El paisaje como inspiración: el auge de las residencias para artistas en entornos naturales de Argentina / Seis en ubicaciones mágicas

El espíritu colectivo también es clave en las residencias naturales de Argentina. 

El paisaje como inspiración: el auge de las residencias para artistas en entornos naturales de Argentina / Seis en ubicaciones mágicas. Por Inés Moguillanes. Fotos: gentileza de las residencias artísticas mencionadas en la nota.

Pintar a la sombra de los árboles, asistir a un taller con las sierras como paisaje de fondo, o caminar bajo un cielo estrellado, son algunas experiencias a las que invitan los programas de residencias de arte situadas en entornos naturales, un tipo de propuesta cada vez más extendido en nuestro país. ¿En que consiste una residencia exactamente? ¿Qué se hace allí y a quiénes está dirigida? ¿Qué papel juega la naturaleza en estas iniciativas? MALEVA habló con los coordinadores de seis espacios ubicados en reservas naturales y zonas rurales de provincias al norte, centro y sur del territorio nacional, y que forman parte de Quincho, una red surgida a principios de 2020 con el objetivo de nuclear a las residencias a lo largo y ancho de Argentina.

“Son lugares y espacios donde los artistas se deslocalizan, dejando su lugar de origen para investigar y producir en un nuevo escenario, generando producciones particulares, así como contenido cultural a través de talleres, muestras y charlas”, le explica a este medio Eduardo Miguel Saubidet, director de Residencia Epecuén, que funciona desde 2017 en Carhué, ciudad cabecera del partido bonaerense de Adolfo Alsina, en los alrededores de la Laguna Epecuén, cuyas aguas termales, según nos cuenta Eduardo, tienen un nivel de salinidad superior al del Mar Muerto.

«Una característica clave de estos espacios de formación y producción es su espíritu colectivo…Una residencia es una instancia de apertura, contacto y escucha, de intercambio de saberes. Un momento propicio para la deconstrucción y la autoafirmación a través de la sinergia grupal”, afirman Gerardo Artaza y José Melnik desde Residencia Raíces, emplazada desde hace seis años en el Valle de Aconquija, provincia de Catamarca…»

“Cada residencia está atravesada por diversos factores: la cantidad de gente que asiste, las disciplinas que se presentan, las temáticas de los proyectos, el tiempo de duración de los programas, los costos, etc. Lo que tienen en común es que permiten a los artistas desempeñarse en entornos diferentes de sus estudios o espacios de trabajo tradicionales. Se trata de una experiencia de exploración profunda e inmersiva donde los seleccionados pueden trabajar en el proyecto propuesto a la vez que desarrollar nuevas ideas o probar otros métodos y técnicas”, añade Maia Gonzales Chaves, directora de Residencia Pastizal, fundada en 2022 y ubicada también en Buenos Aires, en este caso en la ciudad de Pigüé, al pie de las sierras del Cura Malal.

Dirigidas no solo a artistas sino también a investigadores, gestores culturales, críticos, curadores y, en algunos casos, a profesionales más allá del espectro del arte como científicos, sociólogos, antropólogos y ambientalistas, una característica clave de estos espacios de formación y producción es su espíritu colectivo. “Una residencia es una instancia de apertura, contacto y escucha, de intercambio de saberes. Un momento propicio para la deconstrucción y la autoafirmación a través de la sinergia grupal”, afirman Gerardo Artaza y José Melnik desde Residencia Raíces, emplazada desde hace seis años en el Valle de Aconquija, provincia de Catamarca. 

«Durante su estadía en Raíces, los artistas entran en contacto con una amplia diversidad de biomas: desde la selva montañosa o yunga hasta zonas desérticas pobladas por cardones y tuscas. Además, los entrevistados coinciden en que la naturaleza cumple un rol fundamental en sus programas de residencia por varios motivos…»

Durante su estadía en Raíces, los artistas entran en contacto con una amplia diversidad de biomas: desde la selva montañosa o yunga hasta zonas desérticas pobladas por cardones y tuscas. Además, los entrevistados coinciden en que la naturaleza cumple un rol fundamental en sus programas de residencia por varios motivos. Para empezar, porque los proyectos presentados para aplicar a las convocatorias, deben vincularse con el espacio físico donde se sitúa la residencia, como destaca Mercedes Fidanza, directora de Las Cuevas. “Nuestro objetivo principal radica en desarrollar prácticas transdisciplinarias y generar proyectos colaborativos donde la flora, la fauna y el legado pictográfico-arqueológico del lugar sean protagonistas”, sostiene la artista visual que en 2020 fundó esta residencia situada en Cerro Colorado, al norte de Córdoba.

De igual modo, Camila Pose, co-directora de Monte, da cuenta de la centralidad que tuvo el contexto, en este caso el monte chaqueño, para el lanzamiento de la residencia en 2015. “El artista Juan Sorrentino adquirió 2.3 hectáreas de monte nativo de Colonia Benítez, capital botánica del Chaco, e inició al proyecto de residencia con ‘En el monte nunca se está solo’, una instalación que en diálogo con el Land Art de los años setenta, consistía en abrir un sendero en el monte y disponer allí una serie de esculturas sonoras. Durante la estadía, lxs residentes desarrollan sus proyectos en ese mismo monte, volviendo a habitar el sendero, dialogando con las ruinas de aquella primera instalación y también con las obras de residentes anteriores, integrando una constelación en capas de acciones y gestos”. Monte se halla en una ubicación privilegiada, próxima a la Reserva Natural Los Chaguares y al Río Tragadero, uno de los pocos ríos no contaminados de la región.

«Por otra parte, el hecho de que las residencias se encuentren en ámbitos alejados de las grandes urbes responde a una doble intención: posicionarse como espacios de revalorización y preservación del hábitat, pero también de resistencia, como señala Suyai Otaño, coordinadora de Residencia Manta, ubicada en San Martín de los Andes y activa desde 2013…»

Por otra parte, el hecho de que las residencias se encuentren en ámbitos alejados de las grandes urbes responde a una doble intención: posicionarse como espacios de revalorización y preservación del hábitat, pero también de resistencia, como señala Suyai Otaño, coordinadora de Residencia Manta, ubicada en San Martín de los Andes y activa desde 2013. “Creo que el auge de las residencias artísticas que funcionan en entornos rurales se debe a un intento por transformar las condiciones de vida a la que estamos sometidos. Aparecen como lugares en los que alejados de la computadora y el celular, podemos disponer de tiempo para nosotros mismos, para intercambiar con otrxs y construir por fuera de la lógica del capitalismo. Son refugios que escapan a la norma”.

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Fotos: son gentileza de las residencias mencionadas.
Mas información sobre las residencias y sus convocatorias vigentes en https://redquincho.ar/