de su éxito está en el cuidado de la elaboración y la nobleza de los productos orgánicos que usan para todas sus variedades de panes. El mediterráneo con aceitunas negras y los panes de queso son los más pedidos. La clásica es comprarte un sándwich para comer al paso, o un tostado con un café y llevarte un buen pan para tu casa.